El islam político está venciendo al islam tradicional

Si bien la ausencia de democracia no es un mal inherente al mundo árabe, todos los países que lo integran la sufren por igual. La dictadura propiamente dicha —aunque limitada a dos o tres de ellos: Irak ayer, Siria hoy y Libia ayer y hoy— afecta al resto y reduce al mínimo el ámbito de las libertades, lo cual pone a las falsas democracias aún más en evidencia, en la medida en que la ciudadanía no ha adquirido en ninguna de ellas la inmunidad suficiente para impulsar una transformación democrática.

Sin embargo, sería engañoso atribuir la crisis de la ciudadanía a una predisposición cultural cuando en realidad es un problema que afecta a la organización del Estado.

El mundo árabe posee el dudoso honor de ser la única región del mundo donde el déficit democrático que padecen todos sus miembros se conjuga con la excusa de hegemonía extranjera —la mayoría de las veces indirecta, otras únicamente económica—, que, en los casos más extremos, como Siria e Irak, se asemeja a una nueva forma de colonialismo. Y si no, que lo digan Vladimir Putin y sus pilotos de la Fuerza Aérea rusa. Continuar leyendo

La orfandad de los sirios y el club de los cínicos

Por estas horas los sirios parecieran ser los huérfanos de la comunidad internacional, rodeados de enemigos reales y amigos falsos cuya tarea ha sido la de formar un club de cínicos con la sola finalidad de hacerse con el control de su destino.

El caso es concreto y los hechos están a la vista, a saber:

a) El presidente ruso, Vladimir Putin, insiste en que se arregló una transición que incluye la continuidad en el poder del presidente Bashar Al-Assad, a pesar de que eso podría significar un retorno al punto de partida. Sin embargo, lo que cuenta para Putin es asegurar -con la presencia de tropas rusas dentro de Siria- el tiempo necesario para mantener y reforzar sus bases militares en las costas del Mediterráneo y luego obligar a cualquier futuro Gobierno de Damasco a aceptar esto como un hecho consumado.

b) El secretario de Relaciones Exteriores británico, Philip Hammond, también ha pedido que Assad permanezca en el poder por otros seis meses, período durante el cual Inglaterra ayudará a que un milagro revele el camino hacia la paz en Siria. La posición de Londres está en directa relación con la voluntad británica de encubrir su apatía en el conflicto, creando la impresión de que Hammond y sus colegas están haciendo algo por Siria. Es muy claro que no todos los políticos británicos, mayoritariamente racionales y pragmáticos, apoyan el plan de Hammond. ¡Menos mal!

c) El presidente francés, François Hollande, quiere la destitución inmediata de Assad y su juicio por genocidio en la Corte Penal Internacional, pero rechaza la idea de tomar cualquier acción contra su régimen. Llámelo doble discurso si se quiere, pero Hollande parece más preocupado por la proyección de su imagen como líder europeo fuerte que por hacer algo verdadero acerca de Siria. Es por esto que usa un lenguaje belicoso, pero, a la vez, se apresura en afirmar que él no está pensando en ningún escenario de soldados franceses sobre el terreno. Si usted lo entiende, lo felicito. Considérese un posprogresista francés de cartón. A mi juicio, sus palabras valen tanto como hojas al viento.

d) El antiguo secretario de Relaciones Exteriores británico, Lord David Owen, sugiere que Siria debe ser colocada bajo el paraguas de un mandato jordano respaldado por las Naciones Unidas y la Liga Árabe. El señor no explica cómo se va a hacer eso en medio de una guerra que ha dividido a Siria en al menos cinco segmentos. Pero tampoco está preocupado por cuestiones tales como la capacidad de Jordania en desempeñar ese papel, que excede sus recursos y sus deseos. Sencillamente ridículo.

e) El gobierno de Barack Obama muestra el teléfono descompuesto en torno al tema durante los últimos cuatro años. Su última postura refirió la idea de crear una fuerza especial no especificada de poderes regionales para restaurar la paz en Siria. La buena noticia es que nadie en la comunidad internacional lo escucha y parece un boxeador a punto de caer knock out ante la paliza diplomática que le proporciono Putin por los últimos 7 años.

f) En Teherán, Ali Akbar Velayati, asesor del guía supremo, informa que su jefe Ali Khamenei ha decidido que Assad debe permanecer en el poder. Para Irán lo que Khamenei dice es considerado como fasl al-Khitab (fin de la discusión). Desde Teherán no hay lugar para planteos o preguntas tontas como: ¿Qué pasa si los sirios no quieren a Assad? Peor aún, cada vez es más claro que Teherán trata a Assad como a un títere en lugar de un aliado.

g) La orfandad de los sirios también es utilizada por personas como la canciller Ángela Merkel, quien dice que los alemanes están listos para recibir por bondad y misericordia hasta un millón de refugiados sirios. Entonces, la oposición reacciona duramente y le responde que un millón de refugiados será el colapso demográfico de Alemania.

h) El primer ministro húngaro, Viktor Orban, está utilizando a los refugiados sirios para avivar sentimientos chauvinistas y xenófobos, y así cobrar conductas anteriores de la Unión Europea, que siempre lo ha mirado con recelo. ¡Ajuste de cuentas que se llama!

El resultado de esto es que el ISIS se ha convertido en la segunda opción de casi todos.

Los Estados Unidos y los pocos aliados que le quedan son reacios a atacar al ISIS de forma eficaz porque su aplastamiento podría fortalecer a Assad. Al tiempo, el bueno de Bachar y sus aliados iraníes y rusos no están atacando al ISIS y esto claramente es porque ven al Califato como un elemento positivo frente a otras fuerzas de la oposición siria.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, por su parte, necesita del ISIS como cortina de humo para atacar y -con suerte- destruir el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) dentro de Siria. Turquía podría cerrar fácilmente la línea logística del ISIS a través de su frontera con Siria, pero no lo hace y sus declaraciones son que Turquía actuará solo si los aliados de la OTAN, liderada por los Estados Unidos, acordaran acabar con Assad, pero los turcos no moverán un dedo por ellos mismos, pues ninguno de los que exigen que actúen lo hacen. Mientras tanto, Turquía hace su negocio y sigue eliminando kurdos.

El PKK y sus aliados kurdos sirios también son ambivalentes acerca de ISIS. Ellos están listos para luchar contra él si amenaza zonas kurdas, pero no mientras ISIS golpee en las zonas aún mantenidas por Assad. Después de todo, ISIS es una buena excusa para que el PKK y sus aliados locales puedan exigir más dinero y armas de las potencias occidentales.

Otro problema es el Gobierno iraquí es reacio a asumir el combate contra el ISIS. Tal medida podría enfadar a Teherán, que, como ya he señalado, no quiere fuerzas de la oposición siria, gana terreno contra Assad y prefiere mantenerlos ocupados combatiendo al ISIS, por ello es que también usa a Hezbollah.

Tampoco se debe soslayar que algunos Estados árabes también consideran al ISIS como el mal menor en comparación con una Siria gobernada por una coalición liderada por los Hermanos Musulmanes, a quienes consideran como el enemigo número uno.

En otras palabras, el núcleo de la tragedia Siria consiste en el hecho de que Assad e ISIS representan las dos caras de la misma moneda. Ambos quieren que el pueblo sirio sea la resultante de la ecuación. Ambos tienen cantidad suficiente de base popular como para continuar la masacre por más tiempo, incluso si no reciben apoyo del exterior, que regularmente consiguen.

Lo peor de este escenario, con el ISIS como segunda opción de todos los involucrados, es que el orfanato sirio parece condenado a una situación a la que los turcos llaman achmaz y que significa “sin salida”.

Los sirios entre la espada y la pared

El premier ruso Vladimir Putin continúa promocionando activamente un “acuerdo de paz” que detenga el conflicto sirio como parte integral de una solución a la guerra civil, pero que al mismo tiempo mantenga en el poder a su socio Bashar Al-Assad. Ello, a pesar de que la única solución buscada por Assad desde marzo de 2011 ha sido huir hacia adelante, al ordenar mayor represión, violencia y asesinatos, todo lo cual al día de hoy ha llevado a la destrucción absoluta de lo que alguna vez se llamó República Socialista Árabe Siria.

Lo cierto es que el camino elegido por el régimen de Assad ante el levantamiento popular sirio ha quedado perfectamente claro en los últimos días con el asesinato -con coche bomba- de Sheikh Wahid Al-Bal’ous, líder de la sublevación de la comunidad drusa en la provincia de Sweida, además de las muertes de cientos de refugiados desesperados ahogados en el mar, como fue el caso del niño Aylan Kurdi, su hermano y su madre, y hoy, al momento de escribir este artículo, otras 25 personas se han ahogado en cercanías de la misma isla griega.

Mientras tanto, Irán está encantado redibujando un mapa demográfico de Siria, el Estado Islámico (ISIS) está profundizando sus crímenes en el devastado país, destrozando cualquier vestigio cultural de su pasado y demoliendo su presente y su futuro, además de infiltrar células propias dentro de las masas de refugiados en Europa. Continuar leyendo

El pescador furtivo del Caspio

Después de haber flexionado sus músculos en Ucrania, el presidente ruso, Vladimir Putin, se está preparando para delimitar la cuenca del Caspio como otra zona de influencia de Moscú. La próxima semana, los ministros de Exteriores de los cinco Estados de la Rusia litoral -Kazajstán, Turkmenistán, Irán y Azerbaiyán- estarán organizando una agenda afín a los deseos de Putin para una cumbre que se realizara en septiembre de este año en Moscú.

Con las reservas de petróleo estimadas en 28 mil millones de barriles (en comparación con los 16 mil millones de barriles del Mar del Norte), la cuenca del Caspio es el mayor yacimiento del mundo después del Golfo. Deseoso de reducir su dependencia del petróleo de la OPEP, Washington ha estado interesado en el Caspio desde la década de 1990. En 2002, un documento de trabajo elaborado por la administración del presidente George W. Bush identificó a Rusia como un ‘socio estratégico’ para los EEUU en lo referente a la gestión de suministros mundiales de energía.

El cálculo de Putin es que el retiro de EEUU bajo la era del presidente Barack Obama podría permitir a Rusia la consolidación de su posición en el centro del mercado mundial de la energía mediante la ampliación de su presencia incluyendo el Golfo a través de Irán. El éxito de la alianza ruso-iraní en el mantenimiento del régimen del presidente Bashar Al-Assad en Siria ha fortalecido la creencia de Putin de que podía usar a Irán como un socio menor en toda la región. Para que su estrategia tenga éxito, Putin necesita establecer firmemente a Rusia como la potencia con la última palabra en el Caspio.

Las ambiciones de Putin para el Caspio no son nada nuevo. En 2002, ordenó las primeras maniobras militares allí desde la caída del imperio soviético. En ese momento, sin embargo, Moscú solicitó la aprobación informal de Washington para los ejercicios -de cinco días- que incluyeron 10.000 soldados de élite, 60 buques de guerra, 30 aviones de ataque y un número desconocido de embarcaciones anfibias. Para disipar los temores de Rusia re-emergente como potencia hegemónica, dos ex-repúblicas soviéticas, Kazajstán y Azerbaiyán, se incorporaron en esos ejercicios y maniobras militares.

Esta vez, sin embargo, Putin no tiene necesidad de ‘consultar’ a Washington. “No hay nadie allí!” sugiere un comentarista de la prensa rusa. Tampoco es necesario que Putin utilice “la hoja de parra del multilateralismo” para su plan de transformar el Caspio en un lago ruso. Ninguna de las otras naciones litorales tiene el poder militar para moderar el apetito del amo del Kremlin. Putin ha apoyado a Irán, el más grande de los vecinos de Rusia en el Mar Caspio, ofreciéndose a ayudar a los mulás a eludir las sanciones impuestas por las Naciones Unidas, la Unión Europea y los EE.UU. El plan incluye la venta por parte de Rusia del petróleo iraní hasta 20 mil millones de barriles en los mercados globales en el marco de un acuerdo de trueque.

La última vez que el Caspio fue testigo de una batalla naval fue en 1856, cuando los rusos hundieron la Armada persa y establecieron el control militar total. Un tratado que Rusia impuso a Teherán, Irán acordó no mantener una armada en el mar Caspio y limitar la navegación comercial a sus aguas costeras. Después de la caída del imperio soviético, Irán tímidamente trató de construir una presencia naval en el Mar Caspio. Consistía en unos guardacostas que operan dentro de las aguas territoriales iraníes supuestamente contra los pescadores furtivos de esturión y caviar.

Desde 1991, Irán ha buscado un acuerdo para declarar el Caspio un mar cerrado de propiedad conjunta de sus cinco estados litorales. Según el plan, el Caspio sería administrado conjuntamente por lo que cuestiones como la protección del medio ambiente, la regulación de la navegación comercial, la fijación de cuotas para la pesca y lo que a desarrollo del turismo se refiere.

Cuando se trataba de los recursos de petróleo y gas, sin embargo, el plan iraní daría a cada uno de los cinco estados litorales el 20 por ciento del total de la explotación. Azerbaiyán, respaldada por los EEUU, se opuso al plan iraní desde el principio. Los azerbaiyanos insisten en que el Caspio se distribuirá entre los Estados del litoral de acuerdo con el tamaño de su costa. Eso le daría a Irán sólo el 11 por ciento del total. Rusia apoyó inicialmente a Irán en un intento por evitar que los EEUU obtuvieran una posición dominante en el Caspio a través de Azerbaiyán y Kazajstán. La posición de Rusia cambió después de que Putin y Bush establecieron una “asociación estratégica” durante una cumbre en Crawford, Texas, en 2001.

Al no haber podido vender su “soberanía compartida”, Irán trató de revivir los tratados que ha firmado con Rusia en 1856, 1928 y 1942. Bajo esos tratados, sólo Rusia e Irán tenían derecho sobre el Mar Caspio. Esto se debió a Azerbaiyán, Kazajstán y Turkmenistán no existían como Estados independientes en esos años. Los tratados, sin embargo, fueron atacados por muchos sectores, entre ellos algunos miembros del Majlis islámico en Teherán.

Bajo el esquema ahora promovido por Putin, Rusia obtiene casi el 20 por ciento del Caspio, mientras que Kazajstán recibe el 17 por ciento. Otro 13 por ciento se destinará a Turkmenistán. La participación de Azerbaiyán será el 18 por ciento, dejando el 12 por ciento en el caso de Irán. El estado de varias ex islas iraníes que se equiparan a Azerbaiyán, aún no está claro. Al mismo tiempo, Irán ha retirado todos los habitantes de la isla de Ashuradeh y disuelto su pequeña presencia militar allí.

Lo cierto es que Rusia está aumentando su influencia en Irán en otro sentido. Se está orquestando un esquema multinacional según la cual el petróleo y el gas del Caspio y Rusia se alimentan las refinerías ubicadas en el norte de Irán.

Mientras que el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Khamenei, se engaña a sí mismo en la creencia de que está en la cima del mundo, lo cierto es que Rusia considera a Irán del tamaño de una gota del mar Caspio y apunta también en deglutirse la producción de petróleo y gas del gobierno de Teherán.

Obama y el “soft power”

Aunque dividida como pocas veces antes, la élite política estadounidense está unida en su forma de evaluar la política exterior del presidente Obama como un rotundo fracaso. La huida precipitada de Irak quedó claramente distanciada del retiro ordenado al que refería la administración; el juego de “suma cero” en relación a Siria, mas la posición patológica de eludir las ambiciones nucleares de Irán y el intento surrealista para alcanzar la paz en Oriente Medio, junto a su falta de respuesta a la temeraria conducta del presidente ruso, Vladimir Putin, en relación a Ucrania, son los elementos citados para definir el fracaso estratégico tanto por la derecha como por la izquierda norteamericana.

Algunos analistas afirman que el problema se debe a la falta de experiencia de Obama en su gestión como presidente de los EE.UU. Otros lo culpan de obsesivo y narcisista, y hasta hay quienes refieren a la brutal desconexión con la realidad del presidente con un mundo que interpreta a su manera, pero que tal manera es una absoluta fantasía. Reconozco que me encontraba entre los que adherían a la última opción. Sin embargo, ante la cadena de dislates que lleva adelante la administración Obama es tiempo de aportar nuevas ideas y reflexiones. Por ejemplo: ¿Y si la percepción de fracaso se debe a la negativa de Obama en hacer lo que los críticos, tanto de la derecha como de la izquierda desean que hagan los EE.UU.? ¿Y si Obama tiene éxito en lograr lo que se propuso lograr?

Profundicemos el análisis. En la era Obama, EE.UU. perdió gran parte de su prestigio como superpotencia comprometida con una determinada visión del mundo por negarse a asumir el liderazgo en la defensa de esa doctrina donde quiera que estuvo amenazada. ¿Pero por qué Obama rechaza esa visión? ¿Por qué no quiere que los EE.UU. ejerzan el liderazgo mundial? ¿Mantiene Obama las ideas de su época de estudiante, en que estaba de moda sostener que los EE.UU. eran una potencia imperialista que intimidaba a las naciones más débiles para imponer su voluntad por medio de la fuerza militar o su poderío económico? Si reflexionamos sobre estas cuestiones, la política exterior del presidente podría empezar a tener sentido. En tal contexto, su comportamiento no sería el resultado de la inexperiencia ni la ingenuidad, sino una estrategia deliberada para rediseñar los EE.UU. y redefinir su lugar en el mundo.

Para ser justos con el presidente norteamericano, no es ningún secreto su deseo por hacer de EE.UU. “un lugar diferente”. Su lema principal de campaña en 2008 fue sobre el “cambio”. ¿Y qué es lo que uno cambia? No hay duda que se cambian las cosas que a uno no le gustan y es evidente que a Obama no le gustaba el modelo de los EE.UU. de la post Guerra Fría. Aunque en aquellos días, después de haber firmado un acuerdo de cooperación con la OTAN, Putin estaba pidiendo ayuda económica a Washington para Rusia. El Medio Oriente también estaba tratando de adaptarse a la “Agenda de la Libertad” de EE.UU. y en Teherán los mulás estaban ofreciendo sus servicios a Washington en Irak y Afganistán.

El deseo de Obama es la refundación de los EE.UU. como un ‘soft power’ y lo ha demostrado en muchas ocasiones. El presidente abandonó los planes de la administración Bush para la expansión de la OTAN en el Cáucaso y Asia Central, rechazó mantener el escudo antimisiles en Europa Central y Oriental para complacer a Rusia y desmanteló las bases de misiles inteligentes en los países bálticos y Europa del Este. No apoyó los planes para atraer a Estados árabes a la OTAN y replegó la presencia militar estadounidense en todo el mundo, especialmente en Oriente Medio. La retirada de Irak fue seguida por la reducción de tropas en Afganistán con la promesa de retirada total al final de este año. El brutal asesinato del embajador de EE.UU. en Libia generó un incomodo examen político, pero también psicológico importante en la administración. Ello demostró que, con Obama, en términos de castigar enemigos, EE.UU. había vuelto a la posición que tenía antes de los Comodoros William Bainbridge y Stephen Decatur a principios del siglo XIX.

La determinación de Obama en diseñar EE.UU. como una “Gran Noruega” no se ha limitado a la política exterior. También ha presionado con recortes masivos en gastos de seguridad y defensa que redujeron el tamaño del ejército de los EE.UU. Hoy, la fuerza aérea y la marina se encuentran operativamente en su punto más bajo desde la Segunda Guerra Mundial. En 2019, cuando los recortes completen su cronograma, EE.UU. ya no tendrá la capacidad militar necesaria para enfrentar dos guerras simultáneamente, algo que había sido un elemento clave de su doctrina militar desde 1980.

La estrategia de rediseño de Obama también incluye un aumento del papel del Estado en la economía interna como lo ilustra la legislación propuesta en materia económica, laboral y de seguridad social, la adquisición participativa de General Motors y una avalancha de legislación reguladora que es, como mínimo, extraña a la idiosincrasia estadounidense.

Suponiendo que Obama quiera emular a las socialdemocracias nórdicas, hay que admitir entonces que su política exterior ha sido rutilante y exitosa, aunque propició la caída del liderazgo de los EE.UU. Hoy, luego de casi dos mandatos de Barack Obama, el número de personas que respeta y admira a los EE.UU. en todo el mundo no ha aumentado ni caído, pero el número de los que le temen ha disminuido un 60%.

Según lo veo, diría que en lugar de burlarse de la inexperiencia o la ingenuidad de Obama, sus críticos deben tomar muy en serio su elección ideológica. Y es ese el punto de partida desde el cual se debe exponer sus implicancias para analizar sus resultados invitando a los estadounidenses a reflexionar sobre la visión de su presidente del rol de su país en el mundo.

La última morada

“El huésped no invitado es peor que un tártaro”. Así es como Alexander Pushkin comienza Zaltan, su obra de versos más famosa escrita en 1830. El padre de la literatura rusa conoció lo suficiente a los tártaros por vivir varios años en la península de Crimea en la década de 1820. Pushkin no tenía demasiada simpatía por esa gente y las describía de la siguiente manera: “toscos como los osos que entran a una casa sin ser invitados”. Estos dichos de Pushkin sobre los Tártaros vinieron a mi mente días pasados cuando que el primer ministro ruso, Dimitri Medvedev, realizó una visita relámpago a la recién anexada Crimea pues casualmente su apellido se traduce del ruso como “el hijo del oso”. Y su visita resultó, definitivamente, en lo que sostenía Pushkin e igual que los tártaros: el primer ministro ruso llegó a la casa de los ciudadanos de Crimea “sin ser invitado”.

El pasado 8 de abril se celebraron los 230 años de la anexión rusa de zonas de Crimea, entonces un Estado socio del Imperio Otomano. Los rusos celebraron la ocasión mostrando su obsesión anexionista alimentada por al menos tres elementos. El primero es el nacionalismo. En cierto sentido, los rusos se diferencian de los tártaros por las distintas tribus que gobernaron durante siglos un imperio que se extendió desde el Volga hasta el Océano Pacífico. Uno podría sugerir que la historia de Rusia ha sido la historia de la eliminación de un estado Tártaro tras otro y no estaría mal. Lo cierto es que también hay un elemento de venganza histórica de Rusia para con Crimea. Un segundo elemento de la obsesión de Rusia se debe a la importancia estratégica de Crimea. La península permite a Moscú el acceso directo al Mediterráneo, y por tanto a los mares abiertos desde Sebastopol, la principal base de la Armada rusa.

El novelista León Tolstoi describía a Crimea como una fortaleza rusa ya en 1854, cuando Rusia venció a las fuerzas aliadas de los turcos, franceses y británicos a un costo de más de un millón de muertos. Incluso hoy en día en muchos lugares importantes de París se rinde honor y se recuerdan las batallas de aquellos años por Crimea, como las de Sebastopol y Malakov. También en el centro el centro de Londres, en Waterloo Place, hay una estatua en honor a los 25.000 ingleses que murieron en esa guerra. Lo mismo con la recordada carga de la brigada ligera en la batalla de Balaklava que fue inmortalizada en el poema de Tennyson y forma parte de la mitología británica como uno de los más grandes actos de valentía de los soldados del Reino.

La tercera, y posiblemente la más potente razón de la obsesión rusa es la imagen de Crimea en el paisaje psicológico de la mayoría de los rusos. La Zarina Catalina II fue el primer gobernante ruso en visitar Crimea y quedó seducida por su atractivo romántico. En una carta a su ministro Potemkin, afirmaba que había encontrado una imagen del paraíso en la Tierra. Le encantaban y la deslumbraban los hermosos jardines persas y el paisaje de Crimea. La única queja de la Zarina fue que la despertaba a menudo el llamado a los musulmanes para la oración por parte del muecín -cinco veces al día- obligándola a levantarse al amanecer y a renunciar a su siesta.

Lo cierto es que Crimea es todo lo que Rusia no es. Es cálida, mientras que Rusia es fría. Cuenta con un clima templado y soleado, mientras que en Rusia el clima es sombrío y helado. Crimea está abierta al mundo exterior, Rusia está encajonada por inmensas estepas congeladas. Crimea es tierra de abundancia y Rusia siempre ha temido a la escasez. Crimea es tan antigua como la historia, mientras que Rusia es una recién llegada al devenir de la humanidad.

Durante siglos, Crimea fue un puesto de avanzada del Imperio Romano. El poeta romano Ovidio, desterrado por el emperador Augusto, escogió la región del paraíso terrenal como la llamo a lo que hoy es Crimea. Su historia también incluye siglos de dominación por los descendientes de Genghis Khan y tiempos variados de conversión religiosa, desde las versiones más crudas del budismo a diferentes ramas del cristianismo y finalmente al Islam, por no hablar de los casi 80 años de comunismo.

¿Pero concretamente, puede Rusia tragarse a Crimea tan fácilmente? Nadie lo sabe ni podrá aseverar tal cosa. Sin embargo, Putin haría bien en leer estas líneas del poema de Pushkin sobre Crimea: ‘… Allí encontré un cementerio que parecía irreal, pero que fue la última morada de los conquistadores más grandes que haya conocido la humanidad, allí se arrodillaron los poderosos que quedaron en esos cementerios como su última morada…’
Lo cierto es que Crimea es mucho más que los sueños neo-imperiales de Putin. El tiempo correrá el telón y la suerte de los conquistadores será expuesta, tanto igual como lo ha sido a través de toda la historia de la humanidad.

El verdadero problema de Rusia

El mes pasado, cuando Vladimir Putin ordenó que la Virgen Negra de Kazán, el ícono más sagrado de la Iglesia Ortodoxa Rusa sea trasladada, muchos creyeron que deseaba asegurar bendiciones para los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi. Era la primera vez que el ícono (aunque copia) ya que el original fue robado y posiblemente destruido en 1904, se desplegó para bendecir una empresa pacífica. A través de los siglos, la ‘Virgen Negra’ ha sido llevada a los campos de batalla para bendecir a los ejércitos rusos que lucharon en suelo sueco, polaco, turco, persa y frente a los invasores alemanes. Stalin la envió a Stalingrado en 1943 para bendecir la victoria sobre los invasores nazis conducidos por el mariscal de campo Friedrich Paulus. Con las tropas de Putin controlando Crimea y amenazando avanzar hacia Ucrania, ahora sabemos que el icono fue llevado, para bendecir una posible operación militar también en esta ocasión.

Putin aparece con fuerte liderazgo porque el presidente de EEUU, Barack Obama, accidentalmente electo como líder de las democracias occidentales no solo es un pusilánime sino un débil de toda debilidad. Mientras Obama evita que EEUU juegue el papel de liderazgo que ha tenido desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Putin no ve ninguna razón para no perseguir su sueño de revivir el Imperio soviético siempre que sea posible. Al hacerlo, está actuando dentro de una tradición establecida desde el siglo XVIII, cuando Rusia emergió como potencia aunque ‘con un miedo patológico a quedar aislada’. Y ese miedo, siempre ha hecho que Rusia se comporte de manera agresiva.

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Evitar un nuevo Bosnia

Cuando se trata de evaluar lo que está bien y lo que está mal en las conductas y los conflictos humanos, es habitual estar ante una difícil decisión pues el ámbito de colisión tanto de las ideas como de las acciones a menudo incluyen zonas grises. Cuando se trata de interpretar una guerra civil, la tarea se vuelve aún más escabrosa debido a que la urgente necesidad de detener la tragedia debe superar la tentación de repartir culpas y responsabilidades.

De vez en cuando, sin embargo, nos enfrentamos a un conflicto en el que tomar partido es a la vez ‘una posibilidad teórica pero también un imperativo moral’. Exactamente a esa categoría pertenece esta crisis que ha sumido a Siria en una tragedia de magnitud por los últimos de tres años. Es por eso que uno siente cierta sensación de indignación ante los que tratan el asunto con sus tibios “sí, pero no” (para evitar tomar partido) lo que al final del día, equivale y significa llanamente tomar partido por los malhechores y asesinos.

Tiempo atrás, en el marco de una de mis conferencias en Boston, un oficial de alto rango de la administración del presidente de EEUU, Barack Obama, me dijo que actuarían duramente ‘para frenar la masacre del pueblo sirio a manos de Bashar Al-Assad si se comprobaba la utilización de armas neuro-toxicas en suelo sirio’ (el propio Obama hizo también la misma promesa). Ese era el momento de la ‘línea roja’ de Washington, me indicó. Luego, el mundo vio que nada de eso sucedió y la esperanza de los sirios que esperaban ayuda ante su sufrimiento se desvaneció por completo. El año pasado, un alto funcionario del gobierno francés declaró que el presidente de Francia, François Hollande, ‘estaba listo, incluso para una acción militar’ que pusiera fin a la carnicería de Siria. Pero por supuesto, eso fue antes de que Obama realizara su espectacular huida de la región, dejando solo al desventurado e inepto Hollande. Si Francia pretendía maquillar sus traiciones históricas en el Oriente Medio y el Levante en Siria, todo lo que sucedió es que París reincidió en su conducta artera y dual hacia los pueblos árabes.

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El triángulo Hasaka: una opción viable a la crisis

En el noreste de Siria, un territorio de unos diez mil kilómetros cuadrados contiguo a Irak y Turquía conocido como el triangulo Hasaka es habitado por unos tres millones de kurdos, un millón de cristianos y medio millón de árabes. Las fuerzas de Assad han dejado prácticamente la zona. Las milicias kurdas controlan el territorio y combaten exitosamente -frenando inclusive por las últimas cinco semanas- a las milicias de Al-Nusra que intentaron entrar en ese distrito.

Esta región bien puede ser el punto de partida para una Siria libre sin necesidad de una intervención militar como la que aun evalúa Washington y Paris.

Si se aspira realmente a liberar Siria de Al-Assad como de las milicias islamistas, es allí donde se debe comenzar a gestionar y apoyar una zona libre dentro del país. Esto debería ser realizado con ayuda Occidental y de EEUU.

Los kurdos, los cristianos y los árabes que habitan esa región pueden establecer una zona liberada en sus ciudades y aeropuertos para funcionar como área de recepción de ayuda. Es allí donde el Ejercito Libre Sirio (ELS) y otros grupos de la oposición deben ser invitados a aliarse para convertirse en la base de la liberación del país y en el punto de partida para el establecimiento de una sociedad plural y pacífica para todos los sirios.

Aunque esta opción puede parecer irreal a muchos, a mi juicio ‘no es menos irreal que la esperanza de que Vladimir Putin y los rusos pavimenten un camino honesto a la paz y la convivencia en Siria’.

Si se examinan responsablemente las posibilidades actuales para solucionar la crisis, debemos reconocer que recurrir a este plan ofrecería una esperanza real de salida plural y pacífica para Siria a mediano plazo.

El plan del presidente Obama no fue más allá de declaraciones y discursos televisivos contra Assad, a quien presume responsable de utilizar armamento químico sobre civiles. Ello después que más de cien mil ciudadanos sirios han sido brutalmente asesinados en dos años de guerra civil por armamento convencional. Obama quería un ataque limitado para forzar a negociar a un Assad debilitado. Pero fracasó rotundamente. Cualquier observador del caso sirio sabe que no habrá solución política del conflicto en este marco. Todo se disparó al peor escenario y se ha ido muy lejos, las divisiones sectarias son demasiado profundas y la anarquía avanza en casi todo el territorio del país. Pero la solución contemplada por el presidente Obama por medio de un ataque como el que planifico, a mi juicio no tiene la menor posibilidad de éxito ni esperanza.

Por otra parte, el argumento aislacionista del parlamento británico y de aquellos que no participaron en el plan de EEUU y Francia es simplemente permitir que ambas energías en pugna continúen combatiendo entre sí porque no tienen ‘su propio caballo en esta carrera’. En consecuencia la idea que manejan es ‘que Dios y los sirios lo resuelvan’. Sin embargo, esta opción de resolución divina o de no involucrarse es completamente peligrosa.

Según lo ve la comunidad internacional, hay dos energías sobre el terreno; las fuerzas armadas de Assad y los radicales de Al-Qaeda, y cada uno recibirá más refuerzos. Así, finalmente, resolverán su batalla a través del triunfo militar del gobierno o de los islamistas, nadie ignora que en el transcurso de ello habrá miles de muertos inocentes a los ya contabilizados. Pero nadie ve una salida política en las condiciones actuales. Todos saben que es una guerra inter-árabe, por tanto, un enfrentamiento a muerte; aunque la gravedad de su profundización puede dar lugar a una nueva guerra fabricada contra Israel. Pero incluso si se evitara esa guerra, lo que tendremos será dos grupos extremista y terroristas fuertemente armados dentro de Siria con el peligro regional que conlleva.

La otra opción, la planteada por el senador Mc Cain es igual de peligrosa. El senador quiere armar completamente a los rebeldes en un intento por derrocar a Assad. La ingenuidad de esta alternativa es absoluta, pues será manipulada por grupos islamistas que aplastarán a las fuerzas seculares y liberales dentro de la oposición. Esto podría determinar el empoderamiento de Al-Qaeda para producir futuros ataques contra intereses estadounidenses en Siria, lo cual ya sucedió en Libia. En ese escenario no se debería descartar una guerra con Hezbollah en vista de la tendencia natural de esta administración hacia el retiro que podría culminar en una nueva victoria para los radicales.

Por eso sugiero y sostengo que el plan del Triángulo Hasaka es una opción acertada para la creación de una Siria libre. En esta región, claramente hay un grupo de aliados naturales donde Al-Qaeda y Al-Nusra han sido contenidos y expulsados, igual que las tropas de Assad. Si Occidente está realmente preocupado por resolver el conflicto sirio, inexorablemente allí tiene la única opción válida a mediano plazo. Cooperar con la conexión independiente de kurdos, cristianos y árabes, es una opción que debería ser explorada en la región de Hasaka.

El desarrollo de una Siria libre es la opción más viable para Estados Unidos, Europa y el resto de la comunidad internacional. Aquí es donde las minorías en peligro pueden ser protegidas y es el único territorio en la Siria actual donde están unidos los liberales y seculares con la mayoría sunita.

Los sirios anhelan seguridad y libertad. Si Occidente anhela una política exterior eficaz. Es hora de comenzar a construir hacia ese fin.

El ‘neocon’ arrepentido

En su tiempo, George Bush padre envió sin titubeos tropas a Panamá para expulsar a Noriega. Ello permitió a los panameños liberarse de un narco-dictador, votar, elegir democráticamente y crecer en lo económico. Ese día, el entonces presidente mando una tarjeta de Mickey Mouse al Congreso escrita de puño y letra en la que los congresistas pudieron leer: “En ocho horas habremos liberado Panamá. Cordialmente, el presidente”.

Hoy, el presidente Obama, quien tanto ha denostado a los republicanos por sus políticas y acciones, pareciera ser el nuevo neocon y está actuando como sus antecesores republicanos, pero hay diferencias. Personalmente no puedo decir que Obama me decepciono, menos aún que me haya sorprendido, sus acciones de gobierno son demasiado predecibles y su incapacidad evidente desde las primarias en las que se impuso a Hillary Clinton.

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