El relato de los hechos

Parecería que algunos añoran el relato. No me refiero a los kirchneristas residuales, esos que practican una ilusoria “resistencia” y llegan con su jefa a Comodoro Py como si protagonizaran el desembarco en Normandía. De ellos no se puede esperar otra cosa. Más asombrosos son quienes votaron a Cambiemos y desearían que el anterior relato fuera sustituido por uno macrista. Atribuyen esa supuesta falencia a errores de comunicación y ciertas voces mencionan un déficit de liderazgo presidencial.

No han comprendido el cambio y no advierten que este ya empezó. Si algo implica una ruptura con el pasado que dejamos atrás el 10 de diciembre, es que no tenemos, ni queremos tener, liderazgos mesiánicos, que todos los días, desde la pantalla, a la manera del Gran Hermano orwelliano, nos adoctrinen.

El de Mauricio Macri es un liderazgo democrático, republicano, abierto, que no se pretende infalible y, por ende, sabe escuchar. Un liderazgo que se permite la rectificación cuando está convencido de algún error. Un liderazgo que busca persuadir, antes que imponer. Continuar leyendo

Un contundente respaldo de Obama a Macri y a la Argentina

La visita de un presidente norteamericano es siempre significativa, pero en este caso lo es más por la celeridad con la que se organizó. La Casa Blanca planea su agenda con mucha antelación. Que a cien días de la asunción de un nuevo presidente argentino —y sin que esa actividad estuviera prevista antes— Barack Obama haya decidido visitarlo es una decisión que envía una señal inequívoca a la región. Para los Estados Unidos, el Gobierno de Cambiemos expresa los valores de la democracia republicana y el Estado de derecho, y debe ser tomado como ejemplo en Sudamérica.

Los populismos regionales atraviesan serias dificultades. El caso más emblemático es el de Brasil, envuelto en una severa crisis que une la recesión económica con la aparición de una red de corrupción de enorme magnitud, que llega a la cúspide del poder. Por no hablar de Venezuela, cuya situación es desastrosa.

En ese contexto, la Presidencia de Mauricio Macri, respetuosa de la institucionalidad, del cumplimiento de los compromisos asumidos y de la racionalidad económica, puede ser el punto de arranque de una nueva oleada para la región, signada por la democracia pluralista y apartada de las pretensiones hegemónicas y unanimistas. Continuar leyendo

El último relato de Víctor Hugo Morales

La rescisión del contrato de Víctor Hugo Morales con Radio Continental, por decisión de la empresa, fundada en reiterados incumplimientos del periodista, fue denunciada por este como un caso de censura a la libertad de expresión, de la que acusó al Gobierno de Mauricio Macri.

A las pocas horas, el kirchnerismo organizó una manifestación en apoyo de Morales en Plaza de Mayo. Allí el relator futbolístico dio un discurso en el que repitió los lugares comunes de esa corriente política y se presentó como una víctima de oscuros poderes. Pero el intento de hacer aparecer su despido como un acto de censura estatal es ridículo. Radio Continental es una empresa privada que adopta sus decisiones con entera libertad. Ahora, por lo menos. Durante el período kirchnerista, la presión del Gobierno la obligó a mantener en su programación a Morales, pese a que este no cumplía su contrato y a que había llevado a la emisora a niveles muy bajos de rating.

Hubo, entonces, si así podemos llamarla, una censura inversa: la que el Gobierno kirchnerista ejerció contra Radio Continental, al privarla de su derecho a decidir su programación y el elenco de locutores y periodistas que la llevan adelante con absoluta libertad.

Desde el advenimiento de la administración de Cambiemos, los medios saben que no hay presiones ni censuras. El pluralismo es una parte esencial del programa del nuevo Gobierno, que no es inspira en Venezuela, sino en los países democráticos más avanzados del mundo. Pero el kirchnerismo cree que todos son de su condición y en cada decisión empresarial ve la mano del Estado. Le cuesta imaginar un país fundado en la libertad.

El caso de Morales es patético. Se sabe que fue un cálido amigo de altos militares durante la última dictadura uruguaya, con quienes jugaba al fútbol y comía asados, y que elogió sin reservas a la dictadura argentina por su organización del Mundial 78; que tuvo en su país problemas de índole policial que nada tenían que ver con la defensa de la democracia, aunque luego quiso fabricarse un pasado más heroico.

Gran relator de fútbol, sedujo a muchos por su facilidad de palabra, pero su súbita conversión al kirchnerismo le fue mermando el prestigio que había ganado. No es por su preferencia política que se lo critica. Lo extraño, lo inexplicable, es que tan sólo semanas antes de su transformación era muy severo en sus comentarios sobre el Gobierno kirchnerista y la fortuna de los Kirchner. Hasta podía haberse aceptado que coincidiera con algunas de las políticas de esa administración, aun después de tales comentarios, como las referidas al Fútbol para todos. Sin embargo, no se quedó ahí: pasó a ser un incondicional propagandista de los Kirchner.

Nunca supo explicar qué había originado una mutación tan abrupta, que lo alejó de sus pares del periodismo independiente. Siempre se había jactado de su independencia, hasta —decía— trataba de usted a los jugadores de fútbol para conservar respecto de ellos una distancia que le permitiera juzgarlos con imparcialidad, y de buenas a primeras se convirtió en un obsecuente de un Gobierno autoritario y corrupto. Si no median razones económicas en ese giro, es un asunto de aristas psicológicas muy complejas. En cualquier caso, asumió voluntariamente un rol servil muy del paladar de los señores del Calafate.

Nadie lo ha perseguido. Más bien, el Estado, hasta el 10 de diciembre pasado, lo había privilegiado. Ahora es una persona más, que como tantos periodistas deberá buscar un medio al que le interese contratarlo. Aparecerán muchos, sin dudas, pero acaso muy pocos puedan satisfacer las pretensiones económicas de este “resistente”, corifeo de Cuba y del chavismo, que tiene un departamento en Nueva York para alojarse cuando acude al Metropolitan Opera House, que vive en los edificios más caros de los barrios más exclusivos de Buenos Aires y que pasea su cuerpo de bon vivant por las principales ciudades europeas.

Víctor Hugo Morales quedará en la historia del relato futbolístico de la Argentina, pero su fama no podrá desligarse de la que también le corresponde como un campeón de la hipocresía.