No es una novedad el poder de convocatoria que tiene Marcelo Tinelli como pope de la televisión argentina. Sus 30 puntos de rating sirven –o al menos eso creen quienes asisten con mayor o menor entusiasmo a sus invitaciones- para recuperar una carrera actoral estancada, darles un baño de popularidad a bailarines clásicos, promocionar deportistas en momentos cumbres o bajos de sus carreras, o bien mostrar otra faceta a periodistas, abogados o profesionales de diversa índole. Está claro que no escapan a estas ambiciones políticos que aspiran a llegar al más alto cargo y mucho menos lo hacen quienes, como Scioli, Macri y Massa (ese orden les dio el animador en la presentación), no forman parte de una “casta” política tradicional. Los dos primeros provienen del deporte y el ámbito empresario y si bien el ex intendente de Tigre se jacta de su militancia adolescente, también puso su pata en el deporte a través del club Tigre y siempre fue un fervoroso participante de la farándula. Continuar leyendo
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El Estado soy yo
Que las instituciones estén al servicio de un movimiento político es grave pero es aún peor que lo estén de causas e intereses particulares de quienes detentan circunstancialmente el poder, aunque estemos hablando del máximo cargo ejecutivo. Esto expuso abiertamente la Presidente de la Nación cuando utilizó la red social Twitter para acusar y descalificar al juez que investiga los movimientos de una de sus empresas. El contragolpe se veía venir desde el momento en que, durante el acto de la Cámara Argentina de la Construcción (CAC), optó por dejar en claro que “a esta Presidenta ningún buitre financiero ni ningún carancho judicial la va a extorsionar”.
No es una novedad en la Argentina la utilización de los recursos del Estado para intereses personales. Sin embargo, la presidente Cristina Fernández de Kirchner, lo hace con un atrevimiento que ya no sorprende aunque -al menos a mí- asusta. En esta ocasión, la mira ha quedado dirigida sobre el juez Claudio Bonadio; su investigación sobre la empresa Hotesur S.A., propiedad de la Presidente, ha desatado una ola de ataques por parte de distintos funcionarios y dirigentes del oficialismo que se extiende en el tiempo y promete ir a fondo. No sorprende tampoco el recurso del contraataque para responder acusaciones. A una investigación –sea periodística o judicial- el kirchnerismo nunca le opone un argumento sino que utiliza básicamente dos caminos según la ocasión: responde con fuego sostenido en la dirección contraria, o se dedica a denostar al emisario. Sin embargo, últimamente lo más habitual es que ambos caminos se fusionen y retroalimenten para conformar así un furibundo ataque. Continuar leyendo
Retroceder nunca, ceder jamás
El fantasma de la salida anticipada del gobierno por parte de Cristina Kirchner sobrevuela las cabezas de los actores políticos. Desde el regreso de la democracia (de lo cual se celebraron 30 años hace menos de dos meses) hay dos antecedentes de incumplimiento del período constitucional. Primero fue Raúl Alfonsín quien tuvo que dejar la presidencia 6 meses antes de cumplir su mandato en manos de un Carlos Menem ya electo presidente; el segundo antecedente fue en 2001, cuando Fernando de la Rúa abandonó la Casa Rosada en helicóptero apenas dos años después de haber asumido. Ambas situaciones funcionan como memoria emotiva.
Paradójicamente, quienes más divulgan la posibilidad de una salida anticipada, aunque utilizando una retórica por la negativa, son miembros del oficialismo. Fue el gobernador de Misiones Maurice Closs quien primero “disparó” la posibilidad de que haya actores que jueguen para que Cristina se vaya del gobierno. Entre los ministros también hubo voces que se alzaron para negar la posibilidad de una salida anticipada. Confirmando la paradoja, no hubo casi ninguna mención de político opositor que haya esgrimido esa posibilidad; por el contrario, se han mostrado dispuestos a colaborar para que la Presidente termine su mandato y esto es porque nadie quiere recibir un gobierno bajo esas circunstancias. Quizás la explicación más descarnada de tales declaraciones en el oficialismo la haya dado el dirigente gastronómico Luis Barrionuevo para quien “si tienen miedo de irse antes es porque se van a ir antes”. En cualquier caso, no se explica que dirigentes del Frente para la Victoria (FpV) pongan esa posibilidad sobre la mesa cuando saben que confianza y expectativas son dos fundamentales ingredientes de los cuales se nutre la sociedad.