No es una novedad el poder de convocatoria que tiene Marcelo Tinelli como pope de la televisión argentina. Sus 30 puntos de rating sirven –o al menos eso creen quienes asisten con mayor o menor entusiasmo a sus invitaciones- para recuperar una carrera actoral estancada, darles un baño de popularidad a bailarines clásicos, promocionar deportistas en momentos cumbres o bajos de sus carreras, o bien mostrar otra faceta a periodistas, abogados o profesionales de diversa índole. Está claro que no escapan a estas ambiciones políticos que aspiran a llegar al más alto cargo y mucho menos lo hacen quienes, como Scioli, Macri y Massa (ese orden les dio el animador en la presentación), no forman parte de una “casta” política tradicional. Los dos primeros provienen del deporte y el ámbito empresario y si bien el ex intendente de Tigre se jacta de su militancia adolescente, también puso su pata en el deporte a través del club Tigre y siempre fue un fervoroso participante de la farándula.
No queda claro hasta qué punto esta intervención suma a sus ambiciones pero, ejercitando la empatía, reconozco que si fuera asesor de alguno de ellos no me atrevería a aconsejarle dejar plantado al popular animador. Es evidente que los desaires no agradan en lo más mínimo a Tinelli. Así se lo hace notar a Jorge Capitanich cada vez que puede, aunque bien sepa que la última decisión de aquel frustrado ingreso en Fútbol para Todos no haya tenido que ver con la voluntad del ex jefe de gabinete; alguien debe pagar su paso en falso y mejor que sea un candidato a intendente de Resistencia y no el hijo de la Presidente. Dicen que los boxeadores más exitosos no son sólo aquellos con mayor talento sino también quienes saben elegir bien a sus rivales y eso hace con maestría el conductor. De ello puede dar cuenta el vicepresidente Amado Boudou, quien recibió un sonoro golpe en la presentación de la nueva temporada del ciclo sin importar que su ex novia Agustina Kämpfer sea una de las famosas que bailan.
Siempre se intenta dilucidar a quién favorece Tinelli con su discurso y sus actitudes y sin dudas ha tenido mayor o menor afinidad por uno u otro sector en distintos momentos de su larga trayectoria en los medios, pero lo cierto es que el conductor siempre trabaja fundamentalmente para sí mismo. En estos momentos, su objetivo es presidir la Asociación del Fútbol Argentino y su interés demostrar que tiene el apoyo político de los tres principales candidatos. “Marce, los dos venimos de la lucha y el sacrificio. Miranos ahora: vos querés ser presidente de la AFA y yo de la Nación”, le manifestó Daniel Scioli en ese tono que es marca registrada. Sergio Massa le dijo directamente que nadie podía prohibirle ser el titular de la máxima organización del fútbol argentino y que ambos iban a encontrarse como presidentes el 11 de diciembre. Macri fue más prudente en esta oportunidad aunque un mes atrás había dicho que veía a Tinelli “muy vocacionado” para presidir la AFA.
La jugada del de Bolívar es riesgosa. La FIFA ha dicho infinidad de veces que el fútbol debe arreglar los problemas del fútbol por lo que interferir en los estatutos de la AFA desde la justicia ordinaria puede traerle complicaciones. Sabiendo esto intenta crear un clima de acompañamiento político que obligue a Luis Segura y a los responsables legales de la AFA a modificar la interpretación que hicieron apenas unas semanas atrás y que le impedía a Tinelli presentarse en octubre. En esta dirección van también las elogiosas declaraciones sobre Cristina Kirchner, hechas hace tan sólo una semana. “En todos lados –dice Segura- hay requisitos para presentarse a un cargo”. Al parecer los 3 millones de televidentes y el apoyo recibido van a poder flexibilizar esos requisitos.
Al margen del show televisivo y las influencias en materia política y de conducción del fútbol, lo que parece evidente es que los argentinos siempre terminamos postergando el respeto a las normas en pos de satisfacer las conveniencias personales e inmediatas.