Por: George Chaya
Cuando se trata de evaluar lo que está bien y lo que está mal en las conductas y los conflictos humanos, es habitual estar ante una difícil decisión pues el ámbito de colisión tanto de las ideas como de las acciones a menudo incluyen zonas grises. Cuando se trata de interpretar una guerra civil, la tarea se vuelve aún más escabrosa debido a que la urgente necesidad de detener la tragedia debe superar la tentación de repartir culpas y responsabilidades.
De vez en cuando, sin embargo, nos enfrentamos a un conflicto en el que tomar partido es a la vez ‘una posibilidad teórica pero también un imperativo moral’. Exactamente a esa categoría pertenece esta crisis que ha sumido a Siria en una tragedia de magnitud por los últimos de tres años. Es por eso que uno siente cierta sensación de indignación ante los que tratan el asunto con sus tibios “sí, pero no” (para evitar tomar partido) lo que al final del día, equivale y significa llanamente tomar partido por los malhechores y asesinos.
Tiempo atrás, en el marco de una de mis conferencias en Boston, un oficial de alto rango de la administración del presidente de EEUU, Barack Obama, me dijo que actuarían duramente ‘para frenar la masacre del pueblo sirio a manos de Bashar Al-Assad si se comprobaba la utilización de armas neuro-toxicas en suelo sirio’ (el propio Obama hizo también la misma promesa). Ese era el momento de la ‘línea roja’ de Washington, me indicó. Luego, el mundo vio que nada de eso sucedió y la esperanza de los sirios que esperaban ayuda ante su sufrimiento se desvaneció por completo. El año pasado, un alto funcionario del gobierno francés declaró que el presidente de Francia, François Hollande, ‘estaba listo, incluso para una acción militar’ que pusiera fin a la carnicería de Siria. Pero por supuesto, eso fue antes de que Obama realizara su espectacular huida de la región, dejando solo al desventurado e inepto Hollande. Si Francia pretendía maquillar sus traiciones históricas en el Oriente Medio y el Levante en Siria, todo lo que sucedió es que París reincidió en su conducta artera y dual hacia los pueblos árabes.
Aunque he escrito e impartido conferencias internacionales para ayudar a poner fin a la matanza de Siria, nunca creí -ni creo- que los EEUU con Obama o la Francia de Hollande harían algo significativo para ayudar al pueblo sirio a alcanzar la libertad. Sin embargo, lo hice esperando hacer algo útil para la opinión pública y confiando en que las ‘grandes democracias occidentales’ también lo harían y aliviarían su sufrimiento. Por desgracia, yo no estaba equivocado. En primer lugar, John Kerry, el secretario de Estado de los EEUU, redujo todo el asunto de las matanza-sin duda cumpliendo órdenes del presidente Obama- a las armas químicas del régimen sirio. Y EEUU pasó pagina. Para Francia y EEUU, el régimen sirio puede seguir asesinando a bala, cañón y cuchillo, desde el aire o por tierra, mientras no se publicite y no se usen armas tóxicas. Y aquí no ha pasado nada, carta blanca para Assad por un lado y para los yihadistas por el otro.
Luego fue el turno de Hollande, quien no desmontó su soberbia ni siquiera luego de las palizas que los yihadistas le propinaron en África recientemente. Así, acabó como casi todos los mandatarios franceses que le precedieron: ‘asfixiado en líos de mujeres’ y echando los pocos reflejos que dispone para tratar de comercializar el llamado programa de ‘Ginebra II’.
En consecuencia, el tema de las armas químicas se redujo aún más y nadie investigó nada. Tampoco hubo ninguna sugerencia de destruir las fábricas y los centros de investigación en lo que los expertos creen que es el mayor programa de armas químicas del Oriente Medio. No voy a agobiar al lector, ni falta hace que mencione, que en el último acuerdo negociado por el crédulo Kerry tampoco nadie se ocupó de las armas biológicas de Siria. El mes pasado, durante el Foro Económico Mundial en Davos, el ex candidato presidencial demócrata se jactó de su ‘éxito’ en la celebración de las conversaciones de Ginebra II sobre Siria. Sin embargo, yo veo esto como un paso hacia la repetición de la tragedia que presenciamos en Bosnia en el pasado.
El régimen de Assad prometió respetar a las mujeres y los niños residentes en las ciudades sitiadas comenzando con Homs, bajo supervisión de la ONU. Un escenario similar se produjo en Bosnia, en julio de 1995, cuando a las mujeres y los niños en Srebrenica (bajo protección de la ONU desde 1993) se les permitió salir, y luego escuadrones de la muerte serbios se movilizaron para masacrar a unos 10.000 hombres y adolescentes que quedaban en la ciudad sitiada. La ‘fuerza de protección’ de la ONU miró hacia otro lado mientras se producían los asesinatos en masa, y aunque estas acciones de los serbios más tarde fueron calificadas por el Consejo de Seguridad de la ONU como “genocidio”, los muertos estaban bien muertos por lo que la reivindicación hacia ellos y la tipificación del delito de genocidio no los trajo de nuevo a la vida. Después de la masacre, el fallecido diplomático estadounidense Richard Holbrooke aplaudió a los serbios mientras cosechaban los beneficios de su limpieza étnica y establecían su ‘República’ en el 30% del territorio que habían capturado de Bosnia-Herzegovina.
¿Quién puede dudar que si el mismo escenario se repite más allá de Homs, el régimen sería capaz de llevar a cabo arrestos en masa a un costo mínimo y bajo la mirada de los observadores de la ONU? Si usted duda, le deseo suerte en la vida, y le sugiero, si le interesa, investigar en los archivos de diarios por los últimos 30 años. Allí podrá tomar sus propias conclusiones. Si lo desea ni repare en este articulo. Sin embargo, si le interesa y respeta la vida y la libertad, no lo pase por alto ni piense que Siria está muy lejos de Bosnia.
Volviendo a los debates de Ginebra, ellos no han sido más que una estrategia rusa para plegar a los EEUU en conversaciones interminables mientras que Moscú y Teherán ayudan a Assad en aplastar a sus oponentes con una fuerza militar superior y el resultado de “éxito diplomático” que menciona Kerry es una aplastante victoria ruso-iraní para recuperar el control de Siria a través del genocidio de su pueblo e incluso pueden reemplazar a Assad con otro dictador violento para ese fin. Este es un escenario que el presidente ruso, Vladimir Putin ya utilizó en Chechenia cuando promovió como ‘presidente’ de ese desdichado país a Ramzan Kadyrov y al que estamos viendo actualmente en Ucrania.
Se suponía que ‘’Ginebra I’’ debía ser una Cumbre sobre la formación de un gobierno de transición para llevar a Siria fuera de su círculo de enfrentamientos y masacres. ‘Ginebra II’ se celebraría para fijar un calendario para la transición y el acuerdo sobre los componentes de ‘Ginebra I’. Ahora, sin embargo, Vitaly Churkin, embajador de Rusia ante las Naciones Unidas, ha declarado sin sonrojarse que no se debe hablar de un calendario para la transición y que ‘Ginebra II’ se centró en “cuestiones humanitarias” y que nunca se contempló un cambio de régimen como hoja de ruta.
En otras palabras, Rusia ha logrado obtener carta blanca para Assad, mientras que Obama y Kerry utilizan la poca influencia que tienen sobre los grupos de la oposición siria engañándolos con promesas de ayuda y armamento para persuadirlos ‘a que continúen caminando en silencio entre los cadáveres que la masacre deja día a día, hora a hora y minuto a minuto’. Concluyendo, diría que esto seguramente puede suponer que lo que vendrá en Siria será un baño de sangre aún mayor, una catástrofe humana nunca antes vista en Oriente Medio, una tragedia que incluso los falaces Kerry y Hollande podrían no ser capaces de vender como una ‘victoria diplomática’ para sus países en el corto plazo.