El paro general del pasado 1º de abril, que fue contundente en todo el país pese a la lógica desconfianza hacia gran parte de la dirigencia sindical convocante, reactivó el debate sobre el Impuesto a las Ganancias. En particular se cuestiona la cuarta categoría de ese impuesto, por la cual hoy tributan dos millones de asalariados que ganan más de 15.000 pesos, además de los autónomos, monotributistas y un sector de los jubilados.
Esa cuarta categoría fue concebida en la época del régimen cambiario 1 a 1, con el que se creía desterrar para siempre el azote inflacionario en el país. Pero en una economía capitalista dependiente como la nuestra, la inflación es estructural. Y como los sucesivos gobiernos no actualizaron el mínimo no imponible y las escalas de Ganancias según la inflación real, muchos trabajadores pagan las alícuotas más altas del 27 al 35%, lo que desmiente la supuesta progresividad de este impuesto. A su vez, la tristemente célebre “tablita de Machinea” de 1999 -anulada a fines de 2008- fue de hecho reimplantada en 2013 al fijar mínimos no imponibles diferenciados, más bajos según los niveles salariales. Continuar leyendo