Investigar la deuda externa es posible y necesario

Itai Hagman

El fallo de Griesa abre la oportunidad perfecta para explicar por qué es absolutamente inviable seguir pagando la deuda externa en los términos que propone el sistema financiero internacional. ¿Se puede investigar la deuda y modificar las condiciones de pago de la Argentina? Sí, es perfectamente posible política, económica y jurídicamente.

En números redondos la deuda externa aumentó de 8 mil millones de dólares a 45 mil millones en la última dictadura, es decir se multiplicó por 5 veces y media. Luego de los gobiernos democráticos de Alfonsin, Menem y finalmente de la Alianza, la deuda pasó a sumar 144 mil millones, multiplicándose por más de 3 desde 1983 y por 18 si comparamos con 1976. ¿A dónde fue todo ese dinero? ¿Para qué se usó? ¿Fue todo legal o hubo estafas de por medio y por tanto gente a la que condenar y pedir resarción?

Luego de años y años de denuncia, en el año 2000 hasta la propia Justicia argentina gracias a la causa Olmos reconoció que la deuda externa, al menos en una parte mayoritaria, tiene un origen ilegítimo e ilegal. Este carácter no se debe solamente a que fue contraída por una dictadura militar, sino que además de eso las siguientes reestructuraciones realizadas en democracia se realizaron con operaciones ilegales (Plan Brady, Megacanje y reestructuración de 2005 y 2010).

A su vez aproximadamente el 50% de la deuda pública tiene en realidad un origen privado. Es decir que estamos pagando con recursos públicos que podrían ir para educación, salud, viviendas y trabajo, deudas de las grandes empresas privadas nacionales y extranjeras como Citibank, Celulosa Argentina, Loma Negra, Acindar, Alpargatas, Pérez Companc, Bridas, Aluar, Sevel, Cogasco, IBM.

¿Qué significa investigar la deuda? Realizar una auditoría para establecer: a) el origen de cada peso y dólar que supuestamente debemos; b) la utilización que se le dio a ese dinero; c) quienes son los acreedores a los que les pagamos y cómo se hicieron de esos activos. De esta manera se podría discernir fácilmente cuales son los componentes fraudulentos de la deuda externa.

La deuda externa representa hoy una de las principales restricciones para el desarrollo de nuestro país, al igual que para todo el tercer mundo. Después de la fuga de capitales, los pagos de deuda son la segunda razón de transferencia de recursos de los países pobres hacia los centros del poder financiero internacional. Luego del default en 2001, la Argentina volvió a pagar a los acreedores privados a partir de una reestructuración en 2005. En la última década se fueron de nuestro país unos 50 mil millones de dólares en billetes verdes en concepto de pagos de deuda y aún así hoy seguimos sufriendo el problema como si no hubiéramos pagado nada.

El fallo de Griesa y el triunfo legal de los fondos buitre quieren poner de rodillas a nuestro país y al continente. Cualquier negociación que implique reendeudar al país implica volver a entrar en la misma bicicleta financiera y renunciar a las posibilidades de cambiar la Argentina. Por eso investigar la deuda no es un dilema moral, es una necesidad pragmática para poder independizarnos y construir un futuro mejor.

Investigar la deuda nos permitirá plantarnos desde una posición de soberanía y poner condiciones a quienes quieren sacarnos nuestros recursos, en lugar de que ellos nos pongan las condiciones a nosotros. Es perfectamente posible, necesario y buen momento para hacerlo.