Por: Alberto Valdez
Hace unos meses todos en el mundo político sostenían que luego del Mundial de Fútbol comenzaba a full la campaña electoral para las presidenciales de 2015. Sin embargo, parecería que esos pronósticos iniciales se han visto modificados una vez que concluyó la final que Alemania le ganó a Argentina.
Es cierto que los presidenciables van a salir con más asiduidad a recorrer el territorio y seguirán trabajando para instalarse mejor en la opinión pública. Pero no mucho más. Ninguno quiere mostrar su juego y además saben a ciencia cierta que la sociedad no está nada interesada en los comicios del año próximo. La gente se muestra muy preocupada por el futuro económico, repiten a coro la mayoría de los encuestadores.
Todo parece indicar que los pronósticos de la economía real no son muy alentadores para este segundo semestre. La pérdida de poder adquisitivo y el temor a perder el empleo aparecen como problemas centrales en la agenda de la opinión pública. Evidentemente no es el mejor momento para salir a hablarle a la gente de elecciones que recién se van a realizar en octubre del año que viene.
Este factor va a condicionar los movimientos políticos de oficialistas y opositores. Tanto en el entorno de Sergio Massa como en el de Mauricio Macri, los presidenciables mejor posicionados que enfrentan a la Casa Rosada, admiten que el mal humor social se viene incrementando por el parate económico y que, luego del Mundial, puede transformarse en ira y bronca, comportamiento social que nunca se sabe cómo puede decantar y contra quien.
Por eso Massa, Macri y hasta los referentes de UNEN van a manejarse con prudencia sin “tirar mucha mala onda” porque “el horno no está para bollos”. En todo caso optarán por dejar que la administración de Cristina Fernández siga cometiendo errores y pague el costo político correspondiente. A la oposición le cuesta mucho plantarse como alternativa. No sienten cómodos hablando de los holdouts o el déficit fiscal creciente y prefieren disfrutar el mal momento de Amado Boudou.
Claro que esta actitud le deja una vez más el centro del escenario a la presidenta, situación que siempre le agradó pero ahora ya no tiene golpes de efecto eficientes como para cambiar la tendencia negativa que afecta a la popularidad de su gestión. Ella intentará seguir ganando tiempo y que no se note que paulatinamente se va transformando en un “pato rengo” (lame duck).
Quiere mantener disciplinado al peronismo, por lo menos, hasta junio del año próximo cuando se cierren las listas de cargos electivos nacionales que competirán en las PASO del mes de agosto. Esa fecha será crucial para su futuro político ya que intentara armar las nóminas de diputados y senadores con gente de su confianza ¿Lo aceptará el establishment peronista?
Frente a la excesiva prudencia de la oposición, no cabe ninguna duda que el gran problema del kirchnerismo pasa por su convivencia con el poder real del PJ, gobernadores, intendentes, líderes parlamentarios. Los primeros escarceos ya se perciben respecto a la situación de Boudou porque en el peronismo esperan su segundo procesamiento para reclamar su renuncia. Pero la pelea de fondo será por las listas de candidatos a lo largo del país. Y ahí se verá si Daniel Scioli tiene uñas de guitarrero como para llegar a la Casa Rosada.