La situación internacional y la economía de Kicillof

¿Y ahora qué hacemos? Durante doce años malgastamos una fortuna en demagogia barata y en un nacionalismo antiguo y ahora, que se viene la noche con las noticias que se conocen en materia económica en el mundo, vamos a la alcancía y nos encontramos con que no tenemos nada. ¡Extraordinario el modelo de inclusión con matriz productiva diversificada!

Usamos un capital enorme, echamos a los inversores y destruimos la infraestructura y, cuando deberíamos recurrir a todas esas reservas, nos encontramos con las economías regionales en la ruina, con un estrambótico esquema cambiario que se basa poco menos que en perseguir a la gente con perros por la calle y que ha estrangulado la producción y la competitividad productiva argentinas.

Contrastadas con esta realidad hasta suenan ridículamente patéticas las palabras de Daniel Scioli en sus avisos de propaganda hablando del trabajo, de la industria argentina y de los productos argentinos en el mundo. ¿Con qué especula? ¿Con la ignorancia de la gente? ¿Con el hecho de que el ciudadano de a pie no es un especialista y se cree el producto terminado cuando ya no hay alternativas?

Brasil ha instaurado un programa de ajuste a los desequilibrios que arrastra desde Lula da Silva y ello ha provocado una devaluación del real que ha colocado el precio del dólar en R$ 3,40 por unidad norteamericana. A esta situación debe sumársele lo que comentamos respecto de dólar como moneda mundial: su proceso de apreciación lo tiene en una paridad de 1,15 contra el euro, una de las más bajas desde que se creó la moneda común de la Unión Europea. Continuar leyendo

Una sola voz y una sola voluntad en escena

La imagen de Domingo Cavallo en cuatro patas detrás de un escritorio que apenas lo contenía de los huevos y demás objetos que le tiraban desde corta distancia con inusitada violencia, podría ser tomada con una representación metafórica de lo que está por venir. 

El capitán de aquella convocatoria a “hacer mierda” al ex ministro cuando se presentó a dar una conferencia en la UCA, Pedro Biscay, es, desde hoy, director del BCRA, ubicado allí por Kicillof. El nombre del ministro marxista de la Argentina domina toda la escena y quienes quieran desentrañar el futuro próximo del país no tendrán más que revisar lo que el marxismo ha producido en el mundo en los últimos 100 años.

Como toda teoría basada en el odio y la envidia, el marxismo no ha provocado otra cosa que no sea hambre, destrucción, crímenes y muertes. Entre sus víctimas “económicas” -porque como típica idea inservible no fue capaz de producir una docena de huevos en tiempo y forma y mató de hambre a millones- y sus víctimas “bélicas” (entre purgas, muertos en atentados, guerras inútiles -como la producida en Vietnam, ¿total para qué? para que hoy el país termine como aliado norteamericano y en una creciente occidentalización copiada de China-, experimentos estrafalarios como el de Cuba, Norcorea, el Khmer Rouge de Camboya [solo allí murieron más de 2000000], las guerrillas latinoamericanas, la URSS y todo el bloque oriental de Europa luego de la Segunda Guerra Mundial) el comunismo mandó al muere a más de 300 millones de personas, el 5% de la población mundial. Continuar leyendo

El deterioro se profundiza en medio de las fantasías

Más allá de la reunión que se produjo el lunes entre el “special master” Dan Pollak y el ministro Kicillof, la economía real no deja de entregar datos preocupantes en su operación cotidiana. Los datos económicos siguen dando cuentas de un deterioro de las variables fiscales y reales, dos frentes en los cuales se siguen digiriendo los costos del salto cambiario de enero.

Sucede que la devaluación, lejos de mejorar las cuentas fiscales (tal como anticipaban algunos analistas), tendió a acrecentar el rojo. Según se conoció esta semana, el gasto primario aceleró su crecimiento al 45% anual en abril, abriendo una brecha de más de 10 puntos porcentuales respecto al ritmo al que crecen los ingresos genuinos (34%). Con esto, el alza del gasto primario promedió 42% en los primeros 4 meses del año, en tanto que, muy por detrás, los ingresos exhibieron un 35% de aumento, si se excluyen los recursos extraordinarios provistos por el BCRA y Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la ANSES.

Así, el superávit primario totalizó $672 millones en abril, un 46% menos que en igual mes de 2013, en tanto que el déficit financiero creció cerca de $1.200 millones (40%), de $3.066 a $4.277 millones. Excluyendo los recursos extraordinarios aportados por el BCRA y el FGS (unos $4.800 millones en total), la comparación resulta aún más desfavorable: el superávit primario se volvió deficitario en $4.100 millones y el déficit financiero escaló a $9.050 millones, más que duplicando sus niveles de abril del año pasado, acumulando en lo que va de 2014 $42.000 millones.

La aceleración del gasto está vinculada, fundamentalmente, al impacto de la devaluación de enero en los subsidios a la energía importada. Datos de la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP) indican que los subsidios energéticos crecieron un 107% en el acumulado a abril, con un incremento de 77% en los dirigidos a ENARSA y 124% los destinados a CAMMESA.

Entre las restantes partidas del gasto se destaca el crecimiento de las transferencias a las provincias (54% i.a. en abril), impulsadas por las derivadas del Fondo Federal Solidario de la soja. De esta manera, los mayores ingresos por retenciones generados por la devaluación son en parte compensados por mayores gastos vía transferencias a provincias. De hecho, según se conoció la semana pasada, la recaudación creció 35,5% en junio, liderada por el alza de los derechos de exportación (107%), mientras que el resto de los tributos ligados al nivel de actividad mostraron caídas en términos reales, en un escenario en el que tiende a profundizarse la recesión económica.

Si el cuadro ya se presentaba preocupante al mes de abril, entrando ahora en la segunda mitad del año la situación fiscal no hará más que ganar en complejidad. Con el deterioro de las cuentas públicas profundizándose, estimamos que en el segundo semestre el Tesoro se verá obligado a recurrir a la asistencia del BCRA por unos $143.000 millones. Y esta inyección de pesos, si bien en parte será esterilizada por la autoridad monetaria, tenderá a presionar sobre el mercado de cambios, con impacto sobre las reservas internacionales del BCRA y las cotizaciones alternativas del dólar, de no mediar un alza de la tasa de interés.

En este sentido, algunos creen que un acuerdo por la deuda todavía en default resultaría clave, ya que contribuiría a aliviar estás tensiones, facilitando el acceso a financiamiento externo, moderando la escasez de divisas y evitando tener que recurrir a un endurecimiento monetario que profundice la recesión en curso.

Sin embargo la presidente parece haber elegido un camino de confrontación con la ilusión de hacer un sinónimo entre la “guerra contra los buitres” (o contra los Estados Unidos) y la guerra de las Malvinas. Para ello se apoya en alianzas fantásticas que traen a su alrededor a personajes que incluyen a Maduro y Putin; a Correa y Xi Jinping, el presidente chino. La Sra. de Kirchner cree posible integrar el embrión inicial de una nueva rebelión contra los yanquis en particular y contra Occidente en general, en la esperanza que esas epopeyas disimulen la psicodélica combinación de corrupción, el robo y la mala praxis.

Son estas realidades las que profundizan el cepo, el cuadro daca vez más dramático de restricción de derechos y libertades y el desbarranco increíble de un país que debería estar nadando en la abundancia.

Creída como está de que el poder y la política son más fuertes que el Derecho, la Presidente no tiene otra alternativa más que unirse a los populismos de la Tierra, mientras el suyo sigue profundizando la miseria del pago chico.

Lo que la presidente realmente quisiera negociar

Para el gobierno argentino la puesta en escena es fundamental. Muchas veces le asigna mayor valor a esas escenografías que a la propia sustancia de lo que se discute. El caso de la deuda impaga con los holdouts no ha sido la excepción.

Desde la presidencia de Néstor Kirchner trató de transmitir la imagen de que la intransigencia con esos grupos era una forma de la épica nacional, una gesta que enfrentaba a los malvados que tenían por objetivo la destrucción de la Argentina.

Esa concepción fue mantenida y aumentada por la Sra de Kirchner, mucho más dogmática que su marido y mucho más proclive a creer de verdad que protagoniza una epopeya de dimensiones colosales en la historia del país.

Esta postura enroscó al gobierno en un laberinto gratuito del que ahora le resulta difícil salir. Tanto infló el parche del nacionalismo haciendo de la resistencia a los holdouts uno de los capítulos preferidos del relato popular que ahora, cuando un fallo judicial seguido de dos confirmaciones de instancias superiores, nos pone en el lugar de encontrar una solución para no caer en default, nos encontramos encerrados entre la espada y la pared, obligados a elegir entre quedar como alguien que debe meterse todo lo que dijo en el bolsillo y pagar o volver a producir una quiebra nacional con las consiguientes consecuencias de escasez, pobreza y crisis.

En las primeras horas luego de conocido el rechazo de la Corte norteamericana a entender en el caso, la impresión general era que el gobierno iba a elegir lo que se llamó la “malvinización” del proceso, es decir, un endurecimineto nacionalista de la postura que, apelando a lo más rancio del mensaje aislacionista iba a proponer una guerra sin cuartel contra el mundo financiero, haciendo de las consecuencias nefastas que ello iba a traer una especie de trofeo pírrico de las banderas nacionales y populares.

Fue la sensación que se tuvo luego de escuchar sucesivamente a la presidente y al ministro Axel Kicillof el lunes y martes de la semana pasada.

Pero luego, a partir del Día de la Bandera -en donde muchos consideraban que estaban dadas todas las condiciones para que la presidente subiera la apuesta del desafío- el tono y las perspectivas cambiaron.

A la vera del Paraná la presidente dijo que en la Argentina sobraba la buena fe y que quería pagarles al 100% de los acreedores, reestructurados o no; que solo necesitaba que el juez generara condiciones justas y equitativas de negociación.

La presidente parecía decir a gritos “quiero pagar, les voy a pagar; les voy a pagar a todos… Pero ¡por favor ábranme una puerta para que yo internamente pueda seguir presentándome como una revolucionaria, aunque sea una actuación, una mentira, no importa, pero necesito que me permitan eso!”

Esa es la instancia de “negociación” que el gobierno pide. Margen para negociar el tema pago, tiene poco y depende más bien de la voluntad del Sr. Singer que de condiciones que pueda generar el juez Griesa. Es más, las apelaciones de la presidente al juzgado no parecen procesalmente pertinentes: Griesa ya terminó de ver caso y tomó una decisión. Su postura fue apelada y lo que él decidió fue refrendado en la Corte de Apelaciones y también en la instancia máxima. Son las partes -el gobierno argentino y el fondo NML- los que tienen que acercar al juzgado un convenio de cumplimiento de la sentencia. Si ese convenio es satisfactorio para las partes, Griesa lo homologará y todo habrá terminado.

Cómo hará la presidente para cumplir al mismo tiempo con lo que NML aspira del fallo y con el frente revolucionario interno que ya planteó la opción “Patria o Buitres”, es una incógnita aun por develar.

Pero en el mientras tanto, lo inteligente sería ir bajando los decibeles de aquellos extremismos para que las diferencias con la realidad no se noten tanto. Escuchar en Rosario a la presidente decir “quiero pagar, voy a pagar” y ver la tribuna con banderas norteamericanas cruzadas por pájaros carroñeros o carteles proponiendo la opción de elegir entre la “Patria” o los “Buitres” no es bueno para la salud mental de todos nosotros. Desde ese punto de vista siempre es mejor vivir con la verdad y no con ensoñaciones altisonantes.

También es hora de dejar de etiquetar con términos visualmente repugnantes a los que “especulan”: en geografías más cercanas hay muchos que podrían dar cátedra de esas prácticas y quizás en condiciones de transparencia menos evidentes que la que puede exhibir el fondo Elliot u otros que no entraron a los canjes de 2005 y 2010.

Esas agachadas populistas le cortan a la gente el camino a entender la verdad a la vez que encumbran a algunos a sitiales que no merecen y entierran a otros a infiernos injustos. ¿Qué pasará cuando sean los jubilados los que le reclamen al Estado cobrar lo que les corresponde? ¿Serán “buitres” también? ¿O el BCRA cuando quiera monetizar los papelitos con que el gobierno lo ha forrado será otro pájaro desagradable? ¿O acaso lo fueron los propios Kirchner cuando abiertamente confesaron comprar tierras fiscales por centavos y venderlas por millones?

Pese a todas estas dudas, la palabra presidencial debe ser tomada como un paso positivo en la buena dirección. No se sabe cuánto margen quedará para hacer una cosa en el terreno de los hechos y decir otra para la tribuna “de la liberación”. Pero en gran medida esa será una cuestión que tendrá más que ver con ésta última que con la presidente. Si hay personas a las que les encanta vivir engañadas, creídas de un verso insostenible, que cree estar ataviada con las armaduras de Don Quijote y que lucha por la justicia contra enemigos crueles, allá ellos. Un político puede aprovecharse, abusarse y hasta tratar de profundizar esas estupideces para su propia conveniencia, pero llega un momento que su lugar en la Historia debe independizarse de la bullanguería para centrar su mirada solo en el bienestar de las futuras generaciones. En ese exacto lugar está la presidente hoy. Y desde allí debe decidir qué hace. Lo que haga, como ella misma dijo, afectará no solo la temporalidad insignificante de su gobierno sino la suerte de sus hijos, de sus nietos y la de los hijos y los nietos de todos.

Las nuevas definiciones de Axel

El ministro de Economía, Axel Kicillof, le dio un reportaje a Página/12 que apareció en su edición del domingo, en donde se refiere a varios temas de la economía argentina de estos días.

Insiste en su concepto conspirativo de la existencia según el cual lo que hay es un conjunto de enemigos de la patria (que él mimetiza con el gobierno) que, para generar caos y condiciones adversas al bienestar de la Argentina, produce todo tipo de calamidades para volver a la política del endeudamiento. ¿Volver a la política de endeudamiento? ¡Pero si es este gobierno el que ha generado una exorbitante deuda interna, quebrando el patrimonio del BCRA y empapelando las estanterías de la ANSES con papeles pintados a cambio de adelantos de los cuantiosos fondos jubilatorios! (en lugar, por ejemplo de pagar los juicios con sentencia firme que obligan al Estado a reconocer su deuda con los jubilados que litigaron en sede judicial).

Por lo demás, según los propios números oficiales la deuda externa también creció respecto de la que heredó Néstor Kirchner en 2003. La única diferencia es que ese crecimiento se produjo contra nada, es decir, contra ningún beneficio de haber estado todos estos años integrado al mundo y en constante intercambio con él. Las bravuconadas del gobierno nos han costado años de aislamiento que hoy se miden en pobreza y mayor deuda.

El ministro no habló del déficit, ni de la emisión que provoca inflación, ni el descontrolado nivel del gasto que le quita por desvalorización de la moneda lo que le da a aquellos a los que se quiere conquistar por la demagogia.

Tampoco mencionó la impresionante presión impositiva que se está comiendo la sociedad sin que la misma se vea reflejada en un cambio sustantivo en el nivel de vida de los argentinos. No mencionó la pobreza, cuyos números el INDEC ya no entrega, ni las restricciones que sufre la actividad económica en general, sujeta a mil autorizaciones para poder funcionar.

En otros párrafos se manifiesta optimista respecto de la performance económica del segundo semestre cuando, en realidad, por la intervención en el mercado del maíz y del trigo el país se privó a sí mismo de haber liquidado formidables exportaciones de esos cereales en un momento en que las bondades de la cosecha de la soja ya se terminaron.

En realidad son muchos los que sospechan un segundo semestre complicado como consecuencia del proceso estanflacionario y de la caída de la actividad, directo resultado  de la política restrictiva de Juan Carlos Fábrega para frenar al dólar y las múltiples prohibiciones para importar y para girar pagos al exterior. Las primeras manifestaciones de esos desatinos ya se están viendo particularmente en la industria automotriz a la que Kicillof se refiere en la nota pero no haciéndose cargo de las decisiones que su cartera tomó y que generaron el actual estancamiento con suspensiones y despidos.

Habla del arreglo con el Club de París y se jacta de haberlo logrado sin la intervención del FMI, cuando semejante “chiste” hizo que en los dos últimos años hubiéramos tenido el equivalente al pago de todas las asignaciones universales por hijo gratis, por diferencia de intereses y punitorios, según lo calculado por Alfonso Prat Gay.

Además, por las mismas razones,  la deuda que oficialmente según el gobierno era de 5900 millones de dólares en septiembre de 2013, paso a 9700 millones ahora -un 64% mas-, simplemente por hacernos los cócoros y no aceptar la revisión del Fondo.

A esto de le suma el hecho de que el arreglo fue pastado a cinco años en lugar de los plazos más largos que podrían haberse negociado del otro modo.

No se sabe a qué debe esta pasión argentina por separarse del mundo y querer ser original a toda costa, cuando los pasos para tener una economía ordenada, en crecimiento, sin inflación, con inversión y con capacidad de generar empleo nuevo con buenos salarios, son conocidos y aplicados al mismo tiempo por países tan diversos como Australia y Chile, Perú y Nueva Zelanda, Uruguay y Canadá o Vietnam y EEUU.

El modelo de sustitución de importaciones ha provocado un enorme gasto, una enorme pérdida de tiempo y un enorme costo para toda la sociedad que no tiene alternativa más que pagar los altos costos del experimento, volviendo millonarios a unos pocos y rehenes a la mayoría.

Resulta increíble que el ministro de Economía del supuesto gobierno nacional y popular defienda semejantes políticas de privilegio y pretenda venderlas como un modelo de defensa a los menos tienen.

En un deterioro veloz

Es difícil que el reinicio de este contacto cotidiano no tenga una visión retrospectiva e intente recordar la situación de la Argentina cuando empezamos el receso. Con la vista puesta en aquellos días de infierno, con miles de argentinos sin luz ni agua, con cortes en rutas, calles y avenidas para tratar de llamar la atención de algún funcionario que se dignara a prestarles atención, se hace difícil pensar en un deterioro. Parecería que aquellos días resumían lo peor de una administración pésima de los recursos del Estado y del resquebarajamiento de una mentira diseminada a repetición.

Pero no. Hoy, además de que nada de aquello ha mejorado, hay otros muchos parámetros que han empeorado velozmente. La tasa de inflación y de devaluación se han disparado. Las reservas del BCRA no dejan de caer, la presidente sigue ausente y el jefe de Gabinete da, definitivamente, pena.

Jorge Capitanich deberá pensar bien lo que hace de ahora en más. Está en un momento en que mucha gente siente lástima por él y otra que prefiere reírse de lo que no puede interpretarse de otro modo sino como comicidades cotidianas. Pero está cada vez más cerca de despertar broncas irascibles. El humor de gente tiene cada vez menos espacio para la cargada y el gobernador del Chaco -en uso de licencia- está tirando cada vez más peligrosamente de esa cuerda.

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El comunismo como enfermedad del alma

Desde que Thomas Jefferson escribió “nosotros el pueblo de los EEUU [...] sostenemos estas verdades como autoevidentes: que todo los hombres han sido creados iguales y que tienen derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de su felicidad” han pasado 237 años.

El mundo ha conocido desde allí muchas ideas e incluso muchos experimentos extravagantes que costaron tragedias y millones de vidas. Pero nadie, hasta ahora, había estatizado la felicidad.

Sin embargo desde la semana pasada ese hito ha sido alcanzado: el hombre que habla con los pájaros, el impresentable presidente Nicolás Maduro, ha creado en Caracas el Viceministerio de la Felicidad Suprema.

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El 100% de todo

El “reportaje” que la presidente concedió al periodista Hernán Brienza en Canal 7 sigue dando motivos para el análisis. De todos los temas tocados por la señora de Kirchner hay uno que resulta repetitivo y, quizás por esa misma razón, vale la pena detenerse un momento en él.

Se trata de lo que Cristina define como la “repartición” del poder. Ella dijo que “del 100% del poder”, la “política” tendría, a lo sumo, el 30 o el 40% y que por lo tanto, “el verdadero poder está en otro lado”.

Resulta recurrente este concepto en la concepción política de la presidente. En alguna medida, se trata de un capítulo más de su costado victimizante, según el cual, ella siempre está en el peor de los lugares (es la presidente más criticada, la más insultada, a la quieren derrocar, le hacen las cosas difíciles porque es mujer y tantas otras quejas que ha lanzado al aire como paraguas abiertos).

También el dicho puede considerarse coherente con su célebre objetivo de “ir por todo”: siempre creerá que le falta algo para lograr el completo dominio que persigue.

Pero analicemos con algún detenimiento el concepto en sí. En primer lugar surge el aspecto “estadístico”. ¿De dónde sacó la presidente la supuesta existencia de un 100% de “poder”?, ¿qué es, para la señora de Kirchner, el 100% del poder? Recordemos que la presidente comparó ese supuesto total contra lo que sería el “share” de la “política” (que ella ubica entre el 30 y el 40%).

Como no hay dudas de que la “política” tiene el 100% del poder para hacer la ley (porque claramente ningún ciudadano que no se organice políticamente tiene posibilidades de llegar al Congreso, que, a su vez, es el único con capacidad legislativa); de juzgarla (porque sólo la “política” tiene legitimidad constitucional para elegir a los jueces); y de ejercer la administración del país (porque sólo la “política” a través del Poder Ejecutivo tiene el enorme poder de dictar decretos, resoluciones de la AFIP, circulares del BCRA, todo tipo de reglamentaciones y demás instrumentos con capacidad de darle vuelta la vida como una media a una persona de la noche a la mañana), habrá que concluir, entonces, dos cosas: 1) que la presidente se refiere a otros “ámbitos” de “poder” que la Constitución pone fuera del área que ella misma organiza y, 2) que el poder que la Constitución organiza no le resulta suficiente; no la conforma.

Respecto de la primera conclusión no se puede decir otra cosa más que nos referimos al campo de acción de los ciudadanos privados, es decir, de los individuos supuestamente libres a quienes la Ley Fundamental les dio las prerrogativas y derechos necesarios como para que organicen sus vidas como mejor les agrade y les convenga.

Y respecto de la segunda, que la presidente tiene como objetivo de su gobierno hacer ingresar a lo que ella llama “la política” (es decir, a ella misma) en ese terreno que la Constitución les reservó a los ciudadanos.

Las conclusiones son obvias porque si la “política” ya tiene el 100% del poder que le corresponde (porque ningún privado puede inmiscuirse en lo que ella decide soberanamente y, si lo intentara, el Estado le respondería como los cañones les responden a las hormigas) es obvio que estamos hablando de otras “esferas” de poder distintas a las que tienen que ver con los quehaceres primarios del gobierno.

Y no hay dudas que esas esferas son privadas. “Privadas” en toda la extensión de la palabra: privadas porque son de exclusiva responsabilidad del sector privado y también porque el Estado esta “privado” de invadirlas.

Lo que la presidente parece sugerir a partir de su queja es que “la política” (es decir el Estado, es decir, ella) debería tomar también esa “parte” del poder que la Constitución les reservó a los habitantes.

Parecería que la presidente se sentiría más conforme si la “política” (es decir el Estado, es decir, ella) pudiera decidir lo que se produce, a qué precio se lo vende, los gustos de la sociedad, qué se lee, dónde se lo puede leer, si se debe ahorrar y cómo se debe ahorrar; cómo informarse y en dónde, si se puede viajar o salir del país, de qué modo hay que vestirse, qué se debe comer, cuánto se debe ganar y de qué manera hay que pagarlo, etcétera, etcétera. Que todos estos resortes estén aún en manos privadas (si bien con severísimas restricciones impuestas, justamente, por la política) la molesta.

A esta concepción responde el constante sonsonete de que “los poderosos son otros”, no el Estado. Pregunto: si a la presidente le apasiona el poder, ¿por qué se dedicó a una actividad que no lo tiene? Debería haber permanecido ejerciendo su exitosa gestión como abogada en lugar de abrazar una actividad “secundaria” como la política, que es un sello de goma que no domina nada.

Ese cuento de la existencia de una “jabonería de Vieytes”, ahora llamado “circulo rojo”, que es el verdadero centro de poder contra el cual el Quijote justiciero del Estado se enfrenta todos los días, a costa de los enormes sacrificios personales de la propia presidente, es un verso inverosímil.

El Estado puede aplastar como a una cucaracha a cualquier ciudadano. Bastarían un par de firmas en otras tantas resoluciones para mandar al muere a quien intentara enfrentarlo. Dispone de la inteligencia, de los medios, de los instrumentos para destruir a quien quiera en cuestión de segundos.

Pero parece que todo ese poder no conforma aun a la presidente. Ella necesita más. Necesita todo. Cualquier cosa menos que el “todo” es nada.

Por eso quizás le convendría ir con la verdad y decirle a la gente que persigue un Estado “totalitario”. Totalitario en el sentido etimológico de la palabra, sin connotaciones ideológicas. Un Estado que haga todo y que haya aspirado por completo toda esfera decisión individual. Solo así se sentiría conforme.

Si la palabra “totalitario” suena algo fuerte sugiero reemplazarla por “todolitario”, es decir, un Estado omnipresente que haya absorbido todos aspectos de la vida nacional. En esa utopía Cristina viviría feliz . Nadie leyendo lo que elige libremente, nadie comprando lo que decida por sí, nadie poniendo un precio por su cuenta. El Estado en todo. Ella en todo. El ansiado 100% de todo. “No quiero solo el 30 o el 40% del poder para administrar tu vida. Quiero tu vida. Solo con ese 100% de tu existencia estaré contenta. Allí no habrá más enemigos y reinaré por siempre”.