Días de preocupación

El día lunes tuvo una clara división en lo que hace a la información importante. La mañana estuvo dominada por el súbito renacimiento del apuro presidencial por sancionar el nuevo Código Civil y Comercial y la tarde por la decisión de Griesa de declarar al país en desacato. Comentaremos brevemente ambas noticias.

Empezaremos por el final (es decir lo que ocurrió por la tarde). Finalmente el juez Thomas Griesa decidió declarar en desacato a la Argentina por no cumplir con la sentencia que la obliga a pagar el juicio a los holdouts.

Se trata de una decisión en gran medida simbólica, aun cuando tendrá un impacto pecuniario en el país que aún no conocemos.

Pero sin dudas, frente a la comunidad internacional y a todos los efectos prácticos de avanzar en el mejoramiento de la situación relativa del país, es un serio paso atrás. Continuar leyendo

La ayuda de Obama que el Gobierno argentino ignora

Es posible que la presidente haya errado el timing y el lugar para su presentación por el tema de las reestructuraciones de deudas soberanas. Como se sabe, la Sra de Kirchner hablará hoy ante la Asamblea de las Naciones Unidas para proponer que, de ahora en más, y teniendo en cuenta lo que le ocurrió a la Argentina, se establezca un orden internacional universalemente aceptado por las naciones según el cual cuando un país logra un determinado porcentaje de aceptación de acreedores para un plan de regularización de deudas, la minoría que no lo acepte no pueda sino acceder a lo que decidió una mayoría calificada.

Se trata de llevar al Derecho Internacional Público las normas del derecho privado comercial en donde, efectivamente, cuando una empresa se presenta en convocatoria, si allí logra el consentimiento de un determinado porcentaje de acreedores, el resto debe aceptar su plan y empezar a cobrar de acuerdo a la propuesta presentada y aprobada.

La Presidente viene haciendo de esta postura una especie de batalla quijotesca por la Justicia Social Universal y en contra de los carroñeros fondos buitre que cuentan -en el escenario presidencial- con el invalorable apoyo del gobierno del Imperio que defiende los intereses de esos explotadores como si fueran propios.

Sin embargo, los hechos dicen otra cosa muy distinta a los ubicuos mensajes de antinorteamericanismo con los que la jefa de Estado ha bombardeado los oídos de todos nosotros en una inexplicable explotación demagógica de la política internacional.

A las muchas presentaciones de “amicus curiae” que el gobierno norteamericano ha hecho a favor de la Argentina durante todo el tiempo que duró el proceso en el juzgado de Griesa, se le sumó hace 20 días una propuesta que la administración de Barack Obama hizo ante la ICMA (International Capital Markets Association) para que a partir de ahora los acreedores minoritarios no puedan desconocer lo resuelto por una mayoría calificada en un programa de rerestructuración soberana. En pocas palabras, ni más ni menos que lo que la Presidente busca.

Kevin Sullivan, el encargado de negocios norteamericano en Buenos Aires a cargo interino de la Embajada, lo anunció al mismo tiempo que le recomendó al país salir del default para empezar a recibir las inversiones que necesita.

Ese fue su error. Era imperioso encontrar alguna palabra del diplomático que permitiera ocultar el hecho de que nada menos que el Imperio enemigo estaba liderando una corriente financiera para que en el futuro los países que reestructuren su deuda puedan estar a salvo de los “buitres”. Si Sullivan hubiera callado su consejo sobre el default, al gobierno se le habría caído un enemigo, probablemente el mejor enemigo de estos tiempos de populismo “reloaded”: el imperialismo yanqui mostrado aquí como poniéndose, siempre presuroso, al lado de los poderosos y en contra de los débiles.

Es más, la presentación de hoy de la Presidente se hace en un lugar equivocado e inoperante. Resulta ya histórica la inutilidad de la ONU prácticamente para cualquier tema que haga a las preocupaciones mundiales. Su pomposa organización no ha sido capaz de entregarle al mundo una sola solución a nada y ningún conflicto internacional ha podido ser evitado por la gracia de la ONU. Es, a todas luces, un organismo burocrático inservible.

Y si lo es en los aspectos fundamentales que tienen que ver con su fundación -la paz mundial y el evitar los conflictos armados- cuanto más en una cuestión que tiene que ver con las finanzas internacionales en donde la ONU no juega ni de visitante.

La International Capital Markets Association, en cambio, es una entidad que reúne a más de 450 instituciones financieras y fondos que operan diariamente con bonos y títulos en todo el mundo y que, por lo tanto, ejerce un peso mucho mayor sobre esos operadores que el que puede tener la pobre ONU. La presentación norteamericana, reiteramos, fue hecha allí. A tal punto es importante la cuestión que esa movida de la administración Obama probablemente sea el mayor impacto que hasta ahora han tenido los “buitres” en términos efectivos y no simplemente como parte de una incendiaria verborragia de propaganda.

Como todas las cosas útiles -y fundamentalmente en donde esa “utilidad” genera inconvenientes para algún pícaro- el dato fue menos conocido (o desconocido por completo) que los fuegos de artificio que la verba de Kicillof y la Presidente lanzaron estos días en contra de los EEUU y de su gobierno. Pero cuando uno va a buscar lo que Hipólito Yrigoyen hubiera denominado “efectividades conducentes”, son los EEUU los que están jugando su peso en la futura solución de estos conflictos. Y están haciéndolo en los lugares en donde realmente vale la pena y es útil hacerlo.

Lo que la mandataria y probablemente su ministro de economía desconozcan es que lo que el Gobierno de ese país no puede hacer es ignorar las decisiones soberanas de sus jueces, que son independientes de ellos y sobre los que no tienen ningún poder ni de vigilancia, ni de control, ni de superioridad jerárquica.

Probablemente, tanto la Sra. de Kirchner como Kicillof, acostumbrados a cómo se manejan las cosas en la Argentina, hubieran esperado que el presidente Obama levantara un teléfono y pusiera a Griesa “en su lugar”, amenazándolo incluso con dejarlo de patitas en la calle. Pero eso es parte de la visión aldeana que el oficialismo tiene del mundo, que le impide ver cómo funcionan las instituciones en la civilización de la democracia.

La concepción feudal del poder que existe en el kirchnerismo cree que las cosas son iguales en todas partes, y con su discurso plagado de sofismas trasmite esa misma idea a franjas desinformadas de la sociedad argentina que sigue fomándose en ese modelo “barrial” y encerrado de ver la vida.

Ese “tupper” en el que muchos argentinos viven le ha sido excepcionalmente funcional al Gobierno que, explota esa ignorancia para hacerles creer la versión de la realidad que más le conviene.

Pero más allá de esas mentiras, lo único que vale es la verdad. Y en ese terreno el gobierno norteamericano ha hecho más por la validación del voto mayoritario en las reestructuraciones soberanas de deuda que las sobreactuadas manifestaciones de la Presidente en un escenario proverbialmente conocido por su incompetencia.

Un jacobinismo de consecuencias imprevisibles

¿Por qué la Presidente eligió lanzar el país a un jacobinismo de consecuencias imprevisibles? Nadie lo sabe. El día jueves, en el marco del enésimo discurso anunciando un plan de subsidios y fomento, anunció que su Gobierno aplicaría la Ley Antiterrorista a la compañía RR Donnelley por considerar que la quiebra de dicha empresa fue una maniobra provocada a propósito para alterar el orden social y económico.

La Presidente dijo que parte del paquete accionario de la imprenta pertenecía a un fondo controlado por Singer, en una especie de “confabulación mafiosa internacional” contra la Argentina.

Se trató de un discurso preparado para amoldar las necesidades políticas de su gobierno a los términos de una ley dictada con todas las ambigüedades posibles del lenguaje para dar lugar, precisamente, a que su aplicación se adecue a una coyuntura determinada.

La Presidente también dijo que era “la primera vez” que se aplicaba. Se trató de un dato erróneo o, quizás de una desinformación presidencial. La ley antiterrorista pretendió ser aplicada antes contra manifestantes en Famatina y contra el periodista Juan Pablo Suarez en Santiago del Estero. Este último estuvo preso 10 días simplemente por filmar las escenas de una rebelión policial en su provincia.

La ley establece ciertos requisitos (coherentes al menos con el objetivo blanqueado al sancionarla, esto es, cumplir con una imposición del GAFI para evitar el lavado de dinero) que incluyen la necesidad de probar una vinculación con una red terrorista internacional, que se laven activos financieros, que existan armas y explosivos y que se incite al odio racial, étnico o religioso con el objetivo de causar terror a la población.

Cómo hará el Gobierno para probar la existencia de armas, explosivos, incitación al odio racial o religioso para causar terror en la población, tampoco lo sabemos. Pero lo que resulta evidente es que el intento pasará por describir la maniobra como una acción programada por los fondos buitres (que a estos efectos ocuparían el lugar de la “asociación ilícita internacional”) para aterrorizar a la población por la vía de hacerle creer que la economía se desploma con la inocultable consecuencia de la pérdida de empleos y fuentes de trabajo.

La Sra. de Kirchner agregó que para ese objetivo la empresa había contado con la inestimable colaboración de la prensa (tan buitre como Singer y Donnelley) que con “grandes titulares anunciaba la pérdida de 400 puestos de trabajo” y de la Justicia, en la persona del juez comercial Gerardo Santiccia, a quien acusó de fallar una “quiebra express” (“el que quiera una quiebra rápida ya sabe adónde ir… Hasta Griesa es más lento…”, ironizó). También dijo que el Gobierno pedirá que se revoque la quiebra y se investigue la “defraudación”. También anunció que irá a la SEC de Estados Unidos (la agencia que regula y controla Bolsas y valores de ese país) donde Donnelley informó de sus pérdidas por el cierre en Argentina.

Todo esto es gravísimo. La Presidente está embarcando al país en un sistema de vida peligroso que incita a la tacha de argentinos bajo el argumento de que son “buitres” locales. Está poniendo en peligro lo que queda en pie del sistema de garantías de la Constitución. Está tergiversando la aplicación de la ley retorciendo su interpretación para que ésta cuadre con sus objetivos y está acusando a individuos de pertenecer a organizaciones criminales con ramificaciones internacionales, todo de una manera temeraria, sin pruebas y sin seguir los procedimientos que la propia ley argentina prevé para casos como los que la Sra. de Kirchner insinúa.

En efecto, la ley de quiebras establece la figura de la quiebra fraudulenta cuando se sospeche que dicha declaración envuelve una estrategia para estafar a los acreedores o para evadir las obligaciones comerciales, laborales o impositivas de la empresa. Pero acudir a la Ley Antiterrorista  (olvidando que en el Derecho Penal no existe la analogía y no se puede aplicar una ley punitiva por “semejanzas”, sino que en cada caso deben cumplirse taxativamente los requisitos establecidos en el tipo penal para poder aplicar la ley) es una maniobra del tipo “quemar las naves y que se pudra todo”, francamente inconcebible en una jefe de Estado, en la que debería primar la cordura, el tino y la sensatez.

Si todo el argumento en el que se basa esta movida es que Donnelley tiene un socio minoritario llamado Black Rock al que la presidente vinculó con Singer (“todas las piezas comienzan a encajar”, dijo) sería conveniente que revise su información antes de seguir adelante con esta locura.

En efecto Black Rock posee unas pocas acciones en Donnelley (nada que le permita decidir la quiebra de una de sus subsidiarias en el mundo). Pero la Sra. de Kirchner omitió explicar -no sabemos si adrede o porque realmente no lo sabe- que ese fondo también posee un porcentaje minoritario de acciones en la petrolera estatal YPF. Además, Larry Fink, el CEO de Black Rock, fue una de las pocas figuras de primer nivel de Wall Street que apoyaron expresamente a Argentina en el conflicto con los buitres. Fink llegó incluso a presentarse como “amicus curiae” de la Argentina ante los tribunales neoyorkinos en defensa del país y en contra del fallo del juez Thomas Griesa.

En fin, cada vez son más los indicios de que toda esta tremenda complicación con los holdouts le ha venido como anillo al dedo al Gobierno. Le cayó del cielo, como la mano levantada del defensor de Nacional para provocar el penal que salvó a San Lorenzo de su peor momento en el partido por la final de la Copa Libertadores.

Ahora todas las vicisitudes económicas serán culpa de los “buitres”; quienes hagan comentarios de cualquier naturaleza que no sean del agrado del gobierno serán “buitres locales”, como ya lo dijo Kicillof; los partidarios de la venezuelización completa de la Argentina y del desacople final y definitivo de la Argentina con el mundo tendrán la excusa perfecta para perfeccionar sus anhelos.

En ese sentido. era hasta gracioso ver el viernes a la mañana la manifestación de estudiantes universitarios y secundarios en las inmediaciones del Obelisco “contra las empresas norteamericanas buitres”. Pero uno se pregunta, si se está dando lo que quieren ¿por qué se quejan? Si las empresas “norteamericanas buitres” están saliendo de la Argentina ¿por qué protestan? No era eso lo que reclamaban? ¿O al final querían que se quedaran? Es increíble: los muchachos revolucionarios salen a la calle a hacer bardo y ni siquiera saben por qué lo hacen.

La jacobinización de la Revolución Francesa terminó con la Revolución Francesa y arrojó a Francia a las manos de Napoleón, en una parábola entre graciosa y paradójica -aunque muy explicable si uno estudia el fenómeno de la Revolución y si uno estudia hasta la propia Francia- teniendo en cuenta que todo había empezado para liberar al pueblo francés de la dictadura de la monarquía.

Solo esperemos que la jacobinización de Cristina no genere un nuevo tipo de despotismo en la Argentina.

La crisis económica como éxito político

No recuerdo a ningún argentino que reivindique a Leopoldo Fortunato Galtieri. Tampoco a nadie que abiertamente admita que votó a Menem. O a De la Rúa.

Todos los sucesos que hicieron posible la sustentabilidad temporal de Galtieri, los más de diez años en el poder de Menem y el estrellato fulgurante del presidente de la Alianza, sin embargo, fueron posibles por el apoyo de una mayoría evidente de argentinos.

La invasión de las Malvinas produjo una explosión de nacionalismo que llenó de bote a bote la Plaza de Mayo durante varios días en aquel comienzo del otoño de 1982. Galtieri era Gardel. A sus palabras “si quieren venir que vengan: le presentaremos batalla…” seguían alaridos de apoyo antimperialista. En el año del Mundial de España, con Maradona sumándose al plantel del Campeón del Mundo vigente (de 1978) aquello parecía la previa de otro campeonato ganado, una fiesta de la argentinidad. Recuerdo claramente la palabra “majestuoso” haciendo referencia al presidente militar.

Tres meses después, en todos los bares de la Argentina, los expertos (que por supuesto ya éramos en estrategia militar) nos encontrábamos condenando al “majestuoso” y a todo el gobierno que había estado a milímetros de consolidar, quién sabe por cuánto tiempo más, la dictadura militar.

En 1995, cuando ya nadie podía ignorar el perfil del gobierno de Menem, cuando ya no había slogans difusos como “síganme que no los voy a defraudar” sino 6 años y medio de un gobierno cristalino en cuanto a su rumbo, el presidente que había logrado reformar la Constitución a favor de su propia reelección ganaba la contienda electoral con el 52% de los votos. Cuatro años después los varones se tocaban el testículo izquierdo al nombrarlo y las mujeres las mamas del mismo lado. Nadie parecía haberlo votado. Había ganado, seguramente, con los votos de un electorado extranjero especialmente traído al país a los efectos de votar. Los argentinos nos habíamos convertido en expertos en moral y ética (los principales achaques al menemismo) y nos preparábamos para elevar al gobierno a una asociación de partidos de centro izquierda, encabezada por el radicalismo porque identificábamos allí el nuevo Sol que salvaría a la república de tanta inmundicia.

Dos años después no era posible encontrar a nadie que confesara su amor por De la Rúa y por la Alianza. En ese momento todos “sabíamos” que aquello era un “engendro”, una “bolsa de gatos” que no podía funcionar… “Yo te lo dije: esto no iba a andar…” Ya nadie recordaba los festejos de octubre de 1999 cuando De la Rúa vencía a Duhalde. “¿Quién yo…?, ¡si yo siempre dije que De la Rúa era un tarado…!

Luego vino lo que todos sabemos: el default de Rodriguez Saá festejado como el gol de Maradona a los ingleses, también detrás de consignas nacionalistas, todos envueltos en la bandera y al grito de ¡Ar-gen-tina, Ar-gen-tina..!

Ahora, algunas encuestas dan hasta el 48% de apoyo al modo en que la Presidente está manejando la crisis con los holdouts. Kicillof se ha vuelto la estrella del gobierno, siendo él el que llevó al país al default al convencer a la presidente de boicotear el acuerdo con los bancos. Algunos hasta lo consideran un “sex-symbol”… un “majestuoso”.

¿Qué pasará con estos argentinos que le dan estos números hoy a la Presidente cuando lo actuado lleve el dólar a las nubes y esto retroalimente la inflación? ¿Qué ocurrirá cuando todos noten el freno al ya escaso crédito que existía en el mercado? ¿Y cuando algunos empiecen a perder sus empleos? ¿Qué pensarán cuándo vean que no consiguen los productos que buscan o que el dinero no les alcanza o que Vaca Muerta no será un nombre pintoresco sino la realidad de un proyecto sin financiación?

Un slogan con el que la presidencia remataba muchos de sus avisos de propaganda decía “Argentina: un país con buena gente”. ¿Es asi? Más allá de la demagogia omnipresente en todo lo que el gobierno toca, la frase nos fuerza ese interrogante. Hace unos años el psicoanalista y sociólogo José Abadi escribía junto a Diego Milleo un libro con el título exactamente contrario “No somos tan buena gente”.

¿Qué somos?, ¿cómo somos?, ¿de dónde nos vienen estas actitudes infantiles que podrían unirse bajo el denominador común de no reconocernos responsables de nada? Todo es culpa de los demás, “nosotros, ‘buena gente’…” “Yo, argentino…”, hubiera dicho algún antiguo. ¿Es “buena” la gente que no se hace responsable de nada; que no reconoce sus errores, sus fallas, sus decisiones equivocadas?

Nosotros “sabíamos” que Galtieri era un borracho, que Menem no tenía ética, que De la Rúa era un inoperante, que Rodrigez Saá era un irresponsable… Lo “sabíamos”. Solo que en el momento en que hubiera sido crucial que ese “conocimiento” se manifestara en acciones diferentes, apoyamos al “borracho”, al “falto de ética”, al “inoperante” y al “irresponsable”. Tarde.

¿Ocurrirá lo mismo esta vez? ¿qué diremos dentro de un tiempo de los “fenómenos” Cristina y Kicillof ? “Yo siempre lo dije: estos nos hundían…”

Argentina, un país con buena gente…

Una crisis agravada por la demagogia interna

No fue bueno el resultado de la audiencia de ayer en la que el juez Thomas Griesa decidió no reponer el stay que le permitiría a la Argentina liberar el pago a los acreedores de los canjes 2005 y 2010.

El Juez incluso pareció endurecer su posición al no permitir ni siquiera que los acreedores en sede no neoyorquinas y en monedas que no son el dólar (euros y yenes, por ejemplo) cobren sus acreencias de los giros argentinos.

Y volvió a tener consideraciones verbales acerca de la no contribución a la solución del problema que hacen las declaraciones del gobierno argentino. Es decir, se está dando la enorme paradoja de que las soluciones judiciales están siendo impedidas por la “política”, justamente lo contrario de lo que esperaba la Presidente y el ministro Kicillof, es decir, que la “política” finalmente pesara más que la aplicación pura y simple del Derecho.

Griesa mandó a seguir las negociaciones con el special master Dan Pollak pero no insinuó de su parte una intención de “tirarle una soga” a la Argentina.

El día lunes se produjeron algunas declaraciones en el mercado que contrastaron con los números. El presidente del Banco Macro, Jorge Brito, dijo que si al 30 de julio no se arreglaba la situación con los holdouts y se caía en default “no pasaba nada”. Los mercados no pensaron lo mismo que anticiparon cierto “empiojamiento” de la cuestión y cayeron fuertemente.

Está claro que el viernes 1 de agosto no “va a ocurrir nada” puntualmente catastrófico. Ese día el país amanecerá como puede hacerlo pasado mañana. Pero a partir de la caída del periodo de gracia que está corriendo desde el 30 de junio, se podrían activar en los próximos 60 días mecanismos muy peligrosos para la situación financiera del país.

Uno de ellos es el que se conoce como “aceleración de los vencimientos” que los acreedores de los canjes podrían pedir para que se les pague de una sola vez todo lo que se les debe, sin respetar ya los plazos ofrecidos por el país. Ese peligro solo podría ser detenido si la Argentina lograra convocar la voluntad de un 50% de los acreedores reestructurados que votaran la “no-aceleración”.

Pero, como está de más aclarar, eso implicaría entrar en un proceso muy complejo y lento que no detendría el deterioro de la situación financiera y comercial exterior del país.

Lo que también parece desprenderse de la audiencia de hoy es que el juez Griesa parece haber entrado en un juego de respuestas a las bravuconadas del gobierno argentino tomando decisiones que lo perjudican (sin olvidar claro está que ese perjuicio no se verifica en las “personas” de los gobernantes, sino en la situación de cada uno de nosotros).

La desesperación local por la cláusula Rigths Upon Future Offers (RUFO) está haciendo perder de vista las mejores opciones disponibles. Si bien es cierto que la reposición de una cautelar aliviaría el pago a los bonistas, manteniendo el canal con Pollak, la siguiente mejor opción, si esa se complica, es pagar los U$S 1330 millones y terminar con la posibilidad del default. La RUFO no se gatillaría en ese caso porque claramente el pago sería la consecuencia de una sentencia obligatoria y no de la voluntad libre de la Argentina.

No es cierto que de esa jugada se deriven una catarata de juicios millonarios ipso facto. Pagado Singer y el fondo Elliott, quedaría algo menos del 6% de deuda sin verificar. Gran parte de esos acreedores jamás dieron muestras de vida. Es más, en el mercado financiero se cree que muchos han muerto en posesión de los bonos y que otros se han olvidado simplemente de la existencia del país y de sus acreencias. Aunque pueda parecer raro, esto es lo que se sabe y comenta en los mercados financieros internacionales. De modo que las cifras tremendistas que el gobierno maneja en algunos medios cercanos a sus posiciones son irreales.

Por otra parte, el pago detendría los intereses diarios que Griesa ha establecido por cada 24hs que pasan sin pagar. Se tratan de U$S 200000 por día. A este ritmo no se sabe que actitud sería la más inteligente, si seguir pateando esto hacia el futuro o darlo por terminado con un pago.

Para un país cuyo PBI es de U$S 500.000 millones, U$S 1330 millones no parece ser una cifra que vaya a desequilibrarlo, más teniendo en cuenta los beneficios que se abrirían y, fundamentalmente, los perjuicios que se evitarían.

Que el Gobierno no esté haciendo esto para pagar menos no es posible por el ajuste de intereses que ya vimos y por los antecedentes de las conductas oficiales frente a Repsol y frente al Club de París.

Con lo cual cada vez más se afianza más la idea de que la Presidente ha hecho de ésta otra causa para desarrollar una estrategia de demagogia interna. Sabe que ciertos sondeos arrojan como resultado que la gente se ha comido el “caramelito” de los “buitres” y todo ese verso nacionalista y patriotero y está decidida a explotarlo. Como si fuera poco le envía señales al mundo de que su alianza es con las autocracias sin Estado de Derecho de Rusia y China y no con las democracias de Poder Judicial independiente. Nada bueno saldrá de esto.

No se sabe muy bien por qué la Argentina entró en esta espiral (o tal vez sí) pero lo cierto es que los platos rotos los pagaremos todos.

El deterioro se profundiza en medio de las fantasías

Más allá de la reunión que se produjo el lunes entre el “special master” Dan Pollak y el ministro Kicillof, la economía real no deja de entregar datos preocupantes en su operación cotidiana. Los datos económicos siguen dando cuentas de un deterioro de las variables fiscales y reales, dos frentes en los cuales se siguen digiriendo los costos del salto cambiario de enero.

Sucede que la devaluación, lejos de mejorar las cuentas fiscales (tal como anticipaban algunos analistas), tendió a acrecentar el rojo. Según se conoció esta semana, el gasto primario aceleró su crecimiento al 45% anual en abril, abriendo una brecha de más de 10 puntos porcentuales respecto al ritmo al que crecen los ingresos genuinos (34%). Con esto, el alza del gasto primario promedió 42% en los primeros 4 meses del año, en tanto que, muy por detrás, los ingresos exhibieron un 35% de aumento, si se excluyen los recursos extraordinarios provistos por el BCRA y Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la ANSES.

Así, el superávit primario totalizó $672 millones en abril, un 46% menos que en igual mes de 2013, en tanto que el déficit financiero creció cerca de $1.200 millones (40%), de $3.066 a $4.277 millones. Excluyendo los recursos extraordinarios aportados por el BCRA y el FGS (unos $4.800 millones en total), la comparación resulta aún más desfavorable: el superávit primario se volvió deficitario en $4.100 millones y el déficit financiero escaló a $9.050 millones, más que duplicando sus niveles de abril del año pasado, acumulando en lo que va de 2014 $42.000 millones.

La aceleración del gasto está vinculada, fundamentalmente, al impacto de la devaluación de enero en los subsidios a la energía importada. Datos de la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP) indican que los subsidios energéticos crecieron un 107% en el acumulado a abril, con un incremento de 77% en los dirigidos a ENARSA y 124% los destinados a CAMMESA.

Entre las restantes partidas del gasto se destaca el crecimiento de las transferencias a las provincias (54% i.a. en abril), impulsadas por las derivadas del Fondo Federal Solidario de la soja. De esta manera, los mayores ingresos por retenciones generados por la devaluación son en parte compensados por mayores gastos vía transferencias a provincias. De hecho, según se conoció la semana pasada, la recaudación creció 35,5% en junio, liderada por el alza de los derechos de exportación (107%), mientras que el resto de los tributos ligados al nivel de actividad mostraron caídas en términos reales, en un escenario en el que tiende a profundizarse la recesión económica.

Si el cuadro ya se presentaba preocupante al mes de abril, entrando ahora en la segunda mitad del año la situación fiscal no hará más que ganar en complejidad. Con el deterioro de las cuentas públicas profundizándose, estimamos que en el segundo semestre el Tesoro se verá obligado a recurrir a la asistencia del BCRA por unos $143.000 millones. Y esta inyección de pesos, si bien en parte será esterilizada por la autoridad monetaria, tenderá a presionar sobre el mercado de cambios, con impacto sobre las reservas internacionales del BCRA y las cotizaciones alternativas del dólar, de no mediar un alza de la tasa de interés.

En este sentido, algunos creen que un acuerdo por la deuda todavía en default resultaría clave, ya que contribuiría a aliviar estás tensiones, facilitando el acceso a financiamiento externo, moderando la escasez de divisas y evitando tener que recurrir a un endurecimiento monetario que profundice la recesión en curso.

Sin embargo la presidente parece haber elegido un camino de confrontación con la ilusión de hacer un sinónimo entre la “guerra contra los buitres” (o contra los Estados Unidos) y la guerra de las Malvinas. Para ello se apoya en alianzas fantásticas que traen a su alrededor a personajes que incluyen a Maduro y Putin; a Correa y Xi Jinping, el presidente chino. La Sra. de Kirchner cree posible integrar el embrión inicial de una nueva rebelión contra los yanquis en particular y contra Occidente en general, en la esperanza que esas epopeyas disimulen la psicodélica combinación de corrupción, el robo y la mala praxis.

Son estas realidades las que profundizan el cepo, el cuadro daca vez más dramático de restricción de derechos y libertades y el desbarranco increíble de un país que debería estar nadando en la abundancia.

Creída como está de que el poder y la política son más fuertes que el Derecho, la Presidente no tiene otra alternativa más que unirse a los populismos de la Tierra, mientras el suyo sigue profundizando la miseria del pago chico.

Es la cultura, estúpido

El gobierno argentino está jugando con fuego. Creyendo que el mundo se mueve con las prácticas que lo hacemos nosotros fronteras adentro, toma decisiones que ponen en serio riesgo a la economía y al bienestar de todos.

Lo que está pasando con el tema de los holdouts,  Griesa y las decisiones de la justicia norteamericana, es una especie de enorme choque cultural entre dos concepciones irreconciliables de ver el mundo y las relaciones entre los individuos. 

La Argentina (y no es una apreciación que le cabe sólo a la administración Kirchner, aunque, claramente, los ribetes de esta última década han profundizado esa cosmovisión) cree básicamente en la fuerza del poder. No logra procesar la idea de que el poder debe someterse al Derecho y que las razones de Estado tienen una jerarquía jurídica inferior a los derechos individuales.

El mundo occidental en general y los Estados Unidos en particular tienen la concepción opuesta: creen básicamente en la supremacía del Derecho y en la preeminencia de los derechos individuales por sobre las razones de Estado. 

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Lijo ante decisiones trascendentes

Con la presentación de ayer de Nuñez Carmona (presentó un escrito y no declaró oralmente bajo el pretexto de que el cambio de abogado no le había dado tiempo a preparar su defensa) solo faltaría completar su indagatoria el ex jefe de gabinete del Ministerio de Economía, César Forcieri.

Focieri está en Washington como director por la Argentina del Banco Mundial. Aparentemente no se presentará ante Lijo fundado en que sus ocupaciones en la capital norteamericana le impedirían viajar. Es más algunos especulan con que el Gobierno le asigne rápidamente funciones relacionadas con los temas de la deuda y los holdouts para justificar y prolongar su ausencia.

El juez no parece haber hecho lugar a esas justificaciones y podría ordenar su captura internacional para que se presente ante sus estrados, dado que no probó, con documentación del Banco Mundial, los verdaderos motivos de su imposibilidad.

El detalle cobra importancia porque Forcieri es el único indagado que falta declarar. En teoría, como la citación a indagatoria fue emitida para todos los involucrados, los diez días hábiles para que Lijo se expida sobre la situación procesal de todos no puede empezar a correr sino hasta que todos se hayan presentado, declarando o no.

Por ejemplo, más allá de que no declaró formalmente, Nuñez Carmona se considera presentado; el juez ya no debería esperar una defensa amplia para empezar a contar el plazo.

Una vez que todos se hayan presentado -con declaraciones formales, por escrito o negándose a declarar- el juez tiene esos diez días hábiles para decidir. Algunos entienden que dicho plazo no es perentorio y el magistrado podría estirarlo algunos días si lo creyera conveniente para fundamentar su decisión.

Las tres alternativas que tiene son declarar el sobreseimiento, procesar o decretar la falta de mérito. Esta última opción no implica una absolución como podría indicar su nombre para un lego, sino una declaración del juez de que necesita más elementos probatorios para dilucidar la situación procesal de alguno de los implicados. Los fundamentos de la decisión deben ser, por supuesto, ajustados a los casos de cada uno de los implicados por separado, no pudiéndose emitir una decisión grupal o de conjunto.

De todos los indagados fue Boudou el que pasó más tiempo en el juzgado declarando ante el juez. Muchos indican que el vicepresidente salió más comprometido con el caso de lo que estaba antes de ver a Lijo. Sus declaraciones fueron inconsistentes, muchas veces contradictorias y no llevaron claridad a su situación procesal, sino todo lo contrario. 

Fuera de las esperadas apariciones del Sr Vanderbroele y de Nuñez Carmona (Vanderbroele presentó un escrito y Carmona pidió declarar más adelante) fue la presentación que hiciera el entonces jefe de asesores de la AFIP Rafael Resnick Brenner la que más llamó la atención y la que más compromete a Boudou y a su socio comercial.

Resnick contó que mantuvo una reunión en el Ministerio de Economía en relación a la moratoria solicitada por Ciccone en donde el Sr Forcieri le presentó a Nuñez Carmona como el funcionario del Ministerio de Economía que estaría al tanto del asunto de allí en más. Se trata de una declaración muy comprometedora, tanto si Nuñez Carmona fuera o no funcionario del ministerio. Si lo era porque sus vinculaciones comerciales con el entonces ministro y hoy vicepresidente tornarían ese cargo como manifiestamente incompatible. Y si no lo era porque estaba usurpando una función publica en nombre del Estado para llevar adelante un trámite frente a otra dependencia pública, en este caso, la AFIP.

Forcieri a su vez negó esa aseveración. Dijo que jamás le presentó a nadie a Resnick y que el expediente de Ciccone Calcográfica nunca pasó por sus manos. Sin embargo parece no estar demasiado apurado por gritar esas afirmaciones de inocencia en la puerta del juzgado de Lijo: le hizo saber al juez que no podría viajar a Buenos Aires antes del 11 de agosto.

Mientras el vicepresidente sale fuera del país en representación oficial de la Argentina en un viaje que lo tendrá fuera de nuestras fronteras una semana, visitando Panamá y Cuba. Por este viaje tampoco podrá presentarse a otra declaración indagatoria ante el juez Bonadío que lo citó para que se defienda de los cargos por tener un automóvil de su propiedad con papeles falsos.

Lamentablemente todos estos antecedentes parecen indicar que Lijo no tomará una decisión sobre la situación procesal de cada implicado en un futuro cercano; un futuro cuya prontitud nos deje satisfechos y tienda un manto de certeza sobre este caso por demás espinoso. Habrá que ver incluso cómo interpreta el magistrado la presentación de ayer de Nuñez Carmona, si como suficiente para empezar a contar el plazo o si como meramente formal, haciendo lugar al pedido del interesado de una “ampliación” de su declaración para “más adelante”.

Sería lamentable que ello ocurriera porque el caso se oscurecería más de lo que está. Las ambivalencias que lo vienen caracterizando aumentarían y la inseguridad jurídica respecto de la responsabilidad de los funcionarios públicos involucrados se prolongaría en el tiempo.

Por ello sería interesante que el juez considerara como declarado a Nuñez Carmona y que habilitara una declaración por escrito de Forcieri ante un funcionario consular de la Embajada argentina en Washington para que pudiera empezar a correr el plazo de diez días hábiles establecido por el Código Procesal Penal para que empiecen a dilucidarse las responsabilidades públicas y privadas de este caso, al menos en sus instancias iniciales.

Toda tardanza contribuirá a agregar dudas y sospechas sobre un expediente de por sí grave como para que se le sumen más susceptibilidades. Esperemos que Lijo repare en el hecho bochornoso de ayer ocurrido en el jury de Campagnoli cuando en la audiencia de alegatos en su contra, se produjo la ausencia repentina e inesperada de la jueza Cristina Cordoba por “un pico de estrés”, lo que motivó la suspensión de su juicio político hasta que termine la licencia otorgada a la ausente. Lo grave del caso es que todas las fuentes tribunalicias aseguraban que Córdoba emitiría un “voto clave” en la audiencia, por lo que la suerte de Campagnoli, de la estrategia del gobierno y gran parte del prestigio de la justicia argentina en general, dependían de lo que sucediera ayer. Sugestivamente ayer se produjo este incidente que paraliza abruptamente la decisión, generando las suspicacias de todos.

Lijo tiene maneras de evitar que esto suceda con la causa que tiene en sus manos. Esperemos que arbitre los medios necesarios para lograrlo.

De víctimas a responsables

La Argentina daría un paso enorme hacia la confiabilidad, la normalidad y, en suma, hacia la tranquilidad, si la presidente Cristina Fernández de Kirchner dejara de hacer comentarios llenos de indirectas, demagogias baratas, pero especialmente victimizaciones infundadas.

El lunes, en ocasión de anunciar un plan (Pro.Cre.Auto) por el cual se otorgan condiciones especiales para comprar autos 0 KM en cuotas de hasta 60 meses, la Presidente no se privó de hacer algunos comentarios como de soslayo -que justamente es lo peor del caso- respecto al tema de la deuda con los holdouts.

Primero dijo: “Siempre estamos en la cancha, aunque algún árbitro nos quiera bombear”, una obvia indirecta al juez de la causa, Thomas Griesa, quien prácticamente, por los términos que la propia Argentina escribió en los protocolos de los bonos de aquella deuda vieja y por cómo se comportó luego del default y –particularmente- con las disposiciones unilaterales que decretó en los canjes de 2005 y 2010, tenía la sentencia escrita aun antes de abocarse al estudio del caso.

La legitimidad de los títulos era tan clara y la discriminación consumada por la Argentina tan obvia que al “arbitro” (como metafóricamente lo denomina la Sra. de Kirchner) no le quedaba otra salida más que fallar como lo hizo. Nadie bombeó a nadie aquí. O, al menos, no lo hizo el juzgado de Griesa de acuerdo a las pruebas documentales que tenía enfrente.

El gobierno sí intentó “bombear” a parte de aquellos a los que ahora sugestivamente ya no llama “buitres” sino “acreedores” o “holdouts”, con la inconcebible -pero muy sugestiva- “ley cerrojo”. Sugestiva porque su sanción puso de manifiesto hasta donde el país creía realmente que podía ponerse en posición de establecer las condiciones en las que iba a pagar. Se trató de un monumental acto de soberbia: “Te sanciono la ‘ley cerrojo’ y listo, si no entraste al canje no existís, no te registro, no te voy a pagar nunca porque para mi pasaste a estar directamente borrado del mapa”.

El kirchnerismo no entiende que el mundo no se maneja así. Cree que puede ir con estas bravuconadas y el mundo se lo va a tolerar. No lo va a hacer y no lo hizo. Entonces, cuando esos jueces llegan a las sentencias lógicas que se desprenden de los propios documentos firmados por la Argentina en uso de sus facultades soberanas, dice que el “arbitro es un ‘bombero’”.

¿Por qué en lugar de seguir utilizando el tiempo para hacer demagogia no instruimos a la gente sobre cómo son las cosas en el mundo? En la Argentina hemos malacostumbrado a todos a una suerte de interpretación “elástica” de la ley y de la Constitución.

Anteyer, el abogado especializado Horacio Liendo planteó el tema directamente en términos de que en la Argentina está suspendida la vigencia de la Constitución para varios sectores desde la crisis de 2001, y que su validez plena no ha sido repuesta; que seguimos viviendo bajo un estado de excepción en donde son las razones de Estado y no las garantías constitucionales las que gobiernan el país.

En efecto, la Corte de nuestro país perdió la oportunidad de reponer la vigencia de esa arquitectura cuando declaró que el reconocimiento de derechos a acreedores que no entraron al canje iba en contra del “orden público argentino”, consolidando la concepción de la supremacía del Estado sobre los derechos individuales.

Parte de la sentencia de Griesa sobre la arbitrariedad de la discriminación entre acreedores -según el bono que tuvieran- se basó precisamente en que la postura argentina no era algo sostenido “solo” por el gobierno sino que los otros dos poderes (el Legislativo con la ley cerrojo y el Judicial con decisiones como ésa) habían dado señales claras de que el Estado de Derecho, como sistema protector de garantían individuales, no estaba vigente en el país, por lo que los individuos que se veían afectados debían contar con la protección de su corte.

En el mismo sentido de creer que la victimización sigue siendo una opción discursiva válida, la Presidente -siguiendo con las analogías futboleras- dijo: “Necesitamos salir a la cancha con un equipo, yo puedo ser la arquera y acá estamos atajando goles”.

Esos “goles” hubieran sido completamente innecesarios si el país y el gobierno de esta última década hubieran encarado su relación con el mundo de otra manera, tratando de integrarnos y de restaurar las relaciones normales con la comunidad internacional, en lugar de asumir el papel de un mojador serial de orejas, creyendo que con eso pasábamos a ocupar el sitial de los “vivos”.

La vocación de la Sra. de Kirchner por trasmitir la idea de que su misión al frente del país es una especie de sacerdocio sacrificado que nadie comprende y en el que está dejando la vida mientras la bombardean de todos lados es persistente y pertinaz. Sin embargo, es su propensión política la que la colocó allí, y convengamos que la inclinación beligerante siempre ha salido más bien del poder antes que de otro lado. Las referencias a que “el hombro lo tenemos que poner todos, porque nadie se salva solo” parecen a esta hora un chiste de mal gusto cuando durante años fue el gobierno el que se cortó solo, sin incluir a nadie que no pensar como ellos.

La negociación de la deuda fue otro capítulo de ese autismo. Nunca estuvo dispuesto el gobierno a escuchar otras voces, a las que, si expresaban algo distinto a su voluntad, calificaban de “agentes al servicio de los intereses de los buitres”.

Las frases de juvenilias del secundario o de los primeros años de la facultad ya nos quedan lejanas. Todos hemos crecido y esas épicas suenan desfasadas en las bocas y en los oídos de gente grande. Es preciso ganar rápidamente en adultez y parte de ese crecimiento debe consistir en archivar para siempre el discurso que nos pone como víctimas en lugar de ponernos como responsables.

Lo que la presidente realmente quisiera negociar

Para el gobierno argentino la puesta en escena es fundamental. Muchas veces le asigna mayor valor a esas escenografías que a la propia sustancia de lo que se discute. El caso de la deuda impaga con los holdouts no ha sido la excepción.

Desde la presidencia de Néstor Kirchner trató de transmitir la imagen de que la intransigencia con esos grupos era una forma de la épica nacional, una gesta que enfrentaba a los malvados que tenían por objetivo la destrucción de la Argentina.

Esa concepción fue mantenida y aumentada por la Sra de Kirchner, mucho más dogmática que su marido y mucho más proclive a creer de verdad que protagoniza una epopeya de dimensiones colosales en la historia del país.

Esta postura enroscó al gobierno en un laberinto gratuito del que ahora le resulta difícil salir. Tanto infló el parche del nacionalismo haciendo de la resistencia a los holdouts uno de los capítulos preferidos del relato popular que ahora, cuando un fallo judicial seguido de dos confirmaciones de instancias superiores, nos pone en el lugar de encontrar una solución para no caer en default, nos encontramos encerrados entre la espada y la pared, obligados a elegir entre quedar como alguien que debe meterse todo lo que dijo en el bolsillo y pagar o volver a producir una quiebra nacional con las consiguientes consecuencias de escasez, pobreza y crisis.

En las primeras horas luego de conocido el rechazo de la Corte norteamericana a entender en el caso, la impresión general era que el gobierno iba a elegir lo que se llamó la “malvinización” del proceso, es decir, un endurecimineto nacionalista de la postura que, apelando a lo más rancio del mensaje aislacionista iba a proponer una guerra sin cuartel contra el mundo financiero, haciendo de las consecuencias nefastas que ello iba a traer una especie de trofeo pírrico de las banderas nacionales y populares.

Fue la sensación que se tuvo luego de escuchar sucesivamente a la presidente y al ministro Axel Kicillof el lunes y martes de la semana pasada.

Pero luego, a partir del Día de la Bandera -en donde muchos consideraban que estaban dadas todas las condiciones para que la presidente subiera la apuesta del desafío- el tono y las perspectivas cambiaron.

A la vera del Paraná la presidente dijo que en la Argentina sobraba la buena fe y que quería pagarles al 100% de los acreedores, reestructurados o no; que solo necesitaba que el juez generara condiciones justas y equitativas de negociación.

La presidente parecía decir a gritos “quiero pagar, les voy a pagar; les voy a pagar a todos… Pero ¡por favor ábranme una puerta para que yo internamente pueda seguir presentándome como una revolucionaria, aunque sea una actuación, una mentira, no importa, pero necesito que me permitan eso!”

Esa es la instancia de “negociación” que el gobierno pide. Margen para negociar el tema pago, tiene poco y depende más bien de la voluntad del Sr. Singer que de condiciones que pueda generar el juez Griesa. Es más, las apelaciones de la presidente al juzgado no parecen procesalmente pertinentes: Griesa ya terminó de ver caso y tomó una decisión. Su postura fue apelada y lo que él decidió fue refrendado en la Corte de Apelaciones y también en la instancia máxima. Son las partes -el gobierno argentino y el fondo NML- los que tienen que acercar al juzgado un convenio de cumplimiento de la sentencia. Si ese convenio es satisfactorio para las partes, Griesa lo homologará y todo habrá terminado.

Cómo hará la presidente para cumplir al mismo tiempo con lo que NML aspira del fallo y con el frente revolucionario interno que ya planteó la opción “Patria o Buitres”, es una incógnita aun por develar.

Pero en el mientras tanto, lo inteligente sería ir bajando los decibeles de aquellos extremismos para que las diferencias con la realidad no se noten tanto. Escuchar en Rosario a la presidente decir “quiero pagar, voy a pagar” y ver la tribuna con banderas norteamericanas cruzadas por pájaros carroñeros o carteles proponiendo la opción de elegir entre la “Patria” o los “Buitres” no es bueno para la salud mental de todos nosotros. Desde ese punto de vista siempre es mejor vivir con la verdad y no con ensoñaciones altisonantes.

También es hora de dejar de etiquetar con términos visualmente repugnantes a los que “especulan”: en geografías más cercanas hay muchos que podrían dar cátedra de esas prácticas y quizás en condiciones de transparencia menos evidentes que la que puede exhibir el fondo Elliot u otros que no entraron a los canjes de 2005 y 2010.

Esas agachadas populistas le cortan a la gente el camino a entender la verdad a la vez que encumbran a algunos a sitiales que no merecen y entierran a otros a infiernos injustos. ¿Qué pasará cuando sean los jubilados los que le reclamen al Estado cobrar lo que les corresponde? ¿Serán “buitres” también? ¿O el BCRA cuando quiera monetizar los papelitos con que el gobierno lo ha forrado será otro pájaro desagradable? ¿O acaso lo fueron los propios Kirchner cuando abiertamente confesaron comprar tierras fiscales por centavos y venderlas por millones?

Pese a todas estas dudas, la palabra presidencial debe ser tomada como un paso positivo en la buena dirección. No se sabe cuánto margen quedará para hacer una cosa en el terreno de los hechos y decir otra para la tribuna “de la liberación”. Pero en gran medida esa será una cuestión que tendrá más que ver con ésta última que con la presidente. Si hay personas a las que les encanta vivir engañadas, creídas de un verso insostenible, que cree estar ataviada con las armaduras de Don Quijote y que lucha por la justicia contra enemigos crueles, allá ellos. Un político puede aprovecharse, abusarse y hasta tratar de profundizar esas estupideces para su propia conveniencia, pero llega un momento que su lugar en la Historia debe independizarse de la bullanguería para centrar su mirada solo en el bienestar de las futuras generaciones. En ese exacto lugar está la presidente hoy. Y desde allí debe decidir qué hace. Lo que haga, como ella misma dijo, afectará no solo la temporalidad insignificante de su gobierno sino la suerte de sus hijos, de sus nietos y la de los hijos y los nietos de todos.