El gobierno cubano y el Plan Cóndor

Leonardo Pizani

Algunos en el mundo han hecho del oportunismo un arte. Los revolucionarios cubanos no somos ni seremos jamás oportunistas. Nuestros propios intereses económicos y nacionales sabemos sacrificarlos cuantas veces sea necesario defender un principio justo, una línea política honorable. Los cubanos no haremos hoy lo contrario de lo que dijimos ayer, ni haremos mañana lo contrario de lo que decimos hoy….. Hace falta ética en la política internacional.

                                                                                               Fidel Castro (Discurso de instalación de la VI Conferencia Cumbre del MNOAL, La Habana septiembre de 1979. Versiones taquigráficas – Consejo de Estado). 

La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida (Rubén Blades)

Según informan documentos recientemente desclasificados por la Cancillería Argentina, durante el año 1979 el gobierno de Cuba -presidido entonces por el Comandante Fidel Castro (que recién cumplía sus primeros 20 años en el poder)- realizó ingentes esfuerzos, (al punto de enviar un representante personal, según consta en la documentación desclasificada) para intentar convencer al General Jorge Videla -a la sazón dictador de Argentina- de que asistiera a la VI Cumbre de Países No Alineados ( MNOAL) que debía realizarse en La Habana los primeros días el mes de septiembre de ese año y que debía presidir el propio Castro.

A pesar de la insistencia, el Gral. Videla se excusó y envió un representante.

Aunque no lo dicen los documentos desclasificados, no es difícil suponer las razones por las cuales no asistía y seguramente Castro -un hombre muy bien informado- las conocía. Para esa misma fecha Videla y todo su gobierno estaban sumamente ocupados embelleciendo los Centros Clandestinos de Detención (CCD), preparándolos para recibir la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA presidida por el Dr. Andrés Aguilar,  eminente jurista venezolano.

Para aquellos que no lo recuerden, fue esa visita de la CIDH -realizada contra la voluntad de la dictadura y por presión de la OEA (Cuba ya no pertenecía a ese organismo internacional, si no quizás la visita no se habría dado)- la que marcó un hito fundamental en la lucha por los Derechos Humanos en Argentina. Ante esa Comisión comparecieron madres, padres, hijos, hermanos y muchos argentinos que buscaban desesperadamente a miles de desaparecidos en los CCD.

El 11 de abril de 1980 se hizo público el informe que entregó la Comisión presidida por el Dr. Aguilar, informe llamado a jugar un papel muy importante en agosto de ese mismo año durante la reunión del Comité Contra la Tortura y la Desaparición de las Personas de la ONU, que se realizó en Ginebra. Lamentablemente, los esfuerzos realizados por los embajadores de Cuba y de la Unión Soviética impidieron que ese Comité condenara a la dictadura Argentina. Con esa diligencia, Cuba y la Unión Soviética cumplían el acuerdo que tenían con la dictadura Argentina a cambio de trigo y de contar con su voto cuando se tratara el problema de los DDHH en Cuba.

¿Es que acaso en la lucha por el poder vale todo?

En lo que cualquier observador calificaría como un acto de cinismo, durante su discurso en la instalación de la VI Conferencia Cumbre arriba mencionada, a pesar de que tanto los documentos desclasificados, como la conducta del gobierno cubano en Ginebra ponen en evidencia lo que su gobierno estaba haciendo en ese mismo momento, Fidel Castro respondía a esa pregunta diciendo terminantemente que pensaba que NO se vale todo, como puede leerse en la cita textual extraída de su discurso y mencionada en el epígrafe de esta columna.

Ninguna explicación ni “razón de Estado” puede encontrarse capaz de justificar esa conducta y compensar la tragedia que aquella sanguinaria dictadura causó a millones de argentinos y que el gobierno cubano contribuyó a ocultar.

No pretendo responsabilizar al gobierno cubano por la existencia de la dictadura en Argentina, pero sin duda que las recientes revelaciones son de gran importancia para nuestro continente. ¿De cuáles otros pactos nos enteraremos el día que el mundo pueda acceder a los documentos secretos del gobierno cubano?

En el caso de Venezuela, la importancia de estas revelaciones no es meramente histórica. Si por unas toneladas de trigo se fue capaz de firmar los acuerdos que ahora salen a la luz, ¿que han podido negociar a cambio de millones de barriles de petróleo?

Salvo que todavía haya alguien que considere al Partido Comunista de izquierda, ya no queda en Venezuela ninguna organización progresista que apoye al gobierno de Maduro, pero sí hay mucha gente de pensamiento de avanzada que, desde el gobierno y desde la oposición realiza trabajo popular y lucha por una sociedad libre, democrática y con inclusión social. ¿No hay razones para preguntar acerca de los acuerdos secretos firmados entre ambos gobiernos? ¿Hasta donde se ha comprometido la soberanía del país?

Más allá de las diferencias políticas que puedan existir entre nosotros, en el continente debemos ser capaces de poner un límite al cinismo del poder  y ese límite deben ser los DDHH.