Es tiempo de proponer, aportar elementos de juicio que ayuden a responder interrogantes sobre Medio Oriente y, al mismo tiempo, sugerir posibilidades y herramientas que puedan ayudar a superar la crisis para el bien de los pueblos árabes, sin pretender que esta nota sea un esquema programático en lo político o social. Ante todo es un punto de vista intelectual en búsqueda de herramientas superadoras a un presente sombrío y no buscado por millones de seres humanos.
Sin desconocer la realidad, pero también sin excluir responsabilidades dirigenciales y ciudadanas y, en toda instancia, este escrito es mi pensamiento y mi percepción como estudioso de la región, junto a una reflexión sobre el escenario como conocedor del terreno. En definitiva, es una voz e ideas sobre comportamiento humano y sociológico como las que se podrían escuchar en cualquier lugar del mundo, se trate de Buenos Aires, Nueva York, Damasco, Londres, Beirut, El Cairo, Casablanca o Bagdad.
Sin embargo, no por ello el lector y la crítica deben creer que busco cobijo en un pretendido consenso cuya uniformidad acuerde con mis ideas en la materia. Tal cosa no existe en lo relativo al pensamiento humano y no está en la órbita de las reflexiones e ideas que me han movido a escribir esta nota, aunque la identidad política de cada intelectual ciertamente influye en su propuesta y quien no reconoce este punto falta a la verdad o es un militante. Por lo que considero lo más justo y honesto dar a conocer la mía. Continuar leyendo