Crece el temor al lunes 28

Falta muy poco para las elecciones legislativas y crece la incertidumbre respecto a lo que va a ocurrir a partir del lunes 28, evidentemente el escenario aparece como más interrogantes por el estado de salud de la presidenta Cristina Fernández. El martes 20 de agosto anticipamos en esta columna que la reacción de CFK ante la derrota en las PASO volvía “a poner en el centro de la escena los temores por la gobernabilidad y una transición ordenada hacia 2015”.

Decíamos además que “lamentablemente no parece estar disponible el escenario de la transición ordenada en medio de un fin de ciclo que anticipa además un cambio de régimen”. Todo parece indicar que los pronósticos son más preocupantes de lo previsto luego de las primarias de agosto porque la intervención quirúrgica a la jefa de Estado puso en evidencia la debilidad de un gobierno que sólo depende de la voluntad de una persona que aparentemente volverá a sus funciones para la segunda quincena del mes próximo.

A su regreso, Cristina deberá afrontar serios problemas en materia económica y financiera pero ahora la encrucijada se centra en que el proceso de recuperación demorará más de lo que se preveía inicialmente. Es cierto que no deberá asumir personalmente el mal trago de una probable derrota electoral dentro de dos domingos pero su ausencia en el poder ya dejó de ser un déficit para el kirchnerismo y se ha transformado en un problema muy difícil de solucionar en el corto plazo y que afecta a la gobernabilidad.

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Insaurralde no es el único K que pierde por más diferencia que en agosto

Si bien la mirada de la dirigencia política, empresaria y financiera está puesta en la diferencia que le saque Sergio Massa a Martín Insaurralde el último domingo de octubre, lo cierto es que a partir de las PASO se percibe un escenario desfavorable para los candidatos del Frente para la Victoria que va más allá de la provincia de Buenos Aires y que marca un cansancio en la sociedad frente al estilo kirchnerista y al liderazgo de la presidenta Cristina Fernández.

Es cierto que lo que ocurre en el principal distrito del país siempre es noticia, sobre todo cuando surge una joven figura como Massa, que rápidamente coloca en jaque al aparato del Estado provincial y nacional. El peso específico del escenario electoral bonaerense es inigualable pero conviene repasar otros distritos grandes y chicos para percibir la profundidad de lo que realmente está ocurriendo en la sociedad argentina.

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Todos miran al lunes 28 de octubre

La confesión de Cristina Fernández sobre su voto por el FIP de Jorge Abelardo Ramos de la izquierda nacional de los 70 explica gran parte de lo que sucedió en esta primera mitad de su segundo mandato. “Voté a Perón por izquierda”, no sólo demuestra por qué acuño e implementó el “vamos por todo” que comenzó en 2011, sino que además anticipa como pretende llegar a diciembre de 2015. “Ni un paso atrás”, sería el slogan que va más allá de la campaña electoral.

Claro que las PASO sirvieron para poner en blanco sobre negro el divorcio entre el relato oficial y la fuga de votantes que respaldaron a CFK en las presidenciales. El 11 de agosto irrumpió esa realidad y ahora todo promete ser más cuesta arriba para octubre. Porque se trata de un creciente desencanto que, sumando a los que nunca la votaron, transforma a la presidenta en un personaje que genera cada vez más rechazo por más que haga anuncios como para los trabajadores, monotributistas o el giro en el discurso sobre la inseguridad.

Gestos tardíos para poder revertir las derrotas electorales que se registraron en las primarias. Aunque la jefa de Estado pretende ceder en cuestiones electoralistas conviene tener en cuenta que no aceptará bajo ningún punto de vista cambiar la matriz del modelo económico ni tampoco tomar decisiones que sean interpretadas como un giro a la ortodoxia que supuestamente le impondrían desde la oposición y los grupos económicos. Claro que al enfatizar la semana pasada frente a empresarios y sindicalistas que prefiere dejar el poder antes de negociar su política económica puso un límite e instaló un problema a mediano plazo.

La exagerada denuncia de Elisa Carrió sobre un supuesto golpe del PJ contra CFK puso el dedo en la llaga. La derrota electoral y el inicio del poscristinismo abre un período de tremenda lucha por el poder donde se mezclan expresiones de deseos o análisis irresponsables como especular con la renuncia presidencial, un gobierno de transición de Daniel Scioli que culminaría en elecciones generales para consagrar a Sergio Massa presidente. Un verdadero dislate.

La hipótesis de Lilita fue explicitada con su estilo rimbombante pero conviene tener en cuenta que el escenario de una salida anticipada del poder de Cristina cada vez se escucha más en mesas políticas, empresarias y diplomáticas. Obviamente no hay ninguna certeza concreta para afirmar esa posibilidad pero es lo que genera en la Argentina la visión de un gobierno que se debilita luego de haber ejercido tanto poder en forma hegemónica y autoritaria. Y eso ya es un dato político en sí mismo.

Sin embargo, este episodio desnuda que la mayoría de las fuerza políticas tiene sus ojos puestos en el 28 de octubre, el día después de las elecciones. La mayoría coincide en que el retroceso electoral del kirchnerismo será tan fuerte que abrirá una incógnita muy grande hacia la transición de los próximos dos años. Nadie lo desea, pero nadie se anima a descartarlo de plano. En la mente de los dirigentes políticos, sobre todo en los opositores, la reacción que pueda tomar CFK luego de los comicios venideros es realmente imprevisible.

Desde el Frente Renovador, que es quien se encamina a darle un fuerte golpe en las urnas en la provincia de Buenos Aires, sostienen que serán ellos quienes más empeño pongan “en cuidar la gobernabilidad”. Quieren que la presidenta tome el camino del consenso y la negociación para llegar a 2015 de la mejor manera posible. Lo mismo que pidió Scioli para ella y para su propio gobierno.

El tema pasa por saber si las medidas recientes tomadas en campaña por el gobierno nacional son un adelanto de racionalidad, o sólo un intento de influir positivamente en el bolsillo de los votantes. Para el día después, las alarmas de la economía empiezan a mandar mensajes complicados. No hay margen para hacer la plancha hasta el 2015. Habrá que tomar medidas fuertes. ¿Cristina está dispuesta a pagar los costos políticos de desandar parte de lo que ella ha construido como relato? Parecería que no.

Por eso se comenta que Massa ha empezado a percibir cierto temor frente a la proximidad del poder. El famoso “Teorema de Baglini” que exige mayor responsabilidad a aquel que se siente muy cerca de la Casa Rosada. Y, sobre todo, la preocupa la perspectiva del ajuste, que ante la eventual negativa de CFK, deberá hacer el próximo gobierno en 2015 o antes de esa fecha.

Ha trascendido en las últimas horas que el intendente de Tigre le ha encomendado a Felipe Solá que inicie gestiones con todos los referentes del espectro político, incluido el kirchnerismo, para discutir la agenda económica de los próximos dos años. Las conversaciones ya se iniciaron, sobre todo con la Unión Cívica Radical. No se trata de la única movida en ese sentido que se ha impulsado por la creciente preocupación.

Voceros confiables hablan de contactos más frecuentes que de costumbre entre Scioli y el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, para intercambiar ideas sobre los problemas económicos y fiscales. También José Pampuro, en representación del gobernador, compartió una comida con los radicales Ernesto Sanz y Julio Cobos para analizar los mismos problemas.

Pero ahora el más activo parece ser Massa quien desea darle un rol más activo a Roberto Lavagna, recurriendo a su experiencia y contacto con la dirigencia política, empresaria y sindical. También abrió canales de diálogo con Martín Insaurralde, a través del ex ucedeista Guillermo Viñuales, y con el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, quien le habría insinuado la posibilidad de que el fallo de por la Ley de Medios salga unos días antes de las elecciones.

Sea como fuere, los temores y la preocupación va en aumento respeto a lo que pueda llegar a ocurrir después del 27 de octubre. Está claro que el peronismo ya olfateó la crisis de liderazgo que se viene, a partir de la no re-reelección de la presidenta. Pero el proyecto de relanzar al peronismo, no ya como la columna vertebral del Frente para la Victoria sino como el PJ, podría chocar con sus propias aspiraciones y alimentar su descomposición, si no mejoran la performance en octubre. Y la oposición empieza a reunirse para buscar una agenda económica común. Pero nadie conspira porque quieren que CFK termine el mandato. La incógnita es si ella aceptará gobernar con límites y plazo fijo.

Cobos y Binner pueden beneficiarse de la puja peronista Massa-Scioli

Si bien cualquier pronóstico que vaya más allá de las elecciones legislativas del mes octubre suena sumamente arriesgado, lo cierto es que todo parece indicar que la coalición radical socialista amenaza con convertirse en una fuerza electoral competitiva para las presidenciales de 2015 sobre todo si “nacionalizan” la experiencia que empleó UNEN en la Ciudad de Buenos Aires.

Tal como lo anticipamos desde esta columna el 29 de julio pasado, las PASO fortalecieron finalmente a la oposición no peronista. La contundencia de los triunfos de Julio Cobos en Mendoza y Hermes Binner en Santa Fe, las buenas performances de Elisa Carrió en CABA y las victorias radicales en Catamarca, La Rioja, Corrientes, además del excelente desempeño en Jujuy, pusieron en el centro de la escena al panradicalismo como un protagonista clave para los dos próximos años.

En primera instancia el objetivo de la UCR, el socialismo y la Coalición Cívica es consolidar los triunfos logrados el 11 de agosto y estrechar diferencias en los distritos donde vienen de abajo. Binner pretende ganar con más comodidad pero se percibe un corrimiento de votos peronistas de Jorge Obeid a Miguel Del Sel que podría provocar un escenario más parejo entre el PRO y el Frente Progresista. Aunque nadie duda de la victoria del médico rosarino que se impuso en 18 de los 19 departamentos provinciales.

Cobos aparece mucho más entusiasmado que Binner ya que la decisión del ex gobernador radical Roberto Iglesias de bajar su lista podría ampliar su triunfo en octubre con la posibilidad de arañar el 50% de los votos. Tan relajado se lo ve que pretende viajar a otros distritos al igual que el socialista para darle una mano a los candidatos afines. Pero el ex vicepresidente sabe que de confirmarse esos números no sólo se transforma en uno de los presidenciables de ese espacio político para 2015 sino que además su voz será más influyente en la conducción de la UCR.

La otra expectativa destacada está puesta en la figura de Carrió que, de acuerdo a los últimos sondeos, podría ganar la competencia porteña por los diputados nacionales. Si la lista que encabeza la líder de la Coalición Cívica se impone a la del PRO con el rabino Sergio Bergman no habrá que descartar su incorporación al pelotón de los que competirían en las presidenciales por esta coalición dentro de dos años. El otro aspirante sería Ernesto Sanz, quien quedaría con poco espacio al ser mendocino igual que Cobos.

Quienes ya programan esa primaria entre Cobos, Binner y Carrió anticipan que la estrategia debe incluir objetivos que demuestran que esa coalición tiene ansias de poder. Sostienen que el posicionamiento del Frente Progresista debe comenzar el 10 de diciembre con la pelea por cargos estratégicos en la Cámara de Diputados. Los radicales aspirar a la presidencia del cuerpo pero los socialistas no se muestran muy entusiasmados. Quizás se zanje la diferencia apuntando a quedarse con la titularidad de las comisiones más estratégicas.

También apuntan a que los liderazgos provinciales que se consagrarán en octubre se transformen en candidatos para competir seriamente por varias gobernaciones. Este espacio político pretende llegar a 2015 quedándose con el control de cinco o seis provincias más de las que gobiernan actualmente (Santa Fe y Corrientes). Por razones emblemáticas y no tanto por peso territorial, se entusiasman con Santa Cruz de la mano del ganador de las PASO el radical Eduardo Costa. La resurrección de Cobos les permitirá recuperar la gobernación de Mendoza. Suena la senadora Laura Montero o Alfredo Cornejo, ambos de confianza del ex vicepresidente.

Consideran además que podrán pelear voto a voto por Tucumán de la mano del senador José Cano ya que el gobernador José Alperovich no puede presentarse a un nuevo mandato. Eduardo Brizuela del Moral, reciente ganador en las PASO de Catamarca, ya se anota para volver a ser gobernador, mientras que Ángel Rozas, Gerardo Morales, Julio Martínez y Ramón Mestre (h) competirán con más chances por las gobernaciones de Chaco, Jujuy, La Rioja y Córdoba.

Evidentemente el talón de Aquiles de esta construcción de la oposición no peronista se da en la provincia de Buenos Aires, más concretamente en el Conurbano bonaerense donde no tiene inserción desde hace más de una década. La floja performance del dúo Margarita Stolbizer y Ricardo Alfonsín anticipa un recambio de figuras para 2015. Claro que no sobran las alternativas. Algunos pretenden “provincializar” las figuras de intendentes radicales del interior o recuperar a los ahora massistas Gustavo Posse, jefe comunal de San Isidro o el de Junín, Mario Moeni.

Quizás la apuesta más audaz sea la que analizan en usinas radicales respecto a mudar a territorio bonaerense a Martín Lousteau, gran revelación por su debut electoral en UNEN. Debe ser la figura más atractiva que tiene el panradicalismo para captar votos en el primer cordón del GBA y especialmente entre los jóvenes. Claro que el ex ministro de Economía también es número puesto para pelear por la jefatura de gobierno porteña, aunque si lo trasladan a provincia de Buenos Aires podría ser reemplazado por Alfonso Prat Gay para la sucesión de Mauricio Macri.

Obviamente no todo está lineal y sencillo a la hora de volver a construir una fuerza no PJ como alternativa de gobierno después del fracaso de la Alianza en 2001. Tarea complicada. Deberán convencer al electorado y revertir ese “lugar común” que en la Argentina solo garantizan gobernabilidad los peronistas. En ese sentido, quizás se vean favorecidos por los pronósticos que indican un final ajetreado al mandato de Cristina Kirchner y la propia interna justicialista por la sucesión entre Sergio Massa y Daniel Scioli.

También tendrán que lidiar con el fantasma de Fernando De la Rúa y las peleas con el Frepaso de Chacho Álvarez. Los conocedores de esta coalición creen que lo más competitivo sería la fórmula Cobos-Binner porque creen que el ex vicepresidente es el favorito a ganar esa primaria por el peso territorial de la UCR a nivel nacional. Con ese binomio presidencial y candidatos de peso en las provincias se tienen fe para llegar a una segunda vuelta. Tienen una nueva oportunidad pero dos años en la Argentina es como una década en otro país.  También es cierto que un sector importante del electorado está harto de gobiernos peronistas.

Un derrota bonaerense que tiene varios padres

Los resultados de las PASO en la provincia de Buenos Aires generaron un impacto mayor en el escenario político debido a las operaciones de acción psicológica que intoxicaron a unos y a otros. La instalación del supuesto “empate técnico” engañó hasta a las propios massistas que durante el fin de semana comenzaron a dudar de las chances reales de ese espacio político. La paridad que podía hacer ganar a Martín Insaurralde fue una operación impulsada desde la Casa Rosada y por el sciolismo.

Dicen en el Frente Renovador que el único que confió a rajatabla en el triunfo en las urnas fue Sergio Massa. Pese a que su campaña no fue tan profesional como se esperaba y con las controversias que provocó el sospechoso asalto a su casa, el intendente de Tigre mantuvo la confianza y exhibía tendencias electorales similares a las que se registraron en las urnas. “Sergio no compró la operación del sciolismo”, decían el domingo a la noche en su entorno.

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Entre el fin de ciclo K y una continuidad a la brasileña

Resulta más que obvio destacar que el domingo próximo cuando se abran las urnas empezará a definirse la transición hacia 2015. Teniendo en cuenta la mayoría de los pronósticos electorales todo parece indicar que la presidenta Cristina Fernández no va a salir fortalecida de las PASO, posiblemente deba conformase con que el Frente para la Victoria sea la fuerza más votada a nivel nacional como escenario más agradable.

¿Cómo salva la ropa la jefa de Estado? Dicen en la Casa Rosada que superar el techo electoral del 35% a nivel nacional sería la única opción viable para avanzar con la reforma constitucional y lograr habilitar a CFK para competir en las próximas presidenciales. De ese número psicológico para abajo se abren toda clase de especulaciones respecto al futuro rol de la presidenta como “lame duck” (pato rengo) y el volumen de poder con que contará los últimos dos años de su mandato.

Precisamente, lo que más abunda son las especulaciones. Todos analizan hipótesis y cursos de acción sin conocer los resultados electorales y menos aún la lectura que haga de ellos Cristina el domingo a la noche. Por eso las alternativas son variadas pero se habla en ambientes políticos de tres escenarios concretos. El más anhelado por el cristinismo fue planteado en el párrafo anterior y tiene que ver con “Cristina eterna”, como lo bautizara la inefable diputada Diana Conti, pero a la vez luce como el menos probable.

Igualmente, conviene no descartarlo totalmente aunque el FpV no tenga los números para modificar la constitución. Todo depende si sigue vigente o no el “vamos por todo”. No es sencillo imaginarse a CFK replanteando su estilo de gobierno y de toma de decisiones. Pero a veces la realidad frena al voluntarismo. Sin margen concreto para lograr la re-reelección parecería que la señora de Kirchner intentaría transformarse en la gran electora en 2015 y elegir un heredero como Lula con Dilma Roussef. Claro que ese escenario no es comparable ya que el líder del PT terminó su segundo mandato con más del 70% de imagen positiva.

Claro que Cristina puede intentar igual respaldar a un candidato propio que garantice la continuidad del modelo como lo viene haciendo en Buenos Aires con Martín Insaurralde. El test bonaerense puede dar una pauta de las chances de esa movida a nivel nacional para 2015. Postulantes a jugar ese rol protagónico no hay muchos. La búsqueda de personal apunta a un dirigente, gobernador o legislador, con edad intermedia, si es posible sub 50. Pero la exigencia más estricta tendrá que ver con su perfil ideológico y la confianza que le genere a la jefa de Estado.

En la búsqueda de esa imaginaria oficina de recursos humanos queda afuera inicialmente el gobernador Daniel Scioli. Esperar que agradezca el esfuerzo del mandatario bonaerense en la campaña de Insaurralde y le regale la candidatura presidencial es no conocer a la señora de Kirchner, aseguran en el oficialismo. Dicen que ella nunca va a confiar plenamente en el vicepresidente de su esposo y no se olvida que a fines de junio estuvo a punto de arreglar con Sergio Massa una alianza que hubiera sido letal para el cristinismo.

En todo caso agotará todas las instancias previas. Su preferido es Carlos Zannini, secretario legal y técnico, pero no será fácil instalarlo en la sociedad y él siempre ha sido reacio a levantar el perfil. A lo sumo lo podrá preservar como compañero de fórmula del elegido. Sergio Uribarri si gana bien en Entre Ríos se va a anotar rápidamente al igual que otros gobernadores. Pero a la jefa de Estado no es fácil imponerle un nombre aunque se transforme en “pato rengo”. Se va a manejar en base a su mirada del escenario político y sólo una necesidad impostergable la llevaría a respaldar a Scioli. Hay muchas reticencias pero no es un escenario para descartar.

Entre voceros kirchneristas se escucha una referencia central para comprender cómo puede ser la transición hacia 2015. Aceptan que eventualmente las legislativas de octubre marquen un fin de ciclo pero destacan que no se trata del epílogo del “relato” y el modelo. Con mucha expresión de deseos dan a entender que si Cristina debe irse a El Calafate en 2015 eso no significa que se termina el “proyecto de Néstor”. Paradójicamente esa es la cuestión que se va a empezar a definir más rápido, quizás se perciban algunas pistas entre las PASO y las legislativas de octubre.

No cabe ninguna duda que la definición más concreta surgirá del escenario electoral. Ahí se podrá medir claramente si hay o no fin de época y en todo caso si surge una alternativa que representa ese eventual cambio de régimen. En ese contexto el peronismo podrá ser un jugador decisivo. Los gobernadores del PJ empezaron a moverse distinto y la semana pasada en Ezeiza hasta se animaron a decir que el próximo presidente iba a salir de los participantes de esa reunión. Y ya se sabe que los peronistas no están enamorados del modelo.

Quizás el escenario más probable que puede empezar a conformarse tenga que ver más con el fin de ciclo por falta de poder político. Incluso, hasta se habla de un resultado electoral que golpee a CFK pero que a su vez no surja ninguna alternativa competitiva como fueron Antonio Cafiero y Carlos Menem en 1987 o la Alianza 10 años después. Una situación complicada por donde se mire ya que todos van a decir que ganaron pero quedará trabado el cuadro institucional. Ni Cristina podrá seguir expropiando ni la oposición tendrá margen para imponer su agenda en el Congreso.

Esto podría ocurrir con un resultado electoral que deje al Frente para la Victoria como la primera minoría cerca de su piso histórico y con serias limitaciones en el Poder Legislativo, sobre todo en el Senado. Lo que más preocupa evidentemente no sólo será la interpretación que haga Cristina sino cuál va a ser su reacción y cómo va a seguir gobernando. O mejor dicho cómo aceptará que su poder puede limitarse mucho y ya no podrá tomar decisiones como si tuviera el 54%.

Esa incertidumbre ya se percibe en el mundo económico y financiero donde el establishment hace la plancha, no invierte y empieza a no obedecer ciegamente a Guillermo Moreno. Crece el temor a que el secretario de Comercio se radicalice aún más por el fracaso del Cedin y la agobiante carencia de dólares del Estado. Probablemente, la administración de los límites fiscales, la emisión descontrolada y una inflación que se fortalece sean el primer test para comprobar cuanto volumen político le queda a CFK después de las PASO.

Las PASO pueden fortalecer a la oposición no peronista

A medida que los pronósticos electorales anticipan una elección reñida entre Sergio Massa y Martín Insaurralde en la provincia de Buenos Aires, comienza a instalarse la percepción acerca de un debilitamiento del kirchnerismo en las urnas del 11 de agosto pero sin la irrupción de un ganador contundente. Las elecciones de medio término siempre han encaramado a un triunfador que queda posicionado para las presidenciales siguientes, más allá de que muchos quedaron en el camino.

En 1987 el alfonsinismo recibió un golpe mortal y surgió Antonio Cafiero, a partir de su triunfo bonaerense, como el gran candidato a suceder al ex presidente radical. Claro que después Carlos Menem le ganó la interna. Diez años después el duro revés lo recibió el menemismo y la ganadora en la provincia de Buenos Aires fue Graciela Fernández Meijide aunque al año siguiente Fernando De la Rúa le birló la candidatura presidencial.

En 2005 Cristina Fernández de Kirchner se quedó con el distrito bonaerense derrotando a Hilda “Chiche” Duhalde. Ella fue la única que pudo llegar a la Casa Rosada. En 2009 surgió la figura de Francisco De Narváez luego de derrotar a Néstor Kirchner. Pero no supo administrar ese triunfo y el kirchnerismo resurgió de las cenizas y se quedó nuevamente con el premio mayor. En esta oportunidad parecería que el oficialismo no tendría mucho margen para impulsar a la jefa de Estado para un nuevo período.

Pero tampoco aparece a la vista una figura descollante con proyección y estructura nacional. Puede ser Massa si su cosecha electoral es convincente pero luego debe construir una base política a nivel nacional si pretende desembarcar en la Casa Rosada en 2015. Es una alternativa que no habría que desechar al igual que a Daniel Scioli quien trabaja para levantar el techo electoral de Insaurralde y luego recibir la bendición de CFK para las presidenciales.

Dentro de las especulaciones que surgen de las tendencias electorales para las PASO conviene mirar con atención al espacio que nuclea a radicales y socialistas. Esa coalición, o mejor dicho algunos de sus dirigentes más prominentes, podrían verse beneficiados con la floja performance electoral que podría cosechar el Frente para la Victoria a nivel nacional. También los favorecerá el fracaso de la construcción de una alianza del PJ disidente y el PRO. Distinto hubiera sido el escenario si se armaba un frente integrado por Mauricio Macri, José Manuel De la Sota, Francisco De Narváez, Roberto Lavagna y Hugo Moyano.

Evidentemente el default de una coalición neoperonista más inclinada al centroderecha deja huérfano a un sector importante de la sociedad que no comulga con el kirchnerismo. En todo caso esa porción del electorado deberá conformarse, salvo en la Capital y en algún otro distrito, con la construcción socialdemócrata que lideran radicales y socialistas. Aún no se percibe ni siquiera un símil de la Concertación chilena pero en las PASO y en octubre pueden emerger varios dirigentes muy fortalecidos como para pensar en una interna abierta para 2015.

Es verdad que este espacio político aún difuso no espera una gran performance electoral en la provincia de Buenos Aires con todo lo que eso significa. Margarita Stolbizer y Ricardo Alfonsín miden por abajo del techo histórico del voto radical y son víctimas de la polarización Massa-Insaurralde. Pero compensarán con un contundente triunfo de Hermes Binner en Santa Fe que lo va posicionar nuevamente en la carrera presidencial. Dicen que puede superar el 40% de los votos y sacarles una gran diferencia a Jorge Obeid y Miguel Del Sel.

También se sumaría Julio Cobos si como dicen las encuestas más recientes gana en Mendoza y deja golpeado al gobernador Paco Pérez una de las jóvenes figuras del kirchnerismo que surgieron en 2011. Pero parece que el candidato K Alejandro Abraham ha comenzado a subir en la intención de voto y está estrechando la diferencia que llevaba el vicepresidente. También Cobos pierde votos por la candidatura del ex gobernador Roberto Iglesias impulsada por usinas cercanas a la Casa Rosada. De todas formas, hasta ahora nadie pone en duda su triunfo.

Pese a que vienen remando desde abajo en los sondeos, conviene seguir la suerte electoral de Elisa Carrió y Oscar Aguad por el peso específico de la Ciudad de Buenos Aires y Córdoba. Lilita viene de una debacle dolorosa en 2011 y en dos años logro revertir su creciente imagen negativa y varios sondeos pronostican que puede ser la más votada por los porteños entre aquellos que se postulan para la Cámara de Diputados. Parece que el lanzamiento de UNEN es la nueva atracción en la Capital y la lista de Carrió, a la que sumarán luego de las PASO Martín Lousteau y Ricardo Gil Lavedra, puede rendir mucho más en octubre.

Aguad, luego de un tercer lugar incómodo en la pelea por la gobernación, vuelve a ser competitivo y está a cinco puntos del candidato del PJ, Juan Schiaretti. Sus chances dependen en gran medida de los votos que pueda sacarle al delasotismo el macrista Héctor Baldassi y la peronista Olga Riutort con fuerte presencia en la Capital mediterránea. También necesita del apoyo del intendente Ramón Mestre, cuya popularidad puede llegar a ser decisiva en la campaña cordobesa.

La otra disputa electoral que ha comenzado a generar atractivo es la de Tucumán donde el gobernador José Alperovich, luego de obtener más del 70% de los votos en 2011, intenta retener el poder en medio de una fuerte crisis de la economía regional por la caída del precio de la caña de azúcar y jaqueado por el crimen de Paulina Lebbos que compromete a uno de sus hijos. En este escenario complicado para el mandatario y su candidato Juan Manzur irrumpió el senador radical José Cano para tratar de encolumnar el “voto castigo” detrás de su figura. Se habla de una competencia más reñida con ventaja para Alperovich. Pero en octubre el candidato opositor podría dar un batacazo.

También se esperan sorpresas en distritos muy feudalizados pero el mal momento económico y el efecto Misiones (Maurice Closs perdió 200.000 votos en las recientes elecciones locales) anticipan un retroceso del oficialismo. Lo más resonante se percibe en Santa Cruz donde el radical Eduardo Costa no sólo podría volver a ganar la provincia de los Kirchner, sino además dejaría sin banca de diputado a La Cámpora, que lleva su propia lista al margen de la que impulsa el gobernador Daniel Peralta.

Similar panorama se registra en La Rioja porque el diputado de la UCR Julio Martínez lidera las encuestas porque el voto peronista se divide entre los candidatos del gobernador Beder Herrera y la lista de Jorge Yoma. El legislador del PJ disidente podría dejar tercera la nómina del kirchnerismo. En Catamarca el ex gobernador Eduardo Brizuela del Moral le estaría ganando a los postulantes de la gobernadora Lucía Corpacci beneficiado por los votos peronistas que tracciona Luís Barrionuevo.

Este panorama anticipa un escenario donde la Unión Cívica Radical y sus aliados de centro izquierda podrían volver a tener una oportunidad. Es muy probable que sean la segunda fuerza electoral nacional luego del FpV. Más allá del fracaso de la gestión de De la Rúa y las peleas internas, el radicalismo sigue siendo la única estructura política con presencia nacional y puede ser la columna vertebral de una coalición no peronista para 2015. Claro que no deberían cometer el error de 2011 y aprovechar las PASO dentro de dos años para definir su candidato presidencial.

Poner en la cancha a Binner, Cobos, Sanz, y Carrió generaría un atractivo en el electorado no PJ y en aquellos que se sienten fatigados de tanto peronismo de diversos colores e ideología pero que al final siempre se ponen de acuerdo. También estarán Aguad, Mestre, Costa o Cano para integrar algunas de esas fórmulas. No será fácil por el estigma instalado de que no saben garantizar la gobernabilidad. Vuelven a tener chances pero quizás esta sea la última. 

La polarización es el mejor aliado que tiene Massa

Quienes están convencidos del triunfo electoral de Sergio Massa sobre Martín Insaurralde pronostican una polarización cada vez más evidente para las PASO del 11 de agosto y consideran que esa tendencia podría agudizarse en las legislativas de octubre. Si bien es cierto que la Casa Rosada hará todo lo posible para instalar la imagen desconocida del intendente de Lomas de Zamora, no se sabe cuál es su techo electoral, aunque algunos sospechan que no va más allá del 33% de los votos.

De todas formas, el dato más interesante tiene que ver con la intención de voto que ha consolidado rápidamente el intendente de Tigre luego del lanzamiento de su candidatura. A esta altura no cabe ninguna duda que el líder del Frente Renovador ha seducido a muchos votantes de Cristina Fernández de Kirchner en las elecciones presidenciales de 2011 pero también se va quedando con muchos de los que aparecían convencidos con la postulación de Francisco De Narváez. Por eso se ambigüedad discursiva se extenderá, por lo menos, hasta las primarias.

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Preocupa más la gobernabilidad que una crisis institucional

La coyuntura demuestra una vorágine cada vez más intensa a medida que se ingresa en la campaña electoral. Las consecuencias de las inconsistencias del modelo económico golpean fuerte a la administración de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y no se percibe una reacción acorde en los despachos más importantes de la Casa Rosada. Conclusión: aumenta el malhumor social y se deteriora la popularidad de la jefa de Estado.

Los números de las encuestas que han comenzado a circular en los últimos días reflejan una fotografía poco favorable al kirchnerismo. No es aconsejable aún entrar en el análisis de los sondeos sobre intención de voto de los candidatos que ya salieron a la cancha. Marcan algunas pautas pero todavía nada definitivo. Los encuestadores coinciden en líneas generales, incluso aquellos que trabajan para CFK, en que Sergio Massa partió en punta en la provincia de Buenos Aires, le auguran malas performances al Frente para la Victoria en la Capital, Santa Fe, Córdoba, Mendoza y hasta en Santa Cruz.

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Massa, entre Capriles y el continuismo

No cabe ninguna duda de que Sergio Massa se ha transformado en el nuevo fenómeno político del flamante escenario electoral. Más allá del juicio de valor que se tenga en torno a su figura y su trayectoria, el intendente de Tigre tuvo la capacidad de instalar su imagen tan fuerte que condicionó todo el proceso que derivó en el reciente cierre de listas en el principal distrito del país.

Obsesionado por el marketing político y gran consumidor de encuestas, Massa comenzó a evaluar desde el último trimestre del año pasado que la radicalización de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en este segundo mandato generaba un espacio importante para una construcción electoral alternativa. Escenario poco probable si CFK no hubiera dilapidado parte del 54 % de los votos en 2011 en tanta confrontación y frentes abiertos.

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