La normalización, el gradualismo y Procusto

Como es notorio, el Gobierno ha elegido el camino de lo que llama gradualismo, normalización o gobernabilidad. Sin analizar lo acertado o no de la decisión —lo que ya he hecho, junto a otros notorios pesimistas—, este camino tiene efectos o defectos que también hemos puntualizado en esta columna, aun antes del triunfo de Cambiemos.

Cuando se ataca gradualmente al minotauro salvaje y corrupto del gasto, un animal antediluviano multipartidario y libre de toda ideología, el sistema pone en funcionamiento todos sus recursos de supervivencia, como cualquier cucaracha haría.

Si se resuelve el problema del cepo y el atraso cambiario, de inmediato aparecen pedidos de ayuda para salvar a las “víctimas” de los efectos colaterales de la medida. El Gobierno, como en una tragedia griega, hace inexorablemente lo que se sabe que hará, aunque no deba hacerlo. Entonces, vienen los parches que suavizan la medida, que en el fondo la neutralizan y crean mayor déficit.

Si se regulariza el laberinto infernal de los subsidios a las tarifas, sólo una mínima recomposición de los términos relativos, aparecen las protestas sectoriales y entonces se lanzan subsidios, créditos especiales, planes de rescate y otros. Lo que crea nuevo déficit. Por supuesto que como esos efectos están descontados en las paritarias, también golpean en los aumentos de sueldo, con lo cual los costos privados y estatales aumentan, y con ellos el déficit. Continuar leyendo

Gobernabilidad, miedo y sensibilidad: hacia más gasto

Con la misma convicción con que tantos especialistas predicaron la salida gradual del cepo para evitar una explosión, según ellos, ahora hablan de la necesidad de un largo y cuidadoso gradualismo en la baja del gasto. Algunos confían en el solo uso de manejos monetaristas para controlar la inflación, hasta tanto el crecimiento salvador concurra oportunamente para licuar cualquier exceso en que se hubiera incurrido.

A esto se agregan los nuevos avances sobre el Estado, como el escandaloso caso de Cresta Roja, que debería resolverse con todos los implicados presos: dueños, abogados, jueces, síndicos, ex gobernantes y comisión interna, en vez de resolverse con cortes de la autopista a Ezeiza protegidos adecuadamente por la Policía. Un caso emblemático, porque concentra en un ejemplo singular todas las circunstancias que nos pueden llevar no sólo a un error conceptual grave, sino a perder la única oportunidad de acabar con nuestro perverso sistema fiscal. Se pueden cambiar nombres, detalles, rubros, pero los argumentos de todos los factores son los mismos.

Hay en el Gobierno y en sus partidarios un temor, que puede ser justificado, a que cualquier episodio de calle pueda culminar no sólo en saqueos y tomas, sino en algún muerto oportuno que coloque en situación de martirio, lucha y protesta a los violentos a sueldo del kirchnerismo. Continuar leyendo

Más deuda para financiar subsidios

Como no soy político ni lo quiero ser, cumpliré mi promesa de adivinar lo que harán los presidenciables si tienen la suerte, o el sino, de ser elegidos. Como siempre, seguimos analizando rubro por rubro lo que proponen y lo que inferimos de cada propuesta.

Avancemos hoy con el tema subsidios. Es parte de la política sobre el gasto (es hora de que haya alguna), pero tiene sentido considerarlo como un rubro aparte por sus implicancias.

La tentación de bajarlos de un golpe alcanza a los principistas liberales y a los gradualistas. Unos porque comprenden el daño de un método que promueve el consumo de bienes escasos, otros porque un sablazo a este rubro les permitiría no tener que hacer cirugía mayor en el gasto, lo que no saben cómo hacer. Ni quieren.

Aquí Daniel Scioli y su grupo están pensando en un sinceramiento muy rápido en las tarifas y más gradual (¿cien años?) en los transportes, aunque el nuevo presupuesto del actual Gobierno no prevé una eliminación drástica en ningún rubro.

Mauricio Macri declama la necesidad de reducirlos, pero salva a los más carenciados. Su posición es aún algo vaga. Tampoco está agitando un cambio instantáneo. El esquema que usó en la ciudad de Buenos Aires no es buen presagio.

Sergio Massa también es gradualista. No ha sido contundente en este punto. Pero hace la concesión casi religiosa de mantenerlos para los más pobres. Defina “pobres”. En este aspecto, como en todos, sus programas son estéticos, no para llevarlos a la práctica. Continuar leyendo

Por qué el gradualismo no sirve

Imaginemos -Dios no lo permita- que le diagnostican que tiene que hacerse un cuádruple bypass de corazón. El bobo ya no da más, para ponerlo en criollo. Consulta con dos cirujanos altamente especializados.

Uno de ellos le dice que debe internarse de inmediato y que en 24 horas hará la intervención, que tomará unas 7 horas, y lo deriva a su equipo para que empiece a prepararlo.

El otro, con iguales pergaminos, le dice que para minimizar riesgos, va a hacer los bypass gradualmente, uno dentro de un mes, otro más adelante y así, en un plazo que se irá viendo según la reacción del organismo.

¿Con cuál cirujano se operaría?

Como supongo que ha elegido bien y que felizmente ha sobrevivido, prosigo con mi nota.

El país está ante un diagnóstico similar. Debe someterse a una intervención de fondo para sobrevivir. Ha perdido toda irrigación y su sistema de bombear riqueza está taponado, con un cepo que lo lleva a la muerte. Continuar leyendo