Durán Barba y D’ Elia: ¿separados al nacer?

Luis Novaresio

Es mucho peor escucharlo que leerlo. Por escrito suena hasta amortiguado el efecto. El audio es indubitable. “Hitler tuvo una aprobación mayor que la de Chávez. Del 90 %”, le dice el asesor del PRO Jaime Durán Barba a Federico Mayol en la revista Noticias. El periodista no disimula su shock y retruca con firmeza: “No son comparables”. “No”, dice el ecuatoriano para concluir despejando toda duda de lo que piensa: “Hitler era un tipo espectacular”. Claro. Nítido. Así se escucha en la grabación que hizo pública la editorial de la revista.

Mayol argumenta de manera impecable. Recuerda el holocausto, rechaza comparaciones banales entre el asesino de 6 millones de judíos y cualquiera líder latinoamericano que pisotea libertades personales y concede un silencio piadoso cuando este avezado asesor de prensa continúa con su línea de argumentación describiendo a Iósif Stalin como otro dictador popular y “fino” porque gustaba de la literatura y la poesía.

Lo primero, para este cronista, es la sorpresa. Más cuando Durán Barba usa el perimido recurso de decir que se lo sacó de contexto. Pruebas al canto y en las grabaciones. Luego, el estupor. Porque alguien que trabaja desde hace décadas perfilando como un orfebre de discursos, palabras, imágenes y argumentos para que distintos políticos de Latinoamérica lleguen al poder no puede usar semejante adjetivo para adosarlo a Adolf Hitler de manera gratuita. Aunque hubiese sido víctima de un fenómeno habitual en los reportajes tensos en donde se apela a una especie de “fragor adjetivante” para reforzar una tesis, es que en la base hay un convencimiento de la calidad que se le otorga al personaje. Puede ser en término de este asesor una “exageración” decirle espectacular al criminal nazi. Pero, al menos, lo reputa como alguien elogiable. Penoso.

El PRO pidió disculpas. O algo así. Mauricio Macri repudió por Facebook a Hitler. Pero dice seguir convencido de que el padre del adjetivo “espectacular” fue y es un defensor de las libertades y los derechos humanos. Gabriela Michetti dijo que le parecía muy mal lo expresado. De manera similar el rabino y diputado electo Sergio Bergman condenó los elogios pero se sintió satisfecho por el pedido de excusas del asesor ecuatoriano. “¿Se siente cómodo perteneciendo a un espacio que tiene a Durán como asesor?”, le preguntó este periodista al religioso. “Me siento mal. Rápidamente (los dichos) deben ser reparados y rectificados”, contestó.

A un pastor, aunque sea de otro credo, se le puede entender el gesto casi ecuménico verbalizado por Cristo de poner la otra mejilla. En todo caso, les rendirá cuentas a sus fieles, hijos y nietos que pusieron el cuerpo para soportar las cruces amarillas o la muerte. A un político, ¿se le puede admitir esta comprensión?

El gobierno nacional nunca condenó que un sostenedor caracterizado de su modelo haya elogiado al ex presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, quien negó el holocausto, pensó en la desaparición de Israel y sigue hoy día con otras administraciones lapidando mujeres o encarcelando homosexuales. Al kirchnerismo se le reclamó y se le reclamará que diga si cuando Luis D’Elia habla con orgullo del Irán de esos procederes lo hace por sí o por el gobierno. Y en estos casos, el silencio ha otorgado.

No hay por qué usar otra vara para preguntarle al PRO si Jaime Durán Barba opina en nombre propio cuando adjetiva de espectacular a Hitler o lo hace como asesor privilegiado y rentado de su partido. Hasta ahora, hay más de justificaciones de ocasión que condenas que lo repudien en esencia. Menos, un pedido de renuncia o rechazo a seguir compartiendo su asesoría. Y eso, también, se parece mucho al silencio que otorga.