Es urgente un Líbano democrático y federal para terminar con Hezbollah

Más allá de cualquier debate ideológico, es un hecho concreto que la influencia del grupo político-terrorista Hezbollah ha favorecido la ingobernabilidad en varios de los conflictos armados en los países de Oriente Medio. Líbano, Siria y Yemen son los ejemplos palmarios donde el accionar y la presencia del grupo han sido factores desencadenantes de ingobernabilidad.

En el caso libanés, para ser un Estado moderno y librarse de Hezbollah, Líbano debe dejar de ser un Estado confesional. Un país cuyo presidente debe ser siempre cristiano maronita, su primer ministro, sunita y el presidente del Parlamento, chiíta, difícilmente pueda funcionar cuando dentro de sus instituciones se ha creado un Estado paralelo e ilegal. Ello es lo que ha hecho Hezbollah en el país de los cedros, donde no sólo secuestró la voluntad y las decisiones del Estado sino que es más fuerte que el propio ejército libanés, por la conocida ayuda material y logística, además del armamento que le proporciona la República Islámica de Irán, a quien Hezbollah responde como virtual ejército de ocupación en Líbano.

Líbano ha sido bendecido por la naturaleza, dispone de hermosas montañas, pistas de esquí superiores a muchas en el mundo. Sus playas del Mediterráneo nada tienen que envidiar a la Costa del Sol. Cuenta con excelentes universidades, una gastronomía formidable y una población extremadamente bien educada para la región. Sin embargo, es sectario en su sistema de gobierno. Y ello es como disponer de un avión privado con toda la tecnología y el confort, que pueda unir grandes distancias sin reabastecerse, en el cual se pueda volar conectado en todo momento a internet y descansar en confortables asientos-cama. Pero si ese lujoso y moderno jet no dispone de tren de aterrizaje, ¡no funcionará! Nunca despegará. Continuar leyendo

Entre Auschwitz y el World Trade Center

Alguien escribió alguna vez, no hace mucho tiempo, que Europa murió en Auschwitz, donde mataron a seis millones de judíos. Y creo firmemente que hay una gran verdad en ello. Aunque en los años ochenta y mucho antes de esta frase, la brillante escritora italiana Oriana Fallaci ya nos hablaba de dobles raseros, hipocresía y otras cuestiones que finalmente la llevaron al exilio de esa Europa psicoculposa para radicarse en los Estados Unidos, donde finalmente falleció, no sin antes dejarnos verdades irrefutables e ideas magníficas, más allá de cualquier dogma.

Y es que, ciertamente, una Europa despreciable renunció en Auschwitz a su propia cultura, sus valores, su pensamiento, su creatividad y su talento. Esa Europa fue la que decidió autodestruirse eliminando a veinte millones de seres humanos; seis millones de ellos pertenecientes al pueblo judío, un pueblo que produjo los científicos más grandes y las personas más maravillosas que cambiaron el mundo desde diferentes disciplinas.

La contribución del pueblo judío se manifiesta hoy en todos los ámbitos de la vida del mundo moderno: las ciencias, el arte, el comercio internacional y, sobre todo, como algo que trasciende a todo lo anterior: un elemento superior en la idea y el concepto del respeto por la vida, que, a mi juicio, debe ser definido como la conciencia de la humanidad. Continuar leyendo

Los sirios entre la espada y la pared

El premier ruso Vladimir Putin continúa promocionando activamente un “acuerdo de paz” que detenga el conflicto sirio como parte integral de una solución a la guerra civil, pero que al mismo tiempo mantenga en el poder a su socio Bashar Al-Assad. Ello, a pesar de que la única solución buscada por Assad desde marzo de 2011 ha sido huir hacia adelante, al ordenar mayor represión, violencia y asesinatos, todo lo cual al día de hoy ha llevado a la destrucción absoluta de lo que alguna vez se llamó República Socialista Árabe Siria.

Lo cierto es que el camino elegido por el régimen de Assad ante el levantamiento popular sirio ha quedado perfectamente claro en los últimos días con el asesinato -con coche bomba- de Sheikh Wahid Al-Bal’ous, líder de la sublevación de la comunidad drusa en la provincia de Sweida, además de las muertes de cientos de refugiados desesperados ahogados en el mar, como fue el caso del niño Aylan Kurdi, su hermano y su madre, y hoy, al momento de escribir este artículo, otras 25 personas se han ahogado en cercanías de la misma isla griega.

Mientras tanto, Irán está encantado redibujando un mapa demográfico de Siria, el Estado Islámico (ISIS) está profundizando sus crímenes en el devastado país, destrozando cualquier vestigio cultural de su pasado y demoliendo su presente y su futuro, además de infiltrar células propias dentro de las masas de refugiados en Europa. Continuar leyendo

AMIA: 21 años años de infamia

Cuando llega el vigésimo primer aniversario del criminal ataque terrorista que asesinó a 85 inocentes y mutiló a cientos de personas en Buenos Aires, es frecuente que las víctimas del terrorismo experimenten una sensación de impunidad tan brutal como el atentado en sí. Ello puede ir desde sentir en días anteriores al aniversario una gran tristeza, desazón, desesperanza y hasta experimentar episodios de ansiedad de mayor o menor gravedad.

Las sensaciones que los familiares han ido experimentando desde el momento del atentado transitan muchos factores personales, pero también sociales y solo ellos saben realmente lo que se siente.

Esa sensación de desesperanza se convierte en desesperación, muchos caen irremediablemente en un túnel profundo del que solamente se sale con grandes esfuerzos personales y con mucho apoyo. Esto también genera en algunas personas una energía renovada para luchar y continuar con el reclamo de justicia. Continuar leyendo

Entender el terrorismo fuera de la corrección política

Como es lógico, ante el desconocimiento las cosas parecen ponerse cada vez más difíciles para funcionarios, analistas políticos y periodistas occidentales frente a la creciente expansión del terrorismo, más aún cuando se trata de abordar y lidiar con algo que nunca han podido entender.

Días pasados, el primer ministro británico, David Cameron, pidió a los medios de comunicación ingleses no utilizar el término Estado Islámico para referirse al ISIS (conocido como Da’esh en árabe), porque según él, el Califato basado en Raqqa, Siria, no es islámico. En otras palabras, Cameron está erigiéndose como autoridad en cuanto a lo que es islámico y lo que no. Aplausos para Cameron y misericordia para su ignorancia.

En el otro extremo de estas declaraciones, el primer ministro francés, Manuel Valls, habla de “islamofascismo” y afirma que Occidente está ingresando en una “guerra de civilizaciones” con el islam. Pareciera que el primer ministro galo desconoce que no hay más que una sola civilización: la humana; lo otro, tal vez a lo que quiso referirse desde el grotesco de su declaración, debe ser puesto en el marco de una confrontación cultural, pero nunca civilizacional. Continuar leyendo

Irak y Siria, una misma guerra

Hace aproximadamente un año, el presidente  de los EE.UU., Barack Obama, intentó justificar las diferencias en el enfoque y las posiciones de Washington sobre la crisis en Irak y Siria. Nadie comprendió muy bien la conducta de Obama, puesto que mientras enviaba drones, asesores militares y armas a Irak, en el caso de Siria sólo ordeno el envió de agua mineral, mantas y medicinas. En aquel entonces, Obama dijo que su administración estaba comprometida con la seguridad de Irak porque el país tenía un valor estratégico para los EE.UU. Mientras que en dirección al conflicto sirio la posición de la administración estadounidense solo se centrada en el frente “político y humanitario” y que no había planes para otro tipo de participación norteamericana allí.

La mayoría de los gobiernos de la comunidad internacional hablan de Irak y Siria por separado, igual que el presidente Obama. Sin embargo, esta división entre los dos países vecinos se basa en mapas antiguos, pero hoy día ya no es pertinente simplemente porque los hechos sobre el terreno muestran otra realidad ante el avance y las conquistas del Daesh (ISIS). Ya no hay más límites territoriales, guardias fronterizos, pasaportes, ni ejércitos que separan a Irak y Siria. Hoy, todos los puestos de control son de los hombres del Estado Islámico (ISIS), desde Anbar al oeste de Irak, hasta escasos kilómetros de Damasco la guerra y el terrorismo se han unido en ambos países. Así, se observa con claridad los planes y hasta el nombre que se dio a sí mismo el grupo terrorista: “Estado Islámico de Irak y Siria.”

La imagen presente es muy clara. Irak es una parte indispensable en la evolución de la crisis siria, y las fronteras de ambos países ya no existen más que en viejas líneas marcadas en el papel en las oficinas de varios ministerios de relaciones exteriores de países que alguna vez tuvieron relaciones con ambos estados.

Actualmente asistimos a una crisis que une a los dos países desde Bab Al-Hawa, paso de frontera de Siria al norte de Turquía hasta Trebil -Jordania- en la frontera con Irak, y hasta Arar, el cruce fronterizo con Arabia Saudita al sur de Irak. Al tiempo que los combatientes del ISIS se ciernen peligrosamente en los suburbios de la capital siria, Damasco, que no tardará en caer al igual que la capital iraquí, Bagdad, si es que no se toman medidas militares contundentes para frenar a los terroristas del ISIS.

Si la comunidad internacional ​​desea enfrentar esta crisis y detener la expansión del terrorismo yihadista, tiene que lidiar con Irak y Siria como si fueran un solo país, porque el éxito o el fracaso en uno está conectado al otro.

Ya no es relevante que el mundo, y en particular los Estados Unidos, clasifiquen a Irak como un país rico en petróleo y de alta importancia estratégica si al mismo tiempo comete el error de calificar a Siria como una simple granja de pepinillos. Lo que debe entenderse es que estamos ante un hermano siamés y frente a una guerra contra el mismo enemigo.

Todo esto significa, por supuesto, que en lo que dependa propiamente de Bagdad, Irak está perdido. También significa que el apoyo a las milicias chiitas a través de las fuerzas voluntarias populares iraquíes (dominadas por esa secta) profundizará heridas y aumentara el resentimiento colectivo sunita hacia Bagdad. Así, aumentara la hostilidad contra los EE.UU. de forma indefectible por la subordinación de dichas milicias populares con Teherán. Estas políticas de Obama no hicieron más que fortalecer -en extremo- las pretensiones del ISIS de ser el único representante de la mayoría de los suníes en Siria e Irak, y esta es una innegable realidad actual.

La opción razonable para combatir al ISIS es, en mi opinión,  apoyar y fortalecer a la oposición de las fuerzas suníes en Siria como a las fuerzas tribales sunitas en Irak para ayudar y dejar de usar las fuerzas de movilización popular de las milicias chiitas en Irak, sencillamente porque ellas están bajo el control de los iraníes y en realidad terminan sirviendo a los objetivos de ISIS.

También hay que tomar medidas concretas para resolver la tragedia que el pueblo sirio está sufriendo. Los sunitas sirios, que representan alrededor del 80 por ciento de la población del país, no pueden permanecer en silencio hacia el régimen de Assad después de que sus fuerzas han asesinado a más de un cuarto de millón de sirios.

Por otra parte, Irán es aliado de Assad y jamás aceptara una solución política si esa opción puede resultar en beneficio de la mayoría sunita.

En ausencia de una comprensión y resolución adecuada de la crisis y en los términos planteados por el presidente Obama, ISIS, sin duda, ampliará y captará más partidarios y combatientes, incluso más que los cien mil que dispone actualmente y que ya luchan en Irak y Siria

Una necesaria reacción contra el extremismo

No es casualidad que en varios países occidentales, cuyas Constituciones estipulan claramente la protección de la libertad de expresión y de afiliación política, los grupos neo-nazis están prohibidos, sea en términos de adherencia como en la práctica, y que quienes violan esa ley son sancionados.

El nazismo está prohibido por ser una ideología nacionalista, extremista y fascista que representa una amenaza directa a la humanidad. Su historial sangriento es relativamente reciente y el odio de su fuego aun quema bajo las cenizas de la destrucción y los crímenes que género en el siglo pasado.

En Oriente Medio, la versión del fascismo nacionalista es el extremismo religioso, lo que es igual de peligroso y destructivo. Muchas personas que pertenecen a movimientos religiosos extremistas son engañadas o ignoran el daño causado por el nacionalsocialismo alemán, y creen verdaderamente que el extremismo eleva el estado de su propia religión por encima de todas las demás tanto igual como los nazis creían en la elevación de la raza aria por encima de todas las otras.

La locura del nazismo dio lugar a la destrucción de gran parte de Europa con 60 millones de personas muertas en ese proceso. Después de ese desastre, la mayoría de los países se encargó de que nunca más esa ideología extremista pueda dominar sus sociedades. Y ello es muy simple, una persona puede ser religiosa y/o nacionalista, sin embargo, ello no habilita el compromiso con la eliminación de los demás.

En este tiempo, en Oriente Medio, se percibe el comienzo de un camino hacia un tipo similar de destrucción porque la comunidad internacional y muchos gobiernos árabes han permitido que los extremistas impongan sus agendas en sus sociedades. Años atrás, éramos pocos los que alertábamos sobre este fenómeno. Hoy, el mundo es plenamente consciente de la gravedad de la situación a la que los extremistas islamistas nos están arrastrando.

Tomando las lecciones que aprendimos de Al-Qaeda no hace mucho tiempo. En la década del 90 y durante la primera década de este siglo, era muy claro que no se podía permitir que Al-Qaeda y sus grupos satelitales difundieran sus ideas, reclutaran jóvenes y dominaran los aspectos culturales y políticos de las sociedades árabes islámicas mediante su dogmatismo y el uso de consignas sectarias.

Lo que está ocurriendo en Siria e Irak representa grandes logros tanto para sunitas como chiitas extremistas. El asesinato colectivo, el saqueo, los desplazamientos que estamos presenciado es diferente y más extremo a todo lo visto en la historia del mundo árabe, y la destrucción masiva que se lleva a cabo está más allá de la imaginación de cualquiera.

También somos conscientes de los intentos de motivación política por parte de algunos gobiernos en aprovechar esta situación para lograr sus propios objetivos valiéndose de los grupos extremistas aliados que operan en la región. Luchar y rechazar estos grupos es una responsabilidad colectiva de los gobiernos y los individuos.

Los extremistas han tenido éxito en las percepciones de personas confundidas respecto a lo que es justo y lo que es injusto, sobre quién es amigo y quién enemigo. También están tratando de dividir a las gente de acuerdo a su secta, grupo étnico y pertenencia, así definen las cosas entre el bien y el mal en la medida en que las ideas de la identidad alternativa supera la lealtad a su país, algo que se supone que debe tener prioridad sobre la propia fidelidad incluso a la tribu o a la secta, y que debería asegurar que todo el mundo tenga los mismos derechos e iguales responsabilidades.

En medio de esta atmósfera ponzoñosa, el concepto del nacionalismo, el patriotismo y la religiosidad son las mayores amenazas, y no grupos individuales o minorías como algunos piensan. La destrucción de las estructuras civiles para dividir las sociedades quiebra la columna vertebral del Estado y su estructura general. Los Estados se han derrumbado, pero los grupos terroristas han perdurado a lo largo de los años en Oriente Medio.

La peligrosa expansión del radicalismo islamista requiere la toma de decisiones y medidas severas. No es posible para un profesor universitario o un predicador de la mezquita cambiar esto en soledad. Tanto como no es aceptable que un empleado de gobierno, un predicador o un profesor inciten contra ciertas categorías sociales y religiosas. Es la comunidad internacional la que tiene la responsabilidad de que esto no suceda

Mientras tanto, los gobiernos niegan y evitan cualquier medida para evitar que se violen las leyes locales, internacionales y, fundamentalmente, los Derechos Humanos de las víctimas de este desquicio.

De ese modo y partir de sus divisiones y disputas internas, los extremistas, quienes los apoyan y justifican, lo sepan o no, están destruyendo la estructura general de la milenaria cultura árabe desde su propia base. Así, esas personas son más peligrosas para las sociedades árabes que cualquiera a quienes denominan enemigos extranjeros.

A mi juicio, este escenario hace necesario una ley que tipifique como delito al racismo y al sectarismo de la postura colectiva de muchos clérigos, religiosos, intelectuales y líderes sociales que expresan su apoyo a grupos como ISIS, Al-Nusra, Hezbollah, Hamas y muchos otros grupos terroristas que ejecutan ataques suicidas y asesinatos colectivos y expresan su odio contra otras religiones. Y espero que decenas de colegas, escritores, pensadores y gente de conciencia se pronuncien en la misma dirección ante esta demencial situación.

Necesaria ampliación de la ofensiva militar

En las últimas semanas, Oriente Medio ha sido motivo de una intensa actividad diplomática en la que se han incluido las visitas de varios líderes mundiales a las capitales de la región, en particular a Riad. Luego de esta actividad, hemos visto a Jordania, Egipto y Turquía intensificar su participación en la coalición internacional que lucha contra el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS). Esto es algo que hay que observar con atención ya que representa un importante punto de inflexión en las relaciones entre los cuatro países más importantes de la región en lo relativo al resultado del curso del conflicto en Siria, es decir: Arabia Saudita, Turquía, Egipto y Jordania, quienes están proporcionando una oportunidad para que el reino saudí juegue un papel central al freno del extremismo sunita y a la propia expansión de su contraparte chiíta.

Toda esta actividad diplomática no puede divorciarse situacionalmente de las relaciones que los países de la región mantienen actualmente con jugadores relevantes fuera de ella, en particular con países de Europa Occidental y Estados Unidos. Las recientes reuniones, los diálogos y las declaraciones conjuntas entre representantes regionales y visitantes extranjeros muestran coherencia en términos de las posiciones mantenidas. Esta situación tiene lugar en el contexto de los esfuerzos y la lucha contra el ISIS y sus grupos satelitales que se han convertido en una especie de nuevo modelo para la guerra contra el terrorismo en este tiempo, tal y como describí que sucedería antes de principios del año 2009 en mi obra “La Yihad Global, el terrorismo del Siglo XXI”.

Los actuales esfuerzos diplomáticos no deben ser separados de la coordinación y el aumento de la cooperación militar entre los miembros regionales de la coalición. Ellos van en línea con la reciente coordinación iraquí-jordana-egipcia en la lucha contra el ISIS. Así fue que vimos aviones de combate egipcios y jordanos bombardear objetivos del ISIS en ciudades de Siria y Libia.

El tipo de cooperación militar de la que estoy hablando se asemeja a la ofrecida por los Estados Unidos y Arabia Saudita para entrenar y equipar a los kurdos o a los recientes esfuerzos de Francia para comercializar sus aviones de combate Rafale a la coalición integrada por Emiratos Árabes Unidos y Egipto que están utilizándolos para bombardear a los terroristas; de hecho, Egipto ha utilizado estos aviones que ha adquirido de Francia como parte de su reciente ofensiva aérea contra el ISIS en Libia.

Así, en el transcurso de las reuniones y la actividad diplomática, parecería que el objetivo principal es ampliar la lucha actual en una guerra global contra todos los grupos terroristas internacionales, no sólo contra el ISIS -utilizando para ello la lucha actual como trampolín para derrotarlo- en Siria e Irak, sino también en Libia, Egipto y en cualquier otro lugar que pretenda operar y luego neutralizar a sus otros primos siniestros.

Aunque en la actualidad, la mayoría de las campañas aéreas se están llevando a cabo contra el ISIS, esas medidas se direccionan a la formación de una fuerza militar regional para luchar contra todos los grupos islamistas de la región, lo cual representaría un importante punto de inflexión estratégica en el conflicto. Sin embargo, es imposible derrotar a este grupo sin un enfrentamiento directo con participación de tropas en tierra, y en ello, son los Peshmegas kurdos los que están abriendo la primera brecha y mostrando que se puede lastimar al ISIS sobre el terreno. Aun así, esto no será suficiente para afrontar realmente la lucha contra el grupo en un siguiente nivel de combate.

Paralelamente a estas medidas, los países de la región y el resto de la comunidad internacional tendrán que intensificar sus esfuerzos para cortar la financiación al ISIS, detener la ola de combatientes de todo el mundo que se unen a la agrupación y monitorear efectivamente sus actividades de propaganda en los medios de comunicación.

Los esfuerzos actuales contra el grupo representan un paso importante en términos de reunir diferentes capacidades militares internacionales y regionales en una sola fuerza, además de la importancia y los esfuerzos dirigidos a neutralizar sus canales de financiación y su sofisticada maquinaria mediática.

No obstante, como dijimos, solamente con ataques aéreos no será suficiente para neutralizar al grupo islamista, la lucha sobre el terreno de los kurdos debe ser imitada y apoyada plenamente para que la coalición regional e internacional tenga éxito y, si realmente se quiere liberar al mundo de la destrucción y muerte que los radicales han desatado, estas nuevas medidas no podrán dejar de tomarse. La primera de ellas en términos de importancia es, por supuesto, la ampliación del alcance de la ofensiva militar contra ISIS para incluir también a otros grupos terroristas. Esto obligaría a la ampliación de la lista de objetivos, por lo que también deberían incluirse a las fuerzas del presidente sirio Al-Assad quien no es ajeno a la etiqueta de terrorista. Desde que comenzó el conflicto Bashar ha estado involucrado de cerca con grupos terroristas como Hezbollah, que combate dentro de Siria en apoyo del régimen con todo el sostén y la logística de Irán.

El segundo paso consiste en la continuidad de ayuda humanitaria y asistencia a las personas que viven en territorio bajo control de ISIS para normalizar su vida cotidiana. El tercer punto requiere del lanzamiento y profundización de campañas mediáticas anti-extremistas que deberían tener su epicentro, sobre todo, en la comunidades musulmanas de todo el mundo centrándose en la forma en que estos grupos se han desviado del Islam perturbándolo a través de su dogmatismo ideológico y mostrando que unirse a estos grupos es ajeno al Islam, pues los terroristas rompen las normas religiosas y éticas básicas de la religión.

El combate contra los grupos terroristas es crucial, y lo que es más importante, se trata de una lucha amplia e integral. Si esto no se logra, entonces la guerra contra el terrorismo no tendrá éxito en la derrota de uno solo de estos grupos y el conflicto continuará otorgando el tiempo suficiente para que los grupos terroristas de hoy engendren otros nuevos y mas feroces, como Al-Qaeda hizo antes dando lugar al ISIS y Al-Nusra, quienes seguramente abrirán puertas a los grupos terroristas del mañana

No hay casualidades, todo se entrelaza

Para muchos es como si hubieran despertado de repente ante la brutalidad y la barbarie del terrorismo islamista. Como si antes de esto la violencia no hubiera existido en el mundo árabe islámico. Como si el asesinato -quemado vivo- del piloto jordano Muadh Al-Kasasbeh por parte del ISIS contradijera los postulados políticos religiosos del grupo terrorista.

En favor del Islam hay que decir que ninguna religión ha sido o es “religión de paz”; pocas han escapado a un historial de violencia. Sin embargo, el mundo ha evolucionado. Por ello, no es la barbarie del islamismo radical lo que debe sorprender, aunque ciertamente es asombrosa. Lo que debe llamar la atención, es el hecho de que alguna vez creímos que los terroristas y sus crímenes serían detenidos por los propios musulmanes desde su pregonada ética y la racionalidad que publicitan sus jerarquías religiosas. Y también por los gobiernos democráticos dentro del marco de la ley. Continuar leyendo

Dejando al gato al cuidado del canario

En el pasado, leí muchas veces sobre chistes racistas que generaban estereotipos sobre distintos pueblos del mundo. Confieso que me generaba poca simpatía y mucho rechazo ese tipo de bromas que, incluso tomaban como blanco al Oriente Medio, especialmente desde Occidente.

En aquellos días el estereotipo extendido era que los estadounidenses eran ingenuos y espontáneos; los franceses malhumorados, los británicos astutos, educados, fríos y discretos; en tanto que a los alemanes se los colocaba en la estructura rígidamente disciplinada y eran considerados muy eficientes. Los rusos eran los menos favorecidos siendo etiquetados de rústicos e inestables, por no mencionar el racismo nada disimulado cuando se hablaba de los judíos.

Más tarde, descubrí que a menudo esos estereotipos no significaban más que una caricatura mal intencionada y que era absolutamente incorrecto generalizar acerca de la gente y los pueblos de esta manera. Por ejemplo, en mis años de estudios con hombres y mujeres británicos cuya calidez y amabilidad nos genero una mutua y cercana amistad.

Sin embargo, ¿qué pasa con los norteamericanos? Por supuesto que como dice el viejo refrán ”no hay humo sin fuego”, aunque la presunta ingenuidad de los estadounidenses no ha impedido que figuras públicas “ingenuas” hayan llegado a los más altos cargos, George Bush (padre) y Gerald Ford, por nombrar unos pocos -aunque mucho piensen lo contrario- han tenido su costado ingenuo. Los que entienden cuán sofisticado es el sistema político estadounidense pueden comprender realmente que no es imposible que alguien con inteligencia limitada pueda llegar a la cima sencillamente porque en EE.UU. las instituciones son mucho más poderosas que los individuos.

El hecho incontrastable quedo demostrado el pasado domingo cuando el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, fue invitado del Centro Saban para Políticas de Oriente Medio de la Brookings Institution, en Washington DC. Allí, Kerry dio un ingenuo discurso en el que señaló que las posibilidades de cooperación regional en Oriente Medio para la lucha contra el terrorismo -que incluye a varios países árabes- son cada vez mayores y más solidas. Y las cosas no quedaron allí, “hasta fue aplaudido por eso”. Aunque un estudiante de primer año de Ciencias Políticas sabe que esto no solo es ingenuo, más bien es improbable.

Kerry dijo en alusión al ISIS: “Estamos viendo la posibilidad de crear un nuevo alineamiento regional con el objetivo común de neutralizar a los extremistas”. En otras palabras, el se refirió sólo a los extremistas musulmanes sunitas.

Lo asombroso es que Kerry nombró algunos Estados del Golfo que claramente apoyan y financian al terror yihadista como aliados y expresó su alegría por los avances de la “coalición internacional y la colaboración del régimen de Teherán”, que está demostrando claramente -según Kerry- neutralizar al ISIS militarmente ayudando al Hezbollah libanes sobre el terreno en Siria.

El Centro Saban fue fundado por Haim Saban, un empresario israelí-estadounidense nacido en Egipto, y la mayoría del auditorio de Kerry el pasado domingo era pro-Israel. Así, en su discurso, Kerry trató de tranquilizar a su audiencia sobre el futuro subrayando la cautela y el cuidado de la administración Obama junto a su pleno compromiso en enfrentar el extremismo y el terrorismo con socios “árabes moderados” y musulmanes chiitas-persas dispuestos a hacer la paz con Israel. En pocas palabras, Kerry estaba hablando con “muy buena voluntad”. El problema con lo que él dijo, sin embargo, es que ignoró varios puntos importantes.

En primer lugar, la mayoría de los países árabes han apoyado el Acuerdo de Oslo y al fallecido líder palestino Yasser Arafat frente a los dirigentes israelíes de entonces, y lo cierto es que Arafat, luego de acordar muchos puntos favorables para su pueblo, finalmente se marchó y se negó a firmar los documentos finales del Acuerdo, mandando a pique la posibilidad más concreta que alguna vez hayan tenido los palestinos de crear su Estado. En segundo lugar, el jugador regional mas peligroso para Israel es el grupo terrorista Hamas, apoyado por Irán al igual que por el Hezbollah y ambos, junto con el régimen de Teherán propugnan la destrucción de Israel.

En tercer lugar, a pesar de que Washington lo sabe todo sobre la larga historia de Irán de haber participado en actos de terrorismo en Oriente Medio, el gobierno de Obama ha elegido a Irán como aliado traicionando el genuino levantamiento popular del pueblo sirio, volviéndose así contra sus históricos aliados “moderados” como los ex presidentes Hosni Mubarak en Egipto y Ben-Ali en Túnez.

En cuarto lugar, el discurso de Kerry puede estar en consonancia con las políticas bien intencionadas de Estados Unidos en el Oriente Medio desde la época de Camp David, pero este objetivo no es suficiente en sí mismo. Muchas de estas políticas bien intencionadas fueron; ciertamente los desaguisados de Jimmy Carter. Así, el discurso de Kerry ignora que la paz sólo puede ser construida en base a la mutua y sólida confianza. A falta de ella, no habrá paz posible para israelíes y palestinos ni entre los árabes, los israelíes y los iraníes, y toda negociación u hoja de ruta que se intente implementar no valdrá ni la tinta que se utilice para su firma.

En resumen, la actual administración estadounidense está impulsando a la región entera a aceptar la hegemonía iraní bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo en el contexto de la  fuerte creencia que los enemigos son los takfiristas suníes, ignorando deliberadamente el yihadismo chiita, tan peligroso con el califato que el ISIS pretende instaurar. Y ello, sencillamente es como dejar “al gato al cuidado del canario”.