Por: Carlos Mira
La imagen de Domingo Cavallo en cuatro patas detrás de un escritorio que apenas lo contenía de los huevos y demás objetos que le tiraban desde corta distancia con inusitada violencia, podría ser tomada con una representación metafórica de lo que está por venir.
El capitán de aquella convocatoria a “hacer mierda” al ex ministro cuando se presentó a dar una conferencia en la UCA, Pedro Biscay, es, desde hoy, director del BCRA, ubicado allí por Kicillof. El nombre del ministro marxista de la Argentina domina toda la escena y quienes quieran desentrañar el futuro próximo del país no tendrán más que revisar lo que el marxismo ha producido en el mundo en los últimos 100 años.
Como toda teoría basada en el odio y la envidia, el marxismo no ha provocado otra cosa que no sea hambre, destrucción, crímenes y muertes. Entre sus víctimas “económicas” -porque como típica idea inservible no fue capaz de producir una docena de huevos en tiempo y forma y mató de hambre a millones- y sus víctimas “bélicas” (entre purgas, muertos en atentados, guerras inútiles -como la producida en Vietnam, ¿total para qué? para que hoy el país termine como aliado norteamericano y en una creciente occidentalización copiada de China-, experimentos estrafalarios como el de Cuba, Norcorea, el Khmer Rouge de Camboya [solo allí murieron más de 2000000], las guerrillas latinoamericanas, la URSS y todo el bloque oriental de Europa luego de la Segunda Guerra Mundial) el comunismo mandó al muere a más de 300 millones de personas, el 5% de la población mundial.
Solo a nivel económico, el fenomenal fracaso de esta estupidez humana condenó al encierro y a la miseria a todo tozudo que intentó implementarla. La gente pone aun hoy en riesgo su vida por escapar de su yugo y como única respuesta a ese desafío el comunismo solo ajusta los grilletes de las cárceles.
Hacia esta increíble “modernidad” se va dirigiendo la Argentina. ¿Cómo ha ocurrido esto? Nadie lo sabe. Pero lo cierto es que sin prisa pero sin pausa estos mercaderes de la pobreza se han encaramado en el poder hasta haber copado hoy lugares centrales y sensibles de la administración, de la justicia y del ámbito legislativo.
A fuerza de ver cómo los sillones del Estado enriquecían a sus ocupantes, más y más franjas de “vivos” se han subido a este carro que hoy copa las decisiones centrales del país. Los primeros capitalistas son ellos, pero la primera víctima de su “iluminismo” ha sido la libertad individual.
El gobierno de la Sra de Kirchner ya nombra sin ningún pudor a ciudadanos privados por nombre y apellido y los acusa ante la gente de anti-argentinos. No repara en calentar la verba y el clima de violencia con tal de enfrentar a unos contra otros en su afán de salir como único victorioso de la división.
Se está viviendo con infusiones de miedo. Con la siembra del terror a la clausura, al escrache, a la prohibición de trabajar y, por qué no, a la cárcel, atropella a diestra y siniestra, abriéndose paso a los codazos hacia el copamiento completo del poder. Es el manual del marxismo en acción.
Mientras fortunas de dinero público aterrizan en los bolsillos privados de la nomenklatura privilegiada, la sociedad asiste absorta a su propia extinción. Hasta los funcionarios mandados a la hoguera aplauden los discursos en donde se ordena encender el fuego en que los quemarán.
De ahora en más deben esperarse redadas, clausuras, sanciones millonarias, escraches públicos, expropiaciones, cancelaciones de licencias para operar. Será una caza de brujas a todo o nada.
Quienes pudieron hacer algo al respecto cuando aún se estaba a tiempo, callaron. Por temor a que les pasara algo, ahora les va a pasar. Pero lo más curioso de esta cuestión es que muchos de esos pusilánimes aun guardan un gran margen de manejo económico, incluso para “escapar”, llegado el caso.
Pero la enorme mayoría de gente que vive de su trabajo y que no ha hecho “diferencias” apreciables en su vida como para tener hoy una “espalda” económica que, de última, le permita huir hacia la libertad, quedará presa aquí; presa del atropello y de la exacción marxistas, trabajando como esclava. ¡Esta es la enorme paradoja de ésta vuelta de campana!
Más de un año vista con este poder de daño es un tiempo sideral. La oposición no parece estar a la altura de los empellones que son capaces de dar desde el gobierno. Su vocación por ganar el centro de la escena es muy similar a cero, y la sociedad ni siquiera tiene un horizonte cierto de lo que cada uno de sus candidatos se propone hacer. La diferencia de “vitalidad” en ese sentido, es alarmante. En ese campo yermo de ideas y de inacción se yergue una sola voz y una sola voluntad: la del gobierno. El país vive y vivirá -al menos por los que le queda de mandato a la presidente- bajo el principio de que la realidad no es indómita a la voluntad del que manda. Al contrario, nada hay superior a esa voluntad y todo –incluida la realidad- deben someterse a lo dispuesto desde allí, desde las variables económicas hasta los derechos civiles de los individuos. Si alguien pretende rebelarse contra esa voluntad –sean las variables económicas o los derechos civiles- será perseguido por la fuerza. Y bajo esa fuerza deberá vivir, si es que a eso puede llamárselo “vida”. Es la historia del marxismo en el mundo. Sólo resta saber cuál será el límite de esa fuerza… Hasta dónde llegará…