Neustadt y otro fracaso del estatismo

A fines de la década del 80´ los fracasos económicos del Proceso y del gobierno de Raúl Alfonsín generaron el hartazgo en la opinión pública frente al estatismo ineficiente. Ese estado de ánimo social fue percibido y explotado mediáticamente por Bernardo Neustadt en radio y tv con altísimos picos de rating. No hizo otra cosa que poner en la agenda lo que fastidiaba a la gente, mientras que muchos de sus colegas no entendieron lo que pasaba o prefirieron mirar para otro lado.

El resto de la historia es conocida. Carlos Menem pretendió subirse a esa ola con privatizaciones y desregulaciones teñidas de sospechas de corrupción pero además siguió endeudando al Estado y avalando un gasto público inviable. Esa nueva decepción, con la hiperdesocupación y el aumento de la pobreza, provocaron un cambio de paradigma y la sociedad se aferró al estatismo que reinstalaba Néstor Kirchner. Esta vez el bienestar lo iba a garantizar el sector público.

No cabe ninguna duda de que gran parte de la sociedad argentina es muy cambiante en sus humores y pasa de un extremo al otro sin pestañear. Por eso no debe sorprender que la mayoría de las encuestas que se han conocido últimamente deja entrever no sólo un fuerte rechazo a la gestión de la presidenta Cristina Fernández sino además un creciente hartazgo sobre iniciativas que han sido la base medular del modelo económico K.

Luego de una década de extraordinarios dispendios publicitarios y adquisición de medios de comunicación para difundir el relato y ganar “la batalla cultural” frente al “neoliberalismo y los grupos concentrados” el balance no es muy positivo para la Casa Rosada. Los sondeos indican que una amplia mayoría de los consultados se muestran pesimistas por el manejo de la economía, temen a la inseguridad y a la inflación. Pero fundamentalmente no confían en el gobierno nacional o se muestran decepcionados.

Todo parece indicar que el epílogo de la administración de CFK tendrá como ingrediente altas dosis de mal humor social especialmente en los sectores medios y bajos donde la pérdida de poder adquisitivo y el flagelo de los crímenes se sufren cada día más. Esto explica el demoledor rechazo a la reforma del Código Penal que impulsa la jefa de Estado o que su mimado Axel Kiciloff sea el dirigente con peor imagen negativa luego del cuestionado Amado Boudou.

Ni hablar del desencanto que se registra en los trabajos de opinión pública sobre el funcionamiento de la educación, la salud y, obviamente, la seguridad. Preocupa mucho que un 30% esté de acuerdo con los reprochables “linchamientos” o que un 43% no se sienta representado por ningún partido político. Los analistas y consultores consideran que algo se está gestando en el imaginario de amplios sectores en los centros urbanos. Para el kirchnerismo se trataría de un giro a la derecha pero el fenómeno social se asemeja más a un hartazgo del estatismo.

La gente se queja en la calle de la “ausencia del Estado” frente al avance de la inseguridad y al mismo tiempo muchos se fastidian por la asfixia económica que les genera la presión impositiva y eso que aún no recibieron las facturas de servicios públicos con la quita de subsidios. Tarifazo que también va a impactar fuerte en las expensas de las propiedades horizontales. En estas supuestas contradicciones surge la percepción del fracaso del modelo estatista.

En ese sentido, conviene tener en cuenta que Sergio Massa ha subido en las encuestas de la mano de su ofensiva contra la reforma al Código Penal y reclamando la suba del mínimo no imponible en el impuesto a las ganancias. La inseguridad y la presión fiscal motivan el apoyo al ex intendente de Tigre quien probablemente no pueda modificar nada desde su minoritario bloque del Frente Renovador en la Cámara de Diputados. Claro, sabe marcar agenda con mucho oportunismo, quizás rozando con la demagogia, porque es lo que reclama la calle.

A medida que el relato gobernante se va deshilvanando aparecen cada vez más espacios disidentes luego de una década de fuerte hegemonía mediática del kirchnerismo. La sociedad quiere escuchar algo distinto a lo que le cuentan en los entretiempos de Futbol para Todos. No es casual que el tándem Marcelo Longobardi-Jorge Lanata arrase con la audiencia radial todas las mañanas. Y por eso Marcelo Tinelli los ha convocado para grabar la apertura de su programa de TV.

Quizás están ocupando el rol contracultural que asumió Neustadt hace dos décadas. Nadie sabe si este fin de ciclo derivará en un giro a la derecha o una “restauración conservadora” pero la tendencia anticipa que el próximo presidente asumirá muy condicionado a no repetir muchos de los errores del modelo K. Eso no significa que van a volver las privatizaciones de Menem para desprenderse de YPF o Aerolíneas Argentinas. En todo caso el kirchnerismo empieza a perder su “batalla cultural” pero no se sabe a ciencia cierta quién la va a ganar. 

Se va definiendo el fixture electoral

Es evidente que aún falta una eternidad para llegar a las elecciones presidenciales del año próximo pero no cabe ninguna duda que los tiempos se van acelerando luego de la derrota electoral del kichnerismo el año pasado y además porque se termina el mandato de la presidenta Cristina Fernández sin chances de volver a competir por ese cargo.

Por eso los movimientos y especulaciones políticas están a la orden del día y todos piensan en la sucesión presidencial cuando falta mucho más de un año para esos comicios, a realizarse concretamente el domingo 25 de octubre de 2015. Si se compara con lo que ocurría un año antes de las presidenciales de 2011, el ritmo político era más anodino, pese a que la oposición venía de triunfar en las legislativas de 2009 y aún no había fallecido Néstor Kirchner con el impacto político que provocó. Claro que ahora se percibe un fin de ciclo del kirchnerismo donde el PJ quiere distanciarse para no pagar un alto costo político en las urnas por el creciente mal humor social que se respira en la calle. Por eso, 2015 será un largo año electoral que arrancará en marzo con los comicios a gobernador en Catamarca ya quela mayoría de los gobernadores quieren despegar las competencias locales de la contienda nacional.

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Las PASO pueden fortalecer a la oposición no peronista

A medida que los pronósticos electorales anticipan una elección reñida entre Sergio Massa y Martín Insaurralde en la provincia de Buenos Aires, comienza a instalarse la percepción acerca de un debilitamiento del kirchnerismo en las urnas del 11 de agosto pero sin la irrupción de un ganador contundente. Las elecciones de medio término siempre han encaramado a un triunfador que queda posicionado para las presidenciales siguientes, más allá de que muchos quedaron en el camino.

En 1987 el alfonsinismo recibió un golpe mortal y surgió Antonio Cafiero, a partir de su triunfo bonaerense, como el gran candidato a suceder al ex presidente radical. Claro que después Carlos Menem le ganó la interna. Diez años después el duro revés lo recibió el menemismo y la ganadora en la provincia de Buenos Aires fue Graciela Fernández Meijide aunque al año siguiente Fernando De la Rúa le birló la candidatura presidencial.

En 2005 Cristina Fernández de Kirchner se quedó con el distrito bonaerense derrotando a Hilda “Chiche” Duhalde. Ella fue la única que pudo llegar a la Casa Rosada. En 2009 surgió la figura de Francisco De Narváez luego de derrotar a Néstor Kirchner. Pero no supo administrar ese triunfo y el kirchnerismo resurgió de las cenizas y se quedó nuevamente con el premio mayor. En esta oportunidad parecería que el oficialismo no tendría mucho margen para impulsar a la jefa de Estado para un nuevo período.

Pero tampoco aparece a la vista una figura descollante con proyección y estructura nacional. Puede ser Massa si su cosecha electoral es convincente pero luego debe construir una base política a nivel nacional si pretende desembarcar en la Casa Rosada en 2015. Es una alternativa que no habría que desechar al igual que a Daniel Scioli quien trabaja para levantar el techo electoral de Insaurralde y luego recibir la bendición de CFK para las presidenciales.

Dentro de las especulaciones que surgen de las tendencias electorales para las PASO conviene mirar con atención al espacio que nuclea a radicales y socialistas. Esa coalición, o mejor dicho algunos de sus dirigentes más prominentes, podrían verse beneficiados con la floja performance electoral que podría cosechar el Frente para la Victoria a nivel nacional. También los favorecerá el fracaso de la construcción de una alianza del PJ disidente y el PRO. Distinto hubiera sido el escenario si se armaba un frente integrado por Mauricio Macri, José Manuel De la Sota, Francisco De Narváez, Roberto Lavagna y Hugo Moyano.

Evidentemente el default de una coalición neoperonista más inclinada al centroderecha deja huérfano a un sector importante de la sociedad que no comulga con el kirchnerismo. En todo caso esa porción del electorado deberá conformarse, salvo en la Capital y en algún otro distrito, con la construcción socialdemócrata que lideran radicales y socialistas. Aún no se percibe ni siquiera un símil de la Concertación chilena pero en las PASO y en octubre pueden emerger varios dirigentes muy fortalecidos como para pensar en una interna abierta para 2015.

Es verdad que este espacio político aún difuso no espera una gran performance electoral en la provincia de Buenos Aires con todo lo que eso significa. Margarita Stolbizer y Ricardo Alfonsín miden por abajo del techo histórico del voto radical y son víctimas de la polarización Massa-Insaurralde. Pero compensarán con un contundente triunfo de Hermes Binner en Santa Fe que lo va posicionar nuevamente en la carrera presidencial. Dicen que puede superar el 40% de los votos y sacarles una gran diferencia a Jorge Obeid y Miguel Del Sel.

También se sumaría Julio Cobos si como dicen las encuestas más recientes gana en Mendoza y deja golpeado al gobernador Paco Pérez una de las jóvenes figuras del kirchnerismo que surgieron en 2011. Pero parece que el candidato K Alejandro Abraham ha comenzado a subir en la intención de voto y está estrechando la diferencia que llevaba el vicepresidente. También Cobos pierde votos por la candidatura del ex gobernador Roberto Iglesias impulsada por usinas cercanas a la Casa Rosada. De todas formas, hasta ahora nadie pone en duda su triunfo.

Pese a que vienen remando desde abajo en los sondeos, conviene seguir la suerte electoral de Elisa Carrió y Oscar Aguad por el peso específico de la Ciudad de Buenos Aires y Córdoba. Lilita viene de una debacle dolorosa en 2011 y en dos años logro revertir su creciente imagen negativa y varios sondeos pronostican que puede ser la más votada por los porteños entre aquellos que se postulan para la Cámara de Diputados. Parece que el lanzamiento de UNEN es la nueva atracción en la Capital y la lista de Carrió, a la que sumarán luego de las PASO Martín Lousteau y Ricardo Gil Lavedra, puede rendir mucho más en octubre.

Aguad, luego de un tercer lugar incómodo en la pelea por la gobernación, vuelve a ser competitivo y está a cinco puntos del candidato del PJ, Juan Schiaretti. Sus chances dependen en gran medida de los votos que pueda sacarle al delasotismo el macrista Héctor Baldassi y la peronista Olga Riutort con fuerte presencia en la Capital mediterránea. También necesita del apoyo del intendente Ramón Mestre, cuya popularidad puede llegar a ser decisiva en la campaña cordobesa.

La otra disputa electoral que ha comenzado a generar atractivo es la de Tucumán donde el gobernador José Alperovich, luego de obtener más del 70% de los votos en 2011, intenta retener el poder en medio de una fuerte crisis de la economía regional por la caída del precio de la caña de azúcar y jaqueado por el crimen de Paulina Lebbos que compromete a uno de sus hijos. En este escenario complicado para el mandatario y su candidato Juan Manzur irrumpió el senador radical José Cano para tratar de encolumnar el “voto castigo” detrás de su figura. Se habla de una competencia más reñida con ventaja para Alperovich. Pero en octubre el candidato opositor podría dar un batacazo.

También se esperan sorpresas en distritos muy feudalizados pero el mal momento económico y el efecto Misiones (Maurice Closs perdió 200.000 votos en las recientes elecciones locales) anticipan un retroceso del oficialismo. Lo más resonante se percibe en Santa Cruz donde el radical Eduardo Costa no sólo podría volver a ganar la provincia de los Kirchner, sino además dejaría sin banca de diputado a La Cámpora, que lleva su propia lista al margen de la que impulsa el gobernador Daniel Peralta.

Similar panorama se registra en La Rioja porque el diputado de la UCR Julio Martínez lidera las encuestas porque el voto peronista se divide entre los candidatos del gobernador Beder Herrera y la lista de Jorge Yoma. El legislador del PJ disidente podría dejar tercera la nómina del kirchnerismo. En Catamarca el ex gobernador Eduardo Brizuela del Moral le estaría ganando a los postulantes de la gobernadora Lucía Corpacci beneficiado por los votos peronistas que tracciona Luís Barrionuevo.

Este panorama anticipa un escenario donde la Unión Cívica Radical y sus aliados de centro izquierda podrían volver a tener una oportunidad. Es muy probable que sean la segunda fuerza electoral nacional luego del FpV. Más allá del fracaso de la gestión de De la Rúa y las peleas internas, el radicalismo sigue siendo la única estructura política con presencia nacional y puede ser la columna vertebral de una coalición no peronista para 2015. Claro que no deberían cometer el error de 2011 y aprovechar las PASO dentro de dos años para definir su candidato presidencial.

Poner en la cancha a Binner, Cobos, Sanz, y Carrió generaría un atractivo en el electorado no PJ y en aquellos que se sienten fatigados de tanto peronismo de diversos colores e ideología pero que al final siempre se ponen de acuerdo. También estarán Aguad, Mestre, Costa o Cano para integrar algunas de esas fórmulas. No será fácil por el estigma instalado de que no saben garantizar la gobernabilidad. Vuelven a tener chances pero quizás esta sea la última. 

La polarización es el mejor aliado que tiene Massa

Quienes están convencidos del triunfo electoral de Sergio Massa sobre Martín Insaurralde pronostican una polarización cada vez más evidente para las PASO del 11 de agosto y consideran que esa tendencia podría agudizarse en las legislativas de octubre. Si bien es cierto que la Casa Rosada hará todo lo posible para instalar la imagen desconocida del intendente de Lomas de Zamora, no se sabe cuál es su techo electoral, aunque algunos sospechan que no va más allá del 33% de los votos.

De todas formas, el dato más interesante tiene que ver con la intención de voto que ha consolidado rápidamente el intendente de Tigre luego del lanzamiento de su candidatura. A esta altura no cabe ninguna duda que el líder del Frente Renovador ha seducido a muchos votantes de Cristina Fernández de Kirchner en las elecciones presidenciales de 2011 pero también se va quedando con muchos de los que aparecían convencidos con la postulación de Francisco De Narváez. Por eso se ambigüedad discursiva se extenderá, por lo menos, hasta las primarias.

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Los grandes interrogantes del GBA que se van a develar en las PASO

No cabe ninguna duda que el Conurbano bonaerense va a ser más que nunca un factor determinante en la pelea electoral entre Sergio Massa y Martín Insaurralde. En las legislativas de 2005, Néstor Kirchner comprendió que debía apoderarse de la aceitada liga de intendentes que respondían en ese entonces a Eduardo Duhalde. De ahí en más el kirchnerismo fue cimentando sus victorias electorales desde el GBA.

La única excepción fue en las elecciones de 2009 donde Francisco De Narváez sorprendió y derrotó al propio Kirchner sin grandes apoyos entre los llamados “Barones del Conurbano”. Sin embargo, la contienda que se viene registra un dato inusual en la década kirchnerista: más de 15 intendentes saltaron el ruedo y apoyan explícitamente a un candidato que no representa los colores del Frente para la Victoria. Por primera vez habrá competencia “en serio” entre los jefes comunales peronistas.

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Massa, entre Capriles y el continuismo

No cabe ninguna duda de que Sergio Massa se ha transformado en el nuevo fenómeno político del flamante escenario electoral. Más allá del juicio de valor que se tenga en torno a su figura y su trayectoria, el intendente de Tigre tuvo la capacidad de instalar su imagen tan fuerte que condicionó todo el proceso que derivó en el reciente cierre de listas en el principal distrito del país.

Obsesionado por el marketing político y gran consumidor de encuestas, Massa comenzó a evaluar desde el último trimestre del año pasado que la radicalización de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en este segundo mandato generaba un espacio importante para una construcción electoral alternativa. Escenario poco probable si CFK no hubiera dilapidado parte del 54 % de los votos en 2011 en tanta confrontación y frentes abiertos.

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