Inmediatamente después de producirse el golpe de estado del 4 de junio de 1943, el general Pedro Pablo Ramirez nombró interventor de la provincia de Tucumán al doctor Alberto Baldrich. Pertenecía, éste, a una familia de tradición militar, como también al nacionalismo católico, tan en boga por aquellos años. Por estas razones adhirió al Revisionismo Histórico.
Movimiento nacido en la década del 30’ para combatir a lo que denominaban “la historia oficial“, esto es la visión liberal del pasado y la política “liberal del presente”. Marchó entonces a la provincia, acompañado de asesores del mismo sesgo ideológico como Silenzi de Stagni y Ramón Doll, entre otros. Al tomar posesión de su cargo observó en la pared, a la espalda de su escritorio, el cuadro de Bernardino Rivadavia. Dio inmediatamente la orden de retirarlo de ahí, llevarlo a la plaza, situada enfrente de la casa de Gobierno, en tanto ordenaba la presencia de un pelotón policial y procedió a su inmediato fusilamiento. ¡Ciento veinte años después de su malhadada presidencia, don Bernardino caía bajo el fuego de las armas de la Patria! Por lo menos, así se recuerda en las familias de algunos de los funcionarios participantes en aquella “heroica” jornada. Viene a cuento la anécdota, poco conocida, al ver cómo los herederos hermenéuticos de aquellos revisionistas maltratan, hoy, a Colón, ¡quinientos veinte años después de su arribo a América!
Si bien no ha sido fusilado, lo han volteado y amarrado con sogas al piso. Dicen que para restaurarlo. Se ve que el mármol de Carrara es un hueso duro de roer o de limpiar. Vaya uno a saber lo que le están haciendo. Los nuevos revisionistas no tienen las agallas ni el talento de sus antepasados, quienes jamás hubieran permitido el maltrato a la figura del descubridor y menos a la civilización española que él representaba. ¡Pero así están las cosas! Los emolumentos tiran más que las ideas. Como decía Hipólito Irigoyen: “Las patéticas miserabilidades”
Es posible que al “hombre de a pie” este debate le importe un rábano y a algunos periodistas sumamente preocupados por la marcha general del país este asunto le parezca baladí. Claro… frente a los graves problemas que nos acucian como Nación, sería, dicen, un absurdo sumarle, además, quinientos años de discusiones. Sin embargo, habría que pensar un poco más esto. La cosmovisión político-cultural del kirchnerismo de algún lado arranca. Y cuando uno observa en sus fundamentos ideológicos: cierto tufillo anticapitalista, antiimperialista, nacionalista, con un barniz marxistoide, comprende que el pasado y el presente son inescindibles. Y en consecuencia la lucha contra esta mirada, que considero nefasta para el país, debe ser totalizadora, sobre el presente y sus fundamentos históricos. La Argentina, el país, nuestro pueblo no es sólo presente. Hunde sus plantas en tradiciones y costumbres. Allí forjó su alma, y es a ella que debemos proteger de visiones cargadas de odio y resentimiento.
DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA
Esta obra monumental de la civilización española ha sido valorada por el conjunto de la humanidad. Sin embargo la izquierda marxista y el kirchnerismo cultural no piensan del mismo modo. Bajo el influjo leninista del imperialismo la descalifican como uno de los modernos holocaustos. ¡Un absurdo!
Si bien se mira, el descubrimiento y la conquista han tenido un sesgo más cercano a los derechos del hombre que al extermino. La idea infantil y peligrosa de que América era, antes de la llegada de los españoles, una tierra edénica queda pronto desechada no más se leen las crónicas españolas acerca de cómo los indígenas se asociaban a ellos para liberarse de mandones sangrientos, como fueron los aztecas, los incas o los sanguinarios caníbales del Caribe. Los indígenas comprendieron rápidamente que entre el rey autóctono y el español, el mejor rey era el que se hallaba más lejos. El general Perón en su ya conocido discurso del 12 de octubre de 1947 afirmó: “su obra civilizadora (la de España) cumplida en tierras de América no tiene parangón en la historia. Su empresa tuvo el signo de una auténtica misión. Ella no vino a las Indias ávida de ganancias y dispuesta a volver la espada y marcharse una vez exprimido y saboreado el fruto. Llagaba para que fuera cumplida la hermosa realidad del mandato póstumo de la reina Isabel de atraer a los pueblos de Indias y convertirlos al servicio de Dios”. “Los españoles traían para ellos (los indígenas) la buena nueva de la verdad revelada, expresada en el idioma más hermoso de la tierra. Venían para que estos pueblos se organizaran bajo el imperio del derecho y vivieran pacíficamente. No aspiraban a destruir al indio, sino ganarlo para la fe y dignificarlo como ser humano”.
Este gobierno que se dice peronista debería a través de la Secretaría de Cultura de la Nación rendir un sentido homenaje al 12 de octubre y poner rápidamente de pie y donde estaba a Cristóbal Colón. Al menos no se han animado con la fecha y el 12 de octubre continúa conmemorándose. ¡En hora buena! Por último, cuando el general Perón reivindicó, en el discurso citado, la llegada de Cristóbal Colón a América y con él la civilización española no hizo otra cosa que ubicarse en una línea histórica que arrancando del Renacimiento humanista se enraizó en el siglo XX en el firmamento de un liberalismo hispanista de cúneo historicista con encarnadura en nuestro pasado nacional.