Dejando al gato al cuidado del canario

En el pasado, leí muchas veces sobre chistes racistas que generaban estereotipos sobre distintos pueblos del mundo. Confieso que me generaba poca simpatía y mucho rechazo ese tipo de bromas que, incluso tomaban como blanco al Oriente Medio, especialmente desde Occidente.

En aquellos días el estereotipo extendido era que los estadounidenses eran ingenuos y espontáneos; los franceses malhumorados, los británicos astutos, educados, fríos y discretos; en tanto que a los alemanes se los colocaba en la estructura rígidamente disciplinada y eran considerados muy eficientes. Los rusos eran los menos favorecidos siendo etiquetados de rústicos e inestables, por no mencionar el racismo nada disimulado cuando se hablaba de los judíos.

Más tarde, descubrí que a menudo esos estereotipos no significaban más que una caricatura mal intencionada y que era absolutamente incorrecto generalizar acerca de la gente y los pueblos de esta manera. Por ejemplo, en mis años de estudios con hombres y mujeres británicos cuya calidez y amabilidad nos genero una mutua y cercana amistad.

Sin embargo, ¿qué pasa con los norteamericanos? Por supuesto que como dice el viejo refrán ”no hay humo sin fuego”, aunque la presunta ingenuidad de los estadounidenses no ha impedido que figuras públicas “ingenuas” hayan llegado a los más altos cargos, George Bush (padre) y Gerald Ford, por nombrar unos pocos -aunque mucho piensen lo contrario- han tenido su costado ingenuo. Los que entienden cuán sofisticado es el sistema político estadounidense pueden comprender realmente que no es imposible que alguien con inteligencia limitada pueda llegar a la cima sencillamente porque en EE.UU. las instituciones son mucho más poderosas que los individuos.

El hecho incontrastable quedo demostrado el pasado domingo cuando el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, fue invitado del Centro Saban para Políticas de Oriente Medio de la Brookings Institution, en Washington DC. Allí, Kerry dio un ingenuo discurso en el que señaló que las posibilidades de cooperación regional en Oriente Medio para la lucha contra el terrorismo -que incluye a varios países árabes- son cada vez mayores y más solidas. Y las cosas no quedaron allí, “hasta fue aplaudido por eso”. Aunque un estudiante de primer año de Ciencias Políticas sabe que esto no solo es ingenuo, más bien es improbable.

Kerry dijo en alusión al ISIS: “Estamos viendo la posibilidad de crear un nuevo alineamiento regional con el objetivo común de neutralizar a los extremistas”. En otras palabras, el se refirió sólo a los extremistas musulmanes sunitas.

Lo asombroso es que Kerry nombró algunos Estados del Golfo que claramente apoyan y financian al terror yihadista como aliados y expresó su alegría por los avances de la “coalición internacional y la colaboración del régimen de Teherán”, que está demostrando claramente -según Kerry- neutralizar al ISIS militarmente ayudando al Hezbollah libanes sobre el terreno en Siria.

El Centro Saban fue fundado por Haim Saban, un empresario israelí-estadounidense nacido en Egipto, y la mayoría del auditorio de Kerry el pasado domingo era pro-Israel. Así, en su discurso, Kerry trató de tranquilizar a su audiencia sobre el futuro subrayando la cautela y el cuidado de la administración Obama junto a su pleno compromiso en enfrentar el extremismo y el terrorismo con socios “árabes moderados” y musulmanes chiitas-persas dispuestos a hacer la paz con Israel. En pocas palabras, Kerry estaba hablando con “muy buena voluntad”. El problema con lo que él dijo, sin embargo, es que ignoró varios puntos importantes.

En primer lugar, la mayoría de los países árabes han apoyado el Acuerdo de Oslo y al fallecido líder palestino Yasser Arafat frente a los dirigentes israelíes de entonces, y lo cierto es que Arafat, luego de acordar muchos puntos favorables para su pueblo, finalmente se marchó y se negó a firmar los documentos finales del Acuerdo, mandando a pique la posibilidad más concreta que alguna vez hayan tenido los palestinos de crear su Estado. En segundo lugar, el jugador regional mas peligroso para Israel es el grupo terrorista Hamas, apoyado por Irán al igual que por el Hezbollah y ambos, junto con el régimen de Teherán propugnan la destrucción de Israel.

En tercer lugar, a pesar de que Washington lo sabe todo sobre la larga historia de Irán de haber participado en actos de terrorismo en Oriente Medio, el gobierno de Obama ha elegido a Irán como aliado traicionando el genuino levantamiento popular del pueblo sirio, volviéndose así contra sus históricos aliados “moderados” como los ex presidentes Hosni Mubarak en Egipto y Ben-Ali en Túnez.

En cuarto lugar, el discurso de Kerry puede estar en consonancia con las políticas bien intencionadas de Estados Unidos en el Oriente Medio desde la época de Camp David, pero este objetivo no es suficiente en sí mismo. Muchas de estas políticas bien intencionadas fueron; ciertamente los desaguisados de Jimmy Carter. Así, el discurso de Kerry ignora que la paz sólo puede ser construida en base a la mutua y sólida confianza. A falta de ella, no habrá paz posible para israelíes y palestinos ni entre los árabes, los israelíes y los iraníes, y toda negociación u hoja de ruta que se intente implementar no valdrá ni la tinta que se utilice para su firma.

En resumen, la actual administración estadounidense está impulsando a la región entera a aceptar la hegemonía iraní bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo en el contexto de la  fuerte creencia que los enemigos son los takfiristas suníes, ignorando deliberadamente el yihadismo chiita, tan peligroso con el califato que el ISIS pretende instaurar. Y ello, sencillamente es como dejar “al gato al cuidado del canario”.

El modelo colonial francés: la nueva estrategia de Assad

El régimen sirio está intentado regresar a la vieja estrategia colonial fancesa para mantenerse en el poder. Tal programa, como lo hizo Francia en su tiempo, avanza sobre el control de distintas regiones del país aun contra la voluntad y los deseos de la mayoría de su gente.

Esta metodología fue utilizada por el poder colonial en directa intención de balcanizar la Gran Siria mediante la política del “divide y vencerás”, y se basa en promesas de entregar mini-estados a las minorías religiosas. El hecho de que el presidente francés de aquellos años, Alexandre Millerand, era un socialista, o que Francia fuera un Estado laico, no fue un obstáculo. El presidente Bachar al-Assad piensa que -hoy- tampoco lo será para él.

¿Y qué fue lo que la Francia colonial empleó como estrategia en su accionar?   Continuar leyendo

Tolerancia, diversidad y multiculturalidad

Ayer he brindado un reportaje a una importante radio libanesa que ha tenido la amabilidad de consultarme sobre mi próximo libro donde avanzo sobre las dificultades de ser árabe en estos tiempos. Por esos maravillosos avances de la tecnología, desde algún lugar de Londres la participación telefónica del profesor Salman Rushdie terciando en la interviú fue para mí una experiencia fascinante.

De tal experiencia y aunque oyendo a un Rushdie más relajado a cuando el Ayatollah Khomeini puso precio a su cabeza, condenándolo a muerte por su obra, estoy persuadido que desde años nos encontramos de regreso a la era Chamberliana, casi en recta dirección a una sociedad de cobardes. Deseo que mi aseveración no ofenda demasiado al lector, aunque de hecho espero que sí avergüence a muchos hombres de los medios de prensa. Continuar leyendo

ISIS y la tecnología como campo de batalla

Si hubiera controles correctos de sitios web y de las herramientas sociales en Internet, ¿sería el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) tan fuerte y eficaz como lo es hoy? La respuesta es simple: “No”. El ISIS no habría sido tan eficaz, ni hubiera podido ampliar sus operaciones en la forma en que lo ha hecho. Éste “no” no constituye una idea o hipótesis, es una realidad que se confirma diariamente en las noticias que han revelado la captación de adolescentes y delincuentes de todo el mundo que han sido seducidos para unirse a los yihadistas.

El fenómeno del ISIS, como sostengo y describo en varias de mis columnas anteriores, no tiene nada que ver con el Islam. Estas personas han secuestrado la religión y asesinaron miles de musulmanes, cristianos, azeríes y kurdos por igual, y si no son detenidos, planifican hacer lo propio con los judíos y con cualquier persona que confronte los postulados de su ideología. Continuar leyendo

Democracia en modo virtual

Cuando en 2011, ante el estallido de lo que mayoritariamente colegas y medios de comunicación denominaron desde el más brutal desconocimiento del Oriente Medio “primavera árabe”,  Barack Obama dijo en Washington: “No hay que temerle al Islam político, él traerá cambios democráticos”.

Cuando ordenó modificar el lenguaje con que debía describirse el terrorismo desde su administración y pidió a los yihadistas cambiar sus espadas por el arado, Obama creyó estar llevando la antorcha de la libertad al mundo árabe. Sin embargo, lo que el presidente no entendió, fue que estaba dejando “al gato al cuidado del canario”. Así, Obama continuó sumido en el desconcierto, ayudó a los salafistas en Libia y a la hermanad musulmana en Egipto. Hoy, el inquilino de la Casa Blanca continúa sin entender la respuesta de los fundamentalistas “que no tienen ningún interés en cambiar la espada por el arado, sino que su objetivo es establecer un califato global”. De ese modo, Obama  continúa equivocándose en el abordaje del grave problema que encarna el ISIS en Siria e Irak, y ahora, en algunas regiones del Líbano y a la puertas mismas de la frontera sirio-turca.

Es cierto que el presidente estadounidense se marchara pronto, en poco tiempo acabará su mandato. Pero como su antecesor, George W. Bush, ha causado daños que llevara años reparar en las sociedades árabes. Y ello es porque Obama ha estado imbuido de “una realidad virtual” que le lleva a comparar la violencia yihadista con el desafío de los patriotas de Boston, quienes en su tiempo se negaron a pagar impuestos a un rey. O tal vez cree que los salafistas siguen los pasos de Martin Luther King o Sir Winston Churchill, cuando lo concreto es que estos sujetos leen Mein Kampf”.

Del mismo modo, el presidente Obama no entendió o no ha querido entender, que en la interpretación doctrinaria de “la yihad permanente”, las sociedades influenciadas por el fundamentalismo no aprueban leyes de igualdad. La única ley aceptada y aceptable para los islamistas es la sha’aria. Por lo que en su lugar, los valores que defenderán serán leyes que perpetúen la desigualdad en nombre de una moral religiosa cada día más cuestionable a la luz de los hechos que de su dogma emerge.

En consecuencia, si hay una conclusión que puede extraerse del compromiso del presidente Barack Hussein Obama con el mundo árabe, es que su debilidad ante el radicalismo islamista, del mismo modo que las concesiones europeas con el nazismo llevaron a la peor guerra del Siglo XX, podría llevar a una confrontación global mucho más grave, cruenta y larga de lo que Obama y sus adherentes piensan.

Neutralizar al ISIS podría cambiar los gobiernos en Siria e Irak

El mundo por fin comprendió que la erradicación completa del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) y de los grupos que pivotean en torno a su ideología como Al-Nusra, Ahrar Al-Sham y demás organizaciones terroristas en Siria e Irak no será posible sin la creación de autoridades centrales en Damasco y Bagdad que puedan gobernar eficazmente ambos países. Esto significa que tanto Bashar Al-Assad como la administración iraquí deben dejar el poder. La otra opción para Siria es, de mínima, un gobierno de coalición sin Assad. Esto sería un paso que representaría un avance significativo para unificar el país, aun considerando las zonas que el ISIS ha capturado porque impulsaría a la oposición siria genuina.

Las últimas declaraciones del primer ministro británico David Cameron frente a sus diputados durante el debate para autorizar los ataques aéreos del Reino Unido han sido “de lo poco inteligente” que Cameron ha mostrado en los últimos tiempos. Dirigiéndose a la Cámara de los Comunes, Cameron dijo que “se trata de ayudar a colocar un gobierno sirio adecuado y aceptado por su pueblo como legítimo para derrotar al ISIS en Siria”. La declaración del primer ministro es una clara señal de que ha llegado el momento de la dimisión de Assad. Continuar leyendo

Egipto recupera su fuerza

Indudablemente los primeros Cien días del Rais (presidente) egipcio, Abdel-Fattah Al-Sisi, permiten rescatar varios logros, a pesar que todavía el país está en franco reacomodamiento, algo que sin duda, dependerá de la posición política que el mandatario termine de galvanizar. Sin embargo, nadie, ni siquiera los opositores de Al-Sisi, pueden negar que el Presidente tomó decisiones arriesgadas y necesarias en el ámbito nacional aplicando las políticas adecuadas, eliminando subsidios innecesarios a bienes y servicios, como por ejemplo al combustible. También redujo las subvenciones a los partidos políticos, esto último, un soplo de aire puro en un país árabe que le valió el apoyo y aplauso del pueblo.

Egipto está recuperando su antigua fortaleza en el mundo árabe. Su pueblo ha soportado los aumentos de precios sobre la base de las promesas del Gobierno como la única manera de salvar al país del colapso total luego de la deficiente gestión económica de los islamistas de la Hermandad Musulmana. Al-Sisi también ha revitalizado el papel del país en el frente de la política exterior, aunque es evidente que a diferencia de sus predecesores, Hosni Mubarak y Mohamed Mursi, él está dando prioridad a la situación interna. Esto ofrece varios indicadores para el mundo exterior. A saber:

-El nuevo presidente no huye de los problemas internos para centrarse en cuestiones internacionales, como lo hicieron los presidentes anteriores.

-Ha enviado un mensaje claro a las potencias extranjeras indicando que él está en control de la escena nacional, incluidas las cuestiones relativas a las condiciones de seguridad y al aislamiento definitivo del islamismo radical.

-Al-Sisi no parece estar en busca de atención. La mayoría de sus reuniones con los líderes mundiales han sido limitadas y poco publicitadas por su Gobierno. Aunque es cierto que esto puede ser una situación temporal, hasta que el país se desarrolle y se mueva nuevamente hacia adelante, entonces puede que el Presidente dirija su atención a los asuntos regionales.

La crisis más importante para el nuevo mandatario fue la reciente guerra de Gaza entre Hamas e Israel. Durante el conflicto, demostró ampliamente que no permite ser impulsado ni influenciado por los medios de comunicación o la opinión de la calle que lo llamó a intervenir. El presidente egipcio sólo intervino después de que le solicitaran un papel especialmente humanitario y que sólo Egipto podría desempeñar en aquel estado de cosas.
Al-Sisi fue capaz de marcar líneas rojas al liderazgo de Hamas en su conflicto con Israel, y se aseguró de que no ataquen Egipto o traten de chantajear a su liderazgo. Esta es la razón por la que Hamas volvió a El Cairo en los términos egipcios y retirando una serie de exigencias inapropiadas que había hecho cuando constató que Irán, Turquía y Qatar no podían ofrecerle nada.

La intervención egipcia fue la única manera de llegar al acuerdo a la crisis militar cuando Hamas ya estaba extenuada. Por otra parte, la delegación israelí sólo fue recibida en El Cairo cuando el primer ministro Benjamín Netanyahu detuvo la incursión terrestre en la Franja de Gaza.

En mi opinión, el verdadero desafío para Al-Sisi es Libia. El país se encuentra en un estado anárquico de colapso institucional e inmerso en una guerra cuasi-civil. Esto representa una amenaza directa a la seguridad de Egipto. Así, el Presidente no desea involucrarse en una controversia entre las partes en conflicto en Libia y se distanció de la situación. Sin embargo, al mismo tiempo, no puede permitir que el caos de Libia llegue a las fronteras de Egipto; es por eso que se aseguro un acuerdo con otro vecino de Libia, Argelia, sobre cómo hacer frente a la situación que los islamistas han disparado luego de la caída del Coronel Khadafi.

Está claro que Egipto y Argelia priorizan restaurar la estabilidad, apoyando al parlamento y al gobierno legítimo de Libia. La cooperación entre Argelia y Egipto es la única manera de parar la situación en Libia que ha entrado en una espiral de violencia y descontrol.

En cuanto a la situación en Irak y Siria, el presidente Al-Sisi optó por mantenerse bien lejos de esta crisis. A excepción de una limitada participación en la alianza internacional formada contra el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), y éste es un paso que también ayudará en la guerra que libra contra los grupos armados dentro de Egipto, además de representar una justificación para la ilegalización de los Hermanos Musulmanes, especialmente en el apoyo de la Hermandad a las acciones del ISIS.

Por otro lado, Al-Sisi ha fortalecido sus relaciones con aliados originales, es decir, aquellos con los que fomentó vínculos antes de asumir la presidencia, en particular Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Rusia. La cooperación de Egipto con estos estados se incrementó drásticamente en los últimos cien días y beneficio el programa de reforma interna de Al-Sisi. Esta alianza también le ha permitido reforzar su posición en contra de los críticos de los gobiernos occidentales en general. De hecho, los norteamericanos y la Unión Europea parecen haber cedido a la nueva realidad en Egipto, al anunciar su aceptación y aprobación del gobierno de Al-Sisi.

El único enfoque de política exterior que sigue siendo turbio es la cooperación de Egipto con Rusia, sobre todo si se hace a expensas de la relación de larga data de Egipto con Estados Unidos. Aun así, ¿quiere el Presidente Al-Sisi realmente cambiar la historia por tercera vez? La primera fue cuando el presidente Abdel Gamal Nasser pasó a apoyar a la Unión Soviética contra el campo estadounidense para poder comprar armas checas. La segunda, cuando el presidente Anwar Al-Sadat expulsó expertos soviéticos de Egipto restaurando relaciones con los norteamericanos.

En mi opinión, no está claro aún si la política de Al-Sisi representara un cambio drástico hacia Moscú o es simplemente un movimiento calculado para servir a sus necesidades temporales. El tiempo lo dirá. Sin embargo, los primeros cien días del presidente son muy tenidos en cuenta, no solo por los gobernantes árabes, sino también por Occidente que comienza a verlo positivamente en el actual caos regional del mundo árabe.

¿Por qué no hay más protestas contra el yihadismo?

Es notorio que EEUU y la mayoría de los gobiernos europeos han cometido errores en sus programas políticos como en su diplomacia en Oriente Medio. No hubo avances en articular políticas que seduzcan a la calle árabe y cautiven el corazón y las ideas de los musulmanes para alcanzar una victoria definitiva en la guerra contra el terrorismo yihadista. Los resultados están a la vista. El ejército del califato islámico (ISIS) es el emergente de los dislates de la administración Obama como de sus colegas Hollande y Cameron. Ellos lo crearon junto a Qatar y, posiblemente, nos lleven ahora a una nueva guerra cuyo resultado incierto puede abrir puertas a la profundización de la brecha entre Oriente y Occidente al intentar neutralizarlo. Continuar leyendo

ISIS es el resultado de la negligencia occidental

Al evaluar el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) se pone de manifiesto que, de todos los grupos armados en la región, es por mucho el más importante, el mejor financiado, armado y organizado. Posee más miembros que cualquier otra. Ningún otro grupo lleva a cabo tantos actos de violencia y terror, no sólo contra el pueblo sirio e iraquí, sino también contra la región e incluso más allá. En resumen, el ISIS actualmente es el grupo terrorista más prominente y peligroso del mundo.

Esta evaluación no deja de resultar deprimente, pero plantea una realidad que es absoluta ante la amenaza que significa. Sin embargo, merece una atención especial, no sólo por su importancia, sino también porque el ISIS es increíblemente letal como grupo armado. A la luz de este hecho, es que pueden observarse los muchos errores cometidos en el tratamiento del problema del ISIS en la crisis de Siria e Irak, y también sobre su avance en el Líbano, sin descartar sus intentos de infiltrar Jordania y su presencia naciente en Gaza.

La información más importante que la comunidad internacional dispone respecto del ISIS, es que este grupo creció y desarrolló su presencia en Irak y a través de la expansión de sus acciones militares y políticas en Siria. Estos datos son más que fundados: fue sólo hace dos años, después de la escalada violenta del conflicto sirio y luego del inicio de la campaña represiva y brutal del régimen de Bachar Al-Assad contra su propio pueblo, que el grupo entró en el país y comenzó sus actividades criminales a gran escala.

Otro punto de reflexión es el papel desempeñado por el saliente primer ministro iraquí, Nuri Al-Maliki, que ayudó al grupo a poner un pie en Irak cuando en 2013, el ISIS llevo a cabo más de dos docenas de operaciones para liberar a cientos de ex yihadistas de Al-Qaeda de las prisiones iraquíes. Luego de lo cual, se le facilitó masivamente su paso a Siria durante julio y agosto de ese año junto con fondos, armas y municiones. Esta ayuda fortaleció al grupo y su presencia en la región. Hubo también una intensa actividad de inteligencia realizada por la seguridad iraquí y también por jugadores internacionales como Irán, Rusia y el propio Al-Qaeda, todo ello ayudó a miles de extremistas a operar en Siria y, junto a sus hermanos de Irak, les resultó en gran soporte para formar el núcleo duro del ISIS y su liderazgo.

Un informe dado a conocer en junio pasado por agencias de seguridad de países árabes sugiere que no menos de 12.000 combatientes extranjeros de 81 países llegaron a Siria e Irak para unirse al conflicto desde 2011. La mayoría de ellos se unió al ISIS. Un gran número de estos combatientes son de países árabes e islámicos. Sin embargo, se informó que unos 4.000 son ciudadanos europeos y 500 estadounidenses.

Esta evidencia contradice las afirmaciones brindadas el último año por la comunidad internacional, a la vez que fortalece la idea de que la violencia sobre el terreno claramente es responsabilidad de la presencia del ISIS en Siria e Irak, y de su satélite en Líbano, Al-Nusra.

En realidad, el factor principal de esta crisis es de naturaleza política, y se fundió con los objetivos erróneos de una comunidad internacional que también apoyó a ISIS en la caída de Khadaffi en Libia, desde donde intensificó su violencia luego de asesinar al Coronel con apoyo de las fuerzas aéreas estadounidense, francesa y británica. Esto explica la facilidad con la que el liderazgo del grupo y sus miembros se extendieron de país en país y su capacidad para configurar rápidamente una organización fuerte sin ser atacados por fuerzas occidentales durante su expansión.

La comunidad internacional fue negligente: no solo erró en su política de favorecer el derrocamiento de los dictadores laicos en el mundo árabe sino que fortaleció y armó al ISIS sin entender que estaba amamantando al bebe de Rosemary. Y así, lo convirtió en el monstruo que es hoy.

Esto explica el apuro actual del presidente Obama y de su colega Cameron por lanzar ataques aéreos sobre bases y combatientes del ISIS. Pero sería bueno que ellos sepan que las guerras no se ganan desde el aire en el mundo árabe, y que hay que poner pie en tierra para ello. Habrá que ver hasta dónde Obama y Cameron entiendan esto si quieren ir por el ISIS.

Un dato no menor es que el carácter extranjero del grupo no fue obstáculo en su ampliación territorial tanto en Siria como en Irak, infiltrándose en otros grupos islamistas armados como el Ahrar Al-Sham en zonas rurales pobres y descontentas entre Deir Ezzor, Alepo y hasta Raqqa, en Siria. El ISIS explotó la escasez de armamento y financiación que elementos del Ejército Libre de Siria estaban sufriendo y rompió estos grupos en una lucha de unos contra otros, al tiempo que creó una atmósfera de opresión y terror dondequiera que iba asesinando residentes y soldados con el fin de mantener todo bajo control. De esta manera, un nuevo y más sanguinario Al-Qaeda se creó en Siria e Irak.

Para concluir, podemos decir que el ISIS es claramente una organización “funcional”, no para llevar a cabo una agenda exterior compatible con la democracia en Siria e Irak. El papel del grupo en Siria es similar a Hezbollah en el Líbano o a las milicias armadas en Irak y sólo difieren en la naturaleza de sus lealtades y consignas. Occidente deberá comprender que esto significa que la lucha contra el ISIS corre paralelamente con la guerra contra Assad, contra Hezbollah y también contra las milicias radicales iraquíes. Es una guerra, una confrontación que en modo alguno puede ser dividida ni tomada como aislada o diferente. Es una guerra contra el terrorismo y el extremismo radical.

Si las políticas que pretende aplicar la comunidad internacional, la ONU y la OTAN no lo interpretan de tal forma, habrá malas noticias para lo que -todavía- conocemos como “mundo libre”.

La disyuntiva al interior del Islam

Cuando el 11 de septiembre de 2001 la organización Al-Qaeda secuestró aviones con el fin de atacar los EE.UU, intentó secuestrar también el mensaje del Islam. Al hacerlo, los fundamentalistas encendieron la gran batalla del nuevo milenio. El asesinato de más de tres mil personas inocentes en nombre de la yihad no significó solo la antítesis de los valores del mundo civilizado, sino también de los preceptos del propio Islam.

Cuando los terroristas liberaron su brutalidad y salvajismo, mostraron sus fines políticos más bajos, exactamente igual que los demagogos habían manipulado todas las religiones antes que ellos.

Al adoptar una filosofía dialéctica -según la cual, para efectuar un cambio hay que destrozar primero el orden establecido- el yihadismo intenta provocar el famoso choque de civilizaciones del que se viene hablando hace años. Mientras lo intentan, los terroristas rompen valores de una religión noble. El daño que ocasionaron no se limitó a Nueva York, Washington y Pensilvania. Los propios musulmanes también se convirtieron en sus víctimas, tal y como lo vemos hoy en Siria e Irak.

Los autores de estos crímenes contra la humanidad son aquellos a quienes el Corán describe como “extraviados del camino verdadero”, son aquellos que denigran los derechos humanos no solo de los que conceptualizan como sus enemigos, sino de los musulmanes en general y por tanto no son compatibles con el Islam. Estas personas son las que niegan la educación básica a las niñas, discriminan a la mujer y ridiculizan otras culturas y religiones desde la ignorancia con la que también niegan la tecnología y la ciencia en la brutalidad totalitaria con la que refuerzan sus opiniones del Medioevo.

Durante toda la historia, los muchos crímenes contra la humanidad han sido perpetrados en nombre de Dios, con base a la interpretación fanática de valores religiosos para justificar actos atroces contra la civilización. Esto es lo que está sucediendo claramente con el accionar del fundamentalismo del ISIS en su recientemente creado Califato de Al-Shams (Siria e Irak)

Por ello, usted lector, debe saber que “la lucha por los corazones y el espíritu” de los musulmanes tiene lugar hoy en día entre los moderados y los fanáticos dentro del Islam, entre musulmanes laicos y dictadores religiosos, entre quienes viven en el pasado y quienes desean avanzar y proyectar un futuro mejor. Del desenlace de este conflicto depende la dirección que tomen las relaciones internacionales en el siglo XXI. Ni dude el lector que la tercera Guerra Mundial está en marcha. A pesar de que Occidente ni siquiera ha comenzado a librarla. Si vencen los fanáticos y extremistas, entonces una gran fitna -desorden a través de un cisma- se apoderara del mundo musulmán y de gran parte de Occidente.

El principal objetivo de los fundamentalistas es el caos para instaurar sus fines. Usted tómelo o déjelo, pero lo cierto es que lo estamos viendo claramente en la guerra civil siria, en la crisis de Irak, en los crímenes y la persecución de los cristianos y yazidis y, por supuesto, también en los dacapitadores del ISIS.

La importancia de la yihad tiene sus raíces en la orden del Corán de luchar (según el significado literal de la palabra yihad) en el camino de Dios según el ejemplo del profeta Mahoma. Definitivamente “no” tiene el significado que los radicales le asignan.
Claramente, hoy en día existen musulmanes que creen que las condiciones de su mundo requieren de una yihad. Ellos miran a su alrededor y ven un mundo dominado por gobiernos autoritarios, corruptos y por una elite acaudalada sin ninguna preocupación por la prosperidad de sus pueblos. Estas personas también consideran que el mundo árabe islámico está dominado por la influencia de la cultura occidental cuyos gobiernos apoyan y sostienen gobernantes árabes corruptos, al tiempo que explotan recursos humanos y naturales del mundo islámico.

Así, son influenciables por una minoría violenta y ruidosa que planea una ofensiva militar contra Occidente. Pero claramente esa minoría ruidosa no representa a la mayoría silenciosa de musulmanes que trabaja, envía a sus hijos a educarse y creen en lo que denominamos movilidad social por un futuro mejor.

La guerra, como en tantas tradiciones religiosas, puede ser justificada en el Islam cuando es necesariamente defensiva, pero no es vista como un deber religioso continuo como los islamistas vociferan. En consecuencia, según el Corán, preservar la vida es un valor primordial. El Corán da relevancia al valor moral de preservar la vida. De hecho no acepta el suicidio, por el contrario, ordena la preservación de la vida propia y ajena.

Los juristas musulmanes desarrollaron hace años un corpus específico de leyes llamado siyyar. De allí, se infiere una clara interpretación y análisis de las causas justas para la guerra. Ese corpus legal indica que “aquellos que declaran la guerra ilegalmente, atacan a civiles desarmados y destruyen propiedades irresponsablemente, entran en violación flagrante a la concepción jurídica islámica y son denominados muharibun (malvados).

Algunos se preguntarán si los musulmanes pueden emplear textos antiguos para servir de explicación y guía en el mundo moderno. Sin duda que sí, los seguidores de cualquier religión aceptan la universalidad de su doctrina respectiva. El Antiguo Testamento o el Nuevo Testamento no son textos destinados a servir únicamente en los tiempos en que fueron revelados, sino en cualquier tiempo. Son y serán textos destinados a guiarnos a través de los siglos.

Al interior del Islam se ha dado un enconado debate respecto de cómo el Islam se relaciona con otras culturas y religiones. Aunque el accionar del fundamentalismo islamista actual pueda presentarlo hoy día como cerrado e intolerante, esto no es así, a pesar que los islamistas quieren que el mundo piense de otro modo. El genuino Islam acepta como principio fundamental el hecho de que los humanos hayan sido creados al interior de religiones distintas y, por supuesto, que sean distintos entre sí.

Esto queda claro en la Sura coránica que sindica que “Dios no quiso que todos sobre la tierra fueran seguidores de una misma religión y miembros de una misma cultura”. Si hubiera querido eso, lo habría dispuesto de ese modo. Esto significa que Dios creó la diversidad y ordeno a los creyentes que fueran justos, que busquen y deseen la justicia en el mundo. De aquí se sigue que, Dios quiere que se respeten otras culturas y religiones; las cuales también fueron creadas por Él.

La libertad de elección, especialmente en cuestiones de fe, es la piedra angular de los verdaderos valores coránicos. Esta libertad debe guiar hacia el pluralismo en la religión, tanto dentro del Islam como fuera de él. El Corán afirma sin ambigüedad la libertad de elección en cuestiones religiosas.

A mi juicio, leyendo el Corán, quienes seguimos el cristianismo, al igual que nuestros hermanos mayores en la fe que profesan el judaísmo, podemos encontrar pasajes que hacen eco para ambos de enseñanzas religiosas propias.

Y estos extraordinarios puntos en común deberían ser los que debemos explorar entre las tres grandes religiones monoteístas para promover la mutua tolerancia a partir de la cual trazar cursos de trabajo en conjunto para que un futuro fraterno y de paz pueda ser construido. Seguramente a partir de esto y no de estériles batallas militares sin final a la vista será que se pueda aislar el radicalismo que generar fracturas dentro y fuera de cada religión.