Con los distintos actores pero repitiendo los mismos roles, nuestro país fue vaciado reiteradamente a lo largo de su historia. Los despojos más recientes se hicieron presentes con el Plan Bonex, de la mano de Menem y, casi 10 años más tarde, del radicalismo en 2001.
Nuestro país tiene una memoria dolarizada, es cierto. La liberación de tasas que comenzó con la dictadura y la proliferación de la valorización financiera convirtieron a muchos ricos en más ricos y a la mayoría de la sociedad en más pobre. La cosa, con sus más y sus menos, con algunos casos aislados de ejercicio de soberanía, transcurrió así hasta el colapso de fin de siglo pasado y principios de este.