Por: Alberto Valdez
No cabe ninguna duda de que Sergio Massa se ha transformado en el nuevo fenómeno político del flamante escenario electoral. Más allá del juicio de valor que se tenga en torno a su figura y su trayectoria, el intendente de Tigre tuvo la capacidad de instalar su imagen tan fuerte que condicionó todo el proceso que derivó en el reciente cierre de listas en el principal distrito del país.
Obsesionado por el marketing político y gran consumidor de encuestas, Massa comenzó a evaluar desde el último trimestre del año pasado que la radicalización de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en este segundo mandato generaba un espacio importante para una construcción electoral alternativa. Escenario poco probable si CFK no hubiera dilapidado parte del 54 % de los votos en 2011 en tanta confrontación y frentes abiertos.
Luego de muchos análisis y repaso de sondeos el candidato del Frente Renovador llegó a la conclusión de que el estado de ánimo de la opinión pública le pronosticaba un rol preponderante si se animaba a jugar electoralmente con su propio espacio político. “Era ahora, ya que en 2015 el tren podría no volver a pasar”, dicen los arquitectos del massimo. Pese al hermetismo y a las dudas que generó su postulación, el jefe comunal de Tigre tomó el camino que muchos dudaban. Se animó y pateó el tablero.
El ruido político que ha generado su lanzamiento aún no ha cesado y sigue provocando consecuencias. Por eso no es sencillo anticipar si la jugada lo pondrá, como suponen en su entorno, en las puertas de la Casa Rosada en 2015. En el escenario político y en el mundo empresario hay diversas miradas y su futuro aparece opinado. Están los que le auguran el rol “del Capriles argentino” para frenar las chances de continuidad de Cristina. Otros en la vereda de enfrente creen que Massa buscará con esta aventura forzar a la jefa de Estado a ungirlo como su heredero por la fuerza de los votos. Un continuista. Probablemente la verdad, como siempre, estará a mitad de camino.
¿Cómo un dirigente político en ascenso y con popularidad puede generar expectativas tan diametralmente opuestas? Evidentemente esa es la clave de su éxito. Un discurso municipalista, obsesionado por la gestión y sin referencias a las cuestiones nacionales lo salvaguardó hasta ahora del fango y de la fricción del escenario estelar de la política. La actual fotografía lo muestra como el gran ganador de este cierre de listas y un personaje con gran futuro. Ha sido un excelente constructor e instalador de su propia candidatura.
Pero como solía repetir Don Ángel Labruna: “los pingos se ven en el verde césped”. Las incógnitas sobre su futura performance ahora como candidato por afuera del Frente para la Victoria son variadas. Arrancó con cierta ambigüedad, consciente de que tracciona votos K y opositores, exhibiendo por primera vez su oposición a una nueva reelección de Cristina y poniéndose a mitad de camino entre Tirios y Troyanos. ¿Podrá navegar por el centro de la tormenta en una campaña electoral que camina hacia la polarización?
Todo dependerá del humor social. ¿La opinión pública quiere votar a alguien que confronte con el kirchenrismo o que se presente como referente de un modelo superador que incluya muchas de los supuestos logros del gobierno? Hoy parece más disponible el primer escenario donde el ex jefe de Gabinete de CFK no se sentiría muy cómodo. Al igual que Daniel Scioli tiene aversión al conflicto y a la tensión política. Evidentemente gastará una enorme energía en la campaña para hacer equilibrio entre la dureza de Francisco De Narvaéz y la ortodoxia K que exhibirá Martín Insaurralde, sus principales contrincantes.
En medio de un contexto de fractura social entre defensores del modelo y rivales irreductibles no será sencilla la tarea de Massa. Quiere jugar un River-Boca con la camiseta de un tercer equipo. Puede ser un enorme riesgo que deba correr en un escenario electoral muy polarizado. También va a ser muy relevante el trato que les dispensen desde la Casa Rosada. El kirchnerismo cometería un serio error si decide “demonizarlo” ya que lo elegirían como el “enemigo” y muchísimos votos opositores podrían ir detrás de su proyecto. Hasta ahora hubo prudencia en el oficialismo pero todo dependerá del análisis de situación haga Cristina.
De todas formas, el mayor riesgo político lo va a correr con los dardos que reciba de la oposición. Todo parece indicar que De Narváez y el resto de los opositores intentarán ponerlo en el incómodo papel de aquel que se lanza a la arena electoral para ser funcional a los K y dividir el voto opositor. Le recordarán su paso por el Anses y la Jefatura de Gabinete, su candidatura testimonial junto a Néstor Kirchner en 2009 y algunos carpetazos que pueden venir de varios lados. También lo acusarán de haber “inventado” a Amado Boudou, uno de los políticos con mayor imagen negativa. No será sencillo revertir esa movida en su contra. ¿Resistirá a los embates o tendrá que sobreactuar su condición de candidato opositor?
Sea como fuere, el intendente de Tigre también tendrá otros desafíos inminentes si quiere ganar en la provincia de Buenos Aires. Si bien es cierto que su imagen mide bien en el interior bonaerense, tendrá que fidelizar al electorado rural que puede ser permeable a la instalación de su imagen como funcional a Cristina. Algo similar tendrá que trabajar en ciudades estratégicas como Mar del Plata, Bahía Blanca o La Plata, donde no ha logrado aliados de peso en términos de capacidad de construcción política.
Y el otro dolor de cabeza lo puede tener en la Tercera Sección Electoral, el territorio más populoso ubicado en la zona suroeste del GBA, donde cuenta prácticamente con un solo intendente afín, Darío Giustozzi, de Almirante Brown. El massismo luce un poco huérfano en distritos estratégicos como La Matanza, Florencio Varela, Quilmes, Lanús, Lomas de Zamora o Berazategui. No será sencillo enfrentar a sus colegas de esa zona, como Fernando Espinoza, Julio Pereyra o el propio Insaurralde. Recordemos que fue la única sección electoral que ganó Kirchner en 2009.
Igualmente muchos analistas sostienen que Massa no está obligado a ganar las PASO en agosto. Tiene la obligación de salir segundo para confrontar en octubre contra el Frete para la Victoria atrayendo el “voto útil”. Con lo cual su verdadero rival será inicialmente De Narváez mucho más que Insaurralde. Aunque los encuestadores aseguran que el efecto de su lanzamiento electoral ya lo pondría en primer lugar por lo bien que venía midiendo en los últimos meses. Sale a la cancha como el héroe de la película. Pero ahora empieza otro partido.