Crecen las reservas, pero también la deuda del BCRA

El período de mayor liquidación de exportaciones, que coincide con el segundo trimestre del año, se manifiesta en plenitud con el ingreso de divisas que genera el agro, secundado por el sector minero. En estas horas, la novedad fue que el Banco Central logró incorporar más de u$s1.000 millones a sus reservas en abril: hay que retroceder 44 meses –casi cuatro años- para encontrar un repunte equiparable, cuando en julio de 2010 los activos internacionales aumentaron 1.833 millones de dólares.

El incremento de reservas también se traduce en emisión de pesos para comprar esas divisas en el mercado interbancario. En abril, el BCRA ya adquirió unos u$s2.400 millones, equivalentes a unos $19.400 millones, aunque en este punto se trata de emisión genuina, por estar respaldada con aquellos dólares.

El contexto macroeconómico le genera a la entidad que preside Juan Carlos Fábrega una tarea extraordinaria, pues el ascenso de la inflación a un ritmo que supera el 3% mensual en 2014 y la emisión de billetes para cubrir el déficit del Tesoro nacional se replicó en una intensiva absorción de pesos sobrantes de la plaza financiera, a la par de la suba de tasas, que tocaron el 30% anual.

A ese efecto, la entidad emite deuda, es decir Letras (LEBAC) y Notas (NOBAC). Este año se aceleraron estas licitaciones, cuyos plazos de vencimiento rondan los 90 días. Sólo en mayo se prevén vencimientos por unos $25.000 millones, correspondientes a emisiones de enero y febrero, que deberán ser cancelados –con la consecuente emisión de pesos- o bien renovados a mayor tasa. En el primer caso, la mayor liquidez podría volcarse a consumo, recalentar la ya elevada inflación y empujar al alza al aún calmo dólar blue. En el segundo caso, una suba adicional de las tasas del Banco Central, referencia para todo el mercado, encarecerán el crédito y contribuirán a profundizar la recesión que se manifiesta en varios sectores de la economía.

El año pasado, la Base Monetaria (dinero en efectivo en poder del público más reservas las bancarias) creció un 23%, a 377.197 millones de pesos. Entre enero y el 15 de abril de 2014, ésta se retrajo un 3,4%, a 364.623 millones de pesos. De sostenerse esta contracción, la desaceleración de la inflación hacia fin de año será evidente, tanto como el ajuste que sufrirá la actividad económica general.

Las Letras del BCRA sumaron al 15 de abril unos $171.042 millones, un 54% más que los $110.547 millones de comienzos del año. Esta deuda “cuasi fiscal” equivale nada menos que al 77% de las reservas internacionales, en $222.199 millones (u$s27.768 millones por un tipo de cambio mayorista de $8,002), cuando al 31 de diciembre de 2013 –y antes de la devaluación del 18% de enero- representaban el 44,6 por ciento.

También es importante el aumento del ítem “Otros pasivos” del balance del BCRA, que saltó de $14.583 millones en el inicio del año a 77.104 millones en abril. Según Emilce Terré, analista de la Bolsa de Comercio de Rosario, el llamativo incremento “estaría reflejando la transferencia de dividendos devengados por diferencias de cambios, ya que la autoridad monetaria nacional elabora su Balance Semanal en moneda corriente”. Se estima que estas ganancias contables correspondientes al ejercicio 2013 -debidas a las suba del dólar- sumaron unos 78.000 millones de pesos.

Igual de gráfico resulta comparar le relación entre las reservas –medidas en pesos- y el total del pasivo del Banco Central. Al 31 de diciembre, los activos líquidos significaban $199.454 millones, un 32,4% del pasivo total, en 615.624 millones de pesos. Al 15 de abril y con el añadido de una fuerte devaluación, las reservas cubrían el 30,5% del pasivo ($222.199 millones contra $727.826 millones).

La debilidad del balance del BCRA también se advierte en el propio activo, al comparar las reservas internacionales con el endeudamiento contraído por el Tesoro, es decir, lo que el Gobierno le debe al Central. En el comienzo del año, los títulos públicos ($301.778 millones) más los adelantos transitorios al Gobierno nacional (182.600 millones) sumaron 484.378 millones de pesos. Las reservas cubrieron 41,2% de ese monto. La mejora de los títulos públicos quedó neutralizada por la devaluación, por cuanto al 15 de abril las reservas alcanzaron para cubrir aún menos que antes, un 40,1% los $554.504 millones que sumaron los títulos públicos ($366.154 millones) más los adelantos transitorios ($188.350 millones).

Cómo sigue la carrera entre el dólar y la inflación

De todos los precios de bienes y servicios de la economía local, el del dólar es uno de los que tiene más férreo control oficial. En términos de competitividad cambiaria la divisa norteamericana siguió entre 2008 y 2011 –luego de la disputa entre el Gobierno y las entidades del agro- un proceso de pérdida de valor en el ámbito local por el avance de la inflación. El “cepo” impuso una barrera contra la fuga hacia la divisa, pero no corrigió el atraso cambiario.

A partir del año pasado comenzó a cambiar la relación en fuerzas en esa pulseada entre el dólar y la inflación. El billete verde, que venía rezagado, aumentó más que el promedio de los precios. El dólar en el mercado mayorista, donde interviene el Banco Central con operaciones de compraventa para fijar precios, acumuló un alza del 55,1% en el último año, desde los $5,158 (16 de abril de 2013) a los actuales 8,0025 pesos. Este movimiento se profundizó a partir de noviembre último, con la llegada de Juan Carlos Fábrega a la presidencia del Banco Central, en reemplazo de Mercedes Marcó del Pont, y tuvo un punto de inflexión con la abrupta devaluación del peso entre el 21 y el 23 de enero de este año, que encareció de golpe al dólar en un 18 por ciento.

Ese 18% es la diferencia que el dólar oficial le sacó a la inflación estimada en los últimos 12 meses, si se toma en cuenta el 37,3% acumulado según el “índice Congreso”, difundido por legisladores de la oposición en base a estudios de consultoras privadas y de la Dirección de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires.

En cambio, al analizar el avance del dólar “blue” en el último año, éste muestra una clara desaceleración, al ganar sólo un 22,5% desde mediados de abril de 2012 ($8,52) a los $10,44 de hoy. La divisa en el mercado paralelo había aumentado 44% en 2012 y 47% en 2013, contra una inflación acumulada de 25,6 y 28,4 por ciento, respectivamente, según el “índice Congreso”.

La referencia del dólar informal es válida en tanto refleja con más fidelidad que el oficial la presión inflacionaria. Su precio está menos intervenido por el Gobierno, que actúa sobre esta plaza de manera indirecta, con la compra o venta de títulos públicos en dólares y, más cerca en el tiempo, con la apertura parcial de la venta de divisas para atesoramiento a personas físicas.

Así, si se observa el último año, del dólar oficial aventajó a la inflación, y ésta al dólar “blue”. Incluso, si se toma en cuenta sólo el 2014, el dólar oficial aumentó un 22,6% y el dólar libre apenas un 4 por ciento. Entre enero y marzo la inflación oficial fue de 10% según el nuevo IPC Nacional, y de 12,6% según el índice Congreso.

Sin embargo, el panorama es el inverso si se extiende la comparación, desde enero de 2012 hasta hoy: el dólar informal subió 120,7% (desde $4,73 a $10,44), el dólar oficial sumó 86,1% (desde $4,30 a $8,0025 en el mayorista) y la inflación Congreso acumuló 81,6 por ciento. Esto significa que el dólar oficial no hizo más que ajustarse a la inflación de los últimos dos años y apenas si igualó el nivel de competitividad cambiaria de fines de 2011, cuando se estableció el “cepo” y se advirtió un atraso relativo en el precio de la divisa.

Si dólar e inflación tienden a converger en algún punto relativamente cercano, por ejemplo a dos años vista, puede inferirse que la cotización del oficial todavía tiene margen para subir por encima de una inflación que es la más elevada en 12 años.

El atraso cambiario de 2013 aceleró la salida de dólares

En el informe sobre Evolución del Mercado Único y Libre de Cambios y Balance Cambiario, el Banco Central brindó esta semana una radiografía de la salida de dólares que marcó a fuego la economía argentina a lo largo de 2013 y se convirtió en la más elevada en 12 años.

El forzado atraso cambiario, que mantuvo al dólar oficial en un precio estimado como bajo por los ahorristas, incentivó consumos con tarjeta y viajes al exterior, la venta de autos en general y de vehículos importados en particular. La mayor demanda de combustibles también precisó de mayores importaciones de energía. Estos ítems explican una alta proporción de salida de divisas del país y pueden interpretarse como una concesión del Gobierno a la clase media, en el marco de un año electoral en el que se optó por postergar los ajustes y estimular la actividad económica a fuerza de sacrificar reservas del BCRA.

El dólar oficial promedió en 2013 los 5,51 pesos. Comenzó el año en $4,92 y concluyó en $6,53, con una ganancia en doce meses de 32,8%, que superó la inflación, pero no alcanzó a recomponer el deterioro del poder de compra de la divisa norteamericana en el mercado local, acumulado a partir de la crisis del campo, en 2008.

El BCRA explica que la demanda bruta por turismo y viajes y pasajes al exterior “alcanzó un récord de unos u$s10.300 millones”. Para comprender su magnitud, se trata de un monto superior a los u$s9.024 millones que dejó el superávit comercial de bienes en todo el año. Al contabilizar los ingresos por turismo receptivo, el déficit sectorial finalizó en un nivel récord de 8.700 millones de dólares.

En el caso de las automotrices, el saldo negativo por insumos, piezas y unidades terminadas alcanzó en 2013 el récord de los u$s8.200 millones, justamente producto del gran año de ventas que atravesaron las terminales radicadas en el país.

Según ADEFA, la producción nacional automotriz finalizó con un crecimiento del 3,5% respecto de 2012, aunque las ventas a concesionarios crecieron un 16,1% en el año, por lo que se infiere que la diferencia fue cubierta por unidades importadas (se vendieron un 26% más que en el año anterior). Además, en los vehículos nacionales el componente importado asciende a un 70% en promedio, por cuanto el rojo comercial del principal rubro importador es inevitable con un elevado nivel de demanda como el del año pasado. Según ACARA, se patentaron 955.023 unidades 0 kilómetro en 2013.

La aceleración inflacionaria promovió la adquisición de autos como una forma de ahorro, ante alternativas con tasa de retorno negativas en el mercado financiero, como pueden ser los plazos fijos. A la vez, un tipo de cambio estimado como bajo permitió el ingreso de vehículos importados a un precio relativamente barato para la percepción de un usuario argentino. En contrapartida, desde enero el aumento de los impuestos internos de hasta un 50% para autos de más de $170.000 y la devaluación del peso elevaron los precios de tal manera que ya se espera un año de contracción para este mercado. Un remedio amargo para detener la salida de dólares en este rubro.

En cuanto a los pagos con tarjeta en el exterior, que incluyen las compras a través de sitios web, la salida de divisas se duplicó a u$s2.600 millones, desde los u$s1.200 millones de 2012. Desde enero, la AFIP restringió el ingreso de objetos físicos por esta modalidad a dos transacciones por persona por año y sólo se permitirán operaciones por hasta 25 dólares anuales sin impuestos.

Las distintas empresas vinculadas al sector energético registraron pagos de importaciones por u$s12.412 millones, un alza interanual del 16%, frente a registros de exportaciones por u$s5.934 millones, con un balance negativo de unos 6.500 millones de dólares. En cuanto a la industria química, el déficit comercial fue de unos 4.700 millones de dólares.

Estos canales de salida de divisas consolidaron la caída de reservas del Banco Central. Según el informe diario de la entidad, ésta alcanzó en 2013 los u$s12.691 millones, mientras que en el balance cambiario, con un ajuste por “tipo de pase y valuación”, la pérdida fue de 11.825 millones de dólares. Con estas cifras, se trató de un recorte de los activos líquidos de la entidad de un 29%, una sangría que no tenía registro desde 2001, cuando con un colapso económico en ciernes -y sin “cepo” cambiario-, las reservas restaron u$s19.000 millones o 55,5 por ciento.

En 2014, el Gobierno ya dio señales de mayor control a la salida de divisas. La devaluación encareció las importaciones, además desalentadas por la política de autorizaciones de la AFIP, y mejoró el perfil de los rubros exportadores. La carga impositiva sobre los autos puso paños fríos al rubro fabril de mayor protagonismo y el turismo al exterior fue gravado con un 35% como anticipo del pago de Ganancias. Están dadas las condiciones para que este año sea más proclive al cuidado de los dólares que al crecimiento económico.

La mutación del “cepo”

La calma que se observa en el mercado de cambios en las últimas jornadas es aparente. Detrás del recorte de precios que experimenta el dólar oficial y la apertura de las ventas para atesoramiento, el Gobierno fuerza al mismo tiempo una reducción en la demanda de divisas para que la presión sobre las reservas del Banco Central se apacigüe un poco, después de un enero devastador para estos activos.

El “cepo” cambiario persiste con renovadas formas, ahora a través de la dilación para cursar las autorizaciones de compra de divisas para los importadores y en el volumen cada vez más modesto que la AFIP valida para las operaciones minoristas de dólar “ahorro”.

Una muestra de los obstáculos para importar es el menor monto operado en la plaza mayorista, que este martes se limitó a unos u$s182 millones en el mercado de contado y u$s123 millones en el de futuros, con participación compradora del Banco Central. La debilitada actividad de la plaza interbancaria no tuvo que ver esta vez con la oferta privada, cuando febrero se perfila como un mes con mayor protagonismo de exportadores, en especial de la agroindustria, y de los bancos, que tienen que adecuarse al nuevo límite dispuesto por el BCRA para la tenencia de dólares en su patrimonio (hasta 30%) y un techo del 10% para las posiciones de dólares en el mercado de futuros.

En tanto, el dólar para atesoramiento disminuyó los montos transados en forma evidente en su tercera semana de apertura. Mientras que en la primera semana de vigencia (del 27 al 31 de enero) el promedio diario de ventas fue u$s19 millones, en la segunda (del 3 al 7 de febrero) bajó a u$s16,4 millones, aún cuando la demanda minorista tiende a aumentar con el cobro de salarios propio del inicio de cada mes. Esta semana, entre el lunes 10 y el martes 11 se vendieron u$s13,2 millones, con un promedio parcial de 6,2 millones.

En cuanto a las validaciones, el ente recaudador aprobó el lunes 27 de enero pedidos de ahorristas por u$s52,2 millones; el lunes 3 de febrero, por u$s34,5 millones, y el lunes 10 de febrero, apenas 10,2 millones. Con la misma tendencia, el martes 28 de enero se aprobaron u$s21,9 millones; el martes 4 de febrero, u$s20 millones, y el martes 11, sólo 7 millones de dólares.

Cada contribuyente tiene la posibilidad de acceder a divisas por el equivalente al 20% de su ingreso promedio de los últimos meses y el propio administrador federal de Ingresos Públicos, Ricardo Echegaray, aseguró que “la fórmula para comprar dólares se mantiene inalterable”, aunque la AFIP se encargó de aclarar que hay variables que “pueden modificar la situación fiscal del contribuyente”. Entre ellas, cita la demora de los empleadores para presentar la Declaración Jurada de sus empleados, la fecha del pago de los aguinaldos (la fórmula considera las últimas doce remuneraciones y en el último año hay empleados que pueden tener liquidadas dos cuotas del Sueldo Anual Complementarios o una sola) o la fecha de liquidación de los “Bonos Anuales”, sea ésta en diciembre o en enero. En el caso de los monotributistas, la AFIP contempla el nivel de facturación, gastos, el personal a cargo y consumos con tarjeta de crédito que pueden dar al organismo la potestad de recategorizarlos o excluirlos del régimen.

Otras particularidades afectan al dólar “blue”, pero éste no es ajeno a las recientes acciones del Gobierno en el plano cambiario. Por una parte, la demanda de la divisa disminuyó en forma notable una vez superado el período en el que se busca más efectivo para las vacaciones, en diciembre y enero. Así, cayó el precio un 12% desde el récord de $13,10 el 23 de enero último hasta los 11,70 pesos. Por otra parte, la apertura parcial de las ventas formales para atesoramiento retiraron de la plaza informal a una porción importante de compradores, que ahora pueden acceder a la divisa a un promedio de $9,20 (hoy a $7,92 más el 20% de recargo como anticipo del Impuesto a las Ganancias), un 21,4% más barata que el blue.

Sin embargo no hay que pasar por alto las condiciones de mercado que determinan al circuito paralelo, por más informal que sea. Así como los operadores de las “cuevas” ganan con el spread que aplican sobre la cotización para la venta de la divisa, también obtienen una ganancia implícita al comprar dólares a un precio más bajo que el que podrán vender en el futuro. Y el incremento de la oferta de billetes de ahorristas que compran en bancos y casas de cambio y luego venden en el mercado marginal para hacerse de una diferencia es un resultado obvio de la flexibilización de las restricciones de la AFIP y el Banco Central. Por ello, con estos valores más deprimidos para el billete verde, es probable que las “cuevas” y “arbolitos” se aboquen en estos días a acumular stock de divisas más que a ofrecerlas, a la espera de un momento oportuno para vender a precios más altos, en este mercado que subsiste a fuerza de especulación y a la sombra de los controles oficiales.