Por: George Chaya
El mundo por fin comprendió que la erradicación completa del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) y de los grupos que pivotean en torno a su ideología como Al-Nusra, Ahrar Al-Sham y demás organizaciones terroristas en Siria e Irak no será posible sin la creación de autoridades centrales en Damasco y Bagdad que puedan gobernar eficazmente ambos países. Esto significa que tanto Bashar Al-Assad como la administración iraquí deben dejar el poder. La otra opción para Siria es, de mínima, un gobierno de coalición sin Assad. Esto sería un paso que representaría un avance significativo para unificar el país, aun considerando las zonas que el ISIS ha capturado porque impulsaría a la oposición siria genuina.
Las últimas declaraciones del primer ministro británico David Cameron frente a sus diputados durante el debate para autorizar los ataques aéreos del Reino Unido han sido “de lo poco inteligente” que Cameron ha mostrado en los últimos tiempos. Dirigiéndose a la Cámara de los Comunes, Cameron dijo que “se trata de ayudar a colocar un gobierno sirio adecuado y aceptado por su pueblo como legítimo para derrotar al ISIS en Siria”. La declaración del primer ministro es una clara señal de que ha llegado el momento de la dimisión de Assad.
Esta solución es similar al comunicado de la primera conferencia de Ginebra -de junio de 2012- que abogaba por un gobierno de transición sirio formado en conjunto, por funcionarios del régimen y de la oposición. Sin embargo, en su tiempo, esta propuesta fue rechazada por la mayoría de las fuerzas de la oposición y, por supuesto, también por el régimen del presidente Assad. La República Islámica de Irán y Rusia también se negaron a aceptar tal alternativa.
Dos años después esa iniciativa internacional sigue siendo la única solución. Del mismo modo ello se puede implementar con el régimen de Bagdad. Esto ayudaría a alcanzar el nivel mínimo de las expectativas de los diferentes grupos sirios e iraquíes interesados en erradicar al ISIS, que se ha convertido en una amenaza internacional.
No hay que subestimar el impacto generado por el ISIS, sobre todo después que su avance diera lugar a la caída de Nuri Al-Maliki, primer ministro de Irak. Por lo mismo, ISIS podría también convertirse en la principal razón para deshacerse de la testarudez de Assad.
En mi opinión, la coalición no podrá deshacerse de la mayor agrupación terrorista de la historia si sólo se basa en misiles Tomahawk y ataques aéreos. Ello sólo ayudará a deshacerse de unos pocos cientos de terroristas, pero muchos otros se mantendrán activos pasando a la clandestinidad y mimetizándose en ciudades y pueblos de Siria e Irak aguardando el momento de regresar a las operaciones militares cuando la alianza occidental se haya marchado, como ya ha sucedido antes.
¿Cómo podrá la alianza triunfar sobre el ISIS cuando sus combatientes se esconden de los detectores de radar y se infiltran en grupos pequeños en pueblos y aldeas de Siria e Irak? Llegar a ellos será muy difícil y puede convertir el esfuerzo de la coalición en una guerra de desgaste que continuaría por años. Mientras tanto, las amenazas del terrorismo se extenderán por todo el mundo.
Los líderes de la comunidad internacional están reconociendo que, tanto el problema como la solución a la crisis generada por el ISIS en Siria e Irak, se encuentran en Damasco.
La solución es un gobierno sirio legítimo que asuma la misión de luchar contra estos grupos terroristas, pero esto será posible solamente sin Assad. A su vez, la transición no funcionará sin el consentimiento de los aliados de Assad, Irán y Rusia. Sin embargo, sus dos aliados temen que Assad se haya convertido en un blanco muy fácil debido al creciente apoyo occidental a la oposición. De allí que la mejor opción para Irán y Rusia es participar en el establecimiento de un nuevo gobierno sirio, incluso si ello lleva el costo de perder a su aliado Assad. La propuesta de cooperación con Teherán puede no durar mucho tiempo y el régimen de Khamenei lo sabe, de allí que pueda virar su diplomacia en el sostenimiento del presidente sirio y dedicarse a fortalecer a Hezbollah focalizándose en la toma absoluta de poder en Líbano.
Es muy claro que los gobiernos occidentales no podrán hombres sobre el terreno. Por ello han comenzado a armar a la oposición apoyándolos con información, logística y entrenamiento de miles de combatientes. También es claro que en breve se les entregará la responsabilidad de neutralizar y expulsar al ISIS de las zonas en las que se ha hecho fuerte. El resultado de tal ecuación será una guerra larga, cruenta y extenuante para los árabes.