La perra de Bibi contra Hamas e ISIS: ¿dónde está la noticia?

Cuando el Primer Ministro de Israel adoptó una perra el pasado mes de julio, no podía haber imaginado que el can pronto se convertiría en un símbolo de lo que está mal en la siempre complicada relación entre la prensa internacional y el Estado judío. La perra Kaiya ganó notoriedad mundial a comienzos de diciembre cuando mordió a dos invitados durante las festividades de Jánuca realizadas en la residencia de Benjamín Netanyahu. “Kaiya enterró sus dientes el miércoles en Sharren Haskel, integrante del Parlamento, y en el esposo de Tzipi Hotovely, viceministra del Exterior, ambas integrantes del partido Likud. Ninguno de los dos fue herido de gravedad. Las ciudades israelíes aíslan por 10 días a los perros que muerden a personas”, reflejó un típico reporte de los tantos que cubrieron el hecho.

Otros complementaron la noticia con las lamentaciones de Sara, la esposa del premier, acerca de la necesidad de recluir al cuadrúpedo, y con el compromiso asumido por Bibi de revisar esas leyes inclementes con los canes. Fotografías de Kaiya al lado de su amo hallaron su lugar en el limitado espacio de los medios masivos de comunicación. La noticia tuvo alcance global. Continuar leyendo

Romantizar con los ayatolas

El pacto nuclear alcanzado entre el P5+1 e Irán ha sido una victoria geopolítica de Teherán, un logro comercial de Europa y un triunfo personal de Barack Obama.

Prácticamente desde el primer día en funciones, el Presidente estadounidense trabajó en pos de acercar posiciones con el régimen ayatola. Obama envió cartas al líder supremo Alí Khamenei, las que fueron respondidas hoscamente o ignoradas. Subió videos a YouTube en los que saludó a los iraníes por el año nuevo persa; pero hizo la vista gorda cuando el pueblo se levantó contra el régimen opresor en el marco de un fraude electoral en 2009. El nadir de esta excitación presidencial llegó en diciembre de 2014, cuando durante una entrevista con Steve Inskeep de la National Public Radio deseó buenaventura a Irán en su política de expansión regional: “Uno tiene que entender cuáles son sus legítimas necesidades y preocupaciones”, dijo Obama, y sugirió que un acuerdo nuclear ayudaría a que Irán se convierta en “una potencia regional de gran éxito que también se atenga a las normas internacionales”. Esto, aseguró el Presidente, “sería bueno para todo el mundo. Eso sería bueno para los Estados Unidos, sería bueno para la región, y sobre todo, sería bueno para el pueblo iraní”.

Ese mismo mes, en otra entrevista, esta vez con la revista The Atlantic, Obama minimizó la magnitud del antisemitismo del Gobierno iraní (que, entre otras, ha negado el Holocausto y ha llamado a la obliteración de Israel), alegando que no era más que una “herramienta organizacional” que no guiaba las consideraciones estratégicas de la nación persa. Continuar leyendo

Contra la banalidad de la indiferencia

El filósofo germano-israelí Emil Fackenheim caracterizó la historia del antisemitismo con esta secuencia. Inicialmente se les dijo a los judíos: “ustedes no pueden vivir entre nosotros como judíos”, es decir, deben convertirse. Luego se les dijo: “ustedes no pueden vivir entre nosotros”, es decir, deber partir. Los nazis postularon: “ustedes no pueden vivir”. Y los asesinaron en masa.

Holocausto en hebreo se dice Shoá, término que -según explica Louis Weber, editor de la monumental Crónica del Holocausto: las palabras e imágenes que hicieron historia- surgió en un folleto publicado en Jerusalem en 1940 por el Comité Unido de Ayuda a los Judíos en Polonia. La palabra refiere al exterminio de seis millones de judíos en Europa, entre 1939 y 1945, llevado a cabo por los nazis y sus aliados.

El genocidio de los judíos del siglo último fue algo único en los anales de las masacres sufridas por el pueblo hebreo y, resta aclarar, fue un enorme crimen contra toda la humanidad.

El papel del hombre en este infierno de muerte y destrucción aún es materia de estudio e interpelación. Hubo víctimas y hubo verdugos, hubo colaboradores y hubo resistentes, hubo justos entre las naciones y hubo observadores indiferentes. El Holocausto fue ideado, perpetrado, desafiado y sufrido por hombres. Y las noblezas y las bajezas que signaron esa época atroz serán símbolos de heroicidad y estigmas de vergüenza para toda la raza humana por siempre.

Se atribuye al historiador judío Simón Dubnow, quién fue asesinado por los nazis en Riga en 1941, haber dicho estas palabras finales a sus hermanos: “¡escriban y registren!”. Su llamado, junto al de tantos otros, ha reverberado a través del tiempo y ha legado una literatura del Holocausto, documentada y emotiva a la vez, cuya divulgación se ha convertido en un mandato moral para todos los hombres de bien. Ella nos confronta con la muerte. “Pero el estudio de estas muertes”, en la apta observación del renombrado académico Michael Berenbaum, “es un servicio a la vida”.

En la actualidad hay concientización sobre el Holocausto: películas, museos, testimonios de los sobrevivientes, programas educativos, conmemoraciones oficiales y una vasta literatura académica dan cuenta de ello. ¿Pero comprendemos realmente? ¿Hemos verdaderamente aprendido las lecciones terribles de la Shoá? Una de sus más cruciales lecciones yace -parafraseando a Hanna Arendt- en la banalidad de la indiferencia. Así la retrató para la posteridad Martin Niemöller, un pastor alemán encarcelado entre 1937 y 1945: “Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista. Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío. Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante. Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada”.

Hoy, tristemente, casi nadie está diciendo nada sobre la incitación genocida que anida en grupos y estados fundamentalistas que anhelan la aniquilación de Israel, el único estado judío del mundo y nación-refugio para los sobrevivientes de la Shoá. El movimiento palestino Hamas anuncia en su carta fundacional que busca la erradicación de Israel y la de todos los judíos donde sea que se encuentren, y a nadie parece importarle. El Estado Islámico tuitea “estamos yendo a matarlos, oh judíos” sin que a alguien eso le mueva una pestaña. El líder del movimiento libanés Hebzolá, Hassan Nasralá, declara impunemente que “si todos los judíos se reúnen en Israel, eso nos va a ahorrar la molestia de ir en pos de ellos por todo el mundo”. El ex presidente iraní Ali Akbar Hashemi Rafsanjani (considerado un moderado) proclamó a inicios de este milenio que “la aplicación de una bomba atómica no dejaría nada en Israel, pero la misma cosa sólo producirá daños en el mundo musulmán”, frase convenientemente olvidada por un Occidente entusiasmado en negociar con Teherán. El estandarte de los houtis que han recientemente derrocado al gobierno en Yemen es “Dios es grande. Muerte a América. Muerte a Israel. Al diablo con los judíos. Poder para el Islam”. ¿A alguien le concierne?

Nos debería preocupar a todos, pues así comienzan los genocidios. Con la propaganda, con la incitación. Es decir, con la destrucción intelectual de las víctimas como preludio a su exterminación física. Primero se los difama y deshumaniza, luego se los ejecuta. El Medio Oriente es un hervidero de feroces proclamas antijudías, de una magnitud no vista desde los tiempos de la Alemania nazi. La manera genuina de honrar la memoria de los mártires judíos asesinados en el pasado es actuar para preservar las vidas de los judíos que están bajo amenaza en el presente. En este Día del Holocausto tomemos conciencia de ello.

El discurso de Netanyahu

Enterada de la invitación extendida al Primer Ministro Binyamin Netanyahu a disertar ante el Congreso americano, la Administración Obama respondió con una campaña de descrédito y ataque personal al líder de una nación aliada como nunca había lanzado contra, por caso, el ruso Vladimir Putin o el turco Recep Erdogan. Alegó que el israelí transgredió protocolo al aceptar el convite, que era un oportunista electoral, un saboteador diplomático y un belicista que estaba poniendo en riesgo la mismísima relación bilateral especial. Puras tonterías exageradas. Continuar leyendo

Irán al acecho en Uruguay

Días atrás trascendió que en al menos dos incidentes, agentes y/o diplomáticos iraníes apostados en Montevideo podían haber estado involucrados en operaciones terroristas anti-israelíes.

A fines de noviembre y a comienzos de enero, dos maletines con materiales explosivos se hallaron en las inmediaciones de la antigua y nueva sede de la embajada de Israel en Montevideo. En un caso, el diplomático iraní Ahmed Sabatgold fue visto en la zona. El gobierno persa aseguró que su delegado estaba allí por una visita médica. Por supuesto. También hay en el barrio un deli que vende un humus exquisito. Teherán sacó del país rápidamente a su hombre.

Irán tiene un largo historial de involucramiento en operaciones terroristas internacionales. Sólo en los últimos años golpeó a turistas y diplomáticos israelíes en Bulgaria, Tailandia, Georgia y la India, mientras que planeaba hacer otro tanto en Turquía, Azerbaiyán, Chipre y Kenia. La Casa Blanca expuso un complot iraní para atentar contra el embajador saudita en Washington, D.C. El Tribunal Especial de la ONU señaló como responsables del asesinato del ex premier libanés Rafik Hariri a cuatro integrantes de Hezbollah. Células de este movimiento chiíta fueron denunciadas por distintas y confiables fuentes en Cuba, Venezuela, Bolivia, Brasil, la Triple Frontera y otras partes de América Latina.

De modo que si un diplomático iraní es visto merodeando cerca de una embajada israelí y de un artefacto explosivo… bueno, elemental, Watson. Además deben ser tenidas en cuenta las últimas confrontaciones entre israelíes e iraníes en los Altos del Golán. El 18 de enero la aviación israelí mató a un general de las Guardias Revolucionarias iraníes, Mohammed Allahdadi, al hijo combatiente del extinto archi-terrorista Imad Mugnyeh y a otros militantes de Hezbollah, en ruta a atacar posiciones de Israel. Diez días después, el grupo chiíta lanzó un misil que mató a dos soldados israelíes e hirió a otro siete en la frontera sirio-israelí. Si bien estos acontecimientos fueron posteriores a las fallidas bombas en Montevideo, dan cuenta de un contexto más grande. Irán continuamente busca dañar a Israel. Donde sea. Donde pueda.

El Gobierno uruguayo respondió a estos hechos de manera lamentable. El usualmente locuaz presidente se llamó a silencio, y el canciller minimizó la amenaza. La comunidad de inteligencia uruguaya ve a Irán como el país más proclive a atacar en territorio uruguayo, pero, informaba en una reciente nota en El Observardor Gabriel Pereyra, “se recibió la orden de no agitar el tema Irán, ni públicamente ni en reuniones reservadas del Gobierno”.

Según este periodista, las señales que dio la administración de Mujica no se condicen con la forma en que los servicios secretos creen que debe actuar. En sus palabras: “Durante una reunión del Consejo de Defensa Nacional (integrado por Presidencia, Relaciones Exteriores, Interior, Economía y Defensa), se planteó un informe de Inteligencia que abonaba la tesis de que Irán era, según las informaciones recabadas y las actitudes de sus diplomáticos, el objetivo número uno en seguridad… la que tomó la palabra fue Graciela García, secretaria de Almagro. La funcionaria sostuvo que nada indicaba que fuera a haber un atentado aquí y que Irán era una nación amiga… Fue después de esa reunión que el gobierno pidió no agitar el tema Irán, ni siquiera en reuniones reservadas”.

El canciller Luis Almagro estuvo apostado en Teherán entre 1991 y 1996, período en que se le atribuye haber forjado vínculos cercanos con los iraníes. Cuando el entonces representante iraní en Uruguay, Hojjatollah Soltani, negó el Holocausto, Almagro lo citó y repudió sus palabras pero acotó que “el hecho no tiene por qué dañar las relaciones diplomáticas con Irán”. También está el hecho de que hasta 2010 un promedio de diez iraníes con pasaportes falsos pasaban por Uruguay, generalmente rumbo a Brasil. Hace poco, presuntos refugiados sirios con pasaportes israelíes truchos cruzaron territorio uruguayo. Trascendió a su vez que el oficialismo hizo la vista gorda ante denuncias de violencia de género y maltrato infantil entre los refugiados sirios que acogió. La dupla Mujica-Almagro ha hecho de su país el primero en América Latina en dar cobijo a ex presos islamistas de Guantánamo.

El gobierno uruguayo está o bien despistado en torno a las intenciones de Irán en su suelo, o bien deseoso de minimizar el problema para no antagonizar al propio Irán, o bien prisionero de una ideología tercermundista pro-islámica. Su actitud de desconsiderar las advertencias de su propio servicio de seguridad resulta inquietante dados los antecedentes y la peligrosidad del régimen ayatollah. Su hospitalidad ingenua y política benevolente le podrá costar caro. Para la teocrática República Islámica de Irán, Uruguay no es más que una nación cristiana infiel. Mujica y Almagro son, a los ojos de Teherán, un par de idiotas útiles latinoamericanos.

Las finanzas del nacionalismo palestino

Las últimas noticias que han revelado la magnitud del tesoro del ISIS (o Estado Islámico) -USD 2.000 millones- han captado la atención de una opinión pública sorprendida por los recursos a disposición de un movimiento terrorista sanguinario. Menos sabido es que quien le sigue en la lista de las agrupaciones terroristas más ricas del mundo es el Movimiento de Resistencia Islámico, más conocido como Hamas, que tiene un presupuesto operativo anual de USD 1.000 millones. A diferencia de ISIS, esta agrupación palestina no tiene acceso a pozos petroleros ni controla una región del tamaño de Bélgica esparcida entre dos Estados; Gaza es pobre y diminuta. Pero tiene en su poder algo sumamente valioso ante los ojos del mundo: el destino de 1.8 millones de palestinos.

Desde la firma de los Acuerdos de Oslo en 1993 entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), el pueblo palestino ha llegado a recibir la más grande asistencia económica mundial en términos per cápita desde el Plan Marshall tras la conclusión de la Segunda Guerra Mundial. Como gobernador de la franja, Hamas está a punto de beneficiarse de esa generosidad: el mes pasado países donantes comprometieron USD 5.400 millones para la reconstrucción de Gaza. Si bien no está planeado que ese monto enorme llegue a las arcas de Hamas sino a la sociedad civil palestina, asumir que Hamas no tomará una porción de la torta es una fantasía. Continue reading

Un fusil para D´Elía

Nicolás Maduro no está solo. Los hermanos Castro, Evo Morales y Daniel Ortega lo respaldan. Tiene además el apoyo de Dilma Rousseff, José Mujica y Cristina Fernández. Podemos decir que -exceptuando a las presidencias de Panamá, Colombia, Perú, Costa Rica y Chile- prácticamente todos los gobiernos de Latinoamérica están de su lado. Además cuenta con el guiño tácito de la Organización de Estados Americanos (OEA) comandada por el socialista chileno José Miguel Insulza.

Otro ciudadano chileno que simpatiza con su causa es la icónica militante estudiantil comunista y ahora diputada Camila Vallejo, quien se hizo famosa al liderar protestas universitarias contra el gobierno de Sebastián Piñera, pero ahora ha dado la espalda a los universitarios venezolanos. “La derecha venezolana repite el mismo guión golpista de 2002 pero ese bravo pueblo ya aprendió” tuiteó el 22 de febrero, tres días después de que la modelo y estudiante Génesis Carmona fuese asesinada de un tiro a la cara en una manifestación de la oposición venezolana.

También está expresando sus opiniones simpatizantes un famoso argentino, Diego Armando Maradona, que fue contratado por el canal de televisión satelital del gobierno venezolano Telesur para oficiar de comentarista en la Copa Mundial de Fútbol Brasil 2014. “Les digo a los venezolanos y al presidente Maduro que estamos viendo todas las mentiras que están diciendo y creando los imperialistas” anunció, y se ofreció “a ser un soldado de Venezuela para lo que mande… ¡Viva Chávez, viva Maduro!”.

Y luego está Luis D´Elía. El referente piquetero nacional participó a mediados de febrero en una manifestación frente a la embajada de Venezuela para expresar su solidaridad con el gobierno de Maduro y decir “no a esta nueva intentona fascista cuyo fin es el derrocamiento del gobierno venezolano”. También pidió, públicamente y sin pruritos, el fusilamiento del líder opositor Leopoldo López. “Maduro debe fusilar a López, agente de la CIA” disparó. Ante la avalancha de cuestionamientos, remató al aire en la Rock & Pop: “¿Tanto escándalo por plantear el fusilamiento de Leopoldo López?”. Y en su propio programa en FM Cooperativa, más tarde agregó: “Hay que fusilarlo a este tipo, sin dudar”. Esta postura extrema, que cruzó el límite de la incitación a la violencia, sintoniza enteramente con el fanatismo que él ha propugnado por largo tiempo.

En 2004 tomó una comisaría en el barrio capitalino de La Boca. En 2006, tenaza en mano, rompió una tranquera que demarcaba campos del terrateniente estadounidense Douglas Tompkins en la provincia de Corrientes. Ese mismo año realizó una contramarcha a una manifestación opositora a las políticas del gobierno en materia de seguridad ciudadana. En 2008 lideró otra contramarcha en defensa del gobierno, esta vez dirigida contra productores agropecuarios y ciudadanos críticos de las políticas económicas abusivas del oficialismo. Con la consigna “la plaza es nuestra” sus seguidores bloquearon a los manifestantes y el propio D´Elía agredió físicamente a uno de ellos. Ese mismo año, en el marco de una entrevista con un periodista que lo provocó, el piquetero pronunció una de sus frases más célebres: “¡Odio a la puta oligarquía, odio a los blancos!”.

En el plano de las relaciones internacionales se erigió como apologista de Irán en la Argentina. En 2007 viajó al país islámico, junto con el sacerdote Luis Farinello y el diputado Mario Cafiero, para entregar en mano una carta al entonces presidente Mahmmoud Ahmadinejad que expresaba apoyo a las posturas de la República Islámica en torno a la causa AMIA y su programa nuclear. La misiva llevaba las firmas de Osvaldo Bayer, Fernando Pino Solanas y Hebe de Bonafini entre otros referentes de la izquierda nacional. Al regresar al país acusó a “la derecha israelí” de estar detrás del atentado contra la sede judía. Como era de esperar, estuvo a favor del polémico Memorando de Entendimiento pactado unos años más tarde entre Buenos Aires y Teherán.

En 2011 tuvo un cruce verbal con el político Diego Kravetz en el cual D´Elía negaba ser un antisemita. Cuando Kravetz lo invitó al Museo del Holocausto porteño, el militante K respondió: “La memoria del Holocausto debe servir para que no pase nunca más, no para justificar los crímenes del actual gobierno de Israel”. En 2013, el Centro Simon Wiesenthal expuso una filmación de un encuentro realizado en la mezquita at-Tauhid del barrio de Flores en el que eufemísticamente él pidió por la destrucción del Estado de Israel.

Yo mantuve un tête à tête televisivo con D´Elía en 2007, cuando él acompañó al jeque Abdul Karim Paz, líder espiritual de la mezquita at-Tauhid, al programa Tormenta de ideas conducido por Daniel Muchnik a debatir conmigo y con el legislador Jorge Henríquez sobre la responsabilidad de Irán en los atentados contra la embajada de Israel y la AMIA. No hará falta indicar qué posición adoptó. Es un tanto irónico que su colega Abdul Karim Paz haya surgido de la oligarquía que D´Elía tanto desprecia: su nombre de nacimiento previo a su conversión al Islam es Santiago Paz Bullrich, “hijo de una de las familias patricias argentinas” según informó oportunamente Gustavo Sierra, enviado especial del diario Clarín a Irán. No menos curioso es el hecho de que el Partido Miles que él preside haya participado en la última marcha del orgullo lésbico, gay, bisexual, travesti, transgénero, transexual, intersexual y queer en la Argentina y que a la vez él respalde con tanto entusiasmo a un régimen que condena a muerte a los homosexuales en Irán.

En última instancia D´Elía es el epítome de las inconsistencias de gran parte de América Latina. Una región pletórica en discursos sobre democracia y derechos humanos pero cuyos presidentes reunidos en la última cumbre de de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe proclamó -como nos recordó Enrique Krauze- “guía político y moral de América” a Fidel Castro, el más longevo y último dictador del continente.

Los bolsillos inmodestos del Ayatollah

Poco antes de morir, en 1989, el entonces ayatollah Ruhollah Khomeini firmó un edicto de apenas dos párrafos de extensión que tendría repercusiones políticas y económicas enormes en la historia futura del país. El mismo creó una entidad con la misión de administrar todas las propiedades abandonadas durante los caóticos tiempos de la revolución de 1979 que llevó a los islamistas al poder. Se la conoce como Setad Ejraiye Farmane Hazrate Emam, Cuarteles para Ejecutar la Orden del Imán.

El pasado noviembre, Reuters publicó un informe de seis meses de investigación que valuó el total de los activos de esta entidad en USD 95.000 millones. “Setad se ha convertido en una de las organizaciones más poderosas en Irán, aunque muchos iraníes, y el mundo más ampliamente, saben poco sobre ella” consignó Reuters. “En los últimos seis años, se ha transformado en un gigante corporativo que ahora tiene intereses en casi todo sector de la industria iraní, incluyendo finanzas, telecomunicaciones, la producción de píldoras para el control de la natalidad e incluso la cría de avestruces”, explicó la agencia noticiosa. Al tope de este imperio se sienta un sólo hombre: el Líder Supremo de la República Islámica de Irán, el ayatollah Alí Khameini, sucesor del primer gran ayatollah del país y entronado por el último cuarto de siglo.

Así, el mandamás persa tiene a disposición recursos financieros cuyo valor “rivaliza con las pertenencias del Shá” depuesto en 1979 según Reuters, pero que en la opinión de algunos economistas ha superado treinta veces la riqueza de Reza Pahlevi actualizada por inflación. El origen de esta fortuna se basó en propiedades abandonas o confiscadas a figuras leales al Sha, enemigos declarados o fugitivos ideológicos. Durante las últimas tres décadas se agregaron las propiedades de todos aquellos desprotegidos políticamente. Tal como Holman Jenkins Jr. ha notado en el Wall Street Journal, el pasado mes de mayo miembros de la odiada minoría religiosa Bahai perdieron propiedades valuadas en al menos USD 88 millones. Reportando desde Londres y Beirut, los periodistas de Reuters, Steve Stecklow, Babak Dehghanpisheh y Yeganeh Torbati presentaron en su informe a una anciana iraní residente en Europa mostrando los documentos originales que llevaron a su desposesión: la orden judicial que autorizó el secuestro de los tres departamentos de sus hijos, la carta que les informó acerca de la venta de una de las unidades y la nota que le exigía el pago de alquiler por uno de sus propios departamentos. Al final esta mujer lo perdió todo.

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De Siria mejor no hablar

Con este título no quiero significar que el asunto no sea importante; lo es. Tampoco pretendo sugerir que en vez de hablar se debe actuar; aunque creo ello. El título refiere puramente a las penosas implicancias recientes de la retórica del gobierno estadounidense sobre la crisis en este país árabe.

Un año atrás Barack Obama proclamó que el uso de armas químicas sería una línea roja. Esa frase espontánea y no coordinada con sus redactores de discursos lo puso en aprietos doce meses después cuando alrededor de mil cuatrocientas personas, cientos de niños entre ellas, fueron gaseadas en las afueras de Damasco. Forzado a abordar el asunto con seriedad, el presidente de los Estados Unidos advirtió que la credibilidad presidencial y la imagen de la nación estaban en juego y sumadas las consideraciones humanitarias, morales y estratégicas, concluyó que la acción bélica era el único curso de acción viable para castigar al gobierno sirio por su conducta inadmisible y a la vez disuadir a futuros regímenes malhechores de replicar esas acciones. La Casa Blanca comprendió que permitir a Bashar al-Assad permanecer en el poder daría el mensaje equivocado respecto de la proliferación de armas de destrucción masiva, el fortalecimiento de Irán como mandamás regional y la seguridad mundial.

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Hassan Rohani, marca registrada

¿Exactamente en qué momento se convirtió Hassan Rohani en un moderado? ¿Fue cuando pidió a las milicias Basij que reprimiesen “impiadosa y monumentalmente” las protestas estudiantiles de 1999? ¿Fue cuando presidió el Consejo de Seguridad Nacional entre 1989-2005, período en que las autoridades iraníes planificaron el atentado contra la AMIA (1994, 85 muertos) en la Argentina y contra las Torres Khobar (1996, 19 muertos) en Arabia Saudita? ¿Fue cuando lideró las negociaciones nucleares con Europa a partir del 2003 y no detuvo el programa nuclear persa? ¿Fue cuando no condenó públicamente a Ahmadinejad por negar reiteradamente el Holocausto durante los últimos ocho años? ¿O fue cuando no instó a su gobierno a que dejase de apoyar al régimen genocida de Bashar-al-Assad en Siria? ¿Exactamente cuando se moderó?

La moderación de Rohani es un espejismo que los occidentales sedientos de flexibilidad ven en el desierto de la política iraní. Pero él es parte y parcela de la estructura de poder en Irán, un hijo dilecto de la Revolución Khomeinista, un hombre seleccionado por el líder supremo ayatollah Alí Khameini para postularse a la presidencia de la República Islámica, sólo uno entre ocho privilegiados que dejó a 592 excluidos. Es tal la desesperación occidental por encontrar un reformista en Irán que basta una sonrisa fraudulenta para que las expectativas afloren.

Pero ya hemos estado en este mismo lugar.

En 1989 ascendió a la presidencia Alí Akbar Hashemi Rafsanjani, un político ampliamente etiquetado como un reformista y un moderado en la política persa. Y sin embargo, un informe de la CIA de 1990 aseveró: “Aunque Rafsanjani ha buscado mejorar las relaciones con algunos países occidentales desde que asumió directamente la presidencia el pasado agosto, acontecimientos del año pasado muestran que Teherán sigue considerando el uso selectivo del terrorismo como una herramienta legítima”. Dos años después, otro reporte de la CIA responsabilizaba a las autoridades iraníes por orquestar ataques contra funcionarios israelíes, sauditas y estadounidenses en Turquía, emigrados judíos de la ex Unión Soviética, así como a disidentes iraníes exiliados. En diciembre de 2001, dos meses posteriores al 9/11 en Estados Unidos, Rafsanjani vaticinó que el uso de una bomba atómica contra Israel no dejaría nada vivo sobre la tierra mientras que la posible respuesta israelí afectaría apenas a una porción del Islam. En lo relativo a la cuestión nuclear, en noviembre del 2004 Rafsanjani afirmó: “Definitivamente no podemos parar nuestro programa nuclear y no lo pararemos”. Así fue.

Rafsanjani fue sucedido en el sillón presidencial por Muhammad Khatami, otro presunto ícono de la moderación persa. No obstante, bajo su mandato (1997-2005) las cárceles del país siguieron atestadas de prisioneros políticos, Hezbollah continuó recibiendo el patrocinio de Irán y el programa nuclear prosiguió su marcha. Unos meses antes de dejar el poder aseguró ante un grupo de diplomáticos extranjeros que el enriquecimiento de uranio “es nuestro claro derecho” y legó una de las citas más extraordinariamente cómicas de la historia de Irán: “Damos nuestra garantía de que no vamos a producir armas nucleares, porque estamos en contra de ellas y no creemos que sean una fuente de poder”.

En el 2005 Mahmoud Ahmadinejad fue designado presidente y por los siguientes ocho años las cárceles del país siguieron atestadas de prisioneros políticos, Hezbollah continuó recibiendo el patrocinio de Irán y el programa nuclear prosiguió su marcha. En abril del 2012 él prometió: “No nos moveremos un milímetro de nuestros derechos atómicos”. La Agencia Internacional de Energía Atómica tenía motivos para creerle. Uno de sus informes del año previo había indicado: “La Agencia tiene serias preocupaciones concernientes a las posibles dimensiones militares del programa nuclear de Irán”; además había señalado: “La información indica que Irán ha llevado a cabo actividades relevantes al desarrollo de un mecanismo de explosión nuclear” e inequívocamente afirmó que Irán trabajó “en el desarrollo de un diseño local de un arma nuclear incluyendo el testeo de componentes”.

Al ganar las últimas elecciones nacionales, Hassan Rohani extendió un ramo de olivo a la familia de las naciones y aseguró: “Nuestros programas nucleares son completamente transparentes”. Parece que el humor es un atributo típico de la idiosincrasia política iraní.

El flamante presidente Rohani será funcional a Bruselas y a una Casa Blanca poco dispuestas a tomar acciones decididas para frenar el proyecto nuclear persa. El Ayatollah Khameini comprendió que es preferible, y más fácil, engañar a las potencias que confrontar con ellas. Ahmadinejad reflejaba demasiado fielmente el verdadero rostro del régimen teocrático y eso le complicó las cosas al país. Una nueva política de relaciones públicas era necesaria. Con la fachada de “Rohani el moderado”, Irán espera confundir y ganar tiempo. Total, mientras se dialoga Parchín, Natanz, Arak, Bushehr e Isfaham pueden seguir operando. A juzgar por las primeras reacciones mundiales al nuevo producto presidencial made in Iran, es notable ver cuán exitosa hasta ahora ha sido la treta.