De Siria mejor no hablar

Con este título no quiero significar que el asunto no sea importante; lo es. Tampoco pretendo sugerir que en vez de hablar se debe actuar; aunque creo ello. El título refiere puramente a las penosas implicancias recientes de la retórica del gobierno estadounidense sobre la crisis en este país árabe.

Un año atrás Barack Obama proclamó que el uso de armas químicas sería una línea roja. Esa frase espontánea y no coordinada con sus redactores de discursos lo puso en aprietos doce meses después cuando alrededor de mil cuatrocientas personas, cientos de niños entre ellas, fueron gaseadas en las afueras de Damasco. Forzado a abordar el asunto con seriedad, el presidente de los Estados Unidos advirtió que la credibilidad presidencial y la imagen de la nación estaban en juego y sumadas las consideraciones humanitarias, morales y estratégicas, concluyó que la acción bélica era el único curso de acción viable para castigar al gobierno sirio por su conducta inadmisible y a la vez disuadir a futuros regímenes malhechores de replicar esas acciones. La Casa Blanca comprendió que permitir a Bashar al-Assad permanecer en el poder daría el mensaje equivocado respecto de la proliferación de armas de destrucción masiva, el fortalecimiento de Irán como mandamás regional y la seguridad mundial.

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Hassan Rohani, marca registrada

¿Exactamente en qué momento se convirtió Hassan Rohani en un moderado? ¿Fue cuando pidió a las milicias Basij que reprimiesen “impiadosa y monumentalmente” las protestas estudiantiles de 1999? ¿Fue cuando presidió el Consejo de Seguridad Nacional entre 1989-2005, período en que las autoridades iraníes planificaron el atentado contra la AMIA (1994, 85 muertos) en la Argentina y contra las Torres Khobar (1996, 19 muertos) en Arabia Saudita? ¿Fue cuando lideró las negociaciones nucleares con Europa a partir del 2003 y no detuvo el programa nuclear persa? ¿Fue cuando no condenó públicamente a Ahmadinejad por negar reiteradamente el Holocausto durante los últimos ocho años? ¿O fue cuando no instó a su gobierno a que dejase de apoyar al régimen genocida de Bashar-al-Assad en Siria? ¿Exactamente cuando se moderó?

La moderación de Rohani es un espejismo que los occidentales sedientos de flexibilidad ven en el desierto de la política iraní. Pero él es parte y parcela de la estructura de poder en Irán, un hijo dilecto de la Revolución Khomeinista, un hombre seleccionado por el líder supremo ayatollah Alí Khameini para postularse a la presidencia de la República Islámica, sólo uno entre ocho privilegiados que dejó a 592 excluidos. Es tal la desesperación occidental por encontrar un reformista en Irán que basta una sonrisa fraudulenta para que las expectativas afloren.

Pero ya hemos estado en este mismo lugar.

En 1989 ascendió a la presidencia Alí Akbar Hashemi Rafsanjani, un político ampliamente etiquetado como un reformista y un moderado en la política persa. Y sin embargo, un informe de la CIA de 1990 aseveró: “Aunque Rafsanjani ha buscado mejorar las relaciones con algunos países occidentales desde que asumió directamente la presidencia el pasado agosto, acontecimientos del año pasado muestran que Teherán sigue considerando el uso selectivo del terrorismo como una herramienta legítima”. Dos años después, otro reporte de la CIA responsabilizaba a las autoridades iraníes por orquestar ataques contra funcionarios israelíes, sauditas y estadounidenses en Turquía, emigrados judíos de la ex Unión Soviética, así como a disidentes iraníes exiliados. En diciembre de 2001, dos meses posteriores al 9/11 en Estados Unidos, Rafsanjani vaticinó que el uso de una bomba atómica contra Israel no dejaría nada vivo sobre la tierra mientras que la posible respuesta israelí afectaría apenas a una porción del Islam. En lo relativo a la cuestión nuclear, en noviembre del 2004 Rafsanjani afirmó: “Definitivamente no podemos parar nuestro programa nuclear y no lo pararemos”. Así fue.

Rafsanjani fue sucedido en el sillón presidencial por Muhammad Khatami, otro presunto ícono de la moderación persa. No obstante, bajo su mandato (1997-2005) las cárceles del país siguieron atestadas de prisioneros políticos, Hezbollah continuó recibiendo el patrocinio de Irán y el programa nuclear prosiguió su marcha. Unos meses antes de dejar el poder aseguró ante un grupo de diplomáticos extranjeros que el enriquecimiento de uranio “es nuestro claro derecho” y legó una de las citas más extraordinariamente cómicas de la historia de Irán: “Damos nuestra garantía de que no vamos a producir armas nucleares, porque estamos en contra de ellas y no creemos que sean una fuente de poder”.

En el 2005 Mahmoud Ahmadinejad fue designado presidente y por los siguientes ocho años las cárceles del país siguieron atestadas de prisioneros políticos, Hezbollah continuó recibiendo el patrocinio de Irán y el programa nuclear prosiguió su marcha. En abril del 2012 él prometió: “No nos moveremos un milímetro de nuestros derechos atómicos”. La Agencia Internacional de Energía Atómica tenía motivos para creerle. Uno de sus informes del año previo había indicado: “La Agencia tiene serias preocupaciones concernientes a las posibles dimensiones militares del programa nuclear de Irán”; además había señalado: “La información indica que Irán ha llevado a cabo actividades relevantes al desarrollo de un mecanismo de explosión nuclear” e inequívocamente afirmó que Irán trabajó “en el desarrollo de un diseño local de un arma nuclear incluyendo el testeo de componentes”.

Al ganar las últimas elecciones nacionales, Hassan Rohani extendió un ramo de olivo a la familia de las naciones y aseguró: “Nuestros programas nucleares son completamente transparentes”. Parece que el humor es un atributo típico de la idiosincrasia política iraní.

El flamante presidente Rohani será funcional a Bruselas y a una Casa Blanca poco dispuestas a tomar acciones decididas para frenar el proyecto nuclear persa. El Ayatollah Khameini comprendió que es preferible, y más fácil, engañar a las potencias que confrontar con ellas. Ahmadinejad reflejaba demasiado fielmente el verdadero rostro del régimen teocrático y eso le complicó las cosas al país. Una nueva política de relaciones públicas era necesaria. Con la fachada de “Rohani el moderado”, Irán espera confundir y ganar tiempo. Total, mientras se dialoga Parchín, Natanz, Arak, Bushehr e Isfaham pueden seguir operando. A juzgar por las primeras reacciones mundiales al nuevo producto presidencial made in Iran, es notable ver cuán exitosa hasta ahora ha sido la treta.

El efímero gobierno de Mohamed Morsi

Hosni Mubarak derrotó por goleada a Mohamed Morsi: 30-1. Los egipcios toleraron treinta años al primero en el poder pero no aguantaron más que un solo año del segundo en el gobierno. La coyuntura hace a la diferencia. Morsi cayó en un contexto de convulsión social y agitación política prácticamente inéditos en Egipto y en la región. La paciencia popular ya está agotada con los autócratas. Las multitudes ya han salido a las calles.

La irritabilidad está a flor de piel. Un error, un exceso, una ofensa y la cabeza del líder puede rodar. A su vez, Mubarak era un hombre del ejército, un militar secular (entendiendo al término solamente como antítesis del fundamentalismo) que contaba con el respaldo de su casta. Morsi, al contrario, no tenía el menor poder sobre los estamentos de seguridad de su nación: no controlaba al ejército ni a la policía ni a los servicios secretos ni a la guardia presidencial que lo protegía. El general golpista Abdul Fataj al-Sisi había sido puesto en el cargo por el propio Morsi.

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El bicentenario de Richard Wagner

Richard Wagner (1813-1883) fue un músico extraordinario, un esnob revolucionario, un creador de inmenso talento colmado de paradojas y un antisemita legendario. Un hombre que trabajó con judíos, se benefició de su filantropía y los odió como pocos. Un reaccionario que detestó a la aristocracia y militó en su contra, y a la vez recibió el apoyo de reyes y personalidades del establishment. Durante gran parte de su carrera fue un paria político, perseguido por las autoridades, con prohibición de ingresar a partes de su Alemania natal e incapacitado incluso de ver la representación de sus propias obras donde fuera que la orden policial imperial estuviera vigente. Y al mismo tiempo fue un artista aclamado.

Tal fue su naturaleza que incluso la misma persona podía albergar opiniones encontradas sobre él en diferentes momentos de su vida. La primera impresión que de él tuvo Friedrich Nietzsche fue óptima: “Cuando ayer conocí a Richard Wagner sentí un deleite de un sabor tan peculiar que ya no soy exactamente quien era antes”. Pero al final de sus días escribió dos ensayos hostiles afirmando: “sostengo que Wagner es perjudicial” y “Mi vivencia más importante fue una convalecencia. Wagner es tan sólo una de mis enfermedades”. En un libro titulado En búsqueda de Wagner, escrito a fines de la década de 1930 que es una exploración de las raíces ideológicas del nazismoTheodor Adorno postuló que el antisemitismo de Wagner no era un atributo idiosincrático de su personalidad sino una característica de toda su obra artística. Sin embargo, unas décadas después, Adorno desarrolló cierto aprecio por el compositor y en una serie de ensayos breves escritos en los años cincuenta y sesenta buscó rehabilitarlo. Thomas Mann inicialmente se refirió a Wagner como “la fuente de la experiencia más fértil y profunda de mi juventud” para terminar despreciándolo como “ese gnomo resoplado de la Sajonia con su talento colosal y personalidad lamentable”.

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La diplomacia del emoticón

De esto se trató principalmente el tourº1 de Barack Obama por Israel, Jordania y Palestina: poner un smile político sobre la relación con Israel, reasegurar a la monarquía Hashemita y decirles a los palestinos que no están olvidados.

Esta ha sido su primera visita al Estado judío como presidente. Obama tomó nota de las críticas efectuadas sobre el hecho de que en su previo mandato había viajado a varias naciones árabes y musulmanas pero nunca a Israel, un aliado histórico, lo que, sumado a la frialdad exhibida hacia el premier Benjamín Netanyahu, resultó en que el mensaje equivocado estaba siendo enviado a un Medio Oriente transformado por las revueltas árabes y otros desarrollos. De ahí que sus discursos y gestos personales hayan estado cargados de simbolismo y cordialidad.

Ni bien aterrizó en Tel-Aviv, el presidente reafirmó solemnemente “los lazos indisolubles entre nuestras naciones” y “el compromiso inquebrantable de Estados Unidos con la seguridad de Israel”. En una cita dedicada a corregir una pasada afirmación suya, hecha en El Cairo en el 2009, en la cual sugirió que el Estado de Israel fue creado en respuesta al Holocausto de la Segunda Guerra Mundial, recalcó que “hace más de tres mil años, el pueblo judío vivió aquí, tendió la tierra aquí, oró a su Dios aquí”, palabras que subrayan el vínculo milenario del pueblo judío con la Tierra de Israel y refutan la narrativa extremista que niega esa realidad.

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La Unión Europea y Hezbollah

Quizás lo que la Argentina no pudo, Bulgaria lo logre.

Como es tristemente sabido, en 1994 Hezbollah perpetró un atentado contra la sede de la AMIA en la Argentina, provocando la muerte a ochenta y cinco personas e hiriendo a alrededor de trescientas. Dieciocho años exactos después -el 18 de julio de 2012, fecha aniversario de la voladura de la AMIA- Hezbollah efectuó un atentado-suicida en la localidad turística de Burgas, Bulgaria, que ocasionó la muerte a cinco israelíes (entre ellos una mujer embarazada), a un ciudadano búlgaro y dejó treinta heridos.

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Glamour y antisemitismo

La vocación autodestructiva de muchos ricos y famosos es legendaria. Desde Marylin MonroeLinsday Lohan, desde Kurt Cobain a Amy Winehouse y desde Charlie Sheen a Lance Armstrong, los casos se suceden con la misma vorágine con la que éstos pasan del set del estudio a la discoteca, de la portada en Vogue a la fiesta regada de drogas, de la cima al lodo. Casi todos hacen el recorrido. Algunos lo sobreviven. Muchos no.

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Irán: el ejemplo de Canadá

El pasado mes de septiembre, inesperadamente Canadá rompió relaciones diplomáticas con la República Islámica de Irán. Ottawa retiró a sus diplomáticos en Teherán y dio cinco días a sus contrapartes iraníes para que abandonasen el país. El ministro de Relaciones Exteriores, John Baird, justificó las razones de la decisión en un comunicado: “El régimen iraní proporciona una ayuda militar creciente al régimen [sirio del presidente] Assad; rehúsa apegarse a las resoluciones de las Naciones Unidas concernientes a su programa nuclear; amenaza regularmente la existencia de Israel y tiene propósitos antisemitas racistas además de incitar al genocidio”. El comunicado agregó que “Canadá considera al gobierno de Irán como la principal amenaza para la paz y la seguridad mundiales en este momento”, indicó que Irán “está entre los peores violadores de derechos de las personas en el mundo” y destacó que Teherán “alberga a grupos terroristas a los que entrega ayuda material”, todo lo cual obligaba a su gobierno  “a inscribir oficialmente a Irán como Estado que respalda al terrorismo”. En diciembre, el gobierno canadiense expandió las sanciones económicas contra empresas e individuos iraníes asociados al programa nuclear persa.

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Por qué Hamas confronta a Israel

Desde que Israel abandonara en el 2005 los veintiún asentamientos en Gaza y retirara por la fuerza a alrededor de nueve mil colonos, la ocupación israelí de esa franja territorial ha terminado. Aún cuando Israel controla las fronteras aéreas, marítimas y territoriales de Gaza- con el propósito de evitar el ingreso de armas- hay allí una situación de autogobierno. En el 2006 el Movimiento de Resistencia Islámico, más conocido como Hamas, ganó elecciones legislativas y al año siguiente expulsó a las fuerzas de Fatah (leales al presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas) que todavía permanecían allí y pasó a gobernar exclusivamente la franja y a sus 1.6 millones de habitantes.

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