Crece el temor al lunes 28

Falta muy poco para las elecciones legislativas y crece la incertidumbre respecto a lo que va a ocurrir a partir del lunes 28, evidentemente el escenario aparece como más interrogantes por el estado de salud de la presidenta Cristina Fernández. El martes 20 de agosto anticipamos en esta columna que la reacción de CFK ante la derrota en las PASO volvía “a poner en el centro de la escena los temores por la gobernabilidad y una transición ordenada hacia 2015”.

Decíamos además que “lamentablemente no parece estar disponible el escenario de la transición ordenada en medio de un fin de ciclo que anticipa además un cambio de régimen”. Todo parece indicar que los pronósticos son más preocupantes de lo previsto luego de las primarias de agosto porque la intervención quirúrgica a la jefa de Estado puso en evidencia la debilidad de un gobierno que sólo depende de la voluntad de una persona que aparentemente volverá a sus funciones para la segunda quincena del mes próximo.

A su regreso, Cristina deberá afrontar serios problemas en materia económica y financiera pero ahora la encrucijada se centra en que el proceso de recuperación demorará más de lo que se preveía inicialmente. Es cierto que no deberá asumir personalmente el mal trago de una probable derrota electoral dentro de dos domingos pero su ausencia en el poder ya dejó de ser un déficit para el kirchnerismo y se ha transformado en un problema muy difícil de solucionar en el corto plazo y que afecta a la gobernabilidad.

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La polarización es el mejor aliado que tiene Massa

Quienes están convencidos del triunfo electoral de Sergio Massa sobre Martín Insaurralde pronostican una polarización cada vez más evidente para las PASO del 11 de agosto y consideran que esa tendencia podría agudizarse en las legislativas de octubre. Si bien es cierto que la Casa Rosada hará todo lo posible para instalar la imagen desconocida del intendente de Lomas de Zamora, no se sabe cuál es su techo electoral, aunque algunos sospechan que no va más allá del 33% de los votos.

De todas formas, el dato más interesante tiene que ver con la intención de voto que ha consolidado rápidamente el intendente de Tigre luego del lanzamiento de su candidatura. A esta altura no cabe ninguna duda que el líder del Frente Renovador ha seducido a muchos votantes de Cristina Fernández de Kirchner en las elecciones presidenciales de 2011 pero también se va quedando con muchos de los que aparecían convencidos con la postulación de Francisco De Narváez. Por eso se ambigüedad discursiva se extenderá, por lo menos, hasta las primarias.

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Los grandes interrogantes del GBA que se van a develar en las PASO

No cabe ninguna duda que el Conurbano bonaerense va a ser más que nunca un factor determinante en la pelea electoral entre Sergio Massa y Martín Insaurralde. En las legislativas de 2005, Néstor Kirchner comprendió que debía apoderarse de la aceitada liga de intendentes que respondían en ese entonces a Eduardo Duhalde. De ahí en más el kirchnerismo fue cimentando sus victorias electorales desde el GBA.

La única excepción fue en las elecciones de 2009 donde Francisco De Narváez sorprendió y derrotó al propio Kirchner sin grandes apoyos entre los llamados “Barones del Conurbano”. Sin embargo, la contienda que se viene registra un dato inusual en la década kirchnerista: más de 15 intendentes saltaron el ruedo y apoyan explícitamente a un candidato que no representa los colores del Frente para la Victoria. Por primera vez habrá competencia “en serio” entre los jefes comunales peronistas.

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Massa, entre Capriles y el continuismo

No cabe ninguna duda de que Sergio Massa se ha transformado en el nuevo fenómeno político del flamante escenario electoral. Más allá del juicio de valor que se tenga en torno a su figura y su trayectoria, el intendente de Tigre tuvo la capacidad de instalar su imagen tan fuerte que condicionó todo el proceso que derivó en el reciente cierre de listas en el principal distrito del país.

Obsesionado por el marketing político y gran consumidor de encuestas, Massa comenzó a evaluar desde el último trimestre del año pasado que la radicalización de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en este segundo mandato generaba un espacio importante para una construcción electoral alternativa. Escenario poco probable si CFK no hubiera dilapidado parte del 54 % de los votos en 2011 en tanta confrontación y frentes abiertos.

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