Cuba: ¿realmente en un proceso de apertura?

Tras el reciente despliegue realizado por Cuba en ocasión de la organización, en La Habana, de la Cumbre de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC) resulta interesante preguntarse cuál puede ser el interés de un régimen autoritario que ha permanecido en el poder durante más de 50 años, por rodearse de gobernantes más o menos democráticos.

Mucho se ha hablado del giro que estaría realizando el gobierno cubano en materia económica en busca de recuperar sus finanzas y también se ha dado a entender que se están efectuando cambios en el ámbito político. Si esto fuera cierto, deberíamos ver también cambios en materia de política exterior con un gobierno que debiera mostrarse más cercano y proclive a juntarse con gobiernos democráticos.

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Cuba y los “corresponsables” extranjeros

Los miembros del movimiento cívico cubano llaman “corresponsables” extranjeros a los periodistas acreditados ante el gobierno de Cuba, porque rara vez cubren noticias que estén fuera del ámbito oficial. Este mote siempre me pareció demasiado fuerte, pero en vista de la cobertura realizada por la prensa argentina, y en buena parte también la latinoamericana, acreditada ante la Cumbre de la CELAC en La Habana, vale la pena analizarlo un poco mejor.

El profesor de la Universidad Austral, Fernando Ruiz, suele decir que el periodismo es una de las dos profesiones evidentemente democráticas, en el sentido de que ni el periodismo ni la abogacía pueden ejercerse bajo una dictadura. Por supuesto, no voy a entrar aquí en el rol de los abogados, pero sí me interesa analizar el de los periodistas.

Está claro que donde no existe libertad de expresión no puede existir periodismo, ya que esta profesión por naturaleza debe ejercerse en un marco de libertad y debe tener siempre presentes al menos dos claves: está para servir a la ciudadanía y siempre debe ser un perro guardián del poder. Estas dos claves son en realidad una misma cosa, ya que al vigilar al poder (político, económico, social) cuida los intereses de los ciudadanos a los que busca informar. Y es por estos motivos que jamás el periodismo puede conformarse con lo que informa una sola voz, en especial cuando esta voz es precisamente la de quien detenta el poder.

En los últimos días en Cuba se realizó la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) con la participación de casi la totalidad de los jefes de estado de la región. Consiguientemente, participaron más de 400 periodistas acreditados, varios de ellos enviados desde la Argentina. Estos últimos enviados especiales tenían el objetivo de cubrir las actividades de la CELAC con un especial interés en los temas que incumben a nuestro país y las actividades de nuestra Presidente. ¿Pero allí terminaban sus obligaciones? ¿Puede un periodista de un país democrático llegar a una dictadura e irse sin informar sobre nada de lo que sucede en dicho país?

En los días previos al comienzo de la cumbre y aún hasta el momento actual, cuando ya casi todos los mandatarios extranjeros han regresado a sus países, los miembros del movimiento cívico cubano sufrieron una muy fuerte represión por parte del régimen de los hermanos Castro. Esto llevó a organizaciones internacionales como Amnistía Internacional a lanzar un comunicado de alerta exigiendo que “las autoridades cubanas deben detener su campaña de represión contra opositores y disidentes y permitir la celebración de actividades pacíficas durante la segunda Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeño (CELAC)”.

Al momento de lanzar este comunicado, el lunes 27 de enero, se habían registrado 43 casos de personas detenidas y al menos 18 advertidas de no viajar a la capital cubana. En la mayoría de los casos se trataba de personas que habían confirmado públicamente su participación en el II Foro Democrático de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos, organizado por el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina con sede en Buenos Aires, junto a instituciones locales que son permanentemente perseguidas por el régimen castrista. Entre otros, el objetivo de este Foro era dar voz a estos cubanos que permanentemente son asediados y que jamás tienen espacio en los medios de prensa locales (todos dependientes del Partido Comunista Cubano).

Todos los medios argentinos acreditados ante la CELAC recibieron la información del acoso del cual eran víctimas los activistas pacíficos, ya sea a través de CADAL, Amnistía Internacional o incluso a incluso de algunas agencias de noticias internacionales que se dignaron a cubrir estos hechos. Sin embargo, ninguno de los medios argentinos acreditados ante la CELAC, ninguno de los periodistas enviados especialmente a Cuba, dedicó ni una línea a este atropello a los derechos humanos.

Podemos criticar a nuestro gobierno por no haberse reunido con miembros de la oposición pacífica cubana, como sí lo hicieron el gobierno de Costa Rica y el de Chile. Podemos criticar a nuestro Canciller por haber hecho un cambio tan radical de ser un férreo defensor de la democracia a pasar a ser un “cómplice de dictaduras” que él mismo criticaba. Claro que, para poder hacer esa crítica, como ciudadanos necesitamos de la información que deberían habernos brindando los periodistas acreditados en Cuba.

Si nuestros periodistas consideran su trabajo cumplido simplemente por haber cubierto el evento al cual fueron y no haber ido un poco más allá, no haberse solidarizado con los sufrimientos de sus colegas en la isla, entonces de algo podemos estar seguros: nuestra democracia está más frágil que nunca, y los cubanos los seguirán considerando “corresponsables”.

Epidemias en Cuba, de eso no se habla

  El gobierno de Cuba informaba hace dos semanas que "en el total de pacientes atendidos, han sido identificados diferentes gérmenes, precisándose el diagnóstico del Vibrión Cholerae en 53 casos, de ellos 3 fallecidos adultos mayores, de 95, 70 y 66 años de edad, con antecedentes de enfermedades crónicas". De esta forma, el régimen cubano evitaba usar la palabra cólera, como se identifica popularmente al virus que se presenta como epidemia donde existen condiciones sanitarias deficientes, hacinamiento, guerra e inanición.   Es cierto que, como tantas otras epidemias, el cólera tiene mala fama entre los gobernantes del mundo, ya que habla a las claras de falta de las condiciones de higiene y salubridad necesarias para evitarlo. Precisamente, su contagio se da mayormente en alimentos mal lavados o agua en mal estado. Es por eso que estos brotes sólo se registran en países subdesarrollados.   Al respecto, al igual que hizo con el brote de dengue, el gobierno de Cuba está buscando ocultar esta epidemia mediante un solo comunicado bastante críptico y luego el silencio.   "Dicen que es para no crear pánico", comentó el periodista independiente cubano Luis Joaquín García Vega, quien recordó que a su colega Desy Mendoza lo enviaron a prisión en los 90 por informar sobre los primeros casos de dengue. García Vega manifestó que "según datos no oficiales, hay más de una decena de fallecidos, se rumorea, se dice, pero nada oficial".   Por su parte, el periodista Guillermo Fariñas sostuvo que mediante la prensa independiente se logra obtener algo de información, siempre con fuentes off-the-record para que éstas no pierdan el trabajo. Asimismo, el disidente político Frank Correa agregó que "los periodistas de los medios informativos apenas tocan este tema del cólera, pues quienes están emitiendo las pocas informaciones que salen son los dirigentes del partido especializados en tratar temas de seguridad nacional, bajo las orientaciones del alto mando, así que ninguno de los periodistas oficiales se arriesgaría a perder el puesto con una información objetiva, ni ningún periódico sería capaz de publicársela".   Correa, líder del grupo opositor Rescate Cultural, explicó que "el Gobierno ha admitido una cifra mucho mayor que la informada en días pasados, aunque continúa alegando que la situación está bajo control, porque es un hábito enraizado en la política revolucionaria no dar atisbos negativistas en sus informaciones al pueblo, cero crónica roja, ningún tipo de opinión que alarme a la población".   Además, "los periodistas informan bajo el riesgo permanente de ser arrestados y amenazados, siempre para saber de dónde es que obtuvieron la información", agregó Fariñas, Premio Sajarov a la libertad de conciencia 2010, otorgado por el Parlamento Europeo.   Hace ya varios años, el Premio Nobel de Economía Amartya Sen manifestaba que "nunca ha habido una hambruna importante en países que gozan de una libertad de prensa relativamente grande". Lo mismo podría decirse seguramente de las epidemias. La idea es que la libertad de prensa informará sobre los hechos de tal manera que "obligará" a los políticos (que buscan mantenerse en el poder) a tomar las medidas necesarias para resolver la situación a tiempo. Sin embargo, esto no parece preocupar a los hermanos Castro. "Es que la élite gobernante no tiene problema en conseguir jabones, agua potable y demás recursos para evitar estos virus, el problema está en los hospitales y en las ciudades del interior donde la situación de la vivienda es muy precaria", explicó Fariñas.   En la misma línea que Sen, García Vega explicó que la solución está en "la transparencia y la limpieza pública", ambas cosas que hace más de medio siglo que no existen en la isla caribeña. Correa, quien obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión que otorga el Proyecto Puente Democrático, aseguró: "Las condiciones sanitarias son pésimas en casi toda la Cuba profunda y las condiciones elementales para contrarrestar una epidemia de grandes proporciones son escasas, aunque no dudemos una cuarentena general para aislar los casos, o alguna medida sacada de debajo de la manga de los líderes comunistas".   Lo más alarmante en cierto sentido es que Cuba tiene una larga trayectoria en materia de lucha contra el cólera... pero en Haití, donde "los médicos cubanos han realizado una gran tarea en ese sentido, pero en Cuba las condiciones de sanidad son precarias a diferencia de lo que dice la propaganda oficial", informó García Vega. Fariñas también explicó: "Precisamente la preocupación del Gobierno por tener una buena imagen en la opinión pública internacional a través de las brigadas médicas que envía a Haití, Bolivia, Ecuador y Venezuela, entre otros países, hace que ahora resulte más difícil enfrentar esta epidemia en nuestra propia casa".   Así, el país que se muestra como modelo en materia de salud pública podría verse afectado por una epidemia de cólera, en especial porque -según informaron los periodistas locales- hay problemas con la recolección de la basura, las filtraciones en los acueductos que contaminan el agua potable y por doquier hay cloacas con salideros, lo cual sumado al clima tropical y húmedo se convierte en un caldo de cultivo para estas enfermedades.   La prensa oficial está en estos días abocada a informar sobre el proceso electoral que ha comenzado en Cuba. Un proceso que según las autoridades cumple con todos los requisitos de un sistema democrático. Sin embargo, a las claras incumple con uno de los principios básicos de la democracia, como la libertad de expresión y el libre acceso a la información. Porque para las autoridades cubanas, cuando hay un riesgo para la salud pública... bueno, de eso no se habla.

México: un escote más allá de todo debate

  Durante los últimos días los medios argentinos y las redes sociales dedicaron una buena parte de su tiempo y espacio a la fugaz aparición (de sólo 24 segundos) de una joven compatriota playmate en el primer debate electoral camino a las elecciones presidenciales en México. Más allá de lo llamativo, irrisorio y colorido de la situación, todos pasan por alto un dato que no parece menor: en México se realizan debates electorales.   Durante la década del noventa, cuando el régimen político se encontraba en una lenta senda de democratización para la elección de sus autoridades, México privilegió todo lo que tuviese que ver con recuperar un proceso electoral lo más equilibrado y limpio posible. Y en la construcción histórica de una elección transparente uno de los pasos fue la promoción de los debates. Por eso, ya en 1994, el candidato del oficialista Partido de la Revolución Institucional (PRI) debatió por televisión con sus dos principales rivales.   Desde entonces se ha desarrollado de forma ininterrumpida esta sana tradición democrática (desde 2007 impuesta por ley) de enfrentar a los candidatos y sus propuestas ante las cámaras. En esta oportunidad, el organizador fue el Instituto Federal Electoral, y los candidatos debatieron en el formato que ellos y sus representantes acordaron unánimemente.   El orden que sobrevoló al debate en su mayor parte era tal que, si se lo miraba con el televisor sin volumen, daba la sensación de que se trataba de presentadores hablando de un mismo tema, sin diferencias entre sí, sin interrupciones, casi como un noticiero previamente guionado.   Según el IFE, el evento contó con la más amplia cobertura de la historia electoral de México con 577 permisionarios públicos de la radio y la televisión mexicana, además de 484 concesionarios privados, sumado a que el debate fue seguido por 294 mil usuarios desde 25 países a través de Internet.   En la Argentina y en el resto de la región se lo pudo ver en vivo y en directo en CNN en Español y también por Telesur.   Pero México no es el único país de la región que ha logrado consolidar esta tradición democrática. En países como Brasil, Costa Rica, Perú, Colombia y Chile, está incorporándose como un requisito informalmente obligatorio para el candidato a presentarse a un debate presidencial.   Por el contrario, en las últimas elecciones nacionales en Argentina ni siquiera se discutió la posibilidad de realizar un debate, mientras que para las elecciones a jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, los candidatos no pudieron ponerse de acuerdo para asegurar la participación de todos.   Ahora, tras este episodio en México surge la inquietante duda: ¿tan lejos estamos en la Argentina de la posibilidad de un debate electoral serio que ya nadie repara en el hecho?