Ensalada rusa (II)

Fernando Morales

“El ministro de Defensa, Agustín Rossi, rubricó hoy con su par de Rusia, general de Ejército Serguéi Shoigú, un acuerdo marco de cooperación destinado a avanzar en el desarrollo de trabajos conjuntos en materia de defensa e intensificar la comprensión mutua y confianza entre ambos países. La firma se llevó a cabo en el Kremlin de Moscú, ante la presencia de la jefa de Estado argentina, Cristina Fernández de Kirchner, y su colega de Rusia, Vladimir Putin”.

Así  comienza el rimbombante y optimista anuncio del inicio de una nueva era en el marco de las relaciones militares internacionales de la República Argentina.  Luego de haber sido “miembros de la OTAN” durante el menemismo, tiembla el equilibrio militar internacional a migrar así sin medias tintas todo nuestro potencial militar al otro platillo de la balanza bélica mundial. China y Rusia nos abren los brazos y seguramente comenzarán ya mismo a construir muelles  para cuando nuestra poderosa flota de mar se desplace desde el lejano sur hacia el mar de Barents y colapse la capacidad de atraque  la base militar rusa de Severomorsk

La caída del muro y la disolución de otrora poderosa URSS tuvo su lógico impacto en las fuerzas armadas comunistas. Así, por ejemplo, la Armada soviética vio sensiblemente reducido su poder de fuego y la cantidad de unidades que la componen.  La actual Rusia “apenas” mantiene sus flotas del Norte; del Pacífico; del mar Negro; del mar Báltico y del mar Caspio; además de su aviación naval; infantería de marina y una guardia costera. Este esfuerzo militar lo realiza con “tan solo” 2 portaaviones, 7 cruceros, 21 destructores, 70 submarinos, 5 fragatas y 11 corbetas. Solo enumerando las unidades plenamente operativas las que se complementan con unas 360 unidades aéreas. El promedio de antigüedad de la flota Rusa es de 15-20 años

La poderosa flota militar celeste y blanca entretanto cuenta  con 4 destructores con más de 30 años de servicio, 9 corbetas; las emblemáticas lanchas rápidas “Intrépida e indómita” con 42 abriles bajo sus cubiertas. También contamos con 3 poderosos submarinos diésel, que pasan los 40 años de antigüedad. Mejor no le hablo de los aviones porque no lo quiero deprimir. Tampoco los voy a apabullar con las cuatro súper unidades chatarra que acabamos de comprar casualmente  a nuestros socios perestroikos; con solo pensar en la cantidad de amianto que poseen en su interior, su poder letal potencial es para temer.

Sería injusto no aclarar que esta comparación de fuerzas no debe “avergonzarnos” ya que no podemos dejar de tener en cuenta que, naturalmente, no somos Rusia; no fuimos ni seremos una de las potencias dominantes del mundo y nuestros objetivos, intereses y necesidades son muy diferentes.  Sí deberíamos contar con un poder naval suficiente para que al menos las flotas pesqueras ilegales (entre ellas las rusas) no depreden nuestro mar. Muchas veces le he dicho que hemos confundido los excesos en la lucha contra la salvaje guerrilla de los “jóvenes idealistas” con la necesidad de mantener el equilibrio militar con nuestros vecinos como mínimo.

Hace muchos años ya, Argentina y Chile encararon un ambicioso proyecto de construcción de lanchas patrulleras de alta mar (PAM) con tecnología alemana; serían construidas en ambos países y se pagaron muchos millones de dólares por la ingeniería de proyecto. Mientras el vecino país ya tiene tres en servicio y la cuarta en construcción,  Argentina lo único que tiene es un expediente judicial por supuestas irregularidades en el contrato inicial para la confección del proyecto. Al margen de ello, ni una sola lámina de acero se ha soldado para construirlas

Sin ponernos a jugar a los soldados, imaginemos juntos, querido amigo lector, para qué sirven los programas de cooperación militar y las ejercitaciones conjuntas con otras fuerzas militares.

En lo regional, podemos imaginar que más allá de la unificación de criterios y doctrinas en materia de defensa territorial conjunta, se trata de fomentar la confianza mutua. Ejercicios conjuntos, intercambio de alumnos en todos los estadios de la carrera. Desde las escuelas navales y  los buques de instrucción hasta los cursos superiores de estado mayor y comando, sirven y mucho para estos fines.  Con orgullo, déjeme contarle que hoy por ejemplo las armadas de Chile y Argentina mantienen la “Patrulla Antártica Naval Combinada” ( PANC), que lleva ya más de 15 años de existencia y es tal vez la muestra más acabada de la mutación de relación entre dos fuerzas otrora rivales en complementarias. El beneficio no solo es mutuo para las Armadas, lo es para la humanidad ya que hemos tachado del mapa mundial de posibles conflictos, a nuestras fronteras terrestres y navales con Chile.

La historia de las operaciones militares  combinadas o conjuntas de nuestra Armada es rica en antecedentes. Desde el famoso operativo “Unitas”, que propone la interacción de todas la fuerzas navales americanas, hasta otros más locales como el ejercicio “Passex” con la Armada de Brasil. Demás está decir que nuestro país debe mantener  el control de 16 millones de kilómetros cuadrados  del océano Atlántico  en lo atinente a salvarguarda de la vida humana en el mar y que realiza con otras fuerzas desde hace años operaciones internacionales de paz muy exitosas. Un ejercicio militar muy interesante era el “Gaucho Gringo”, pero ahora no es políticamente correcto.

La falta de presupuesto y tal vez cierta estúpida revancha ideológica nos van dejando de a poco cada vez más rezagados a tal punto que, a partir de la gestión Garré en defensa, ya no enviamos buques al “Unitas” sino tan  solo un puñado de observadores.

Ahora que ya es un “experto estratega naval” , despliegue el mapamundi. Mire bien dónde estamos, alrededor de quiénes, que idioma hablamos y recuerde de dónde venimos. De paso, imagine hacia donde le gustaría que como país “naveguemos”

Ubique ahora la base naval de Severomorsk y una vez que la encuentre (tal vez le cueste un poco) descubra cuáles  son los objetivos e intereses comunes. La necesaria cooperación mutua, las afinidades culturales, sociales e ideológicas y sobre todo el beneficio común a obtener a partir del “estrechamiento de sólidos lazos de cooperación militar”.  Si los encuentra ya no será más mi “amigo lector”, será mi ídolo y maestro, porque desde este humilde lugar en el lejano sur yo no alcanzo a comprenderlo.