La drástica caída de la competitividad argentina

Nota escrita en colaboración con Lic. Agustina Leonardi

De acuerdo con el Índice de Competitividad elaborado por el World Economic Forum (WEF) dado a conocer recientemente, Argentina se ubica en el puesto 106 sobre un total de 140 países evaluados. Desciende dos puestos respecto a la edición pasada. Además, se advierte una dramática caída desde 2003, al caer 28 puestos.

El Índice de Competitividad del WEF analiza tres factores de estudio. El primer elemento son los “requerimientos básicos”, dentro de los cuales se estudian cuestiones vinculadas a las instituciones, a la educación y a la estabilidad macroeconómica. Un segundo elemento analiza los “potenciadores de la eficiencia” y contempla aspectos del mercado de bienes y del mercado laboral, mientras que un tercer componente analiza los “factores de innovación”. De las tres áreas de estudio, Argentina se adjudica la peor posición en la primera de ellas, con el puesto 104, en tanto que en las otras dos se posiciona en los lugares 88 y 99, respectivamente. Continuar leyendo

Dólar: la clave para octubre

Nota escrita en colaboración con Lic. Leandro Fisanotti 

Con algunas semanas transcurridos desde las elecciones primarias, los resultados y las proyecciones dan lugar al análisis de diferentes valores. No obstante, ni el 38% oficialista, el 62% opositor o el 62% peronista son los guarismos que más peso tendrán en lo que resta para que las mayorías se expidan sobre el recambio presidencial. De aquí a octubre, el devenir de la economía será uno de los factores de mayor peso y el valor del dólar tal vez el guarismo de mayor relevancia. La estrategia oficial pasa por mantener el tipo de cambio anclado, pero un contexto adverso convierte el escenario en una batalla contra el tiempo que obliga a cerrar paulatinamente el grifo de dólares.

A pesar de que el último lustro estuvo caracterizado por la abundancia de dólares baratos en el mundo, nuestro país se mantuvo al margen de la bonanza de tasas de interés cercanas a cero. Por el contrario, el resultado de un prolongado período de aplicación de políticas inconsistentes -en las que predominó la monetización de un déficit fiscal que podría alcanzar los 8 puntos del producto para 2015- llevó a una salida de divisas que condujo a la implantación de restricciones cambiarias. Los controles no solamente cercenan las libertades de los ahorristas (imponen limitaciones al atesoramiento y reducen la protección frente al impuesto inflacionario), sino que ahogaron vastos sectores productivos.  Continuar leyendo

Devaluadores seriales

 Nota escrita en colaboración con el Lic. Leandro Fisanotti

En un nuevo capítulo de una historia que parece repetirse cíclicamente, el ministro de Economía Axel Kicillof apuntó a los empresarios que denuncian el evidente atraso cambiario que experimenta la economía nacional para denostar sus comentarios y señaló que no devaluará la moneda. Lo cierto y concreto es que este Gobierno ya lo ha hecho. Peor aún es la devaluación de la moneda, es decir, su pérdida de valor en relación con el dólar es una herramienta que utilizó este Gobierno desde comienzos de esta gestión, desde la primera presidencia de Cristina Fernández, cuando el peso se devaluó el 192 %; pasó de $ 3,14 a $ 9,18.

Repasando los últimos meses, desde que Axel Kicillof asumió el mando del Palacio de Hacienda, el mercado cambiario tuvo actividad durante 408 ruedas. Un análisis del comportamiento del mercado cambiario nos muestra que en el 79 % de los días el peso se devaluó respecto de la moneda norteamericana. Continuar leyendo

El cambio no puede dilatarse más

La realidad económica Argentina puede ser analizada desde dos ópticas diferentes. Por un lado, una visión que la actual situación de crisis (alta inflación, problemas de balanza comercial, déficit fiscal, contracción de la actividad y caída del empleo) son factores que resultan de la propia “dinámica” de largo plazo de nuestra historia económica. Espasmos de fuertes crecimientos, acompañados por exacerbadas contracciones, que se sustentan en recurrentes crisis fiscales y serios problemas estructurales. Esta parece ser una historia que se repite indefectiblemente para nuestro país como un “ciclo de la ilusión y el desencanto” tal como titulan en su clásico libro de historia económica, Pablo Gerchunoff y Lucas Llach.

La visión alternativa indica que estamos viviendo la crónica de una muerte anunciada de un modelo populista que desvió a la Argentina del camino de desarrollo que alcanzaron nuestros países vecinos (Chile, Perú, Uruguay, Colombia o México). Un modelo insolvente favorecido por un efecto riqueza sin precedentes derivado del incremento de precios de precios internacionales en los principales productos agrícolas, que mejoraban año tras año.

Lo cierto es que el país ya no crece como antes y le cuesta crear empleo en el sector privado. La tasa de inflación se duplicó: del 20% al 40% anual, consecuencia del descontrol fiscal, financiado con emisión de moneda y utilización de las reservas. Cuánto más moneda se emite y más se devalúa, hay más vía libre para el descontrol fiscal y la “maquinita” que trae más inflación y devaluación. Es un círculo vicioso.

Para salir de esta situación será necesario lograr la estabilidad macro, mediante la implementación de políticas fiscales y monetarias sanas, que se completen con las ineludibles reformas estructurales. Así, el país debería volver a dar señales firmes de que realmente quiere reinsertarse en el mundo, siguiendo las prácticas habituales de respeto por los contratos y la propiedad privada, aplicar la restricción presupuestaria y valorar la estabilidad monetaria. En tal sentido la eliminación del cepo es fundamental, ya que en la actualidad representa un fuerte impuesto a quienes quieren invertir en Argentina, paralizando casi en su totalidad el proceso de ingreso de divisas al país.

En este punto radica la importancia de un programa macroeconómico de largo plazo, consensuado por las diferentes fuerzas políticas del país. Que se consolide con el próximo gobierno, pero que respete sus compromisos independientemente del signo partidario de quien tome el turno en el sillón de Rivadavia. Sin dudas, el desafío es complejo para un país como el nuestro que se ha caracterizado por fuerte indisciplina macroeconómica y fuertes tensiones sociales derivado de la crisis de representatividad en la clase dirigente y la delicada situación económica de vastos estratos de la sociedad.

Es cierto que esperar puede resultar doloroso. Esto es particularmente cierto en un contexto donde – en los últimos años – el discurso impregnó la sensación de que existe “la magia”. Una buena parte de la opinión pública cree que es posible para la Argentina podrá salir más rápido de la situación actual manteniendo el default y abandonando definitivamente la prudencia en las variables macro. De esta forma, sin olvidar las urgencias de corto plazo, es necesario trabajar sobre el largo plazo para lograr despejar la incertidumbre y crear el marco adecuado que permita una expansión del nivel de actividad en el corto plazo.

Para eso es fundamental mirar la experiencia internacional de Chile, Colombia o México. Países que aplicando una agenda económica consistente pudieron bajar una inflación crónica a valores razonables como los que tienen hoy. Sin dudas, los contextos son diferentes pero se trata de presentar un programa global de gobierno, que permita despejar las dudas inmediatas pero que al mismo tiempo definiendo claramente qué tipo de país será la Argentina en el largo plazo.

El respeto a la ley, el equilibrio fiscal, la estabilidad cambiaria y monetaria, la apertura económica y la confianza en los mercados para asignar recursos son todas condiciones necesarias para el crecimiento económico sostenible.

¿Vuelve el tradicional ciclo argentino?

Cerramos 2013 y la mirada está puesta sobre qué pasará con la economía en este año. El ritmo de devaluación, la inflación y el peligroso deterioro fiscal serán los ejes a monitorear en un 2014 que promete más tensiones macroeconómicas.

A lo largo del año pasado, la economía mundial se caracterizó por mostrar signos de recuperación y alcanzar estabilidad financiera. Atrás quedó el colapso del 2008. En el plano real, se observa una reactivación, mejora el nivel de empleo y el consumo en Estados Unidos, mientras que los países más debilitados de la Zona Euro están poniendo fin a una recesión de dos años y todo indicaría que los países más golpeados del bloque levantarán cabeza en los próximos meses, aunque sea en forma moderada. En tanto los países emergentes, en especial China e India, seguirán como motores del impulso económico global.

Hablando de certezas tenemos un mundo que crece pero algunos interrogantes. ¿Llegará el fin de los planes de estímulos y las bajas tasas de interés? Escenario probable para este 2014 y que de concretarse implicaría menos gasto público y aumentos de impuestos, tanto en Europa como EEUU. Pero los principales funcionarios de la Reserva Federal y el Banco Central Europeo dieron muestras de que para comenzar a reducir sus enormes estímulos monetarios antes el empleo, el gasto del consumidor y la construcción deben ser cimientos sólidos que permitan un crecimiento fuerte y sostenido.

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Región Centro: ¿futuro hipotecado?

En el plano internacional, el futuro que parecía inminente ha llegado. Tras la crisis que se desató en los mercados financieros hacia 2008, con evidentes y graves consecuencias en la economía real, los bancos centrales de las principales economías mundiales respondieron inyectando grandes cantidades de liquidez. Esta medida, oportuna en su momento, no es sostenible en el largo plazo y la Fed plantea reducir estos estímulos situación que presionará sobre el precio de los productos agrícolas responsable en parte de la fuerte expansión de la provincia de Santa Fe durante la última década.

Además, más allá del impacto sobre los mercados financieros, una suba de tasas podría afectar negativamente las economías en recuperación (como es el caso de los países periféricos de Europa o una China que no logra aún superar una desaceleración en su crecimiento) y acentúa problemas estructurales que algunos emergentes no lograron superar. Tal es el caso de Brasil, el principal destino de las exportaciones origen santafesino, que hoy enfrenta las consecuencias de este escenario global.

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