En los últimos años se han multiplicado los debates y análisis sobre la relación causal existente entre los eventos meteorológicos extremos, algunos con epicentro en “capitales del mundo” como Nueva York, con el cambio del medio ambiente. Este debate, que ya lleva cuatro décadas, sigue dividiendo posturas entre aquellos no ven pruebas empíricas de que la contaminación, el efecto invernadero y erosión de la capa de ozono de la atmósfera provoque estos sucesos y otros que así lo afirman. Una mezcla, siempre presente, de ciencia, ideologías, intereses y clichés. Por esas paradojas de la historia del hombre, posturas a primera vista antagónicas como los sectores de derecha más conservadores de los EEUU tienden a negar o relativizar estos hallazgos así como las dirigentes comunistas o postcomunistas que aún gobiernan diversos países de las Américas, Asia y Europa Oriental. No así las izquierdas que operan en países capitalistas, donde ahí sí suelen sumarse a posturas ecologistas. De hecho el Partido Verde ha adquirido un peso relevante en la política y formación de coaliciones nada más y nada menos que en Alemania, en tanto que en Washington, la candidatura de Al Gore en la polémica y estrecha elección de noviembre del 2000 tenía al tema ambiental como uno de sus pilares. En menor medida, también tuvo peso en la candidatura testimonial del “verde” R. Nader, que con sus escasos pero fundamentales votos logró paradójicamente perjudicar las posibilidades del triunfo demócrata contra Bush y su coalición conservadora.
Un análisis más atento de la temática ambiental pondría sobre la mesa la presencia de análisis y preocupaciones reales en actores y agencias que distan de poder ser consideradas ONG alarmistas y contestatarias.
Para sorpresa de muchos, en el 2007, y durante el mandado del presidente G.W. Bush, el Pentágono dio a conocer un contundente documento titulado National Security and The Threat of Climate Change, redactado por once oficiales superiores (retirados) de las cuatro fuerzas. Todos ellos, con un destacado currículum y amplias experiencias en diversas zonas del mundo. Entre ellos se destacan el general G. Sullivan, el general A. Zinni y el almirante J. Lopez. En la parte introductoria, comienzan advirtiendo que “el cambio climático representa un nuevo y muy diferente desafío a la seguridad nacional” así como el hecho de que ese cambio es un dato fáctico y que está llamado a tener profundas consecuencias económicas, sociales y en campos como la seguridad y la defensa nacional. En palabras de estos militares, el cambio climático tenderá a actuar como un multiplicador y complejizador de problemas, tensiones y amenazas ya existentes (migraciones, hambre, sed, terrorismo, guerra civil, lucha por recursos naturales, choques fronterizos, etcétera).