El peso es la moneda emergente más devaluada

Este jueves el Gobierno de Macri anunció la medida que signa el debut de la nueva administración: la liberación del mercado de cambios. El fin del “cepo” vigente desde octubre de 2011 vino acompañado por una histórica y anunciada devaluación: el dólar mayorista llegó a operarse a 14 pesos al comienzo de la rueda, para cerrar a $13,38, un 36,2% más caro que los $9,8275 del miércoles. Este movimiento implicó una devaluación del peso del 26,6% en una sola jornada, la mayor caída diaria desde el 8 de enero de 2002, cuando el peso se devaluó 28,6% y el dólar oficial saltó de 1 peso a 1,40, tras el derrumbe de le la convertibilidad.

Argentina es un país cuya trayectoria económica se mueve cíclicamente de un extremo al otro. De la “híperinflación” al “uno a uno” y de allí al default más grande de la historia. Desde las “reservas récord” de 2011 a un BCRA con arcas vacías. Desde el superávit fiscal del gobierno de Néstor Kirchner al actual déficit por encima del 7% del PBI. Todos movimientos bruscos y contrapuestos que trazan un sendero errático: aquél en el que el país se perdió por décadas, sin encontrar el rumbo del desarrollo.

Por eso no fue de extrañar que en pocas horas el peso argentino pasara de ser una moneda “sobrevaluada”, consecuencia de una inflación local que encareció en forma exagerada los bienes y servicios medidos en dólares, a ser una de las divisas que más se devaluó en el mundo en este 2015.

Si exceptuamos a un puñado de economías de escasa relevancia global, como Kazajstán (allí el dólar subió 87,9% frente al tengue kazajo) o Bielorrusia (el dólar saltó 66,8% frente al rublo), Argentina es el país emergente donde más subió el dólar, un 54,8% en el transcurso del año, desde los $8,555 a los $13,25 en la cotización mayorista.

Probablemente los estrictos controles del régimen bolivariano impidieron que el dólar en Venezuela –el país con más inflación del mundo- no aumentara a tasas astronómicas (apenas 1% este año), pero eso no opaca el declive del peso argentino, incluso mayor que el de divisas de países en conflicto. Por ejemplo, el dólar trepó 46,6% respecto de la libra siria y 13,6% frente a la libra sudanesa.

Detrás de la Argentina quedan Ucrania (donde el dólar aumentó +50,8%), Brasil (+50,2% contra el real), Colombia (+40,5%) y Sudáfrica (+30,5% contra el rand). La moneda de los EEUU también tuvo una apreciación notoria, aunque inferior que en la Argentina, frente al peso uruguayo (+26,2%), el rublo ruso (+25,5%), la lira turca (+25,3%), el ringgit malayo (+22,6%), el peso mexicano (+16,3%), el peso chileno (+ 15,4%) y el sol peruano (+12,7%).

Post devaluación, el mercado financiero argentino enfrenta un drástico cambio de escenario, con nuevas reglas de juego luego de la eliminación del “cepo”. Quedó erradicada con relativa calma una invención descabellada que distorsionó por cuatro años los precios internos y sometió hasta el límite de la extinción los flujos de dólares en la economía, bajo la arbitrariedad oficial.

No significa que ahora el Estado deba retirarse de la plaza financiera y dejarla a merced de su propia dinámica, sino que llegó el turno de tomar decisiones con rigor técnico, en virtud de solucionar los problemas y no causarlos. La suba de tasas del BCRA al 38% para los tramos cortos es una muestra de un Gobierno obligado a ser muy activo y certero: por primera vez hay rendimientos reales positivos desde el 2002, para enfrentar el desborde de pesos en medio de un proceso inflacionario. Resta el desafío de reanimar una economía debilitada y con un palpable riesgo recesivo de cara al 2016.

La sobre emisión anticipa más inflación a fin de año

El Banco Central informó que al 21 de julio pasado la Base Monetaria (billetes y monedas en poder del público, depósitos a la vista y cheques cancelatorios) sumaba un monto récord de 531.382 millones de pesos. En apenas tres semanas de julio el indicador creció un 10,1% desde el cierre de junio, en 482.719 millones de pesos.

La expansión de los pesos en la economía está alcanzando en las últimas semanas un nivel sin precedentes, con un ritmo de incremento interanual de 39,6% si se lo compara con los datos del 23 de julio del año pasado ($394.680 millones).

La inflación tiene múltiples causas, pero es la emisión de moneda sin respaldo el principal cimiento para que aumenten los precios en forma generalizada y esta expansión es promovida por el Gobierno para financiar el déficit de las cuentas públicas.

Es habitual una correlación entre el aumento de la Base Monetaria y la tasa de inflación. En una comparación interanual, el incremento de la Base Monetaria al cierre del primer semestre fue de un 30%, desde los $370.611 millones del 30 de junio de 2014 a los $482.719 millones en 2015. La inflación acumulada en doce meses fue de 27,9% hasta junio último, según promedió el índice “Congreso”.

Por ese motivo, mantener el ritmo de expansión de la Base Monetaria en torno a 40% anual dará un fuerte impulso a la inflación hacia fin de año, más si se tiene en cuenta que el déficit fiscal se multiplica por cuatro este año respecto a 2014 y no hay alternativas financieras suficientes para cubrirlo.

El incentivo al consumo con una importante inyección de liquidez es un propósito del Gobierno de cara a las elecciones presidenciales. El 10% de aumento de la base monetaria en el corriente julio es sólo superado por el alza de 12% de diciembre de 2014. El último mes del año es el que mayor demanda de pesos registra por las necesidades de pago de salarios, medio aguinaldo, cierre de balances y pagos de bonos empresarios, y por estacionalidad exige mayor emisión monetaria. Este año electoral apuró los tiempos y diciembre se adelantó a julio.

Menos esterilización, más inflación

El Banco Central utiliza la emisión de deuda “cuasi fiscal”, las LEBAC, para “esterilizar” la liquidez de la economía. No es un instrumento neutro, pues al tomar pesos del mercado se compromete a pagar una tasa de interés cercana al 30% al vencimiento, pero permite que la expansión monetaria no se cristalice plenamente en inflación, al menos en lo inmediato.

En 2014 la emisión de letras fue crucial para evitar una espiralización inflacionaria: el crecimiento de la Base Monetaria se redujo a un 22,6% anual (de 377.196,5 a 462.564,5 millones de pesos) debido a que la deuda de la entidad trepó 155% (de 110.546,6 a 282.135,2 millones). El resultado fue que la inflación anualizada (38,5% según el índice Congreso, un 37,6% según el sitio Inflación Verdadera) se desaceleró sensiblemente hasta quedar debajo del 30% anual en el transcurso de 2015. Los números de julio dan señales claras de que esta tendencia se está revirtiendo.

Para no causar un deterioro mayor en la hoja de balance del Central, este año el Tesoro empezó a contribuir al financiamiento de su propio déficit, con la colocación de bonos en pesos. Y el BCRA aflojó con la licitación de LEBAC. En los últimos cuatro meses se tomaron $42.200 millones en Bonos del Tesoro Nacional (BONAC) y la deuda del Central subió desde enero un 22% o $64.446,8 millones, a 346.582 millones de pesos.

Una diferencia principal es que los pesos absorbidos a través de BONAC regresan al mercado en pocos días, pues son utilizados para cubrir gastos corrientes, por lo tanto no surten el efecto antiinflacionario de las LEBAC. Apenas sirven para el financiamiento del Tesoro en el corto plazo.

El Gobierno le transfiere su enorme déficit al sucesor

Cristina Kirchner cierra su segundo período presidencial con un rojo fiscal sin precedentes desde el colapso la convertibilidad, financiado esencialmente con deuda en pesos a una tasa del 27% anual, cuyo vencimiento será una enorme carga que dificultará el inicio de la próxima gestión.

Los analistas económicos alertaron en las últimas semanas por el creciente rojo de las cuentas públicas que, lejos de ser corregido por la actual administración, aumenta a un ritmo mucho mayor que el de la inflación, hoy estabilizada en un rango del 25 al 30 por ciento anual. Así fue que en los primeros tres meses de 2015, el déficit financiero –que contabiliza el pago de deuda- se triplicó respecto de 2014, pues trepó a $57.751 millones, contra $17.179 millones de un año atrás. Solo en marzo el rojo financiero fue de $27.894 millones, más de seis veces el resultado negativo obtenido en el mismo mes de 2014.

En un año electoral en que el Gobierno estableció su propio “piloto automático” para llegar a los comicios con una recesión contenida, y estabilidad política y social, la dinámica del déficit público ya fija un piso de $200 mil millones, más de u$s20.000 millones medido por el tipo de cambio oficial, en un cálculo muy conservador que no proyecta la aceleración del gasto que estacionalmente se registra en el cuarto trimestre.

Con una estrategia similar a la utilizada el año pasado, el Ministerio de Economía se vale del auxilio de pesos enviados por el Banco Central y, en menor medida, por otros organismos descentralizados como la ANSES y el PAMI. Esa febril emisión de moneda, que no es acompañada en la misma proporción por ingresos genuinos de dólares a las reservas internacionales de la entidad, es reabsorbida a través de títulos de deuda -tomados casi en totalidad por los bancos- para reducir el impacto inflacionario.

Por esta vía se aplazan los vencimientos a cambio de una tasa de interés que ahora promedia el 27% anual, pero la insistencia en esta mecánica resulta en una descomunal acumulación de pasivos que recaerán en 2016. En 2014, la deuda del BCRA por emisión de Letras y Notas (LEBAC y NOBAC) subió unos $172.000 millones, hasta los 282.135 millones, un monto incluso más elevado que el déficit financiero de casi $110.000 millones acumulado durante todo el año pasado.

En 2015, la correlación entre la colocación de deuda en pesos en conjunto del Banco Central y el Tesoro Nacional y el déficit público es más notable. El rojo presupuestario alcanzó en el primer trimestre $57.751 millones; la emisión de LEBAC y NOBAC, más BONAC, ascendió a $57.781 millones en el mismo lapso.

Una diferencia con 2014 es que este año el Banco Central está muy cerca del límite de emisión impuesto por la Carta Orgánica de la entidad reformada en 2012. Por ese motivo, el Tesoro apeló a la colocación de un instrumento de duración y rendimiento similares a los de los títulos del BCRA, el Bono del Tesoro Nacional (BONAC), para complementar el financiamiento de su propio gasto corriente. Entre enero y marzo de este año, las Letras y Notas del BCRA aumentaron en $52.781 millones, que junto a los $5.000 millones de la emisión de BONAC del 27 de marzo alcanzaron para cubrir el rojo fiscal del período.

Aunque el Ministerio de Economía no brindó aún las cifras, con esta proyección podría estimarse en torno a $90.000 millones el déficit financiero acumulado en los primeros cinco meses de 2015, si se toma en cuenta que la colocación de deuda en pesos entre enero y mayo trepó a $86.900 millones, por licitaciones de bonos del BCRA ($67.100 millones) y del Tesoro ($19.800 millones). Estos montos multiplican por cuatro el déficit acumulado entre enero y mayo de 2014 ($20.615 millones). A este ritmo, es posible que el déficit presupuestario de 2015 alcance los $400 mil millones (sin contar deuda cuasi fiscal), aproximadamente un 8% del PBI.

Las reservas tuvieron la mayor alza mensual en 8 años

Abril de 2015 fue uno de los mejores meses para el balance del Banco Central. Las colocaciones de deuda del Tesoro y de YPF generaron un ingreso de divisas infrecuente desde que el Gobierno estableció restricciones al mercado de cambios a fines de 2011, muy oportuno además por el declive de la liquidación de exportaciones de la agroindustria.  Las reservas internacionales de la entidad que preside Alejandro Vanoli treparon unos u$s2.411 millones el último mes, el mayor incremento mensual desde junio de 2007, hace casi ocho años, cuando se contabilizaron 2.576 millones de dólares. Así regresaron al nivel de octubre de 2013.

Desde que hay “cepo” los dólares comerciales fueron la principal fuente de abastecimiento de divisas para sostener importaciones, pagos de deuda y demanda para ahorro y turismo. En 2015, el Gobierno viró su postura refractaria a endeudarse en el mercado y empezó a demandar divisas financieras, con lo que logró con creces alcanzar su objetivo de estabilizar la plaza cambiaria, aunque debió resignarse al pago de una elevada tasa de interés en dólares cercana al 9% que casi en totalidad deberá ser asumido por los próximos gobiernos.

El último 23 de abril el BCRA informó que las reservas habían aumentado u$s1.247 millones, que formaban parte de los u$s1.415 que alcanzó la colocación del Bonar 2024 del 21 de abril. Por la inyección de las Obligaciones Negociables de YPF, entre el 28 y el 29 de abril se sumaron otros 1.221 millones. En el caso de la petrolera, la emisión de deuda superó a la del Tesoro, pues alcanzó u$s1.500 millones, y lo aventajó en tasa de interés: 8,5% contra 8,956% anual en dólares, a diez años.

En los seis meses anteriores, desde la asunción de Vanoli, los activos fueron sostenidos por los yuanes captados a través del “swap” con el Banco Central de China. Estos fondos, sin embargo, constituyen préstamos que los analistas financieros no contabilizan como reservas netas. También discriminan los depósitos en moneda extranjera en el sistema financiero local (encajes), Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI, préstamos de organismos internacionales y multilaterales, los CEDIN y otros pasivos, por cuanto afirman que las reservas reales son la mitad que el monto informado en reportes oficiales.

Con los dólares ingresados a cambio de títulos soberanos y de YPF mejora esta ecuación. De acuerdo con un estudio elaborado por el economista Nicolás Dujovne, las reservas en octubre del año pasado tenían un nivel neto que representaba el 66% del total de los activos internacionales. En marzo de este año esa proporción se había reducido al 45 por ciento. Con esta dinámica, la semana pasada las reservas netas se recuperaron hasta un 53% del total de activos internacionales, unos 18.000 millones de dólares. Debe recordarse que las reservas internacionales representan apenas un 26% del total del activo del BCRA, integrado principalmente por títulos en dólares y pesos entregados por el Tesoro nacional a la autoridad monetaria a cambio de efectivo para pagar deuda o cubrir gasto corriente.

En ese sentido, un informe de Empiria Consultores resalta que “las colocaciones del Bonar 24 y de YPF reforzaron las reservas en el momento del año en que ello era menos necesario, aunque tal vez deban ser usadas para cancelar parte del fondeo cosmético que recibió el BCRA. Por otra parte, el BCRA podría utilizar esta abundancia relativa reforzada por las colocaciones de deuda para aliviar las restricciones a las importaciones. Endeudarse para mantener un atraso cambiario insostenible es una muy mala receta, que solo tiene explicación con sentido electoral”.

Más deuda, menos dólares comerciales

Desde el “cepo”, la principal fuente de divisas para las arcas del Central fueron sus compras en el mercado mayorista, donde se liquidan las exportaciones y los escasos créditos e inversiones del exterior. En este sentido, el deterioro de la balanza comercial en 2015, en particular por la caída de precios internacionales de los granos, permitió a la entidad acumular en abril un saldo positivo de unos u$s1.400 millones, un monto reducido si se contempla que ese mes, junto a mayo y junio, concentran las ventas del agro y constituyen el trimestre más fuerte para la llegada de dólares a la economía local.

La Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales comunicaron que sus empresas asociadas liquidaron exportaciones por unos u$s5.039,1 millones desde que comenzó el año. La cifra es 31,4% inferior a la del mismo período de 2014, explicada por la caída de cotizaciones de estos productos, que totalizan un tercio de las ventas al exterior. “Sería una paradoja que se reemplacen los dólares perdidos por la caída en el precio de las commodities por dólares financieros que permitan sostener por un tiempo una paridad cambiaria real inadecuada”, señaló Daniel Artana, economista Jefe de la Fundación FIEL.

La notoria alza de reservas no implica el fin de la restricción externa. Aunque el país está en default técnico y los acreedores reestructurados continúan sin cobrar intereses de títulos Par y Discount, las divisas serán necesarias para la amortización de capital e intereses de Boden 2015, el 3 de octubre. El principal vencimiento de deuda del año, por unos u$s6.300 millones, aún obliga a una ajustada transición en materia cambiaria.

El récord de dólar “ahorro” dejó al “blue” por el piso

La estrategia del Banco Central de liberar ventas de divisas para atesoramiento dió sus réditos: el dólar “blue” marcó su precio más bajo del año, a 12,62 pesos, a la par del incremento de volumen operado en el mercado minorista. Marzo registró un nuevo récord de ventas de dólar “ahorro”, con 479,2 millones de dólares. Desde septiembre pasado, el volumen de divisas autorizado por la AFIP aumentó en forma significativa, el dólar informal se desplomó y el oficial subió muy por debajo de la inflación.

El razonamiento lógico de dolarizarse a un precio subsidiado -aún con el recargo de 20% a cuenta de Ganancias, que puede reembolsarse- o bien de hacerse un plus salarial al adquirir divisas oficiales y revenderlas en la plaza marginal, llevó a los inversores a abandonar las compras en el circuito paralelo, que en la fase más rigurosa del “cepo” impulsaron los valores a niveles máximos y a la brecha cambiaria a límites del 100 por ciento entre cotizaciones. Hoy, ese rango es de 42,3 por ciento.

A través de su cuenta de Twitter, el presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, expresó que “hoy tenemos la brecha más baja de los últimos nueve meses”, a niveles anteriores al default de la deuda por la sentencia del juez Thomas Griesa a favor de los holdouts. “La brecha bajó a la mitad desde el 1° de octubre de 2014”, subrayó el funcionario.

Mientras que entre enero y agosto de 2014 la venta promedio en el segmento minorista fue de u$s164 millones por mes, entre septiembre de 2014 y marzo de 2015 trepó a una media de 436 millones de dólares. Prácticamente se triplicó la venta de dólar oficial al público desde el récord del “blue” el 24 de septiembre, cuando alcanzó 15,95 pesos, con una brecha de 87,5% respecto del dólar minorista, entonces a $8,50 para la venta en promedio.

Con una impetuosa inyección de billetes en el mercado formal el Gobierno logró desactivar la escalada en el mercado negro. Así de simple. El dólar “blue” acumuló un retroceso de 10,2% en el primer trimestre de 2015 y de 20,9% desde el récord de seis meses atrás. El dólar al público aumentó 3% y 4,4%, respectivamente. Según el sitio Inflación Verdadera, entre el 21 de septiembre y el 21 de marzo último, la inflación acumulada fue de 12,3%, porcentaje que deja bien claro que en el período, el que apostó al dólar perdió.

Por InfobaeTV, el economista Diego Giacomini, director de Economía & Regiones, recordó que “en los últimos seis meses, el tipo de cambio oficial se deslizó 0,7% mensual, mientras que la inflación relevada por el índice del Congreso arrojó un promedio del 2% mensual. Entonces, mes a mes el dólar se abarata e implica que la gente lo percibe y aumenta la demanda”.

El economista Iván Cachanosky, investigador de la fundación Libertad y Progreso, detectó además que la contracción monetaria producto de la mayor colocación de Letras y Notas del BCRA tuvo crucial incidencia en los precios de la divisa norteamericana: “El Gobierno emitió deuda interna para financiarse debido a los problemas de inflación que posee Argentina. Esta aspiración de pesos redujo la cantidad de billetes en circulación evitando que la moneda doméstica  se devalúe tan fuertemente. No es que el dólar subía, sino que el peso se depreciaba”. La tasa de las LEBAC del BCRA, en torno al 27% anual, es inferior a la inflación anualizada, pero superior al ritmo de apreciación del dólar, por cuanto luce ventajosa para canalizar el excedente de pesos en lugar de las posiciones dolarizadas.

Dos factores son decisivos para desinflar al “blue”, uno es la profundización del atraso cambiario, el otro, en simultáneo, que la demanda por dólar “ahorro” y “turismo” va en ascenso desde mediados del año pasado, cuando los aumentos pactados en paritarias empezaron a incorporarse a los salarios. En total, el BCRA entregó u$s5.000 millones desde que se flexibilizaron las restricciones de divisas minoristas el 27 de enero de 2014: unos u$s4.364,1 millones para atesoramiento y otros u$s635,9 millones para consumos en el exterior. Significan el 15,8% de las actuales reservas internacionales de la entidad.

¿Y por qué no caen las reservas del Banco Central? Diego Giacomini explica que al drenaje de dólares del sistema financiero “se lo maquilla con el ‘swap’ con el Banco Central de China y la deuda con el Banco de Basilea y el Banco de Francia, entonces, las reservas que son u$s31.000 millones, en realidad son 25 mil millones de dólares”.

En solo un año Argentina es 50% más cara que Brasil

El Gobierno argentino puso el “piloto automático” en materia económica para llegar en lo posible con las aguas calmas a las elecciones. El préstamo de reservas por el “swap” con el banco central de China, que suma el equivalente a u$s3.100 millones a la deuda externa, y el inicio de la liquidación de la cosecha gruesa son los dos pilares que sostienen el ingreso de divisas al país y a los que el Ministerio de Economía apuesta, a falta de señales de crecimiento en el corto plazo.

El real brasileño aparece como un factor explosivo en este panorama local de variables sujetas con alfileres. La moneda del principal socio comercial cayó a un mínimo de 12 años, a valores de abril de 2003, y la conflictividad política y económica en Brasil va en ascenso al mismo ritmo que el dólar: los inversores huyen de activos respaldados en reales, sean acciones, bonos, o de los mismos billetes, para “fugar” al dólar o activos nominados en divisa norteamericana.

Cuando el dólar en Brasil tocó el viernes a 3,31 reales (luego cedió a 3,23 reales), con una suba de 24,5% en el año y de 42% en doce meses, la presidente Dilma Rousseff debió salir a rechazar versiones sobre cambios de gabinete. Una noticia peor está en ciernes: la posible pérdida del investment grade en la principal economía de América Latina, si desde Brasilia no consiguen imponer la aprobación parlamentaria de un programa de ajuste de gasto público y alza de impuestos.

El gobierno brasileño tiene demasiados frentes domésticos para preocuparse por la coyuntura argentina y le adosa, por vía cambiaria, un problema que hasta ahora no incidía en la agenda. Con una inflación interanual por encima del 30% y un ascenso del dólar de apenas 10,7% en 12 meses, el peso argentino se “fortaleció” prácticamente un 20% respecto de la moneda norteamericana. Todo lo contrario sucedió en Brasil, que con un salto del dólar del 42% en ese período y una inflación inferior al 7% anual se hizo 35% más barato en dólares. En cuentas simples, la Argentina es hoy 50% “más cara” que Brasil, por una cuestión cambiaria.

Según un informe de la consultora Prefinex, “la merma en las exportaciones se explica por el menor dinamismo de la demanda externa en un contexto de fuerte apreciación del tipo de cambio real de Argentina”, a la vez que “la caída en las importaciones responde a una menor demanda interna sumada al impacto de las restricciones al acceso de divisas”.

Detrás de la devaluación brasileña está el velado objetivo del gobierno de Rousseff de torcer el sendero de estancamiento de cuatro años, experimentado por la economía en general y por la industria en particular, a través de una reactivación exportadora. En ese aspecto, el director para el Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner, reconoció que el reciente desplome del real es un fenómeno “bienvenido”, debido a que “la inversión en Brasil ha sido muy baja y se ha venido contrayendo”, pero por otro lado “en los momentos en que ocurre abona a la incertidumbre”.

“Déjà vu” de 1999

Desde la Argentina el diagnóstico es poco favorable. Algunos analistas económicos comparan el horizonte de hoy con el observado en enero de 1999, cuando el presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso permitió una devaluación del real del orden del 40 por ciento. La Argentina mantuvo la convertibilidad del peso con el dólar casi tres años más, y agudizó la recesión y sus desequilibrios estructurales hasta que se hicieron insostenibles y detonó la crisis económica de 2001-2002.

La recesión y la devaluación brasileña contraen la oferta de dólares comerciales, pues el descenso de su demanda de productos importados significa para la Argentina menos divisas, más retracción en la actividad industrial, refuerza las presiones sobre el tipo de cambio y afecta los niveles de empleo. Esta debilidad fue discutida la semana pasada en la Exposición Argentina de Economía, Finanzas e Inversiones (Expo EFI 2015). Allí, Daniel Artana, economista jefe de la fundación FIEL, planteó que la “verdadera restricción de la economía es el sector externo” y alertó que “se mire el rubro que se mire, las exportaciones caen al 20%, lo que lleva a que caiga la generación no financiera de dólares”.

El ex secretario de Finanzas Miguel Kiguel consideró que “el tipo de cambio es un tema eterno en la Argentina, mucho más sensible que en otros países, donde si bien la devaluación aparece en los diarios y afecta a los negocios, no son decisiones disruptivas. En Brasil hemos visto cómo el real pasó de 2,34 a 3,24 por dólar en un año y ningún brasileño ha sentido nerviosismo o tensión. En la Argentina es un tema traumático y tabú. Sería importantísimo que la Argentina pudiera salir de esta dólar-dependencia, pero lamentablemente en el corto plazo no va a ser. Va a haber algún ajuste, va a ser necesario después de la fuerte devaluación del real, pero creo que va a ser mucho menos traumático de lo que la gente piensa”.

El economista Diego Giacomini aportó que “el tipo de cambio no es el único problema” y que “será necesario hacer reformas fiscales, monetarias, de deuda”. La definición es tan oportuna para Argentina como para Brasil: “No es suficiente una devaluación porque si no se soluciona el problema de fondo, que es el gasto público excesivo y la presión tributaria, no hay tipo de cambio que aguante”, acotó.

El dólar en Brasil toca su precio máximo desde 2005

En un marco de tensión política por las elecciones presidenciales, el mercado financiero brinda a través de los precios su punto de vista y preferencias sobre los candidatos. Así, las últimas encuestas en Brasil que hablan de una reñida definición en segunda vuelta entre Dilma Rousseff y Aécio Neves, con leve ventaja para la actual mandataria, generaron una reacción contraria en la bolsa y la plaza cambiaria. Esta dinámica no debe resultar indiferente: por su peso en la región y su estrecha relación con la Argentina, un cambio de gobierno en Brasil puede acelerar los tiempos para que se produzcan cambios en la política económica de nuestro país.

Para los grandes inversores y operadores financieros, Neves no sólo representa una renovación en el centro del poder de Brasilia, luego de 12 años de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), si no que propone una versión de la economía menos proteccionista, intervencionista y regulada, frente a un gobierno que dejó de encontrar respuestas para mitigar el enfriamiento económico que atraviesa el gigante sudamericano: tras un notorio repunte de 7,5% del PBI en 2010, Brasil creció 2,7% en 2011, solo 1% en 2012, un 2,5% en 2013 y se anticipa una expansión menor al 1% para este año.

Las acciones de la Bolsa de Valores de San Pablo retroceden en octubre más de 6%, mientras que el real brasileño profundiza su sendero declinante frente al dólar. La divisa norteamericana alcanzó su valor más alto en casi una década, al negociarse el jueves a 2,5166 reales por unidad, una cotización no vista desde el 27 de abril de 2005, cuando cerró a 2,515 reales.

La evolución de los activos en Brasil tiene mayor influencia en la Argentina que lo que se observa en la superficie. Petrobras Brasil cotiza en el recinto de Buenos Aires y tiene una ponderación del 6,1% en el Merval, y su filial Petrobras Argentina aporta otro 3,4% en la elaboración del indicador referente de la plaza accionaria local. Casi 10% del panel líder está influido directamente por el movimiento de precios en Brasil, y en menor grado también por aquellas compañías que integran sus negocios con operaciones en el país vecino.

No son realidades simétricas ni siempre comparables. En octubre, el índice Bovespa retrocede 6,3%, contra 18,2% del Merval, mientras que el Bovespa pierde un 1,5% desde comienzos de año y el Merval avanza un 90,5 por ciento. En este aspecto, las restricciones cambiarias en la Argentina potenciaron las transacciones bursátiles y exageraron las ganancias muy por encima de la inflación, al utilizarse a la Bolsa local como vehículo para dolarizar carteras ante la vigencia de las prohibiciones sobre la divisa norteamericana.

Más nítido es el paralelo entre la inflación y el tipo de cambio. La Argentina acumuló una inflación de 30,53% entre enero y septiembre de este año –según el índice Congreso-, un porcentaje casi idéntico al que mostró el dólar oficial, que en el mercado mayorista subió 30% en el año –contabilizando tres semanas de octubre-, de 6,532 a 8,49 pesos. Mientras, Brasil experimentó un alza de precios minoristas del 4,61% entre enero y septiembre, aunque el dólar se apreció 7,7%, más de 3 por ciento por encima de la inflación.

Brasil es el principal socio comercial de la Argentina. Si su economía no crece, tampoco lo hace su demanda por productos argentinos. Si el real se deprecia a mayor ritmo que el peso argentino, el Banco Central brasileño, en cierto modo, está erosionando la competitividad cambiaria de nuestro país, ya muy deteriorada por el encarecimiento de los precios internos con una inflación del 40% anual. Cuando Brasil acelera el ritmo de devaluación, ejerce una involuntaria presión para que la Argentina también lo haga.

La otra cara de la moneda es la decisión de la Argentina en los últimos 12 años de priorizar el crecimiento económico y sacrificar las políticas antiinflacionarias, que se replica en el salto del dólar. Hace diez años, el 25 de octubre de 2004, el dólar en Argentina cotizaba a 2,969 pesos, casi igual que en Brasil, a 2,88 reales. Hoy, el dólar oficial en Argentina vale en moneda local un 186% más; en Brasil, un 15% menos.

Las reservas caen 10% en 2014

Octubre es un mes de trascendentes movimientos en el mercado cambiario. La llegada de Alejandro Vanoli al Banco Central disuadió a bancos y empresas de profundizar su dolarización de carteras: el “blue” retrocedió 6,5% (de 15,72 a 14,70 pesos), el “contado con liqui” cayó 7% (de 14,93 a 13,88 pesos) y el dólar mayorista avanzó un módico 0,6% (de 8,4275 a 8,475 pesos). Pero al mismo tiempo las reservas recortaron casi u$s600 millones: se trata de la mayor pérdida de activos en nueve meses, superada en el año por los u$s2.851 millones que salieron en enero, cuando todavía no se sentían los efectos de la devaluación.

Según datos sujetos a ajuste, las reservas se situaron este viernes en u$s27.301 millones, con un retroceso de u$s565 millones respecto de los u$s27.866 millones del cierre de septiembre, cuando aún restan 10 días hábiles en octubre. Marzo también había sido otro mes muy negativo para las reservas, con una pérdida de 539 millones de dólares. Así, en el transcurso de 2014, la tenencia de activos internacionales del BCRA retrocedió u$s3.289 millones, un 10,8%, desde los u$s30.599 millones que se contabilizaban en enero.

El Gobierno hizo efectivo este viernes el pago semestral de intereses del Bonar X, título bajo legislación local, por unos u$s240 millones, cuyo pago no es alcanzado por los bloqueos dispuesto por el juez de Nueva York Thomas Griesa. Ya el 3 de octubre se habían cancelado otros u$s208 millones por el vencimiento de Boden 2015. Además, con la apertura parcial del “cepo” cambiario empezaron a tomar cuerpo las ventas a minoristas para atesoramiento y viajes, que sólo en el décimo mes del año representan unos 390 millones de dólares.

Las reservas habían tocado su piso del año el 3 de abril, en u$s26.729 millones, una marca similar a la del 15 de agosto 2006, durante la presidencia de Néstor Kirchner y pocos meses después de la cancelación total de la deuda con el FMI. Si se hubiera evitado el default “selectivo” que impide pagos de deuda bajo legislación extranjera, el cumplimiento de las obligaciones con bonistas reestructurados el 30 de junio (bonos Discount) y el 30 de septiembre (bonos Par) hubiera absorbido reservas líquidas del BCRA por unos u$s700 millones, aún exceptuados los u$s1.650 millones que los tribunales norteamericanos ordenaron pagar a los holdouts por títulos incumplidos desde 2001.

En 2013 el BCRA perdió u$s12.691 millones de sus reservas: fue el año más negativo desde el 2001, cuando salieron de las arcas de la entidad más de u$s19.000 millones, en el prólogo de la peor crisis económica de la historia argentina. En 2014, las reservas caerán un tercio del monto perdido el año pasado, a fuerza de mayores controles sobre las importaciones y las operaciones financieras y una mayor devaluación de la moneda que encarece a los productos e insumos extranjeros. Estas medidas traen consecuencias recesivas que se perciben en todos los órdenes del desempeño económico.

“Estamos a la deriva, prácticamente paralizados en materia de política económica, con poco tiempo y menos herramientas. Esto se suma un escenario externo que se complica día a día, con el precio de la soja nublando aún más las perspectivas”, explica Juan Pablo Ronderos, de la consultora Abeceb.com.

El Gobierno podrá argumentar que en 2014 se recortó a menos de la mitad la pérdida de reservas en comparación al 2013, pero por un fuerte ajuste de la actividad, pues otras variables no aportaron divisas como se esperaba. Con una devaluación más acelerada, en los ocho primeros meses de 2014 las exportaciones se desplomaron 10% con respecto a igual período del año anterior. Además, las ventas a Brasil disminuyeron un 13% por el estancamiento económico del país vecino. Las inversiones extranjeras para Vaca Muerta y la llegada de dólares por la colocación de bonos de YPF tampoco alcanzaron el volumen estimado.

La pérdida de valor para la soja, en la zona de u$s350 por tonelada, y también para otros cultivos significó una caída en los ingresos de divisas por liquidación de exportaciones del 3,5% en lo que va del año (u$s19.225,5 millones contra u$s19.924,3 millones). Como contracara, por efecto de la recesión y la caída de los precios internacionales de los hidrocarburos, entre enero y agosto el déficit del rubro energético cedió 2,6% contra similar período de 2013 (u$s4.922 millones contra u$s5.053 millones) .

Dólar: retorna la táctica del “suave deslizamiento”

Comienza a desperezarse el dólar. La divisa en el mercado mayorista rompió con una estabilidad de casi dos meses, y entre lunes y martes avanzó dos centavos en este mercado interbancario, donde se pactan las grandes transacciones para comercio exterior y donde interviene el Banco Central con sus habituales operaciones para regular la liquidez.

La divisa sube esta semana a $8,0225, desde los $8,0025 del viernes, en un déjà vu de aquellas microdevaluaciones características del período en que Mercedes Marcó del Pont se desempeñaba como presidente del Banco Central, que los técnicos llaman “crawling peg”, una depreciación progresiva y controlada de una moneda respecto del dólar. En contraste, el actual titular de la entidad, Juan Carlos Fábrega, decidió aplicar un shock cambiario entre el 21 y el 23 de enero, cuando impulso una suba de 20% en el dólar oficial, hasta los 8 pesos.

A partir de entonces, la inflación empezó a descontarle la ventaja al dólar oficial y los analistas del mercado financiero coincidieron en que a mediados de año la suba de precios se iba a “comer” el beneficio en materia de competitividad cambiaria que significó la devaluación del peso, para obligar después a una nueva devaluación que retroalimenta un círculo vicioso.

Por ejemplo, la medición que realiza la Dirección de Estadística y Censos del Gobierno porteño mostró que en abril la inflación fue de 3,1% en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires, para acumular 16,9% en el primer cuatrimestre del año. En el transcurso de 2014, el dólar oficial gana 23% en el mercado mayorista o interbancario (desde $6,523 a $8,0225).

Diferente es el panorama para el dólar marginal, presionado a la baja por la iniciativa de la AFIP de flexibilizar las restricciones para las ventas a minoristas destinadas a atesoramiento. Desde el 27 de enero se efectivizaron operaciones al público por u$s604 millones, que de persistir el “cepo” con todo su rigor se hubieran cursado en buena proporción por el circuito paralelo.

Sin embargo, los agentes del dólar informal no son indiferentes a lo que ocurre en el segmento oficial y la divisa finalizó ofrecida a $10,81, para sumar un avance de 26 centavos o 2,5% en el transcurso de mayo. De mantenerse la tendencia, será la primera vez desde la devaluación que el dólar libre consigue superar a la inflación.

Desde que arrancó el año el dólar paralelo mantiene un rezago respecto del promedio de precios de bienes y servicios, pues sube un 7,7 por ciento. Podría atribuírsele a Fábrega el mérito de haber calmado el arrebato del billete verde, como el repunte en el monto de reservas internacionales de abril, aunque estas victorias puntuales están condicionadas por tasas elevadas y un incremento de la deuda del BCRA directamente proporcional a la mejora del activo.

Es probable, entonces, que la autoridad monetaria entienda que es momento de retomar el “suave deslizamiento” que caracterizó al dólar oficial en 2013, antes de que concluya la temporada alta de liquidaciones de exportaciones del agro, propia del segundo trimestre del año y que en 2014 está posibilitando un ingreso récord de divisas, a u$s8.747 millones hasta el 9 de mayo. Y postergar lo más posible otro shock como el de enero.

El real anticipa mayor devaluación del peso

En una semana convulsionada en Brasil, los indicadores económicos aportaron nuevas preocupaciones sobre el futuro cercano del país vecino y los efectos colaterales que pueden incidir en la economía argentina. A la desaceleración del PBI del socio del Mercosur le agrega más presión la pronunciada devaluación del real: ambas influyen en nuestro país por la estrecha relación comercial y apuran un mayor ritmo de depreciación del peso para mantener cierto equilibrio en la competitividad.

La noticia que trascendió el miércoles acerca de una eventual reducción gradual de las políticas de estímulo monetario de la Reserva Federal de los EEUU hacia fin de año encendió la señal de alarma en todos los mercados. Su presidente, Ben Bernanke, deslizó que a mediados de 2014 podría retirar estas medidas extraordinarias.

Continuar leyendo