Que lo inoportuno no quite lo importante

Que el gobernador Daniel Scioli haya viajado en plena inundación del territorio que gobierna no es lo grave (de hecho, como bien dice su jefe de gabinete Alberto Pérez, el ex motonauta suele estar presente donde hay problemas), pero que lleve casi 8 años de gobierno y no haya solucionado ninguno de los problemas estructurales de la provincia de Buenos Aires, sí lo es.

Lo primero que se le dice a quien cursa alguna materia de economía en cualquier carrera terciaria o universitaria es que los recursos son escasos, por lo que la asignación y prioridad en el uso de los mismos marca la impronta del gobierno. Es relevante también la organización y planificación de las obras que se prometen realizar, como también la eficacia y eficiencia con la que se desarrollan. Es cierto, como aclaran en el gobierno provincial, que los recursos hídricos que necesitan cauce en la ciudad de Buenos Aires son muchos menos que sus “pares” de la provincia, pero de lo que puede sacar chapa el gobierno porteño es que, habiendo explicado desde un principio que hasta que no se terminaran las obras en los arroyos Vega y Maldonado, la ciudad iba a seguir sufriendo con las tormentas, finalmente las obras se terminaron o marchan en los tiempos estipulados y la ciudad resiste con mayor solvencia los temporales que la azotan. Continuar leyendo

Un hombre de fútbol y de poder

Julio Humberto Grondona nació el 18 de septiembre de 1931 en Avellaneda y fue un hombre de fútbol y poder. A diferencia de otros dirigentes con influencia en el medio local y también en la FIFA, él sabía mucho del deporte que conducía y también sabía mucho acerca de los resortes del poder. Con esos dos elementos se manejó, como había anticipado, hasta el último día de su vida. Presidió la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) desde el 6 de abril de 1979 hasta ayer, cuando un aneurisma en la arteria aorta terminó con su vida. Era también miembro del Comité Ejecutivo de la FIFA desde 1998, siendo su actual vicepresidente. Su vida estuvo ligada al fútbol, los negocios y el poder desde que fundó, en 1956, con tan sólo 25 años, Arsenal de Sarandí, club que presidió durante casi 20 años para luego ser titular de su otro gran amor futbolístico, el Club Atlético Independiente, con el que obtuvo dos títulos Nacionales (tal la denominación de la época).

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Un Indec para los medios

La presidente Cristina Fernández de Kirchner presentó en acto público el pasado 5 de junio el Sistema Federal de Medición de Audiencias (Sifema) para presentarle batalla a las herramientas privadas, entre las cuales se encuentra la que realiza la multinacional de origen brasileño Ibope. Como sucede cada vez más a menudo, la presidente explicó la creación del índice tomando un dato absolutamente trivial e irrelevante: “A mí nunca me llamaron para saber qué estaba mirando”, sostuvo. Promocionado por el gobierno como un sistema de medición de audiencia transparente, federal, popular, participativo y con la mejor tecnología, goza sin dudas del vicio de origen que motiva su creación: la falta de público que tienen los medios de comunicación afines.

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Retroceder nunca, ceder jamás

El fantasma de la salida anticipada del gobierno por parte de Cristina Kirchner sobrevuela las cabezas de los actores políticos. Desde el regreso de la democracia (de lo cual se celebraron 30 años hace menos de dos meses) hay dos antecedentes de incumplimiento del período constitucional. Primero fue Raúl Alfonsín quien tuvo que dejar la presidencia 6 meses antes de cumplir su mandato en manos de un Carlos Menem ya electo presidente; el segundo antecedente fue en 2001, cuando Fernando de la Rúa abandonó la Casa Rosada en helicóptero apenas dos años después de haber asumido. Ambas situaciones funcionan como memoria emotiva.

Paradójicamente, quienes más divulgan la posibilidad de una salida anticipada, aunque utilizando una retórica por la negativa, son miembros del oficialismo. Fue el gobernador de Misiones Maurice Closs quien primero “disparó” la posibilidad de que haya actores que jueguen para que Cristina se vaya del gobierno. Entre los ministros también hubo voces que se alzaron para negar la posibilidad de una salida anticipada. Confirmando la paradoja, no hubo casi ninguna mención de político opositor que haya esgrimido esa posibilidad; por el contrario, se han mostrado dispuestos a colaborar para que la Presidente termine su mandato y esto es porque nadie quiere recibir un gobierno bajo esas circunstancias. Quizás la explicación más descarnada de tales declaraciones en el oficialismo la haya dado el dirigente gastronómico Luis Barrionuevo para quien “si tienen miedo de irse antes es porque se van a ir antes”. En cualquier caso, no se explica que dirigentes del Frente para la Victoria (FpV) pongan esa posibilidad sobre la mesa cuando saben que confianza y expectativas son dos fundamentales ingredientes de los cuales se nutre la sociedad.

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¿Le perdimos el miedo a la opo?

Cuando los resultados de la pasada elección parecen haber sepultado el temor que, durante 10 años, tuvieron los ciudadanos de votar alternativas al kirchnerismo, vale la pena reconocer como parte de los éxitos del modelo en materia de comunicación la capacidad del oficialismo para lograr que muchísimos argentinos consideren todo lo hecho por sus antecesores en el poder como nefasto.

Fue realmente exitosa la demonización del pasado que vino haciendo el kirchnerismo desde el inicio de su gestión. La historia argentina en su versión virtuosa sería para ellos sintetizada en unos pocos personajes: Belgrano, Rosas, Irigoyen, Perón, Néstor Kirchner y su continuación, Cristina. Esto deja implícito un segundo mensaje: el kirchnerismo sintetizaría a quienes ellos consideran el mejor radicalismo y el mejor peronismo; sería algo así como la transversalidad concentrada en un matrimonio. Habría que recordar que el “razonamiento” que se impuso, sobre todo durante el primer lustro de los gobiernos kirchneristas, fue que de no acompañar el proyecto iban a volver la inflación descontrolada del radicalismo y la corrupción desbocada del menemismo entre otros flagelos. Paradójicamente, son éstas dos de las cuestiones que actualmente más se critican del gobierno; escupir al cielo, que le dicen.

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