Salta no es una isla

Jorge Altamira

En la capital de Salta, el Partido Obrero alcanzó el 22% en las PASO provinciales; su distante seguidor, un romerista, sacó un módico 7%. En todo el interior tuvimos votaciones de dos dígitos, las mayores de nuestra historia política. En la noche del domingo, el gobernador Urtubey nos oficializó como el adversario político principal del régimen dominante y salió a pactar enseguida con el sojero Olmedo -el homófobo. Ya nos hemos lanzado para que nuestro candidato, Pablo López, se convierta en el primer salteño que llegue al Congreso Nacional con una plataforma obrera y socialista. Se corona, de este modo, un trabajo enérgico de delimitación política con el peronismo de Salta y de oposición resuelta -primero, al menemista Romero, y luego al kirchnerista Urtubey. Nos involucramos, con una posición socialista, en la experiencia de las masas de la provincia y, con este método, desarrollamos conclusiones comunes, que las urnas han reflejado a lo largo de la década.

Trayectoria

El Partido Obrero de Salta obtuvo su primera representación parlamentaria luchando contra Romero, el Menem salteño, desde las luchas docentes, la resistencia al desmantelamiento de YPF y las sacrificadas luchas de General Mosconi. Varios de nuestros militantes y dirigentes fueron encarcelados en esa lucha e incluso tuvieron que pasar a la clandestinidad -”en democracia”.

En Salta, el romerismo fue sucedido por Urtubey, alguien de la misma entraña, que se reconvirtió al kircherismo, como lo hizo el mismo Menem, obviamente de la mano del Banco Macro, la Seabord Corporation, los capitales sojeros y Repsol. La sojización y el monocultivo agravó la expulsión de trabajadores y campesinos en el interior agrario; el negocio inmobiliario y el acaparamiento de tierras públicas agudizaron la penuria de vivienda. El sistemático vaciamiento petrolero, a manos de Repsol-Ezquenazi, consolidó la desocupación en el norte provincial. La precarización laboral y la miseria salarial empujaron grandes luchas entre los estatales. La violación de las conquistas docentes provocaron las grandes luchas de la provincia, al margen del sindicato ceterista -una mera oficina del gobierno local. El Partido Obrero intervino en este gigantesco escenario de choques sociales. Sus bancas fueron un factor de organización y tribuna de un programa. En Orán, las huelgas del ingenio Tabacal, así como los atropellos y muertes de chicos por el grupo de tareas de la empresa, tuvieron al Partido Obrero en la primera fila de una lucha popular común. A nuestra concejala, Josefa Cardozo, se intentó expulsarla en varias ocasiones. En Colonia Santa Rosa -un centro de la monopolización de tierras y de la sojización-, un numeroso sector de trabajadores del peronismo local mandó al diablo a los caciques patronales y se lanzó a construir el Partido Obrero, que hace horas obtuvo el primer lugar. En la ciudad donde se encuentra la Seabord, hicimos una votación sin precedente.

La Izquierda tiene una única acepción

Salta desarrolló otra experiencia política, que en estos momentos alcanza una dimensión nacional: abortó tempranamente las posibilidades de la izquierda y el centroizquierda que, del ’83 hasta hoy, han actuado como furgón de cola de la gran burguesía y de sus partidos en los grandes centros del país. Los que nos acusaban de “sectarios” o marginales, por nuestra defensa de la independencia política de la clase obrera, fueron arrojados, ellos, a la marginalidad política, después de sus pactos -unos con Solanas, Binner o la “mesa de enlace”; otros con el kirchnerismo de Chevron, Milani y el pago serial de la deuda. El Frente de Izquierda, en 2011, se desarrolló por el abono de este terreno político.

Con sus ritmos y particularidades, asistimos a un ascenso de la izquierda de alcance nacional, con raíces profundas en la lucha de clases. El kirchnerismo, que pretendió convertirse en la barrera final a los que enarbolan ‘la bandera roja’, se ha convertido en el prólogo del gran relato histórico que se viene. Vamos al último tramo de la campaña con manifiestas expresiones de consolidación y crecimiento en provincias fundamentales. La insinuación de una crisis de poder, a partir del episodio quirúrgico de CFK, refuerza la importancia del ingreso del Frente de Izquierda al Congreso de la Nación, el cual tenderá a convertirse en el epicentro formal de una transición política, que cobrará vuelo con un mayor protagonismo de las luchas populares. Esta lucha político-electoral, de contenido obrero y socialista, es un poderoso factor de desarrollo de una conciencia política nueva y de un vigoroso espíritu de organización. Salta no es una isla, es un archipiélago cuyas fronteras se dilatan.