Escenario político incierto

Hace unos meses todos en el mundo político sostenían que luego del Mundial de Fútbol comenzaba a full la campaña electoral para las presidenciales de 2015. Sin embargo, parecería que esos pronósticos iniciales se han visto modificados una vez que concluyó la final que Alemania le ganó a Argentina.

Es cierto que los presidenciables van a salir con más asiduidad a recorrer el territorio y seguirán trabajando para instalarse mejor en la opinión pública. Pero no mucho más. Ninguno quiere mostrar su juego y además saben a ciencia cierta que la sociedad no está nada interesada en los comicios del año próximo. La gente se muestra muy preocupada por el futuro económico, repiten a coro la mayoría de los encuestadores.

Todo parece indicar que los pronósticos de la economía real no son muy alentadores para este segundo semestre. La pérdida de poder adquisitivo y el temor a perder el empleo aparecen como problemas centrales en la agenda de la opinión pública. Evidentemente no es el mejor momento para salir a hablarle a la gente de elecciones que recién se van a realizar en octubre del año que viene.

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Neustadt y otro fracaso del estatismo

A fines de la década del 80´ los fracasos económicos del Proceso y del gobierno de Raúl Alfonsín generaron el hartazgo en la opinión pública frente al estatismo ineficiente. Ese estado de ánimo social fue percibido y explotado mediáticamente por Bernardo Neustadt en radio y tv con altísimos picos de rating. No hizo otra cosa que poner en la agenda lo que fastidiaba a la gente, mientras que muchos de sus colegas no entendieron lo que pasaba o prefirieron mirar para otro lado.

El resto de la historia es conocida. Carlos Menem pretendió subirse a esa ola con privatizaciones y desregulaciones teñidas de sospechas de corrupción pero además siguió endeudando al Estado y avalando un gasto público inviable. Esa nueva decepción, con la hiperdesocupación y el aumento de la pobreza, provocaron un cambio de paradigma y la sociedad se aferró al estatismo que reinstalaba Néstor Kirchner. Esta vez el bienestar lo iba a garantizar el sector público.

No cabe ninguna duda de que gran parte de la sociedad argentina es muy cambiante en sus humores y pasa de un extremo al otro sin pestañear. Por eso no debe sorprender que la mayoría de las encuestas que se han conocido últimamente deja entrever no sólo un fuerte rechazo a la gestión de la presidenta Cristina Fernández sino además un creciente hartazgo sobre iniciativas que han sido la base medular del modelo económico K.

Luego de una década de extraordinarios dispendios publicitarios y adquisición de medios de comunicación para difundir el relato y ganar “la batalla cultural” frente al “neoliberalismo y los grupos concentrados” el balance no es muy positivo para la Casa Rosada. Los sondeos indican que una amplia mayoría de los consultados se muestran pesimistas por el manejo de la economía, temen a la inseguridad y a la inflación. Pero fundamentalmente no confían en el gobierno nacional o se muestran decepcionados.

Todo parece indicar que el epílogo de la administración de CFK tendrá como ingrediente altas dosis de mal humor social especialmente en los sectores medios y bajos donde la pérdida de poder adquisitivo y el flagelo de los crímenes se sufren cada día más. Esto explica el demoledor rechazo a la reforma del Código Penal que impulsa la jefa de Estado o que su mimado Axel Kiciloff sea el dirigente con peor imagen negativa luego del cuestionado Amado Boudou.

Ni hablar del desencanto que se registra en los trabajos de opinión pública sobre el funcionamiento de la educación, la salud y, obviamente, la seguridad. Preocupa mucho que un 30% esté de acuerdo con los reprochables “linchamientos” o que un 43% no se sienta representado por ningún partido político. Los analistas y consultores consideran que algo se está gestando en el imaginario de amplios sectores en los centros urbanos. Para el kirchnerismo se trataría de un giro a la derecha pero el fenómeno social se asemeja más a un hartazgo del estatismo.

La gente se queja en la calle de la “ausencia del Estado” frente al avance de la inseguridad y al mismo tiempo muchos se fastidian por la asfixia económica que les genera la presión impositiva y eso que aún no recibieron las facturas de servicios públicos con la quita de subsidios. Tarifazo que también va a impactar fuerte en las expensas de las propiedades horizontales. En estas supuestas contradicciones surge la percepción del fracaso del modelo estatista.

En ese sentido, conviene tener en cuenta que Sergio Massa ha subido en las encuestas de la mano de su ofensiva contra la reforma al Código Penal y reclamando la suba del mínimo no imponible en el impuesto a las ganancias. La inseguridad y la presión fiscal motivan el apoyo al ex intendente de Tigre quien probablemente no pueda modificar nada desde su minoritario bloque del Frente Renovador en la Cámara de Diputados. Claro, sabe marcar agenda con mucho oportunismo, quizás rozando con la demagogia, porque es lo que reclama la calle.

A medida que el relato gobernante se va deshilvanando aparecen cada vez más espacios disidentes luego de una década de fuerte hegemonía mediática del kirchnerismo. La sociedad quiere escuchar algo distinto a lo que le cuentan en los entretiempos de Futbol para Todos. No es casual que el tándem Marcelo Longobardi-Jorge Lanata arrase con la audiencia radial todas las mañanas. Y por eso Marcelo Tinelli los ha convocado para grabar la apertura de su programa de TV.

Quizás están ocupando el rol contracultural que asumió Neustadt hace dos décadas. Nadie sabe si este fin de ciclo derivará en un giro a la derecha o una “restauración conservadora” pero la tendencia anticipa que el próximo presidente asumirá muy condicionado a no repetir muchos de los errores del modelo K. Eso no significa que van a volver las privatizaciones de Menem para desprenderse de YPF o Aerolíneas Argentinas. En todo caso el kirchnerismo empieza a perder su “batalla cultural” pero no se sabe a ciencia cierta quién la va a ganar. 

La presidencia del Senado cobra gran interés

El llamado a indagatoria al vicepresidente Amado Boudou por el caso Ciccone no sólo abre un enorme interrogante respecto a su permanencia en ese cargo en su hecho sin precedentes en la historia política moderna, sino que además le da mucha más importancia a la pelea que se viene a fin de mes por la sucesión de Beatriz Rojkes de Alperovich en la presidencia provisional del Senado, cargo que ocupa el segundo lugar en la línea de sucesión presidencial.

La sesión preparatoria será el miércoles 26 o el jueves 27 y cada día genera más expectativa ya que la definición fue postergada en diciembre, pese a que en esa fecha siempre se eligen las nuevas autoridades del Congreso. Oficialmente no se ha informado el nombre de quien va a reemplazar a la esposa del gobernador de Tucumán aunque hace meses que se viene especulando con que el flamante senador santiagueño Gerardo Zamora sería el preferido por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Incluso el propio ex gobernador se ha encargado de comentarlo en varias mesas políticas.

Pero los tiempos políticos van cambiando y se percibe cierto estado deliberativo en el bloque de senadores del Frente para la Victoria ya que su titular, Miguel Ángel Pichetto, está dispuesto a pelear por ese cargo. Fortalecido por su contundente triunfo en Río Negro en las legislativas de octubre se ofrece como alternativa para evitar que un radical K quede en la línea de sucesión, sobre todo por la importancia estratégica de ese cargo si Boudou debe pedir licencia o dar un paso al costado.

Precisamente, esto es lo que preocupa a varios senadores del PJ. No les causa ninguna gracia la simple posibilidad de que un aliado extrapartidario quede muy cerca de la vicepresidencia en detrimento del peronismo. Zamora asegura que tiene la promesa de Carlos Zannini, el secretario y legal técnico de la Presidencia, para ser titular del Senado. Argumenta además que por eso asumió la banca ya que al ser inhabilitado por la Corte Suprema a presentarse a un tercer mandato como gobernador estaba dispuesto a quedarse en Santiago del Estero para “cogobernar” junto a su esposa, quien debió sucederlo.

Conviene tener en cuenta que el santiagueño tiene otra traba para llegar a la presidencia provisional del cuerpo que es el rechazo unánime de los senadores de la UCR, primera minoría, que no le perdonan su decisión de abandonar el partido e incorporarse sin disimulo al kirchnerismo. La bancada que lidera Gerardo Morales preferiría que Rojkes de Alperovich siguiera en ese cargo o avalar a Pichetto con quien se llevan muy bien. También Zamora genera resistencias entre el resto de los legisladores de la oposición, incluyendo al centro-izquierda, el PJ disidente y el PRO.

Aparentemente el escenario resulta favorable a las aspiraciones de Pichetto, quien incluso podría lograr los votos de muchos senadores opositores pero en la Casa Rosada no es visto con bueno ojos. Pese a que el martes estuvo en primera fila aplaudiendo el discurso de la jefa de Estado, los kirchneristas recelan del rionegrino porque en los últimos tiempos ha mostrado ciertos signos de independencia de criterio y no disimula su entusiasmo por la candidatura presidencial de Daniel Scioli. Luego de los comicios legislativos del año pasado hasta aparecieron afiches en Viedma con la fórmula Scioli-Pichetto. 

Con estos antecedentes no parece ser el mejor candidato para ocupar un cargo que lo puede transformar en números dos en la sucesión presidencial ante la delicada situación de Boudou. Los K de paladar negro siempre recuerdan que Néstor solía decir, frente a las bromas que recibía luego del voto no positivo de Julio Cobos, así actuó un radical “imagínense si el vicepresidente era peronista”. Esa visión es compartida por Cristina quien prefiere un líbero en lugar estratégico antes que un representante del establishment del peronismo.

Claro que la sangre no puede llegar al río y se supone que el nombre del sucesor se conocerá antes de que los senadores bajen al recinto para definir la titularidad del cuerpo. La definición no parece sencilla. Zamora la tiene complicada pero no sabe hasta dónde puede avanzar Pichetto en su movida rebelde. No habría que descartar entonces que no haya cambio y se quede Rojkes para evitar conflictos.  El kirchnerista Marcelo Fuentes podría ser una salida consensuada. Una pelea para alquilar balcones.

Crece el temor al lunes 28

Falta muy poco para las elecciones legislativas y crece la incertidumbre respecto a lo que va a ocurrir a partir del lunes 28, evidentemente el escenario aparece como más interrogantes por el estado de salud de la presidenta Cristina Fernández. El martes 20 de agosto anticipamos en esta columna que la reacción de CFK ante la derrota en las PASO volvía “a poner en el centro de la escena los temores por la gobernabilidad y una transición ordenada hacia 2015”.

Decíamos además que “lamentablemente no parece estar disponible el escenario de la transición ordenada en medio de un fin de ciclo que anticipa además un cambio de régimen”. Todo parece indicar que los pronósticos son más preocupantes de lo previsto luego de las primarias de agosto porque la intervención quirúrgica a la jefa de Estado puso en evidencia la debilidad de un gobierno que sólo depende de la voluntad de una persona que aparentemente volverá a sus funciones para la segunda quincena del mes próximo.

A su regreso, Cristina deberá afrontar serios problemas en materia económica y financiera pero ahora la encrucijada se centra en que el proceso de recuperación demorará más de lo que se preveía inicialmente. Es cierto que no deberá asumir personalmente el mal trago de una probable derrota electoral dentro de dos domingos pero su ausencia en el poder ya dejó de ser un déficit para el kirchnerismo y se ha transformado en un problema muy difícil de solucionar en el corto plazo y que afecta a la gobernabilidad.

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Los grandes interrogantes del GBA que se van a develar en las PASO

No cabe ninguna duda que el Conurbano bonaerense va a ser más que nunca un factor determinante en la pelea electoral entre Sergio Massa y Martín Insaurralde. En las legislativas de 2005, Néstor Kirchner comprendió que debía apoderarse de la aceitada liga de intendentes que respondían en ese entonces a Eduardo Duhalde. De ahí en más el kirchnerismo fue cimentando sus victorias electorales desde el GBA.

La única excepción fue en las elecciones de 2009 donde Francisco De Narváez sorprendió y derrotó al propio Kirchner sin grandes apoyos entre los llamados “Barones del Conurbano”. Sin embargo, la contienda que se viene registra un dato inusual en la década kirchnerista: más de 15 intendentes saltaron el ruedo y apoyan explícitamente a un candidato que no representa los colores del Frente para la Victoria. Por primera vez habrá competencia “en serio” entre los jefes comunales peronistas.

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Massa, entre Capriles y el continuismo

No cabe ninguna duda de que Sergio Massa se ha transformado en el nuevo fenómeno político del flamante escenario electoral. Más allá del juicio de valor que se tenga en torno a su figura y su trayectoria, el intendente de Tigre tuvo la capacidad de instalar su imagen tan fuerte que condicionó todo el proceso que derivó en el reciente cierre de listas en el principal distrito del país.

Obsesionado por el marketing político y gran consumidor de encuestas, Massa comenzó a evaluar desde el último trimestre del año pasado que la radicalización de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en este segundo mandato generaba un espacio importante para una construcción electoral alternativa. Escenario poco probable si CFK no hubiera dilapidado parte del 54 % de los votos en 2011 en tanta confrontación y frentes abiertos.

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