Por: Adriano Mandolesi
Cerramos 2013 y la mirada está puesta sobre qué pasará con la economía en este año. El ritmo de devaluación, la inflación y el peligroso deterioro fiscal serán los ejes a monitorear en un 2014 que promete más tensiones macroeconómicas.
A lo largo del año pasado, la economía mundial se caracterizó por mostrar signos de recuperación y alcanzar estabilidad financiera. Atrás quedó el colapso del 2008. En el plano real, se observa una reactivación, mejora el nivel de empleo y el consumo en Estados Unidos, mientras que los países más debilitados de la Zona Euro están poniendo fin a una recesión de dos años y todo indicaría que los países más golpeados del bloque levantarán cabeza en los próximos meses, aunque sea en forma moderada. En tanto los países emergentes, en especial China e India, seguirán como motores del impulso económico global.
Hablando de certezas tenemos un mundo que crece pero algunos interrogantes. ¿Llegará el fin de los planes de estímulos y las bajas tasas de interés? Escenario probable para este 2014 y que de concretarse implicaría menos gasto público y aumentos de impuestos, tanto en Europa como EEUU. Pero los principales funcionarios de la Reserva Federal y el Banco Central Europeo dieron muestras de que para comenzar a reducir sus enormes estímulos monetarios antes el empleo, el gasto del consumidor y la construcción deben ser cimientos sólidos que permitan un crecimiento fuerte y sostenido.
Concretamente, para 2014, según los pronósticos del FMI, se espera que la economía mundial crezca como máximo un 3,1%. Recuperación global que será encabezada por las economías de los países emergentes: China e India con un crecimiento real previsto en casi 6% mientras que las economías avanzadas experimentarán un proceso de lento crecimiento, liderado por EEUU que crecerá por encima del 2,5%.
En lo que atañe a nuestro país, se confirmó lo repetido hasta el hartazgo: menor crecimiento económico acompañado por una elevada inflación. La actividad económica cerró el año con un crecimiento real cercano al 1,7%, y una suba de precios en torno al 27%. Escenario al que se sumaron algunas cuestiones de carácter social, como reclamos de aumentos salariales que derivaron en paros provinciales en un área clave y vital esencial como la policía, el preocupante avance del narcotráfico, sospechas de corrupción y una creciente inseguridad. Puntos que ilustran un mapa complicado en materia socio-económica. Además, la crisis estructural es ya indisimulable. La falta de inversión en pilares claves para la economía como la energía derivó en la actual crisis sistémica mostrando la vulnerabilidad en un sector delicado y vital para la sociedad.
En función de esto, el escenario 2014 argentino muestra más sombras que luces. Será clave la gestión del gobierno no sólo en materia fiscal, que es el flanco más débil, sino también en cuestiones institucionales y políticas, ya que éstas repercuten en forma directa sobre el desarrollo económico. A juzgar por lo visto hasta el momento, no podemos ser demasiado optimistas. La esperanza está puesta en el nuevo Congreso, para que actúe como contención a tanta discrecionalidad y arbitrariedad en muchas de las políticas adoptadas hasta el momento.
El principal riesgo viene por el posible efecto contagio que las paritarias policiales puede aparejar, ya que es difícil argumentar que los maestros, los médicos, los jueces y el resto de los empleados públicos no merecen un aumento similar. Si se generalizan los aumentos sin dudas se agudizará el problema fiscal.
La falta de un “programa para bajar la inflación” mediante un “ancla” que ayude a controlar las expectativas inflacionarias, en un esquema de creciente devaluación, pérdida de reservas y problemas de financiamiento del sector público, acrecienta las tensiones de la economía y eleva el fastidio de una sociedad que observa día a día un paulatino deterioro de la calidad de vida.
En síntesis, ¿son los 70? No, pero de todas formas es necesario diferenciar la tendencia de la foto. Por el momento la situación es manejable, pero los riesgos son múltiples y crecientes. La principal incógnita radica hasta qué punto se podrá sustentar una economía con los niveles de inflación existentes. Habrá que seguir de cerca la evolución del comercio exterior, las cuentas públicas, las reservas y el comportamiento del consumo. En la primera mitad del año, tendremos crecimiento resultado de la buena cosecha agropecuaria, la inflación escalará un peldaño, la devaluación anual se acelerará y habrá un constante deterioro de los fundamentales.
Revertir estas cuestiones, de perfil estructural y que se erigieron durante varios años como la base del “modelo” actual, no será tarea fácil y tampoco luce probable. La reversión de este panorama es esperada y deseada por todos. La recuperación mundial y la mejor cosecha parecen traer buenas noticias para la economía local, dado que permitirán reactivar el área más competitiva de nuestro país, con su efecto derrame en los demás sectores. Una vez más, Argentina dependerá del contexto mundial.