Por: Juan Gasalla
En una semana convulsionada en Brasil, los indicadores económicos aportaron nuevas preocupaciones sobre el futuro cercano del país vecino y los efectos colaterales que pueden incidir en la economía argentina. A la desaceleración del PBI del socio del Mercosur le agrega más presión la pronunciada devaluación del real: ambas influyen en nuestro país por la estrecha relación comercial y apuran un mayor ritmo de depreciación del peso para mantener cierto equilibrio en la competitividad.
La noticia que trascendió el miércoles acerca de una eventual reducción gradual de las políticas de estímulo monetario de la Reserva Federal de los EEUU hacia fin de año encendió la señal de alarma en todos los mercados. Su presidente, Ben Bernanke, deslizó que a mediados de 2014 podría retirar estas medidas extraordinarias.
La Bolsa de San Pablo restó en la semana un 4,6% ante el nerviosismo por las especulaciones sobre el final del “viento de cola” del dólar barato en próximos meses, en un clima político caldeado por las masivas protestas callejeras en demanda de mejores servicios públicos. El Bovespa, referente bursátil de Brasil, acumula una pérdida de 22,8% en el primer semestre del año. Además, sumó cuatro semanas con números negativos y retrocedió a precios de 2009, cuando se desarrollaba con fuerza la última crisis financiera. La desazón se sintió con intensidad en otros mercados regionales: México perdió 3,1% en la semana; Santiago, 4,2%; Bogotá, 2,76%, y Lima, un 4 por ciento.
El dato más significativo fue la profundización de la devaluación del real brasileño respecto del dólar. El billete norteamericano en Brasil tuvo un recorrido alcista de cinco sesiones, apenas moderado el viernes, cuando tocó los 2,27 reales por unidad y cedió a 2,2445 reales. En la semana la divisa brasileña perdió un 4,49% de su valor y en el año se depreció un 9%, desde los 0,489 centavos de dólar por real el 1 de enero a los 0,445 centavos del 21 de junio.
Esta devaluación brasileña mejora su competitividad en materia de comercio exterior, aunque su efecto se recorta por la inflación, otra de las preocupaciones del gobierno de Dilma Rousseff, que alcanza el 6,67% anual, por encima de la pauta del presupuesto. Entre enero y mayo, los precios minoristas aumentaron un 2,88 por ciento.
Brasil también registra una creciente salida de dólares, inconveniente que se refleja en la suba de tasas de interés del Banco Central, hoy en 8% anual. En ese aspecto, la entidad elevó sus previsiones para el déficit de cuenta corriente en 2013 a u$s75.000 millones, al tiempo que recortó a u$s7.000 millones su expectativa de superávit comercial, desde los u$s15.000 millones estimados inicialmente.
La “guerra de monedas”, término acuñado por el ministro de Hacienda brasileño Guido Mantega para graficar la escalada devaluatoria de los países centrales para mejorar sus términos de intercambio y licuar parte de sus déficit fiscales, se contagió a la región. El peso chileno se depreció 7,2% en el transcurso de 2013, mientras que el peso uruguayo retrocedió un 11 por ciento.
El peso argentino no se queda atrás en cuanto a pérdida de valor. A pesar del rechazo a la devaluación que pregona el gobierno de Cristina Kirchner, la divisa resignó un 15,7% en el último año. Desde enero a esta parte, el peso se depreció 7,9% (desde u$s0,203 en enero a u$s0,187 a fines de junio), aunque esta caída fue neutralizada, a diferencia de la de las divisas de la región, por el acumulado de la inflación de 8,7% que entre enero y mayo de 2013 registraron las consultoras privadas que elaboran el índice Congreso difundido por los legisladores de la oposición.
Según Marcelo Elizondo, de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales, “las exportaciones argentinas en estos últimos años han perdido diversificación de oferta y tienen hoy una dependencia de commodities, agroproductos y autos a Brasil, que en conjunto representan alrededor del 70% del total exportado”, síntesis que refleja la simbiosis con el mercado del vecino país, principal socio comercial y destino del 20% de las ventas externas nacionales.
A los movimientos cambiarios e inflacionarios que manifiesta América Latina, Argentina le agrega un factor diferenciador: la caída de reservas líquidas en el Banco Central, que debilita aún más la posición del peso argentino y explica por qué el dólar oficial avanza cada vez más rápido. Un informe de Economía & Regiones señala que desde el establecimiento de las restricciones cambiarias en Argentina, el Banco Central perdió unos u$s8.000 millones, lo cual representa un 17% del stock total de reservas. “Mientras que los bancos centrales de Brasil (19%); Chile (27%); Perú (47%) y Uruguay (74%) acumulan dólares, nuestra autoridad monetaria sigue perdiendo divisas (‐21%)”, señala la consultora, en la comparación que realizó entre el primer trimestre de 2011 y el mismo período de 2013.