Parecería que algunos añoran el relato. No me refiero a los kirchneristas residuales, esos que practican una ilusoria “resistencia” y llegan con su jefa a Comodoro Py como si protagonizaran el desembarco en Normandía. De ellos no se puede esperar otra cosa. Más asombrosos son quienes votaron a Cambiemos y desearían que el anterior relato fuera sustituido por uno macrista. Atribuyen esa supuesta falencia a errores de comunicación y ciertas voces mencionan un déficit de liderazgo presidencial.
No han comprendido el cambio y no advierten que este ya empezó. Si algo implica una ruptura con el pasado que dejamos atrás el 10 de diciembre, es que no tenemos, ni queremos tener, liderazgos mesiánicos, que todos los días, desde la pantalla, a la manera del Gran Hermano orwelliano, nos adoctrinen.
El de Mauricio Macri es un liderazgo democrático, republicano, abierto, que no se pretende infalible y, por ende, sabe escuchar. Un liderazgo que se permite la rectificación cuando está convencido de algún error. Un liderazgo que busca persuadir, antes que imponer. Continuar leyendo