Un desenlace inexorable

Con beneplácito tanto en el país como en el mundo fue recibida la decisión del nuevo Gobierno de no apelar el fallo judicial que declaró inconstitucional el memorándum de entendimiento con Irán por el caso AMIA, lo cual allana el camino hacia su derogación.

Anómalo en su concepción y autoritario en su imposición a la sociedad argentina a través de la ratificación por un Congreso adepto, este acuerdo sin beneficio alguno colocó a nuestro país del lado de los que negocian y ceden sus derechos soberanos ante Estados promotores del terrorismo internacional.

Pero aún más grave que el daño a la imagen internacional de Argentina fue el daño a nuestra sociedad y a las instituciones republicanas de la nación, que tuvo su expresión más trágica con la muerte del fiscal Alberto Nisman el pasado enero.

El interés de Irán por el acuerdo fue tibio desde un principio. Posiblemente se redujo a intentar la remoción de las circulares rojas de Interpol (pedidos de captura internacional) para algunos sospechosos, gente cercana al poder, entre ellos el entonces ministro de Defensa Ahmad Vahidi. Tal remoción nunca sucedió. Otra hipótesis fue la de la necesidad de Irán de lograr vías amigables para aliviar el régimen de sanciones internacionales por su programa nuclear, por medio de relaciones con países con cierto desarrollo tecnológico como el nuestro. Resultó evidente que la muerte del presidente venezolano Hugo Chávez, de gran ascendiente en el gobierno k y claro promotor del acuerdo, conspiró en contra de su relevancia y su continuidad. Continuar leyendo

Un baño de realidad para Occidente

Luego del entusiasmo inicial en los países occidentales, al que se plegaron muchas voces optimistas alrededor del mundo, las declaraciones recientes del Ayatollah Alí Khamenei, quien tiene la última palabra en Irán respecto de la aprobación de la negociación nuclear, resultan un baño de realidad respecto de las posibilidades de éxito del acuerdo cuyo marco se esbozó el pasado 2 de abril en Lausana.

Una cuestión preocupante tiene que ver con las sustanciales diferencias de interpretación de los parámetros que fueron acordados. En este sentido, Khamenei desmintió rotundamente aspectos centrales que figuran en la detallada ¨”Fact Sheet” emitida por la Casa Blanca, a la vez que sentó sus propias bases de lo que es aceptable o no.

Algunos de los puntos fundamentales de disenso respecto tal marco político son los siguientes:

-EEUU afirma que Irán acordó reducir su inventario de uranio de bajo enriquecimiento – LEU de 9.000 kg a 300 kg de uranio enriquecido al 3.67% y que no lo convertirá en combustible nuclear mientras que Teherán ha indicado que lo mantendrá para una facilidad propia de producción de combustible.

-Respecto de las sanciones por el programa nuclear, Irán pretende que se levanten el mismo día en que se firme el acuerdo definitivo mientras que EEUU espera que se reduzcan gradualmente una vez se que compruebe el cumplimiento de la República Islámica respecto de los aspectos fundamentales acordados.

-La interpretación respecto de la duración de las restricciones impuestas al programa nuclear también varía: Irán señaló que se extenderán por 10 años mientras que EEUU considera que se han acordado por 15 años.

-Por otra parte, el líder supremo de Irán señaló el carácter no-vinculante del acuerdo y la necesidad de preservar el honor de su país como resultado de la negociación nuclear.

-Khamenei puso de manifiesto la existencia de dos “líneas rojas” que Irán no aceptará traspasar bajo ningún concepto: por un lado el levantamiento de totalidad de las sanciones el mismo día que se firme el acuerdo definitivo, que se ha previsto para el 30 de junio, y por el otro, la República Islámica no dará acceso a Occidente a ninguna de sus instalaciones militares.

Mirando hacia atrás, un denominador común han sido las dificultades con la República Islámica para hacer valer los términos acordados en negociaciones diplomáticas. Argentina ha vivido en carne propia las experiencias desconcertantes del caso AMIA y en particular de la concepción e implementación del Memorándum de Entendimiento con Irán para investigar dicho atentado. Si bien éste fue aprobado por la mayoría oficialista en el Congreso Nacional en marzo de 2013, a pesar del alto nivel de oposición de la sociedad argentina, Irán perdió interés y nunca lo ratificó. Este proceso carente de transparencia cuya génesis se halla actualmente bajo investigación judicial, representó para al gobierno argentino un descrédito significativo e innecesario en el país y en mundo. 

Ante el estado de cosas cabe preguntarse entonces cuales son las verdaderas chances de lograr un acuerdo que aleje a Irán del arma nuclear. La respuesta es bastante sombría ya que no se trata solamente de acordar un texto, que de por sí estará plagado de aspectos técnicos, sino de arbitrar las bases de una implementación adecuada. Se impone así la necesidad de maximizar la efectividad de los controles por parte del Organismo Internacional de Energía Atómica – OIEA cuyas capacidades de inspección se verán puestas a prueba quizás como nunca antes ante un Irán que, se estima, no hará fácil tales controles.

Un punto clave para analizar es si los esquemas de sanciones tal cual los conocemos hoy son efectivos para persuadir a gobiernos autoritarios para que desistan de su intención de proliferar, ante la realidad de que privilegian más sus ambiciones que el bienestar de sus pueblos. Los casos de Irán y Corea del Norte nos pueden dar la pauta de la respuesta.

El Papa Francisco por un mundo sin armas nucleares

Concluyó en Viena la Tercera Conferencia sobre el Impacto Humanitario de las Armas Nucleares, que congregó a representantes de 160 Estados, de organismos internacionales y de organizaciones no-gubernamentales. Este encuentro está dedicado a alertar al mundo acerca los peligros de la posesión y uso de tales armas y a debatir su potencial abolición.

Los dos hitos de mayor importancia en esta Conferencia fueron sin dudas la participación inédita de Estados Unidos y el Reino Unido y la Carta enviada por el Papa Francisco. 

Estados Unidos y el Reino Unido, ambos poseedores en forma legal de armas nucleares en virtud del Tratado de No Proliferación (junto con Rusia, Francia y China) han aceptado ser parte de los debates por primera vez. En las dos Conferencias anteriores, Oslo en 2013 y México en febrero de este año, ninguno de los cinco Estados estuvo presente, negándose rotundamente a participar. Continuar leyendo

Todos los países deben cooperar

Los primeros casos de Ébola contraídos fuera de África Occidental, los de las trabajadoras de la salud Teresa Romero Ramos en Madrid y Nina Pham en Dallas, plantean la necesidad imperiosa de aumentar la cooperación internacional para evitar que la propagación de la infección adquiera dimensión de pandemia. El CDC (Centers for Disease Control and Prevention), organismo oficial de salud pública de los Estados Unidos, indica que sin una respuesta contundente el número de infectados podría alcanzar casi un millón y medio de personas en enero de 2015.

La Organización Mundial de la Salud da cuenta hasta ahora de 5000 casos fatales registrados y más de 9000 entre infectados y casos sospechosos en siete países, aunque se estima que esta cifra podría ser en realidad hasta dos veces y media mayor por falta de estadísticas confiables.

La incertidumbre respecto de la magnitud del brote va de la mano del escaso desarrollo socio-económico de los países afectados y de las dificultades prácticas para identificar la infección por falta de laboratorios para el diagnóstico temprano de la enfermedad, así como de unidades de tratamiento. Ante la cantidad y complejidad de los casos, los sistemas sanitarios se encuentran hoy completamente desbordados. Si bien la investigación científica para una vacuna avanza contra reloj, se estima que la primera estará disponible para ser utilizadas en humanos recién a principios del año próximo, cuando comenzará a probarse en los países más afectados.

La movilidad de personas alrededor del mundo favorece la propagación del virus a diferentes países y continentes, sin respetar fronteras.  En términos regionales, una evaluación dada a conocer por el Banco Mundial alertó que si el brote no es contenido de inmediato y alcanza a varios de los países limítrofes el costo para la región podría alcanzar los 32 mil 600 millones de dólares para 2015.

David Nabarro, enviado especial de la ONU a cargo de las estrategias de respuesta indicó que la situación podría ser controlada en tres meses si se toman las medidas adecuadas, las cuales son conocidas. Sin embargo hacerlo posible un trabajo intenso y el compromiso de la comunidad internacional.

Contrarrestar el actual brote de Ébola demandará grandes esfuerzos de gobiernos, bancos de desarrollo y otros organismos multilaterales, organizaciones no-gubernamentales y muchos otros actores internacionales públicos y privados. Las Naciones Unidas han definido una lista con las necesidades más urgentes para la respuesta, en la idea de que se trata de una crisis sin precedentes que si no se detiene con celeridad, tendrá impacto en todo el mundo.

Según los reportes de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios hasta ahora 35 países, de diferente grado de desarrollo junto con organismos multilaterales y entes privados de diferente índole ya han concretado su ayuda en fondos o en recursos, incluyendo equipos de profesionales de la salud, por valor de casi 488 millones de dólares y se han ofrecido otros 331 millones. Las autoridades de tales países, entre los que se encuentran Brasil y Cuba por nuestra región, han comprendido que no basta solamente con reforzar el sistema sanitario nacional sino que hay que trabajar en forma mancomunada para extinción del brote, allí donde la situación es más grave.

Es claro que la crisis del Ébola, además de los impactos humanitarios devastadores, debe tratarse como un problema de seguridad global. En este sentido, el desafío del Ébola encierra también la oportunidad para los Estados de actuar en forma cooperativa para un fin común, a la vez que llegar a acuerdos clave que permitan estructurar un sistema global eficiente, apto para prevenir, detectar en forma temprana y responder a cualquier nuevo brote infeccioso, sea éste natural o provocado por el bioterrorismo.

Sin dudas, la dimensión y gravedad de la amenaza impone la intervención directa de las máximas autoridades de los estados, de modo de garantizar una efectiva y rápida toma de decisiones. Es deseable que países con suficiente desarrollo en el área de salud tal como Argentina y otros que aún no lo han hecho se incorporen a este esfuerzo colectivo para así lograr el control del virus allí donde se encuentra y evitar las consecuencias catastróficas de su propagación global.

Francisco, inspiración para Obama

El encuentro de ayer entre el Papa Francisco y Obama puede abrir oportunidades para la paz y la lucha contra la pobreza si las palabras se transforman en hechos positivos.

Obama declaró a su llegada a Roma que llegó para a escuchar a un pontífice que vino a ayudar a los pobres y a combatir la desigualdad. Sin embargo, pobreza y desigualdad no son conceptos abstractos: dependen de las decisiones de los gobernantes, tanto en el ámbito local como internacional. Por ejemplo, los conflictos armados y la carrera armamentista son fuertes generadores de pobreza y desigualdad a nivel global. El caso de los arsenales nucleares, considerados la pieza clave del poder internacional, habla por sí mismo.

Estados Unidos gasta por hora algo más de 2 millones de dólares para sostener su complejo de armas nucleares, que tiene y por fortuna, una probabilidad casi nula de ser utilizado. Si se considera el gasto total de los países nuclearmente armados, que también incluye al de Rusia, Reino Unido, Francia, China, Israel, India, Pakistán y Corea del Norte, éste alcanza 11 millones de dólares por hora. Lo brutal de la situación es que ese gasto casi inimaginable se desvía de las inversiones necesarias para cubrir las necesidades humanas más elementales, tanto en los países poseedores de las armas-algunos con grandes déficits sociales –como de la ayuda internacional hacia la pobreza extrema por parte de los países desarrollados.

Debemos reflexionar sin más dilación acerca de cuántos millones de personas se podrían alimentar, cuántos hospitales, cuánta educación, cuánta infraestructura se podría poner en pie si esas inversiones estériles se destinaran a fines más nobles. La posesión de armas nucleares es también un claro factor de desigualdad, ya que concentra el poder internacional en unas pocas manos y, por ende, contamina el diálogo multilateral en desmedro del respeto y equidad hacia los intereses de los estados que no las poseen.

Sin embargo, el mito tiene pies de barro. A la creencia de la disuasión nuclear como fuente de poder, se contrapone la plausibilidad de un acto del terrorismo nuclear (indisuadible), cuyos efectos devastadores desde lo político hasta lo económico, alcanzarían a países poseedores y no-poseedores, sin distinción.

No en vano el presidente Obama viene de participaren la Tercera Cumbre de Seguridad Nuclear en La Haya, que reunió a 53 jefes de estado para debatir medidas de prevención del terrorismo nuclear. Lamentablemente poco se habló allí de los riesgos de las armas nucleares, las consecuencias humanitarias de su existencia y la inminente necesidad del desarme. Evidentemente Obama no puede por sí solo resolver todos estos dilemas, en una nación con sectores de la dirigencia que, por un lado muestran sensibilidad hacia lo social pero que a la vez creen todavía en las soluciones armadas a los conflictos y en una seguridad nacional basada en las armas nucleares.

En este año de pontificado, Francisco se ha perfilado como un líder universal de la paz, no solo para los católicos sino para todos. Basta ver sus intervenciones en temas clave como el de la crisis en Siria, donde su influencia positiva abrió vías hacia la búsqueda de una solución negociada en el marco multilateral. Su potencialidad para hacer el bien, generando un cambio de paradigma en las relaciones internacionales es notable, por su propia convicción y estilo, y por estar en el lugar y en el momento apropiados.

Es hora de comenzar a vincular asuntos que en el ámbito internacional muchas veces se han tratado por separado. Paz, pobreza y desigualdad son partes indisolubles de un sistema de gobernabilidad internacional sustentable que ponga en primer plano al ser humano. Como tales, son hoy más que nunca, mutuamente dependientes. Francisco no necesita decir todas estas cosas. Basta con que el diálogo abierto inspire en Obama una genuina reflexión que lo lleve a tomar las decisiones correctas en favor de una seguridad global que privilegie al ser humano en toda situación, frente a los juegos de poder entre naciones. También, que su intención y ejemplo puedan a inspirar a otros líderes comenzando aquellos de los países nuclearmente armados y sus aliados, en una apuesta hacia la paz, las formas multidimensionales de sustentarla y el progresivo desarme nuclear.

Argentina, al frente del grupo de países proveedores nucleares

Argentina, a través del embajador Rafael Grossi, actual representante diplomático en Austria, ocupará por los próximos dos años la presidencia del Grupo de Proveedores Nucleares. El grupo formado por 48 miembros, incluidos los países de mayor protagonismo en el comercio nuclear internacional, busca evitar que las transferencias de materiales y tecnologías se apliquen al desarrollo de armamento nuclear.

Nunca quizás ha habido mayor necesidad para el grupo de mantener su integridad como rector de un esquema de control voluntario de comercio nuclear.

A las transferencias previstas en el marco de una expansión nuclear que anticipa nuevas naciones incorporándose al uso de la energía nuclear, la nueva conducción argentina tendrá ante sí varios importantes desafíos estructurales, algunos de ellos relacionados con la legitimidad de los países a recibir los beneficios de pertenecer a esta élite nuclear.

Deberá llevar a buen puerto la espinosa cuestión de una posible membresía de la India, con armas nucleares pero que no es parte del Tratado de No Proliferación, TNP. En noviembre de 2010 el presidente de los Estados Unidos Barack Obama propuso al grupo que India fuera aceptada como miembro aun sin encuadrar en los requisitos estipulados. Dos años antes, a instancias de Washington el grupo había aprobado una excepción única para que Nueva Delhi acceda a combustible nuclear y a tecnología de uso civil.

De modo similar, la cooperación nuclear de China con Paquistán, también con armas nucleares y fuera del TNP, será un tema de agenda controvertido. China, que es miembro del grupo desde 2004, proyecta continuar exportando reactores y tecnología nuclear a Islamabad con el argumento de que apoya el programa nuclear paquistaní aun desde antes de su ingreso al grupo. En este sentido, Beijing defenderá un ambicioso plan de exportaciones nucleares a Paquistán valuado en 9.600 millones de dólares.

La controversia internacional es grande respecto de este tipo de excepciones. Hay quienes argumentan que obedecen a una política de realismo frente a hechos consumados, que intenta incorporar a países con armas nucleares fuera del TNP a un cierto esquema de control internacional. Otros afirman, sin embargo, que dar ventajas especiales a estos países pone en duda la credibilidad del grupo y del régimen de no-proliferación en su conjunto.

La presidencia para Argentina llega en un momento en el que el país enfrenta importantes desafíos vinculados a su problemática energética, en el que sale a relucir la  importancia de contar con fuentes confiables de suministro eléctrico de base, como lo son las  centrales nucleares de potencia.

Asimismo la Argentina, a través de la Comisión Nacional de Energía Atómica, CNEA, y de la empresa INVAP busca posicionarse en un mercado internacional sumamente competitivo en el que debe enfrentar a proveedores poderosos tales como Francia, China, Rusia, los Estados Unidos, Japón o Corea del Sur.

En este marco político-técnico, demostrar capacidad tecnológica y respeto pleno a las normas de no-proliferación es esencial para acceder a mercados atractivos. El haber demostrado tales capacidades es lo que permitió al país realizar en su momento la exportación del reactor nuclear inaugurado en Australia en 2007.

El grupo ya reconoció las credenciales de no-proliferación del país cuando avaló el sistema de verificación mutua entre Argentina y Brasil, basado en la Agencia Brasileño-Argentina de Control y Contabilidad de Materiales Nucleares, ABACC. Este aval temporario se otorgó ya que los países no han firmado Protocolos Adicionales a los Acuerdos de Salvaguardias con el Organismo Internacional de Energía Atómica, OIEA, que hoy son requeridos para las transferencias nucleares internacionales. Se trata de una excepción importante, pero que debe ser honrada con un fuerte compromiso con la normativa internacional.

La presidencia en sí, y la selección del funcionario argentino que ocupará el rol, pueden leerse como una importante señal de confianza para el país pero en realidad es mucho más que eso: es una gran oportunidad para el posicionamiento internacional de la Argentina en un campo de peso estratégico como pocos.

Esta circunstancia se da en un área, la nuclear, en la que tenemos una gran experiencia e incontables razones para sentirnos orgullosos. Es por eso que todas las condiciones están dadas para que la Argentina pueda marcar con su gestión una diferencia significativa a favor de la seguridad internacional.

El turno del desarme nuclear

Siria ingresa como parte de la Convención de Armas Químicas, lo cual significa que no podrá producir, adquirir ni utilizar dichas armas y deberá destruir todos sus arsenales e instalaciones para su fabricación. La OPAQ, Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, ganadora reciente del Premio Nobel de la Paz, será la encargada de verificar el cumplimiento de los compromisos asumidos.

Desde su entrada en vigor en 1997, Siria se mantuvo renuente de formar parte de la Convención. Al día de hoy sólo restan seis países -Angola, Corea del Norte, Egipto, Sudán del Sur, Israel y Birmania- para que este instrumento esencial tenga alcance universal.

El camino que se abre no hubiera sido posible sin la racionalidad puesta en la mesa de negociación por los líderes de Estados Unidos y Rusia, Barack Obama y Vladimir Putin, y sus equipos diplomáticos.

De igual relevancia fue la posición de otros líderes sin armas pero con influencia planetaria como el Papa Francisco y el secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-moon y también de la opinión pública mundial, quienes rechazaron desde el principio las propuestas de ataque unilateral, fuera del marco de las Naciones Unidas.

El mundo se horrorizó ante los efectos devastadores del uso de agentes químicos que costaron la vida de miles de personas, sin discriminar combatientes de civiles, ni adultos de niños. Todavía conmueven las imágenes de Aleppo y Ghouta como conmovieron en 1988 las del ataque químico en Halabja, Kurdistán iraní, donde perecieron 5000 civiles y decenas de miles quedaron afectados de por vida.

Sin embargo, una amenaza mucho mayor pende sobre todos nosotros: la de las indescriptibles consecuencias humanitarias de la posible explosión de un arma nuclear sofisticada o improvisada, detonada por un estado o por un grupo terrorista.

Aun con un artefacto del más bajo poder, cientos de miles de personas perderían la vida y otros tantos sufrirían daños irreversibles. Las consecuencias políticas, económicas y sociales de toda índole tendrían, sin duda, un alcance global. En otras palabras, nadie en el planeta Tierra estaría exento de sufrir efectos directos o indirectos de tan catastrófico incidente.

Si un acuerdo internacional para la eliminación de las armas químicas en el mundo fue posible, también puede serlo uno que prohíba las armas nucleares y que las elimine de la faz de la tierra.

Lograr este acuerdo internacional no será tarea fácil, pero es factible.  Todavía los nueve estados que poseen las 17.000 armas nucleares se niegan a desprenderse de ellas y viven en el mito de que las pueden controlar totalmente, de que ningún accidente, ningún robo, ningún error sucederá y, sobre todo, de que con el sólo hecho de tenerlas tienen asegurado por siempre un lugar prominente en el contexto de poder global.

Sin embargo la realidad ha dado reiteradas muestras de la fragilidad de ese argumento.

Muchas guerras han sido libradas y la posesión de armas nucleares no alcanzó para influir en los resultados finales. Otras veces el buen tino de pocas personas evitó desatar guerras nucleares incontrolables. Terroristas de diferentes signos han manifestaron su intención de obtener el material necesario para fabricar un arma nuclear y algunos de esos intentos pudieron ser desbaratados.

La humanidad ha sido hasta ahora muy afortunada, pero ¿por cuánto tiempo será así? La pregunta es si debemos esperar a que un hecho catastrófico y conmovedor sea lo que dispare las decisiones correctas que aceleren el desarme nuclear, como sucedió en Siria con el uso de armas químicas contra la población civil.

Una creencia instalada es que se trata de un tema exclusivo de los países nuclearmente armados, pero en realidad en este tema esencial no hay países más o menos importantes. Los que no poseen ni desean poseer armas nucleares pueden y deben influir positivamente para producir el cambio en los países que sí las poseen. Existen muchas formas y múltiples campos de negociación para lograrlo.

Como opinión pública debemos influir para que los líderes, sin distinción de país, tomen conciencia de los riesgos e incluyan este tema fundamental dentro de sus prioridades estratégicas.

El desarme nuclear total, completo, verificable e irreversible, tanto como el desarme químico, es posible. Sólo hace falta la voluntad política de los líderes para encararlo, una voluntad que se fortalecerá en la medida de que el conocimiento y la determinación de los ciudadanos de todo el mundo se los demanden.