No está mal la propuesta de la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires de incorporar Villa Urquiza al nombre de Juan Manuel de Rosas para denominar a una estación de subte que casualmente se encuentra en dicho barrio. Y no está mal, tampoco, integrar en el presente lo que durante tanto tiempo se utilizó para enfrentarnos. ¿Urquiza o Rosas? ¿Rosas o Urquiza?
Lo que sí está pésimo son los argumentos del doctor Pacho O’Donnell al comentar la decisión de la Legislatura, expresados en una nota aparecida en Infobae el domingo 17 de abril, puesto que el ex Presidente del Instituto Dorrego continúa con el añejo resentimiento revisionista que hace tiempo dejó de explicar nuestro pasado. Leer el artículo de O’Donnell es ingresar en un tren fantasma en el que en cada curva aparecen las figuras de Rodolfo Irazusta, Carlos Ibarguren o Ernesto Palacios, entre otros. ¡Esos sí fueron buenos! Revisaron, corrigieron, explicaron nuestra historia a la luz de la crisis mundial del liberalismo cuando finalizó la Primera Guerra Mundial y se desencadenó la crisis del treinta. Remozaron la ciencia histórica. Le insuflaron energía. A su manera fueron modernos. Política y revisionismo funcionaron acoplados en aquella época turbulenta. ¡Pero eso ya fue! Pasó. Nada queda de aquel mundo. Las respuestas políticas hoy son otras y la visión histórica esclava del presente, también. Continuar leyendo