En el pasado, leí muchas veces sobre chistes racistas que generaban estereotipos sobre distintos pueblos del mundo. Confieso que me generaba poca simpatía y mucho rechazo ese tipo de bromas que, incluso tomaban como blanco al Oriente Medio, especialmente desde Occidente.
En aquellos días el estereotipo extendido era que los estadounidenses eran ingenuos y espontáneos; los franceses malhumorados, los británicos astutos, educados, fríos y discretos; en tanto que a los alemanes se los colocaba en la estructura rígidamente disciplinada y eran considerados muy eficientes. Los rusos eran los menos favorecidos siendo etiquetados de rústicos e inestables, por no mencionar el racismo nada disimulado cuando se hablaba de los judíos.
Más tarde, descubrí que a menudo esos estereotipos no significaban más que una caricatura mal intencionada y que era absolutamente incorrecto generalizar acerca de la gente y los pueblos de esta manera. Por ejemplo, en mis años de estudios con hombres y mujeres británicos cuya calidez y amabilidad nos genero una mutua y cercana amistad.
Sin embargo, ¿qué pasa con los norteamericanos? Por supuesto que como dice el viejo refrán ”no hay humo sin fuego”, aunque la presunta ingenuidad de los estadounidenses no ha impedido que figuras públicas “ingenuas” hayan llegado a los más altos cargos, George Bush (padre) y Gerald Ford, por nombrar unos pocos -aunque mucho piensen lo contrario- han tenido su costado ingenuo. Los que entienden cuán sofisticado es el sistema político estadounidense pueden comprender realmente que no es imposible que alguien con inteligencia limitada pueda llegar a la cima sencillamente porque en EE.UU. las instituciones son mucho más poderosas que los individuos.
El hecho incontrastable quedo demostrado el pasado domingo cuando el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, fue invitado del Centro Saban para Políticas de Oriente Medio de la Brookings Institution, en Washington DC. Allí, Kerry dio un ingenuo discurso en el que señaló que las posibilidades de cooperación regional en Oriente Medio para la lucha contra el terrorismo -que incluye a varios países árabes- son cada vez mayores y más solidas. Y las cosas no quedaron allí, “hasta fue aplaudido por eso”. Aunque un estudiante de primer año de Ciencias Políticas sabe que esto no solo es ingenuo, más bien es improbable.
Kerry dijo en alusión al ISIS: “Estamos viendo la posibilidad de crear un nuevo alineamiento regional con el objetivo común de neutralizar a los extremistas”. En otras palabras, el se refirió sólo a los extremistas musulmanes sunitas.
Lo asombroso es que Kerry nombró algunos Estados del Golfo que claramente apoyan y financian al terror yihadista como aliados y expresó su alegría por los avances de la “coalición internacional y la colaboración del régimen de Teherán”, que está demostrando claramente -según Kerry- neutralizar al ISIS militarmente ayudando al Hezbollah libanes sobre el terreno en Siria.
El Centro Saban fue fundado por Haim Saban, un empresario israelí-estadounidense nacido en Egipto, y la mayoría del auditorio de Kerry el pasado domingo era pro-Israel. Así, en su discurso, Kerry trató de tranquilizar a su audiencia sobre el futuro subrayando la cautela y el cuidado de la administración Obama junto a su pleno compromiso en enfrentar el extremismo y el terrorismo con socios “árabes moderados” y musulmanes chiitas-persas dispuestos a hacer la paz con Israel. En pocas palabras, Kerry estaba hablando con “muy buena voluntad”. El problema con lo que él dijo, sin embargo, es que ignoró varios puntos importantes.
En primer lugar, la mayoría de los países árabes han apoyado el Acuerdo de Oslo y al fallecido líder palestino Yasser Arafat frente a los dirigentes israelíes de entonces, y lo cierto es que Arafat, luego de acordar muchos puntos favorables para su pueblo, finalmente se marchó y se negó a firmar los documentos finales del Acuerdo, mandando a pique la posibilidad más concreta que alguna vez hayan tenido los palestinos de crear su Estado. En segundo lugar, el jugador regional mas peligroso para Israel es el grupo terrorista Hamas, apoyado por Irán al igual que por el Hezbollah y ambos, junto con el régimen de Teherán propugnan la destrucción de Israel.
En tercer lugar, a pesar de que Washington lo sabe todo sobre la larga historia de Irán de haber participado en actos de terrorismo en Oriente Medio, el gobierno de Obama ha elegido a Irán como aliado traicionando el genuino levantamiento popular del pueblo sirio, volviéndose así contra sus históricos aliados “moderados” como los ex presidentes Hosni Mubarak en Egipto y Ben-Ali en Túnez.
En cuarto lugar, el discurso de Kerry puede estar en consonancia con las políticas bien intencionadas de Estados Unidos en el Oriente Medio desde la época de Camp David, pero este objetivo no es suficiente en sí mismo. Muchas de estas políticas bien intencionadas fueron; ciertamente los desaguisados de Jimmy Carter. Así, el discurso de Kerry ignora que la paz sólo puede ser construida en base a la mutua y sólida confianza. A falta de ella, no habrá paz posible para israelíes y palestinos ni entre los árabes, los israelíes y los iraníes, y toda negociación u hoja de ruta que se intente implementar no valdrá ni la tinta que se utilice para su firma.
En resumen, la actual administración estadounidense está impulsando a la región entera a aceptar la hegemonía iraní bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo en el contexto de la fuerte creencia que los enemigos son los takfiristas suníes, ignorando deliberadamente el yihadismo chiita, tan peligroso con el califato que el ISIS pretende instaurar. Y ello, sencillamente es como dejar “al gato al cuidado del canario”.