Culpables se buscan

Por esas cosas extrañas que tiene nuestro país, desde hace algunas semanas la adrenalina judicial aumenta día tras día. Causas dormidas durante años amenazan ahora con agotar el stock de papel tamaño oficio de los principales proveedores de los tribunales federales.

Los cronistas especializados deben esforzarse para aclarar cada mañana por qué causa es que se presentan a declarar los ex socios de “la década ganada”. Es que son tantas las de cada uno de los otrora subordinados de Cristina Fernández, viuda de Kirchner (¿no es así la forma correcta de llamarla si es que desea usar su apellido de casada?).

Resulta así que un mismo ex funcionario puede ser testigo en una causa, imputado en otra, procesado en una tercera y, por qué no, absuelto en alguna otra. Claro está que, como somos argentos, nos dividimos entre quienes piden perpetua para todos y quienes organizan marchas del aguante para desembozadamente presionar a los jueces y los fiscales. Sobre todo si de ella se trata.

Esta semana, no obstante, el interés social y periodístico tuvo un drástico giro a partir de los sucesos ocurridos en Costa Salguero. Estuve tentado de escribir “fatalidad”, pero me parece que ese vocablo está reservado para sucesos que el hombre no puede modificar o que eran imprevisibles. Del que me voy a ocupar, por cierto, no lo era. Continuar leyendo

Juntos, pero no revueltos

Pablo, alias “Cruz”, aterrizó su avión de combate feliz: había divisado una moderna nave enemiga y había arrojado sobre ella tres bombas, además la había ametrallado. No regresó para verificar los daños, pues seguramente sería presa de las baterías antiaéreas de esa poderosa unidad de la flota real británica.

La noticia que recibió de parte de sus superiores una vez en tierra lo dejó helado. Había atacado al buque mercante argentino Formosa. Afortunadamente, sus bombas no estallaron y su metralla no hirió a nadie, algo que le permitió ciertamente continuar con su carrera militar sin cargar en su conciencia con la muerte de compatriotas aliados.

Le cuento esto, querido amigo lector, porque allá por 1982 la decisión política de la cúpula militar de recuperar Malvinas y la posterior derrota dejó entre sus muchas consecuencias algunas enseñanzas. Entre ellas, que no es lo mismo operar juntos que operar en conjunto.

Las Fuerzas Armadas argentinas, acostumbradas sólo a juntarse para pedirle a un presidente civil que abandone el poder, jamás habían ensayado una maniobra militar unificando códigos, procedimientos y demás cuestiones que hacen al abc de una operación militar combinada. Ni siquiera en la denominada guerra sucia habían operado en conjunto. Algo básico en cualquier país del mundo menos en Argentina, claro está. Continuar leyendo

Aleluya, estamos cambiando

La urgencia de Mauricio Macri para borrar cuanto antes todo aquello que de nefasto tuvo la “década ganada” es realmente asombrosa. Lo está haciendo en forma selectiva, cuidándose muy bien de no tocar aquellos logros de la gestión K que apuntaban a los sectores más necesitados y también al “ser nacional”; por ello planes sociales y Fútbol Para Todos no se han de tocar, aunque sí mejorar, dejando, por ejemplo, de usar al fútbol como propaladora de la política oficial.

Pero esta semana arrancó con dos fotos que marcan dos hechos bien distintos, aunque igualmente trascendentes.

El primero, la firme decisión de Gabriela Michetti de dar por terminados más de dos mil nombramientos truchos en el ámbito del Senado de la Nación y que, a pesar de haber sido realizados por el procesado ex vicepresidente Amado Boudou, son igualmente repudiados hoy tanto por el oficialismo como por el senador Miguel Ángel Pichetto, jefe de la bancada del Frente para la Victoria (FPV) en la Cámara Alta.

Este suceso permite inferir que miles y miles de nombramientos similares serán extirpados del erario público y que muchos entusiastas militantes, hasta ahora rentados, deberán salir a las calles, pero no a manifestar, sino a buscar trabajo. Continuar leyendo

La paja y el trigo

En mi pago chico (la marina y los barcos) la noticia de la designación de un fiscal militar para llevar a juicio administrativo a marinos civiles, generó muchos más chascarrillos que críticas o apoyos. La ley en la que se basa el funcionamiento del “ Tribunal Administrativo de la Navegación” data de la dictadura autodenominada “ Revolución Argentina” y entre otras cosas faculta al presidente del tribunal ( a la sazón un almirante) a ordenar la detención de un “imputado que se niegue a comparecer”. ¿Se imagina, amigo lector, el picnic que se haría hoy un estudiante de primer año de derecho con una orden detención librada por un almirante? Demás está decir que este tribunal no funcionaen la práctica desde hace muchísimos años, pues su esencia misma ha sido demolida más que por el paso del tiempo por el sentido común. No es políticamente correcto ver a uniformados juzgando a alguien, ni siquiera a otros uniformados. De hecho la abolición del código de justicia militar, dejó en claro que los militares no pueden juzgarse a sí mismos. Mucho menos lo podrán hacer entonces con ciudadanos civiles que eligieron el mar como medio de vida. No obstante, algún alto mando naval está intentando hacerlo funcionar. Continuar leyendo

De piratas y corsarios

La mañana del 2 de julio, si bien fría, exhibía un sol radiante; toda la comunidad marítima y naval de Argentina se dio cita puntualmente en el centro educativo que la Prefectura Naval posee en la ciudad de Zárate, para celebrar los 204 años que median desde la designación de Martín Jacobo Thompson como primer capitán de puertos de las Provincias Unidas del Río de la Plata hasta el presente.  Todo el lugar estaba impecablemente presentado para la ocasión. Un particular discurso pronunciado por el Prefecto Nacional (máxima autoridad de la fuerza), tradicionalmente extenso pues se acostumbra en este día pasar revista a un año de gestión, fue magistralmente amenizado con videos institucionales muy atractivos que ponían en imágenes las palabras del orador.

Para mi sorpresa, y la del resto de los presentes, el discurso de la ministra de Seguridad, María Cecilia Rodríguez, fue una gota de agua en medio del desierto de la política. ¿Creerán los lectores que la funcionaria no aprovechó el micrófono para atacar a los poderes ocultos, revindicar el nacimiento de la patria en 2003, ni a nombrarlo reiteradamente a “El”, y casi tampoco a “Ella”. La Ministra habló de lo que se estaba celebrando, honró diversos actos de servicio realizados por la fuerza a su cargo y describió con orgullo las últimas adquisiciones de equipamiento destinado a la lucha contra el narcotráfico y el contrabando; las que por otra parte estaban allí delante de nuestros ojos en una clara demostración que no hablaba de promesas incumplibles.

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Despertares

¿Notó -amigo lector- cómo por arte de magia, de un día para el otro (en realidad se tomaron algunos días) las máximas autoridades relacionadas con la seguridad y la defensa de la Nación nos reconocieron todo aquello que nosotros -simples ciudadanos comunes- estábamos intuyendo desde hacía algún tiempo? Era verdad nomás, la inseguridad es una de las más altas de la región (según la ONU); el narcotráfico ya no usa estas pampas para ir y venir hacia o desde rentables mercados. Están aquí para quedarse y buena parte de lo que ya no sucede en Colombia sucede ahora en las principales ciudades de nuestro país. Las cárceles federales o provinciales parecen construidas con barrotes de cartón, cerraduras de juguete y muros de yeso.

Resulta ser así que luego de lo infinitamente difícil que es conseguir que finalmente un delincuente ingrese a la cárcel, salir de ellas (legal o ilegalmente) es mil veces más sencillo. El pasado jueves, todos vimos por TV cómo un peligroso delincuente que tuvo en vilo a la bonaerense durante seis horas, a pesar de su frondoso prontuario gozaba de un régimen de detención de puertas abiertas. Abiertas están las puertas de los penales, mientras usted, yo y todos ya no sabemos qué inventar para que las de nuestras casas se mantengan cerradas de la manera más segura posible.

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