La agonía de Irak

Aunque las elecciones en Irak han terminado, la situación se ha deteriorado profundamente. En la provincia de Anbar -la más grande del país- es cada vez peor. Los combates se han intensificado en la ciudad de Faluyah y a las puertas de Bagdad, así como en otros lugares que se mantenían en paz desde la intervención estadounidense de 2003. Lo concreto es que Irak sólo experimentó un breve período de calma después que Al-Qaeda fue expulsada de la zona por los norteamericanos. Sin embargo, no pasó mucho tiempo del retiro ordenado por el presidente Obama para que el grupo regrese.

Según informes de agencias turcas y árabes, los combates en Anbar ha detenido las exportaciones de petróleo de Irak a Turquía. Estos envíos ascendían a 400 mil barriles al día. Lo mismo ocurrió con los 30.000 barriles diarios que el gobierno del PM Nuri Al-Maliki exportaba a Jordania. Ya nada de eso es posible con el consecuente impacto en la economía y en la población iraquí. Lo mismo sucede con las importaciones de alimentos, cemento, yeso y medicinas procedentes de Jordania y Europa hacia Bagdad. Las mafias tribales y bandas terroristas han vuelto a controlar las carreteras en el norte y el oeste del país.

¿Qué dirán de esto aquellos militantes y académicos occidentales enfermos de anti-americanismo que por los últimos 11 años exudan su auto-odio a Occidente y los EE.UU. hablando de invasión y el crimen de robar el petróleo iraquí de parte de Washington? Seguramente no dirán nada Usted no debería esperar que levanten la voz en defensa del pueblo iraquí. Los muertos y el desastre actual es prolijamente ejecutado por los mismos que ellos han apoyado y defendido desde sus plumas y zapatos arrojados a quien sea que opinara lo contrario a sus posiciones. Y como el lector inteligente sabe, las noticias pierden ímpetu en la prensa como ya lo ha perdido la carnicería siria y como seguramente se desinstalara en unos días la campaña en favor de la libertad las niñas nigerianas secuestradas por los terroristas islamistas de Boko Haram, a pesar de los hashtag y el Twitter de la primera dama estadounidense.

Las ciudades de Irak, específicamente en la zona de Anbar, están sufriendo igual que Bagdad ya que las carreteras han sido bloqueadas para todos, excepto para las tropas del ejército o los grupos criminales como Al-Qaeda y las milicias terroristas que responden a Teherán. Así, la maquinaria del crimen y la muerte entre suníes y chiíes está funcionando a la perfección sumiendo a los ciudadanos iraquíes a un cruel asedio que no padecían con la presencia estadounidense 14 meses atrás.

Pero ¿por qué todo esto está sucediendo? Lo explicaré simple y claramente: porque los combates en Anbar se complicaron y extendieron luego del retiro estadounidense debido a que las muchas partes que intervienen en él están fuera del control gubernamental. Aunque algunos afirman motivos patrióticos, lo que está sucediendo es sencillamente una guerra más sucia que cualquier guerra’ y en ella no hay: ni patriotismo ni patriotas. Lo que está presente es la actividad delincuencial de grupos como Al-Qaeda y su filial local, ‘el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS)’ que ha tenido éxito en dominar amplísimas zonas geográficas y están combatiendo entre tribus y contra las tropas del gobierno que, a su vez, están luchando contra otras tribus aliadas con Al-Qaeda. Todos ellos han tenido éxito en el logro de un solo resultado: la destrucción de la seguridad y la economía del país, y son responsables por el desplazamiento de decenas de miles de personas que continúan convirtiéndose en refugiados.

Los habitantes de Anbar y la zona son claramente víctimas de las actividades de Al-Qaeda y el ISIS por ordenes directas de su líder, Ayman Al-Zawahiri, el médico sucesor de Bin Laden que continúa los postulados de la organización terrorista y con su accionar es funcional a la agenda iraní tanto en Irak como en Siria.

Irak está sufriendo debido a los delincuentes de Al-Qaeda y las tribus aliadas a ellos. A esto se añade el hecho que la provincia también se enfrenta a las tropas iraquíes y otras organizaciones kurdas que escogieron la lucha armada luego del retiro de Obama. Sin embargo, nadie va a ganar en esta guerra, aunque el propio gobierno iraquí piense que resolverá la crisis mediante la fuerza de las armas. Y es interesante que no se escuche ni se lea a los colegas del progresismo hueco occidental aportar soluciones. Es posible que estos hombres de papel hayan consumido todas sus energías y neuronas en fogonear la crisis cuando estaban los norteamericanos allí. Pero ¡claro! ya no está George Bush en el Salón Oval y sin la presencia del “Cowboy malo” uno bien podría entenderlos pues ahora no parece haber nadie allí y el salón pareciera estar vacío desde los últimos 6 años con el “Cowboy bueno” de Obama.

En materia de soluciones, no es imposible derrotar al ISIS y al resto de las filiales de Al-Qaeda ya que ha sucedido en el pasado. Para ello se necesita de acciones coordinadas de las autoridades iraquíes en materia política y militar. Esto requerirá la cooperación del Ejército y de los señores de la guerra que dirigen las tribus. Solo de allí emergerá una solución política que pueda poner fin a la ruptura en curso. Una solución política y militar que permita reabrir las carreteras, la actividad productiva y el estímulo en las fábricas, junto al retorno a la exportación de petróleo a Turquía y Jordania como la reapertura y distribución en todo el territorio del país de insumos, alimentos y medicinas importados para aliviar el sufrimiento del pueblo iraquí se hace imperiosa y necesaria.

Para cambiar el escenario se requiere -en mucho- de la voluntad política de las autoridades locales y la comunidad internacional. Solo así se podrá restablecer la economía y la seguridad en Irak y no se necesita -en nada- de falsas campañas favorables al terror y la muerte bajo el falso lema de la autodeterminación de los pueblos a la que se dieron organizaciones militantes, periodistas y académicos ganados por su resentimiento hacia el modernismo y el verdadero progreso.

Obama y el “soft power”

Aunque dividida como pocas veces antes, la élite política estadounidense está unida en su forma de evaluar la política exterior del presidente Obama como un rotundo fracaso. La huida precipitada de Irak quedó claramente distanciada del retiro ordenado al que refería la administración; el juego de “suma cero” en relación a Siria, mas la posición patológica de eludir las ambiciones nucleares de Irán y el intento surrealista para alcanzar la paz en Oriente Medio, junto a su falta de respuesta a la temeraria conducta del presidente ruso, Vladimir Putin, en relación a Ucrania, son los elementos citados para definir el fracaso estratégico tanto por la derecha como por la izquierda norteamericana.

Algunos analistas afirman que el problema se debe a la falta de experiencia de Obama en su gestión como presidente de los EE.UU. Otros lo culpan de obsesivo y narcisista, y hasta hay quienes refieren a la brutal desconexión con la realidad del presidente con un mundo que interpreta a su manera, pero que tal manera es una absoluta fantasía. Reconozco que me encontraba entre los que adherían a la última opción. Sin embargo, ante la cadena de dislates que lleva adelante la administración Obama es tiempo de aportar nuevas ideas y reflexiones. Por ejemplo: ¿Y si la percepción de fracaso se debe a la negativa de Obama en hacer lo que los críticos, tanto de la derecha como de la izquierda desean que hagan los EE.UU.? ¿Y si Obama tiene éxito en lograr lo que se propuso lograr?

Profundicemos el análisis. En la era Obama, EE.UU. perdió gran parte de su prestigio como superpotencia comprometida con una determinada visión del mundo por negarse a asumir el liderazgo en la defensa de esa doctrina donde quiera que estuvo amenazada. ¿Pero por qué Obama rechaza esa visión? ¿Por qué no quiere que los EE.UU. ejerzan el liderazgo mundial? ¿Mantiene Obama las ideas de su época de estudiante, en que estaba de moda sostener que los EE.UU. eran una potencia imperialista que intimidaba a las naciones más débiles para imponer su voluntad por medio de la fuerza militar o su poderío económico? Si reflexionamos sobre estas cuestiones, la política exterior del presidente podría empezar a tener sentido. En tal contexto, su comportamiento no sería el resultado de la inexperiencia ni la ingenuidad, sino una estrategia deliberada para rediseñar los EE.UU. y redefinir su lugar en el mundo.

Para ser justos con el presidente norteamericano, no es ningún secreto su deseo por hacer de EE.UU. “un lugar diferente”. Su lema principal de campaña en 2008 fue sobre el “cambio”. ¿Y qué es lo que uno cambia? No hay duda que se cambian las cosas que a uno no le gustan y es evidente que a Obama no le gustaba el modelo de los EE.UU. de la post Guerra Fría. Aunque en aquellos días, después de haber firmado un acuerdo de cooperación con la OTAN, Putin estaba pidiendo ayuda económica a Washington para Rusia. El Medio Oriente también estaba tratando de adaptarse a la “Agenda de la Libertad” de EE.UU. y en Teherán los mulás estaban ofreciendo sus servicios a Washington en Irak y Afganistán.

El deseo de Obama es la refundación de los EE.UU. como un ‘soft power’ y lo ha demostrado en muchas ocasiones. El presidente abandonó los planes de la administración Bush para la expansión de la OTAN en el Cáucaso y Asia Central, rechazó mantener el escudo antimisiles en Europa Central y Oriental para complacer a Rusia y desmanteló las bases de misiles inteligentes en los países bálticos y Europa del Este. No apoyó los planes para atraer a Estados árabes a la OTAN y replegó la presencia militar estadounidense en todo el mundo, especialmente en Oriente Medio. La retirada de Irak fue seguida por la reducción de tropas en Afganistán con la promesa de retirada total al final de este año. El brutal asesinato del embajador de EE.UU. en Libia generó un incomodo examen político, pero también psicológico importante en la administración. Ello demostró que, con Obama, en términos de castigar enemigos, EE.UU. había vuelto a la posición que tenía antes de los Comodoros William Bainbridge y Stephen Decatur a principios del siglo XIX.

La determinación de Obama en diseñar EE.UU. como una “Gran Noruega” no se ha limitado a la política exterior. También ha presionado con recortes masivos en gastos de seguridad y defensa que redujeron el tamaño del ejército de los EE.UU. Hoy, la fuerza aérea y la marina se encuentran operativamente en su punto más bajo desde la Segunda Guerra Mundial. En 2019, cuando los recortes completen su cronograma, EE.UU. ya no tendrá la capacidad militar necesaria para enfrentar dos guerras simultáneamente, algo que había sido un elemento clave de su doctrina militar desde 1980.

La estrategia de rediseño de Obama también incluye un aumento del papel del Estado en la economía interna como lo ilustra la legislación propuesta en materia económica, laboral y de seguridad social, la adquisición participativa de General Motors y una avalancha de legislación reguladora que es, como mínimo, extraña a la idiosincrasia estadounidense.

Suponiendo que Obama quiera emular a las socialdemocracias nórdicas, hay que admitir entonces que su política exterior ha sido rutilante y exitosa, aunque propició la caída del liderazgo de los EE.UU. Hoy, luego de casi dos mandatos de Barack Obama, el número de personas que respeta y admira a los EE.UU. en todo el mundo no ha aumentado ni caído, pero el número de los que le temen ha disminuido un 60%.

Según lo veo, diría que en lugar de burlarse de la inexperiencia o la ingenuidad de Obama, sus críticos deben tomar muy en serio su elección ideológica. Y es ese el punto de partida desde el cual se debe exponer sus implicancias para analizar sus resultados invitando a los estadounidenses a reflexionar sobre la visión de su presidente del rol de su país en el mundo.

El liderazgo iraquí dilapida oportunidad de construir un Estado unificado

La dirigencia política de Irak ha perdido la oportunidad de conformar un Estado iraquí fuerte y unificado. La pregunta es ¿por qué sucedió algo así? De hecho, han tenido tiempo suficiente para hacer un mejor trabajo. Pasaron ocho años desde que se ratificó la actual constitución y seis desde que un parlamento estable fue electo democráticamente, lo que luego dio a la conformación de un gobierno permanente como el de Nuri Al-Maliki. La respuesta es que “todas estas instituciones no han representado mayoritariamente a la ciudadanía ni han sabido direccionar la política, la economía, la seguridad y la lucha contra la corrupción para generar la realidad de un estado unificado”.

¿Dónde está la enfermedad? Antes de que Saddam Hussein fuera derrocado, todos en Occidente, incluso las fuerzas del islam político en el mundo árabe, se unieron en oposición a su gobierno. El pueblo de Irak estaba listo para una alternativa democrática real para librarse de aquella terrible dictadura y poner fin a una larga historia de dolor, guerra y tragedia. Esta esperanza fue agitada por la llegada de las fuerzas estadounidenses en 2003. Sin embargo, lo ocurrido desde entonces “no se parece en nada a la democracia”. ¿Usted cree que si? Yo no me atrevería a conceptualizar de tal modo el escenario actual de Irak donde los islamistas capean a sus anchas y diariamente observamos el incremento de la carnicería entre sunitas y chiítas, y los kurdos no les van en zaga.

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Irak: reaparece el fantasma de Saddam

 

Cualquier persona que por estos días escuche noticias sobre Irak escuchara el batir de tambores de guerra. El primer ministro Nuri Al-Maliki parece estar preparándose para un asalto militar contra los grupos opositores en la provincia de Anbar, específicamente con la ciudad de Falluyah como blanco principal de su ofensiva para acabar con la sedición sunita que alberga los residuales leales a Saddam Hussein, hoy asociados con elementos de Al-Qaeda. Aunque puede ser demasiado tarde para debatir la conveniencia de tal medida o para ofrecer consejos sobre la solución de la crisis. Sin embargo, el mejor consejo que Maliki podría tomar es el de reconsiderar su estrategia militar.

Puede parecer que el primer ministro tenga la situación a su favor pues el nuevo ejército iraquí con casi un millón de hombres, incluidas las fuerzas armadas regulares y los equipos de seguridad y policiales es controlado absolutamente por él. También tiene algunos aliados entre las tribus árabes sunitas en Anbar, incluyendo parte de la As-Sahwah (una coalición que ayudó a derrotar la resistencia favorable a Saddam hace casi una década). Su estrategia patriotera también goza de apoyo entre varios grupos chiítas dentro del país. El referente de la política iraquí chiíta, Sheikh Mokhtada Al-Sadr, ha suavizado su tono beligerante de otros tiempos contra Maliki en nombre de la solidaridad chiíta, lo cual fortalece al primer ministro en sus planes militares y lejos de buscar un consenso político, cada vez lo empuja más hacia la salida armada.

Es claro que el primer ministro está dispuesto a buscar un tercer mandato en las próximas elecciones generales, el ha conseguido un impresionante nivel de apoyo extranjero. Los mulás iraníes, a quienes nunca les simpatizo porque pensaban que era el hombre de Washington en Irak, ahora lo apoyan y sostienen que es la única figura chiíta iraquí capaz de mantener unida a la comunidad ante los próximos desafíos políticos locales y regionales. También la administración Obama está jugando ficha a favor de Maliki proporcionándole sofisticados aviones no tripulados y misiles. Algunos círculos en Washington y Teherán están propagando la idea que EEUU y la República Islámica tienen un interés compartido en el aplastamiento de los grupos de la resistencia sunita iraquí, tanto igual que en el mantenimiento de un debilitado presidente Bashar Al-Assad en Siria para mantenerlo como marioneta a manipular de forma conjunta.

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Elecciones en Afganistán: la expansión persa y el retorno del fundamentalismo

Con la publicación de la lista oficial de candidatos a la presidencia afgana, se ha completado un aspecto clave y fundamental de la estrategia del presidente Barack Obama para que la retirada estadounidense de Afganistán se efectúe según la agenda de Washington. El plan de la administración Obama es poner fin a los 13 años de presencia de Estados Unidos en el país a finales de este año. Las elecciones presidenciales en Afganistán están previstas para abril de 2014 y se supone que ellas deben proporcionar el marco político que permita y dé lugar al retiro de los EEUU.

Lo cierto es que hay tres problemas con esa estrategia de Washington. A saber:

a) El primero es que el anuncio de la retirada ha animado a los opositores del actual status quo, especialmente a los talibanes, a reorganizarse y prepararse para un nuevo intento para la toma del poder una vez que los norteamericanos se hayan marchado.

b) El segundo problema es que con EEUU fuera del marco de la seguridad militar necesaria para la estabilidad del país, sea quien fuera elegido presidente de Afganistán, le resultará muy difícil “ejercer y mantener el poder real“, y como máximo, se convertiría en otro líder de facción respaldado por su tribu y/o comunidad étnica. Continuar leyendo

Siria: se debe preservar la nación-estado por sobre el estado sectario

A medida que EEUU y Rusia se preparan para verificar los trabajos de desmantelamiento de las armas químicas en Siria, algunos think tanks en Washington y Moscú están tratando de revivir la idea de dividir el país devastado por la guerra en miniestados.

Todo es muy similar al debate previo a las elecciones de Irak en 2003, tras la liberación de la tiranía baasista de Saddam Hussein. Incluso una serie de libros editados recientemente en los EEUU avanzan sobre el tema de dividir Siria en miniestados, igual que el Irak actual fue repartido fácticamente en tres cantones: chiíta, sunita y kurdo.

Recuerdo exactamente un enfrentamiento verbal que tuvo sobre el tema el senador Joseph Biden, actual vicepresidente de los EEUU, con el senador John McCain. En esa discusión, Biden insistió en que Irak era un estado artificial y no podía sostenerse. Lo que el actual vicepresidente no entendía ni comprende actualmente es que todos los Estados árabes, y también los EEUU, son artificiales, sencillamente porque ninguno cayó del cielo completamente formado y menos en sus circunstancias actuales.

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El triángulo Hasaka: una opción viable a la crisis

En el noreste de Siria, un territorio de unos diez mil kilómetros cuadrados contiguo a Irak y Turquía conocido como el triangulo Hasaka es habitado por unos tres millones de kurdos, un millón de cristianos y medio millón de árabes. Las fuerzas de Assad han dejado prácticamente la zona. Las milicias kurdas controlan el territorio y combaten exitosamente -frenando inclusive por las últimas cinco semanas- a las milicias de Al-Nusra que intentaron entrar en ese distrito.

Esta región bien puede ser el punto de partida para una Siria libre sin necesidad de una intervención militar como la que aun evalúa Washington y Paris.

Si se aspira realmente a liberar Siria de Al-Assad como de las milicias islamistas, es allí donde se debe comenzar a gestionar y apoyar una zona libre dentro del país. Esto debería ser realizado con ayuda Occidental y de EEUU.

Los kurdos, los cristianos y los árabes que habitan esa región pueden establecer una zona liberada en sus ciudades y aeropuertos para funcionar como área de recepción de ayuda. Es allí donde el Ejercito Libre Sirio (ELS) y otros grupos de la oposición deben ser invitados a aliarse para convertirse en la base de la liberación del país y en el punto de partida para el establecimiento de una sociedad plural y pacífica para todos los sirios.

Aunque esta opción puede parecer irreal a muchos, a mi juicio ‘no es menos irreal que la esperanza de que Vladimir Putin y los rusos pavimenten un camino honesto a la paz y la convivencia en Siria’.

Si se examinan responsablemente las posibilidades actuales para solucionar la crisis, debemos reconocer que recurrir a este plan ofrecería una esperanza real de salida plural y pacífica para Siria a mediano plazo.

El plan del presidente Obama no fue más allá de declaraciones y discursos televisivos contra Assad, a quien presume responsable de utilizar armamento químico sobre civiles. Ello después que más de cien mil ciudadanos sirios han sido brutalmente asesinados en dos años de guerra civil por armamento convencional. Obama quería un ataque limitado para forzar a negociar a un Assad debilitado. Pero fracasó rotundamente. Cualquier observador del caso sirio sabe que no habrá solución política del conflicto en este marco. Todo se disparó al peor escenario y se ha ido muy lejos, las divisiones sectarias son demasiado profundas y la anarquía avanza en casi todo el territorio del país. Pero la solución contemplada por el presidente Obama por medio de un ataque como el que planifico, a mi juicio no tiene la menor posibilidad de éxito ni esperanza.

Por otra parte, el argumento aislacionista del parlamento británico y de aquellos que no participaron en el plan de EEUU y Francia es simplemente permitir que ambas energías en pugna continúen combatiendo entre sí porque no tienen ‘su propio caballo en esta carrera’. En consecuencia la idea que manejan es ‘que Dios y los sirios lo resuelvan’. Sin embargo, esta opción de resolución divina o de no involucrarse es completamente peligrosa.

Según lo ve la comunidad internacional, hay dos energías sobre el terreno; las fuerzas armadas de Assad y los radicales de Al-Qaeda, y cada uno recibirá más refuerzos. Así, finalmente, resolverán su batalla a través del triunfo militar del gobierno o de los islamistas, nadie ignora que en el transcurso de ello habrá miles de muertos inocentes a los ya contabilizados. Pero nadie ve una salida política en las condiciones actuales. Todos saben que es una guerra inter-árabe, por tanto, un enfrentamiento a muerte; aunque la gravedad de su profundización puede dar lugar a una nueva guerra fabricada contra Israel. Pero incluso si se evitara esa guerra, lo que tendremos será dos grupos extremista y terroristas fuertemente armados dentro de Siria con el peligro regional que conlleva.

La otra opción, la planteada por el senador Mc Cain es igual de peligrosa. El senador quiere armar completamente a los rebeldes en un intento por derrocar a Assad. La ingenuidad de esta alternativa es absoluta, pues será manipulada por grupos islamistas que aplastarán a las fuerzas seculares y liberales dentro de la oposición. Esto podría determinar el empoderamiento de Al-Qaeda para producir futuros ataques contra intereses estadounidenses en Siria, lo cual ya sucedió en Libia. En ese escenario no se debería descartar una guerra con Hezbollah en vista de la tendencia natural de esta administración hacia el retiro que podría culminar en una nueva victoria para los radicales.

Por eso sugiero y sostengo que el plan del Triángulo Hasaka es una opción acertada para la creación de una Siria libre. En esta región, claramente hay un grupo de aliados naturales donde Al-Qaeda y Al-Nusra han sido contenidos y expulsados, igual que las tropas de Assad. Si Occidente está realmente preocupado por resolver el conflicto sirio, inexorablemente allí tiene la única opción válida a mediano plazo. Cooperar con la conexión independiente de kurdos, cristianos y árabes, es una opción que debería ser explorada en la región de Hasaka.

El desarrollo de una Siria libre es la opción más viable para Estados Unidos, Europa y el resto de la comunidad internacional. Aquí es donde las minorías en peligro pueden ser protegidas y es el único territorio en la Siria actual donde están unidos los liberales y seculares con la mayoría sunita.

Los sirios anhelan seguridad y libertad. Si Occidente anhela una política exterior eficaz. Es hora de comenzar a construir hacia ese fin.

La guerra siria no se puede ganar

Estados Unidos continua sin comprender que debe desarrollar una política intermedia entre la estrategia de ‘ir por todo’ de George Bush y ‘la parálisis’ de Barack Obama, que ahora busca el apoyo del voto democrata en el Congreso para, eventualmente, compartir responsabilidades ante un nuevo fracaso como Irak o Afganistán, o para compartir la humillación de retirarse sin intervenir luego de enviar gran parte de su flota a las costas de Siria.

Lo concreto es que para resolver el conflicto sirio se debe considerar el caso de Irak. La lección de Siria es que allí están en juego profundos intereses y conflictos entre corrientes históricas: Arabia Saudita-Qatar-Irán, suníes contra alawitas y chiitas y, por si fuera poco también kurdos contra árabes. Pero hay similitudes con Irak, donde EEUU debió mantener sus tropas un tiempo más para ayudar a transitar del sectarismo al pluralismo y no intentar resolver las cosas con unas elecciones insustentables como las 2010. Si decidieron ir allí, debieron quedarse lo necesario y no huir pavorosamente como lo decidió el señor Obama en su tiempo.

El modo de detener la guerra siria debe ser proporcionar un marco legal que asegure a los alawitas que no habrá venganza contra ellos en la era post-Assad. Esto liberaría el peligro real de que Siria se convierta en un Estado fallido ganado por el caos y que la guerra continúe profundizando el odio sectario. Se equivoca el gobierno estadounidense y también el francés cuando emiten declaraciones apoyando la idea de rendición de cuentas de Assad y sus allegados. Esas posiciones son entendidas por la secta alawita -a la que el presidente y su familia pertenecen- como una lucha a muerte y aleja cualquier posibilidad de reconciliación en el país.

Lo que debe primar es un programa de “verdad y reconciliación” como el que ayudó a resolver graves conflictos en Sudáfrica e Irlanda del Norte. Un proceso de transición podría comenzar con expertos internacionales y locales del régimen y de los rebeldes. Los partidarios de Assad que acordaran cooperar podrían obtener una amplia amnistía y bien podrían integrar un nuevo gobierno de transición. Ello detendría la guerra civil. A los alawitas que no están en el círculo íntimo de Assad se les debe ofrecer la seguridad de que no habrá represalias contra ellos; no cabe duda que muchos alawitas están con Assad porque temen que su caída comprometa su propia supervivencia. La gran mayoría cree que serán ejecutados sin opción alguna y este hecho está ayudando a Assad a militarizar toda la secta en una lucha de vida o muerte.

El tiempo se agota para Siria y el país se derrumba hacia un Estado fallido y anárquico. Con los los coches bombas estallando en Damasco, algunos de los comandantes rebeldes ya están tomando justicia por mano propia y actúan igual a los shabihas (paramilitares del régimen). Sin una solución política, Siria se transformara en un infierno por largo tiempo.

Lo cierto es que Siria es el espejo de Irak. La única forma de ver ahí una transición moderada y pluralista es con un acuerdo y un programa consensuado por una resolución de Naciones Unidas respaldada por Rusia y con un árbitro que seduzca, convenza y obligue a todas las partes a vivir juntas. 

La guerra siria no se puede ganar. Sólo se puede suprimir. Eso es el Oriente Medio y el Mundo Árabe. Es hora de que Occidente lo entienda y se pregunte qué fines desea y persigue en la región. Y en tal caso, más nos vale que escojan los medios adecuados para alcanzarlos, nos gusten o no, porque lo que allí suceda impactará en todo el mundo.

Los Estados Unidos y la Unión Europea deben comprender que no pueden cambiar sus políticas regionales y no pagar el precio por ello.

Lecciones de la historia

A menudo, la dirección política y sus militancias siempre dispuestas a expresar su repudio a Occidente, nos dicen que la gran mayoría de las personas que profesa la fe islámica es pacífica, que no piensa ni desea destruir a Occidente. En las cadenas de noticias y agencias lubricadas financieramente a base de petrodólares del Golfo se sostiene que apenas el 1% de los 1.800 millones de musulmanes suscribe a la doctrina yihadista que califica a Estados Unidos de Gran Satán y causa de todos los males del mundo.

Aquellos que aún dudan del poder de internet se veían sacudidos recientemente por un simple post en un blog que acabó en despacho de la agencia de noticias AP y fue difundido por doquier. Titulado “Por qué la mayoría silenciosa es irrelevante” y firmado por “E. Marek“, el sencillo texto señala que para el Islam, “el hecho de que la mayoría de los musulmanes sean pacíficos o no, es igual de relevante como lo fue para el nacional-socialismo el pacifismo de la mayoría de los alemanes”. En esos mismos años, los japoneses asesinaron a alrededor de 4,5 millones de chinos y mataron a más de 2.600 estadounidenses cuando atacaron Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941. Aunque la mayoría de los japoneses era pacífica.

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Comunidad internacional y crisis Siria: “opciones estratégicas”

Dos años y cinco meses después del comienzo de la revolución siria y su posterior transformación en abierta guerra civil, la comunidad internacional se encuentra en una encrucijada histórica: intervenir directamente con el objetivo de destituir el régimen del presidente Bashar Al Assad para ayudar a construir un poder alternativo en Damasco o respaldar con poder suave a la oposición al punto de empujar al régimen a negociar su salida sin más opciones.

La administración estadounidense declaró el pasado 10 de junio que comenzaría el proceso de armar a la oposición. El Pentágono indicó que considera también otras medidas, incluyendo, muy posiblemente, una zona limitada de exclusión aérea sobre el asediado país. Pero incluso en este punto, el juego final de EEUU en Siria es incierto. Washington aún debe explicar sus planes estratégicos regionales con respecto de Irán y Hezbollah por un lado y a las milicias salafistas y yihadistas por el otro.

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