Un proyecto retrógrado para seguir militarizando la Provincia

Aunque disidencias en el bloque oficialista del Frente para la Victoria llevaron a postergar la sesión fijada originalmente para el 14 de mayo en la Cámara de Diputados de la Provincia una semana, la creación de las llamadas “Policías locales” cuenta con un amplio respaldo por parte tanto del oficialismo como del Frente Renovador, y con “buena prensa” en los medios del sistema. Desde el Frente de Izquierda nos opusimos al proyecto en las comisiones de la Cámara donde fue tratado y de las que somos parte (Presupuesto y Asuntos Constitucionales), y lo haremos cuando se trate en el recinto.

Las “Policías locales” vienen a reforzar el poder de fuego de la Bonaerense, no a reemplazarlo. La Bonaerense controla en la Provincia el llamado “gran delito” (narcotráfico, desarmaderos de vehículos, trata de personas, juego clandestino, etc.) en alianza con sectores del poder político, económico y judicial. Esto mismo ocurre en todo el país, como vimos con la complicidad de las Policías de Córdoba y Santa Fe con el narcotráfico o con la Policía tucumana con las redes de trata en el caso de Marita Verón. Las Policías reclutan “lúmpenes” para trabajar a su servicio, a quienes les liberan las zonas a cambio de quedarse con el grueso de lo que recaudan. También se aprovechan de jóvenes en situación de pobreza, a quienes persiguen y aun hacen desaparecer si se niegan a ponerse a su servicio, como ocurrió con Luciano Arruga en La Matanza.

Según todos los indicios, miembros de esta “maldita Policía” fueron los responsables de la desaparición de Jorge Julio López: en el año 2006 eran 9.026 los miembros de la Bonaerense que venían de los años de la dictadura y seguían en funciones, según un informe brindado por el entonces ministro León Arslanián. Recientemente la Cámara de Diputados votó favorablemente un pedido de informes que propusimos desde la banca del FIT para ver cuántos son en la actualidad, pedido que aún no ha sido respondido por el Ministerio de Seguridad provincial.

Las Policías se caracterizan también en nuestro país por la aplicación generalizada del “gatillo fácil”: según la CORREPI, de 2002 a la fecha fueron asesinadas mil cuatrocientas personas por este método o por torturas en cárceles y comisarías. En vez de desarticular este entramado mafioso organizado desde el propio aparato de Estado, Scioli y su ministro Granados refuerzan su poder creando un cuerpo policial que será controlado por cada intendente, principalmente por los “barones del Conurbano”, los cuales son parte tanto del FPV como del Frente Renovador de Massa. El ministro Granados ya implementó un antecedente de estas Policías locales en Ezeiza en base al reclutamiento de policías retirados, con denuncias de actuar como “escuadrones de la muerte” (ver Horacio Verbitsky, “Granados de guerra”, Página/12, 8-09-2013)

No hay que ser muy perspicaz para predecir que estas nuevas Policías serán grupos de choque al servicio de cada intendente, que las tendrá disponibles para utilizar contra los que reclamen por vivienda o salario y para amedrentar a los opositores de cada distrito, como ocurre ya con frecuencia en numerosos municipios. Los reclamos de varios intendentes para quitar todo mínimo control de los Concejos Deliberantes o de la población sobre los jefes de estas nuevas Policías dejan esto en claro para el que tenía alguna duda. Además, tendrán un costo adicional de unos cuatro mil millones de pesos anuales en una provincia donde hay numerosas carencias en educación, salud y vivienda. Sin ir más lejos, son miles los establecimientos escolares con problemas edilicios sin resolver y hay cientos de docentes a los que directamente no se les paga el salario durante meses.

Es claro que para este Gobierno y para opositores como los del Frente Renovador su prioridad no es la educación pública, el hospital público o el acceso a la vivienda para los trabajadores y los sectores populares, sino fortalecer el aparato represivo que, como dijimos, es quien maneja el “gran delito”. Refuerzan el poder de la Bonaerense mientras criminalizan la pobreza, transformando las barriadas populares de la Provincia en una suerte de prisión a cielo abierto y estigmatizando a los jóvenes de origen popular para lanzar contra ellos el malestar social, como se expresó en la ola de “linchamientos” fascistizantes de hace algunas semanas, alentados desde el discurso de políticos oficialistas y opositores como desde diferentes medios de comunicación. Una concepción derechista y retrógrada, basada en una suerte de “racismo social”, donde el “sujeto peligroso” a criminalizar y perseguir son los jóvenes como Luciano Arruga y no sus desaparecedores.

El Frente de Izquierda y una elección histórica

La elección del FIT nos permitió consagrar tres diputados nacionales por Mendoza, Salta y Provincia de Buenos Aires (y una cuarta banca que le estamos peleando al fraude en Córdoba) y legisladores provinciales en varios distritos como Buenos Aires, CABA y Mendoza. Obtuvimos casi 1.200.000 votos a nivel nacional, 300.000 más que en las PASO, más de un 5% de los votantes. En Mendoza, en sólo dos meses, los votos aumentaron un 90%. Los medios nacionales que minimizaron la votación del FIT en las primarias y cubrieron lo menos posible nuestra campaña (al punto de no invitar a nuestros candidatos ni siquiera a los debates) ahora tuvieron que dar cuenta del resultado obtenido por la izquierda antiimperialista, anticapitalista y socialista. Varios medios internacionales se hicieron eco de nuestro crecimiento.

No pocos “encuestadores” y “analistas” nos tiraron abajo en las encuestas (sobre todo en Provincia de Buenos Aires), y apenas conocidos los resultados debieron lanzarse a tratar de interpretar la votación del FIT. Hasta los gobernadores peronistas que visitaron a Gioja en San Juan “discutieron” qué expresaba la votación en Salta donde la lista de PO salió segunda con casi un 20% y en Mendoza la lista encabezada por Nicolás Del Caño (PTS) superó el 14%, como comenta Ámbito Financiero (30/10). En esas provincias, durante la campaña, como las encuestas no podían ocultar el crecimiento lanzaron todo el aparato mediático a cuestionar los aspectos del programa del FIT que creían que “espantarían” a los sectores populares, como el aborto o el problema de la seguridad, transformándolos en el eje de la discusión.

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La izquierda pasó al frente

El gobierno de Cristina sufrió una derrota sin atenuantes en las primarias de este 11 de agosto. Su caída respecto del 54% que obtuvo en octubre de 2011 superó todos los pronósticos: el Frente Para la Victoria consiguió apenas un 26% a nivel nacional que se amplía a un 29% incluyendo a algunos aliados.

Más allá del patético discurso de CFK sobre las victorias del FPV en la Antártida y en la Comunidad Qom (explicada esta última por Félix Díaz a partir de que no le entregan documentos a los QOM opositores a Insfrán), los K se ilusionan con que aún de repetirse este resultado en octubre mantendrían mayoría en las Cámaras de Diputados y Senadores, aunque en esta última su diferencia se estrecharía. Dicen que en 2009 quedaron con minoría en Diputados e igual se recuperaron. Sin embargo, la situación es muy diferente.

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Cristina ya eligió

Con el lanzamiento de los spots gratuitos en televisión y radio, la campaña para las “primarias” de las elecciones legislativas de 2015 entró en su última fase. En las publicidades predominan la falta de planteos políticos, sólo imágenes que muestran a candidatos entre la gente, besando niños al ritmo de cumbia o slogans vacíos que buscan resaltar algún atributo del candidato. Igual que en 2011, y como reconocieron varios observadores que no simpatizan con nuestras ideas, los spots del Frente de Izquierda resaltan por su creatividad y por ser los únicos que plantean reivindicaciones sentidas del pueblo trabajador.

El gobierno optó por una campaña donde Cristina es la gran protagonista, tanto que el primer candidato en la provincia de Buenos Aires, Martín Insaurralde, casi no aparece. La idea central es que la presidenta “eligió” defender los intereses populares y ahora son los votantes quienes deben elegir al igual que lo hizo Cristina. Pero lo cierto es que el oficialismo, que espera hacer jugar a su favor cierto mejoramiento coyuntural de los índices económicos, llega a esta elección debilitado por la división que significó la ruptura de Massa y por presentar un candidato poco conocido en el principal distrito electoral del país. El otro flanco débil donde se hace sentir la división del peronismo es en la burocracia sindical, donde sectores de la CGT oficialista se pasan a la oposición (como amenazan en estos días la UTA y La Fraternidad).

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