Los puntos frágiles del acuerdo con Irán

A medida que las disputas sobre el -llamado- acuerdo nuclear con Irán continúan tanto en Teherán como en Washington, cada vez es más claro que el día que el presidente Barack Obama no esté a cargo el acuerdo no sobrevivirá más allá de su presidencia.

Una situación similar está tomando forma del lado iraní. La facción de Akbar Hashemi Rafsanjani, de la cual el presidente Hassan Rouhani es miembro, espera utilizar el acuerdo como plataforma de lanzamiento para la conquista de los principales centros de poder. Sin embargo, el acuerdo puede llegar a ser la ruina política del clan Rafsanjani.

El “acuerdo” tiene demasiados defectos fundamentales y no goza del apoyo de las dos naciones involucradas, tanto Obama como Rouhani sabían que su acuerdo no ganaría el apoyo de sus respectivos poderes legislativos, de allí que por estas horas trazan un plan para sortear esos defectos y los problemas que representan.

Obama accedió a que el Congreso revise el “acuerdo”, pero no como un tratado y solo después de que recibió una “apariencia de dudosa legalidad” a través de una resolución aprobada contrarreloj por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Ya sea que los votos del Congreso alcancen para ratificar o no el “acuerdo”, el compromiso de Estados Unidos con la resolución de la ONU se mantendrá. La votación del Congreso casi seguro irá en contra del acuerdo y sería una señal de que Estados Unidos como nación y país no lo quiere ni lo deseaba, menos aún en los términos que acordó su presidente. Continuar leyendo

¿Es Rohani quien la comunidad Internacional supone?

Si todo continúa según lo previsto, en las próximas semanas, la República Islámica de Irán deberá anunciar otro “acuerdo provisional” respecto de su programa nuclear. Aunque publicitado con mucho ruido, el pacto que se dio a conocer en Ginebra meses atrás no se firmó, configurando un fiasco de magnitud para la comunidad internacional. Por tanto, aquel documento no puede ser considerado como vinculante. Contrario a ello, fue degradado a la categoría de un “plan de acción conjunto” y no un tratado internacional. En otras palabras, no era más que una lista de promesas y una declaración de voluntades incumplidas. Exactamente como lo adelante en mi columna en Infobae de diciembre del año pasado.

Lo concreto es que el presidente Hassan Rohani puso en juego su mandato apostando al éxito de las negociaciones con el llamado grupo 5+1 liderado por los EE.UU. El presidente iraní cree que un acuerdo sobre la cuestión nuclear sería cortar el nudo gordiano de las sanciones que pesan sobre Irán y una nueva era de las relaciones de la República Islámica con el mundo exterior. Y eso, en cierto sentido, es el primer error en su estrategia. Las agrias relaciones de Irán con grandes potencias como Rusia, que ha actuado recientemente como un aliado táctico del régimen, no se debieron a la preocupación sobre la intención real o imaginaria de Irán por construir una bomba.

Las grandes potencias consideran con recelo y desconfianza al régimen khomeinista desde el principio mismo de constitución. Antes de que los mulláh tomaran el poder, los líderes de las grandes potencias ya evitaban visitar Irán. En todo el decenio de 1970 dos presidentes de EE.UU, dos de la ex Unión Soviética, tres cancilleres alemanes, un presidente francés, dos primeros ministros británicos y un presidente chino estuvieron en Teherán. Sin embargo, con los mullah en el poder, esas visitas se esfumaron mucho antes que la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) revelara que Teherán tenía un programa nuclear clandestino con posibles dimensiones militares.

Por lo tanto, incluso si la cuestión nuclear no fuera el motivo, no hay ninguna garantía de que las grandes potencias alterarían su postura adversa. De hecho, hay varias otras conductas -violaciones a los derechos humanos, violencia contra la mujer y los homosexuales, por nombras algunas- con la que Irán genera la preocupación de las grandes potencias antes de poner el asunto nuclear sobre la mesa. Si esos poderes consideran a Irán poco digno de confianza en muchas cuestiones, no hay ninguna razón para no sospechar de sus intenciones con respecto a la cuestión nuclear. Después de todo, Irán tenía un programa nuclear ambicioso antes de los mullah, y nadie protestó. De hecho, los países del grupo 5+1 compitieron en el pasado para proveer tecnología a las ambiciones nucleares de Irán.

El segundo error de Rohani es considerar las negociaciones nucleares como medio de silenciar a la oposición. “Consideramos que estas conversaciones son un paso hacia el desarme y la desarticulación de nuestros rivales”, dijo días pasados. Cualquier colega estudioso de la política regional e incluso un estudiante de ciencias políticas sabe que sencillamente es un error de amateur hacer algo con la esperanza de servir a un propósito no relacionado.

El tercer error en la estrategia de Rohani es que se lo ve apurado para conseguir algo y se lo nota enredado y complicado en su propia estrategia. No deja de repetir que Irán “no va a retroceder un paso en su proyecto de investigación nuclear”. Sin embargo, el problema no refiere a la investigación. Cualquiera podría hacer una investigación, incluso en Internet. Lo que importa es lo que uno hace con la investigación. Es decir, “con el desarrollo de la misma”. Irán tendrá que probar y demostrar las hipótesis a las que llegue en la investigación que su presidente sugiere. Y eso significa hacer las cosas diferentes de lo que ha estado haciendo antes. En otras palabras, no se necesita una industria nuclear de amplia base para hacer una investigación significativa si ella es de naturaleza médica, científica y no militar.

El siguiente error de Rohani es que rechaza la posición de “la contraparte”. Acusa al grupo 5+1 de “falsedad” al afirmar que Irán está llevando a cabo un proyecto militar. Y entonces él debe mentir afirmando -sin demostrarlo- que su objetivo es un plan nuclear no militar. Pero ¿cómo se puede probar tal cosa? Aquí es donde Rouhani ha caído en su propia trampa. En lugar de preguntar “a la otra parte” para responder a sus preocupaciones con evidencia que quite esas preocupaciones, Rohani elimina y descarta esas preocupaciones llamándolas “injustificadas”. Sin embargo, no hay ninguna evidencia que indique que Irán no esté avanzando hacia el umbral cada vez más cercano de obtener una ojiva nuclear.

Inicialmente, Irán tuvo una disputa técnico-legal con la OIEA. La ineptitud de los dirigentes de Teherán transformó aquella diferencia en una crisis diplomática en la que se implico la ONU. El Consejo de Seguridad ha aprobado seis resoluciones exigiendo que Irán tome una serie de acciones precisas. Hubiera sido más fácil para Irán satisfacer la demanda de la OIEA, al no hacerlo, quedo expuesto al cumplimiento de las resoluciones. En su lugar, Irán está ahora atrapado en un procedimiento sin precedentes en la diplomacia internacional y a negociar el cumplimiento de las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas o asumir los costos y su responsabilidad ante la comunidad internacional.

Evitar un nuevo Bosnia

Cuando se trata de evaluar lo que está bien y lo que está mal en las conductas y los conflictos humanos, es habitual estar ante una difícil decisión pues el ámbito de colisión tanto de las ideas como de las acciones a menudo incluyen zonas grises. Cuando se trata de interpretar una guerra civil, la tarea se vuelve aún más escabrosa debido a que la urgente necesidad de detener la tragedia debe superar la tentación de repartir culpas y responsabilidades.

De vez en cuando, sin embargo, nos enfrentamos a un conflicto en el que tomar partido es a la vez ‘una posibilidad teórica pero también un imperativo moral’. Exactamente a esa categoría pertenece esta crisis que ha sumido a Siria en una tragedia de magnitud por los últimos de tres años. Es por eso que uno siente cierta sensación de indignación ante los que tratan el asunto con sus tibios “sí, pero no” (para evitar tomar partido) lo que al final del día, equivale y significa llanamente tomar partido por los malhechores y asesinos.

Tiempo atrás, en el marco de una de mis conferencias en Boston, un oficial de alto rango de la administración del presidente de EEUU, Barack Obama, me dijo que actuarían duramente ‘para frenar la masacre del pueblo sirio a manos de Bashar Al-Assad si se comprobaba la utilización de armas neuro-toxicas en suelo sirio’ (el propio Obama hizo también la misma promesa). Ese era el momento de la ‘línea roja’ de Washington, me indicó. Luego, el mundo vio que nada de eso sucedió y la esperanza de los sirios que esperaban ayuda ante su sufrimiento se desvaneció por completo. El año pasado, un alto funcionario del gobierno francés declaró que el presidente de Francia, François Hollande, ‘estaba listo, incluso para una acción militar’ que pusiera fin a la carnicería de Siria. Pero por supuesto, eso fue antes de que Obama realizara su espectacular huida de la región, dejando solo al desventurado e inepto Hollande. Si Francia pretendía maquillar sus traiciones históricas en el Oriente Medio y el Levante en Siria, todo lo que sucedió es que París reincidió en su conducta artera y dual hacia los pueblos árabes.

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Grupo 5+1 y Teherán: ¿salió Irán realmente beneficiado?

Aunque el presidente Rouhani describió el papel de sus enviados para la firma del acuerdo alcanzado con el Grupo 5+1 en Ginebra como un triunfo, declarando incluso que la historia de la Revolución Islámica se divide en ‘un antes y después de Ginebra’, sin embargo, cuando ‘las lagrimas de la emoción se disipan’ es posible evaluar este evento con mayor claridad.

Para empezar, siento decirlo, pero no está claro cuál es el nombre del documento que se ha firmado. Se habla de ‘acuerdo’, ‘memorándum’, ‘hoja de ruta’ y hasta de un ‘plan de acción conjunta’. Sin embargo, el documento no podrá ser reconocido con rango de ‘tratado internacional’. El grupo 5+1 es un órgano creado ad-hoc por Naciones Unidas y no tiene autoridad para firmar un tratado vinculante. De hecho, las negociaciones fueron conducidas por el representante de Asuntos Internacionales de la Unión Europea (UE).

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El ‘neocon’ arrepentido

En su tiempo, George Bush padre envió sin titubeos tropas a Panamá para expulsar a Noriega. Ello permitió a los panameños liberarse de un narco-dictador, votar, elegir democráticamente y crecer en lo económico. Ese día, el entonces presidente mando una tarjeta de Mickey Mouse al Congreso escrita de puño y letra en la que los congresistas pudieron leer: “En ocho horas habremos liberado Panamá. Cordialmente, el presidente”.

Hoy, el presidente Obama, quien tanto ha denostado a los republicanos por sus políticas y acciones, pareciera ser el nuevo neocon y está actuando como sus antecesores republicanos, pero hay diferencias. Personalmente no puedo decir que Obama me decepciono, menos aún que me haya sorprendido, sus acciones de gobierno son demasiado predecibles y su incapacidad evidente desde las primarias en las que se impuso a Hillary Clinton.

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Comunidad internacional y crisis Siria: “opciones estratégicas”

Dos años y cinco meses después del comienzo de la revolución siria y su posterior transformación en abierta guerra civil, la comunidad internacional se encuentra en una encrucijada histórica: intervenir directamente con el objetivo de destituir el régimen del presidente Bashar Al Assad para ayudar a construir un poder alternativo en Damasco o respaldar con poder suave a la oposición al punto de empujar al régimen a negociar su salida sin más opciones.

La administración estadounidense declaró el pasado 10 de junio que comenzaría el proceso de armar a la oposición. El Pentágono indicó que considera también otras medidas, incluyendo, muy posiblemente, una zona limitada de exclusión aérea sobre el asediado país. Pero incluso en este punto, el juego final de EEUU en Siria es incierto. Washington aún debe explicar sus planes estratégicos regionales con respecto de Irán y Hezbollah por un lado y a las milicias salafistas y yihadistas por el otro.

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