Los Castro intentarán seducir al Papa argentino

Iván García Quintero

Cuando el martes 13 marzo, tras disolverse la fumata blanca, el cardenal francés Jean-Louis Tauran desde el balcón de la Basílica de San Pedro, se dirigió a los miles de congregados que bajo una lluvia pertinaz esperaban la proclamación del nuevo Sumo Pontífice y anunció ‘Habemus Papam’, la milenaria Iglesia Católica estaba haciendo historia.

El cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio es el vicario de Cristo número 266 de Roma. El primer Papa de América. El que no estaba en las quinielas ni en las listas de papables de los especialistas.A pesar de que en 2005 fue el segundo cardenal que terminó con mayor votación detrás del alemán Joseph Ratzinger, pocos apostaban por el porteño, hincha del San Lorenzo.

No fue precisamente una concesión del Vaticano. El continente americano, con 480 millones de católicos, reúne el mayor número de fieles. El 44% de los devotos cristianos son de este lado del mundo. Y aunque Europa vive horas bajas, con una crisis financiera feroz que ha disparado el desempleo, crispado los bolsillos del consumidor y puesto en peligro el Estado de Bienestar, quizás sea en América donde el Papa Francisco tenga ante sí un reto formidable.

Después que se apaguen los ecos de los aplausos y felicitaciones de todas las personalidades del planeta, el nuevo Santo Padre de 76 años tendrá que ponerse el mono de trabajo. Por lo pronto, ya habló con su antecesor por teléfono y se rumora un encuentro en breve, en Castel Gandolfo.

Mejor que nadie, Bergoglio sabe que estará rodeado de lobos. Es el bombero designado para apagar el fuego devastador de la corrupción y la pederastia entre algunos sacerdotes del Vaticano. Si en plena guerra fría el polaco Juan Pablo II hizo tomar partido político a la iglesia católica, el alemán Benedicto XVI intentó enmendar la plana y devolverla a sus rezos y misas.

Habrá que ver cuál es el camino que elige el nuevo Papa. Pero debe tener claro que el mundo que se nos viene encima necesita algo más que fe. Sin haberse puesto la Mitra sobre su cabeza comenzó el debate. El canal multinacional TeleSur, herencia de los petrodólares del fallecido Hugo Chávez, destacaba en sus trasmisiones la presunta complicidad de Jorge Mario con la dictadura argentina y su tenaz resistencia al aborto y al matrimonio gay.

Lo enmarcaban como un conservador duro, corrido demasiado a la derecha. Y resaltaban sus rifirrafe con el matrimonio Kirchner. Desde Roma, Francisco tendrá que saber pelear a la contra. Es en el sur continente americano donde, con más frecuencia, sus gobiernos provocan roces e intercambios afilados de palabras con el clero.

Y en el norte existe un cuerpo policial especializado como el FBI y una prensa al estilo del New York Times o el Washington Post que no encubren los manejos turbios ni las sodomías con niños o adolescente de ciertos obispos. Ni el arte de la diplomacia vaticana podrá sacar del escándalo judicial o la cárcel en Estados Unidos a los implicados en delitos. Bergoglio lo sabe.

Corriente abajo del Río Bravo también para el Vaticano abundan piedras en los zapatos. Asuntos pendientes sobre abusos sexuales en México, atorados por la desidia de anteriores Papa. Víctimas que demandan ser escuchadas por Su Santidad.

Un auténtico reto serán las relaciones del Vaticano con un régimen autocrático como el de los hermanos Castro, o con claras tendencias autoritarias como la Venezuela que deja Chávez o la Bolivia de Evo Morales.

Los Castro intentarán seducir al nuevo Papa. Hacer el típico trato. Venga a Cuba, haga misas públicas y regrese sin escuchar a la disidencia o hablar de libertades políticas o de expresión. Aunque después de la bendición papal, a uno de los hermanos se le muestra una lista de prisioneros políticos en la isla.

Las fricciones entre Chávez y sacerdotes venezolanos eran habituales. Estos aprendices de caudillos, llamados socialistas del siglo XXI, rezan con la Biblia en sus manos y un AK-47 colgado a la espalda. Para ellos, Jesucristo fue el primer comunista.

Y sin dilaciones teóricas, en el mismo ovillo ensartan a Carlos Marx, Sai Baba, Fidel Castro, Che Guevara, Bolívar y los Doces Apóstoles.

El problema de la izquierda carnívora de América es estar bien con Dios y con ellos mismos. El nuevo Pastor tendrá que invitar a montar en su bote a un rebaño complejo.

Veremos si puede remar hacia adelante.