La muerte del fiscal Nisman no se resolverá. No nos engañemos. Como la causa que él investigaba o como la de la Embajada de Israel o como el crimen de Nora Dalmasso o el del Candela, nunca se sabrá que ocurrió en el piso 13 de las Torres Le Parc de Puerto Madero aquel 19 de enero. La Argentina no puede entregar certezas de ninguna especie a sus ciudadanos, en ningún caso. Aquí nunca se sabe que ocurrió.
El barro termina cubriendo todas las causas. Un lodazal fabricado y multiplicado por mil variantes, impide discernir dónde está la verdad y dónde la mentira.
Esa incertidumbre siempre es funcional al poder: en ese mar de dudas y de acusaciones cruzadas, quien monopoliza los resortes de las decisiones se ve favorecido porque las máscaras terminan de caer. Continuar leyendo