Por: Adriano Mandolesi
En un escenario de sobreoferta mundial de granos, la demanda podría permitir una recuperación de los precios en el mediano plazo. Localmente, se inician los trabajos de siembra de maíz, con números que no cierran y una producción que sería económicamente inviable. Alternativas a tener en cuenta para lograr un mejor resultado económico y financiero.
Luego de que el día martes 22 la soja alcance mínimos de seis años y medio en el mercado de Chicago, el día viernes los futuros mostraron la recuperación más importante en las últimas cinco semanas al avanzar más de 2,4 %. También el maíz avanzó U$S 2 y el trigo U$S 3,5.
Precisamente, por el lado de la oleaginosa, la confirmación de ventas desde Estado Unidos hacia China y la firma de acuerdos de exportación de 13,2 millones de toneladas para el ciclo 2015/16 y 2016/17 fueron las noticias alcistas que permitieron una recuperación de los precios. A pesar de esto, el escenario de mediano plazo sigue mostrando que el avance a buen ritmo de la cosecha en Midwest y los comentarios de rindes positivos sumará presión de cosecha.
En los próximos días se comienza a monitorear fuerte el clima en Brasil, que por el momento muestra una situación de humedad menor a la necesaria en la región de Mato Grosso, lo que dificulta el inicio de los avances de la siembra de soja. Igualmente, todo indica que el país carioca tendrá una excelente producción, superior a las cien millones de toneladas, motivada por un aumento de área de siembra ante la mejora de rentabilidad derivada de la devaluación del real.
Respecto al maíz, el alza fue consecuencia de compras de oportunidad por parte de los fondos de inversión, ya que los informes sobre los rindes a medida que avanza la cosecha en el cinturón maicero norteamericano continúan poniendo en duda las estimaciones del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos de una cosecha que de todas formas será importante.
Ante este escenario mundial, los productores locales ya iniciaron la siembra de maíz y próximamente comenzarán las primeras implantaciones de soja, si bien los números que hoy proyecta el productor no son para nada alentadores. La ecuación precio futuro por rendimiento estimado, menos costos (gastos de comercialización, labranzas, semillas, agroquímicos, fertilizantes, cosecha y gastos de estructura) y la elevada presión impositiva sigue derivando en un cuadro de quebranto para todos los cultivos en todos los rangos de rinde. De esta forma, se reafirma el panorama complicado para el negocio agrícola, una fábrica a cielo abierto de alto riesgo. Recordemos, además, que en el caso del trigo y el maíz la demanda interna no compite con la exportación, por el sistema de Registro de Operaciones de Exportación, lo que deprime los precios ofrecidos, que siguen por debajo del Servicio Agrícola Exterior (FAS) teórico.
Por cierto, según la información de Márgenes Agropecuarios, para la región núcleo las siembras en campo propio por administración marcan que los rindes de indiferencia necesarios para cubrir el total de costos son de 54 qq/ha en trigo, de 27 qq/ha en soja de segunda sembrada sobre trigo, de 109 qq/ha en maíz y de 42 qq/ha en soja de primera. En campo arrendado, el rinde de indiferencia para cubrir costos totales es de 51 qq/ha en trigo, 26 qq/ha en soja de segunda, 100 qq/ha en maíz y 41 qq/ha en soja de primera.
Números que van en línea con un estudio desarrollado por la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (AACREA), que marca que los resultados económicos esperados de la soja y del maíz para la campaña 2015/16 serían negativos para la mayoría de las zonas productivas si se obtienen los rindes históricos de cada región y si se mantienen los precios a cosecha que ofrecen los mercados a término. El número es elocuente, en el 85 % de los departamentos-partidos analizados, la producción de maíz y de soja sería económicamente inviable, porque el rendimiento promedio zonal se ubica por debajo del rinde para cubrir los costos.
Pensando en el futuro, si bien lucen escasas las oportunidades que tiene el productor para reducir costos, entre las que podemos enumerar el uso de semilla propia, la venta con flete directo, la cosecha sin humedad excedente y el renegocio de la tarifa de trilla, podemos repasar una serie de recomendaciones que son fundamentales para lograr paliar este panorama complejo.
En el corto plazo, las señales indican que sería más apropiado desprenderse de la soja disponible y buscar coberturas en otros activos, principalmente ligados a una devaluación del tipo de cambio. En tanto, el contexto de fuerte volatilidad existente en los mercados actuales plantea la necesidad de comenzar a concretar alternativas de cobertura para la nueva campaña mediante la compra de puts para minimizar los riesgos ante la caída de precios. Por último, desde lo productivo, más allá de que los costos de inversión por hectárea entre soja y maíz sean favorables para la oleaginosa, pensar en la posibilidad de sembrar maíces tardíos amerita la alternativa de demorar la decisión final al máximo posible, sobre todo en función de eventuales anuncios políticos que permitan modificar las reglas de comercialización.
Sin dudas durante esta campaña serán fundamentales las decisiones comerciales y financieras. La flexibilidad es la consigna. El campo es el primer motor de la economía nacional y por eso hoy luce como prioridad reactivarlo eliminando las retenciones y simplificando las normativas y la reglamentación impositiva. Solo así la agricultura volverá a ser viable y sustentable.