Cómo convertir a un kirchnerista en argentino

Yamil Santoro

La Argentina que se viene requerirá que estemos unidos, trabajando codo a codo con todos nuestros compatriotas. Esto incluye también a muchos de los que hoy apoyan al kirchnerismo. A los corruptos, ni perdón ni paz. Frente a la gente que creyó en el proyecto del oficialismo y hoy duda o ha sido defraudada, necesitamos adoptar una postura estratégica y contener nuestras pasiones. Si hoy fueras kirchnerista, ¿abandonarías tu bando para formar parte del ser argentino? ¿Te sumarías a un proyecto que busque lo mejor para todos nosotros, sin exclusiones de ningún tipo? ¿Están dadas las condiciones para hacer esa transformación interior?

Comparto diez puntos estratégicos a tener en cuenta a la hora de relacionarse con kirchneristas:

1. Informarse y usar argumentos objetivos: si bien es difícil dada la falta de información fidedigna, la falta de neutralidad y la tendencia a falsear los hechos o forzar interpretaciones por parte de los diversos actores periodísticos, hay que leer, debatir en base a hechos tan verificados como sea posible y, de la misma forma, cuestionar afirmaciones que realicen. En diez años de kirchnerismo hay algo indiscutible: no les importa la libertad ni la verdad. Y la libertad es, casualmente, la precondición para que cada uno de nosotros pueda desarrollar y descubrir su propia verdad y su proyecto de vida.

2. No insultarlos ni responder a insultos: la violencia genera violencia. Frente a cualquier agresión las personas tienden a refugiarse dentro de sus grupos de afinidad o pertenencia. Cualquier agresión reafirma la lógica amigo-enemigo de la que se nutre el modelo. Recordemos que no son nuestros enemigos.

3. Decir la verdad: evitemos usar información falsa o sin verificar. Debemos tener mucho cuidado con el contenido que compartimos. No cometamos el error de replicar información que no provenga de fuentes confiables. Es preferible ser escéptico antes que terminar siendo partícipe de una mentira. Evitemos la campaña sucia a toda costa, ya que esto invita a que el debate se vuelva pasional consolidando las posiciones iniciales.

4.  Ser constante: no aflojemos nunca. Sé que a veces nos cansamos de insistir sobre la misma idea o de responder a las mismas chicanas vez tras vez. También pueden insultarnos o inclusive podemos recibir algún escrache o apriete. Pero nuestra causa es la defensa de la república y la defensa de nuestra libertad. Debemos motivarnos mutuamente.

5. Evitar las frases hechas: “Son todos chorros” y otras frases que expresan un altísimo nivel de inteligencia deben evitarse para evitar la contrastación de frases vacías o el debate de imprecisiones. No caigamos en facilismos. Estamos intentando llevar a la gente del fanatismo al pensamiento crítico. No podemos hacerlo adoptando una postura fanatizada.

6. Desarrollar vínculo afectivo: la pertenencia a grupos suele estar vinculado a motivos afectivos antes que a razonamientos lógicos o ideológicos, en especial la lealtad pasional. No creo que alguien esté dispuesto a cambiarse de equipo si de la vereda de enfrente lo insultan, maltratan y se muestran violentos o distantes. El modelo ya fracasó, los hechos están a la vista. Ahora necesitamos conquistarlos, seducirlos, facilitar el proceso agónico de conversión. No es fácil, ayudemos.

7. Evitar el fuego amigo: es raro ver en sus espacios la ofensa o el insulto público entre sus componentes. Si bien hay diferencias e internas, éstas no son públicas y no impiden la colaboración. Así logran evitar el conventillo y no espantan a los indecisos. De nuestra parte se han podido ver insultos cruzados y ataques maliciosos a actores políticos, líderes o simples colaboradores. Hay que saber perdonar, ser humildes, enfocarnos y poner los ojos en la meta. No podemos canibalizarnos.

8. Ir por la positiva: debemos apuntar a crear y representar una alternativa. Hablemos de lo que podemos y sabemos hacer mejor. Hay que dejar de enfocarse en los puntos negativos, esa estrategia ya es antigua. Sirvió para quebrar la hegemonía del kirchnerismo y ponerlo en retroceso; hoy ya somos mayoría. Construyamos desde ahora, desde nuestro lugar, una Argentina mejor. Promovamos acciones, contenidos e ideas que tiendan a la unión y a un país para todos. Debemos consolidar el fin del modelo, no el fin de los kirchneristas.

9. Preguntar, preguntar, preguntar: no conviene afirmar cosas. La mejor forma de hacer que alguien cambie su posición es realizar preguntas a las que se responda de forma sí/no. Así resulta mucho más fácil evitar confrontaciones u opiniones evasivas. Por ejemplo: ¿Considerás que la pobreza se redujo en la Argentina? ¿Sabías que los indicadores presentados por el gobierno nos harían ser iguales o mejores que Noruega o Suecia? ¿Creés que la UCA es una institución respetable y confiable? ¿Leíste el informe que presentó relacionado con los niveles de pobreza e indigencia? Y así. Que el otro vaya descubriendo la realidad en sus respuestas.

10. Debatamos ideas, no personas: no debemos basar nuestras posiciones en características que nos puedan caer bien o mal de los actores políticos. Recordemos que la vinculación de las personas con sus referentes suele responder a fantasías y pasiones. Debemos “desapasionarnos” en pos de desmantelar las mentiras que han logrado instalar los medios oficiales y sus personeros. Aceptar los propios errores y limitaciones, y desde ese lugar construir.

Debemos perfeccionarnos. Cuanto más arrinconados se sientan y más debilitados estén, recurrirán a posiciones cada vez más violentas y extremas. Esto representa una gran oportunidad para convencer a quienes se sientan defraudados de que existe otro camino. Con argumentos y, más que nada, con actitudes, encarnando aquello que queremos para el país.

Está en nosotros tener la grandeza necesaria para facilitar la conversión de los kirchneristas en ciudadanos argentinos que compartan los valores de nuestra Constitución Nacional. Es probable que en esa lucha también logremos crecer nosotros mismos.