Sobre la democracia: explotar su potencialidad para superar sus contradicciones

Se ha estado hablando mucho de la democracia, por las razones que todos conocemos. Y no es para menos. Es esperable que un país que ha vivido alternando con dictaduras durante casi todo el siglo XX, discuta sobre la democracia en un momento tan especial.

Anécdota 1

Entre tantas discusiones por las redes sociales, una que me involucró fue la siguiente. Alguien se preguntó para el resto: “¿por qué la muy democrática Venezuela necesita un millón de milicianos armados dispuestos a ‘defender la revolución’?”. Respondí que la mejor democracia del mundo, EEUU, tiene más presupuesto en seguridad que el PBI de decenas de países juntos, bloquea e invade países, espía poblaciones y funcionarios, expande las guerras… Me respondió tajantemente: “¿Dónde están los militantes armados americanos defendiendo en las calles la revolución capitalista?”. “¿Estás avalando esa política de EEUU?”, repregunté. Siglos de segregación racial, cárceles llenas de latinos y negros, mientras los mayores ladrones quiebran bancos con desfalcos monstruosos que luego paga el pueblo vía el “rescate” del Estado, y nunca van presos. “Dejo clara mi postura -dijo-. Una cosa es gastar en seguridad, otra en amedrentar rivales. Lo segundo es grotesco”. Contesté: no soy chavista, pero entiendo más la defensa de conquistas sociales contra una política imperialista que esa política imperialista. (Su catarata había comenzado con esta sentencia: “Leés tres notas sobre Venezuela y te parece que vivimos en Suecia. Muy triste”).

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Dos siglos de economía argentina y un problema llamado capitalismo

Este artículo surgió en marzo de 2013, a poco de conocerse el resultado fiscal de 2012, que para sorpresa de casi nadie fue negativo, por enésima vez. Por razones que no vienen al caso, ese escrito a medio terminar quedó cajoneado. En aquella oportunidad le había puesto como título: “El déficit fiscal. Un problema histórico y la necesidad de una clarificación”, y su pretensión era poner en contexto y en concreto este problema tan llevado y traído, en general, de modo superficial.

Cuando leí la nota de Nicolás Cachanosky publicada hace unos días en Infobae (“Tres décadas y un problema llamado déficit fiscal”), rebrotó la necesidad de intervenir en el debate. Me interpeló aún más la frase con la que este economista arranca su planteo: “analizar el caso argentino con énfasis en políticas públicas sin poner la lupa en el problema del déficit fiscal es pasar por alto el problema de fondo”. Al efecto, en Argentina una de las corrientes más reconocidas en el estudio de las políticas públicas es la del “enfoque de derechos”, que afirma que los Estados deben diseñar sus políticas sociales tomando los “mandatos” (sic) constitucionales y de los numerosos instrumentos de derechos humanos. Algo que podría sonar atractivo, pero es una pura abstracción. Expresa deseos -la satisfacción de las necesidades humanas-, pero ignora por completo los límites para su materialización en la sociedad en la que vivimos. Efectivamente, ideas como éstas “no ponen la lupa en el problema de fondo”, pero lo paradójico es que, a mi entender, este señalamiento vale también para las ideas que se expresan en su nota, propias de la economía liberal.

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