La igualdad de derechos se lleva en la sangre

Pedro Robledo

Sebastián y Francisco se aman. Tanto, que decidieron casarse y pasar el resto de sus vidas juntos. Desbordados de felicidad, quisieron más. Adoptaron a Joaquín, de cuatro años, para darle un hogar, una familia y una oportunidad de crecer rodeado de cariño y oportunidades. Los dos trabajan incansablemente: quieren, desde el anonimato del esfuerzo diario, dejarle un país hermoso a su nuevo hijo.

Pero Sebastián, una noche de lluvia, tiene un accidente con el auto. Francisco desesperado llega al hospital. Dejó a Joaquín con su hermana. Sebastián perdió mucha sangre. Lo van a tener que operar porque en el choque rompió su pierna derecha. El doctor le dice a Francisco que necesitan dadores de sangre.

Francisco llama a amigos, primos, tíos, lo pone en Facebook y Twitter. Es impresionante la convocatoria. En un ratito y de madrugada, juntaron 15 personas. Pero el quiere ser el primero. Quiere dar todo por la persona que ama. Quiere…pero no puede.

La legislación argentina, tan vanguardista en derechos inclusivos como la ley de Matrimonio Igualitario, Fertilización Asistida y Libertad de Género sigue permitiendo que en los formularios de donación de sangre se considere que las relaciones sexuales entre hombres son razón suficiente para impedir que una persona done sangre. “Relaciones sexuales de hombre con otro hombre” y “Para la mujer: haber tenido sexo con un hombre que a su vez haya tenido sexo con otro hombre” se consideran situaciones de riesgo y una barrera legal para la donación.

Esto no solo es discriminatorio, sino anticuado, injustificado, injusto e ilegal. Ilegal porque va en contra de la igualdad de derechos sancionada para los matrimonios heterosexuales y homosexuales en la ley de Matrimonio Igualitario. Pero además, va en contra del sentido común y de la ciencia. Las enfermedades que se transmiten por vía sanguínea y surgen a partir de prácticas sexuales riesgosas tienen las mismas posibilidades de afectar a hombres, mujeres, homosexuales y heterosexuales. Lo que delimita las chances de contraer una enfermedad no es el género de la persona, sino lo inseguro de las prácticas sexuales. No hay razón por la cual una pareja homosexual que lleve adelante una vida sexual saludable y protegida, no pueda donar sangre como el resto de los hombres y mujeres de este país.

Hoy en la Ciudad de Buenos Aires celebramos un nuevo paso en el camino de la igualdad de derechos. Un proyecto de ley que se discute en la Legislatura se aprobará con el apoyo de todos los partidos políticos para quitar del formulario actual las preguntas que discriminan por orientación sexual, para reemplazarlas por preguntas que cuestionan las conductas sexuales riesgosas específicas.

Esperamos que gracias a este proyecto, la ley nacional, aprobada en Diputados y frenada en Senadores, tome el envión necesario para terminar su camino legislativo y llegue a todo el país. Es también una buena oportunidad para recordar la importancia de donar sangre. No solo cuando nos toca de cerca. Periódicamente. Respirando hondo cuando te dan el pinchazo si sos de los que se asustan. Total no cuesta nada. Y ahora todos vamos a poder.